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Chapter 23 - 23) Viejo amigo...

Los enanos acudieron de inmediato para levantar a Thorin del suelo. El príncipe no rechazó la ayuda; todavía estaba aturdido por la brutal embestida del troll. Tanto él como Bilbo fueron incorporados mientras Gandalf, con el ceño fruncido, observaba el cadáver del monstruo que acababa de abatir, preguntándose cómo criaturas habían así llegado tan al sur.

"¿Estás bien, Thorin?" preguntó Dwalin, sosteniéndolo por un brazo.

"Sí..." respondió, tambaleándose y casi cayendo de nuevo al dar un paso. "Solo…denme un momento."

El alivio se dibujó en los rostros de los enanos al comprobar que tanto su líder como el hobbit estaban vivos. La victoria había sido dura, pero sin bajas. Sin embargo, su alegría dio paso a la sorpresa cuando vieron a los Eldens acercarse, sujetar el inmenso cadáver del troll y arrastrarlo de vuelta hacia el campamento donde combatieron.

"¿Qué están haciendo?" preguntó Glóin, frunciendo el ceño.

"¿Deberíamos ayudarte?" añadió Ori, pero sus compañeros solo se encogieron de hombros, tan desconcertados como él.

No fue necesario. Pese al tamaño del troll, los Eldens no eran seres comunes, y entre varios lo arrastraron sin dificultad, mientras los enanos seguían a distancia, llevando consigo a Thorin y Bilbo, movidos por la curiosidad.

En el campamento troll, Miquella estaba arrodillado, canalizando un brillo que cubría tanto sus manos como los cuerpos de los tres trolls. Su semblante era grave y su trabajo, frenético, pues temía que la salida del sol petrificara los cadáveres y malograra esa energía invaluable. Se reprochó no haberle pedido ayuda a Yavanna para recargar su anillo, lo que le habría dado la fuerza necesaria para traer a la existencia algo que realmente deseaba.

Los enanos rodearon los cadáveres, una vez más asombrados por la magia del semidiós. Ya la habían visto antes, pero no dejaba de impresionarlos: la manera en que los cuerpos se deshacían en partículas doradas, el brillo en su cabello, la majestuosidad casi divina que emanaba de él, como si, por un instante fugaz, un ser celestial recuperara su luz.

En cierto momento, la absorción se aceleró. Como ocurría con otras criaturas de gran tamaño, el proceso pasaba de lento y pausado a súbitamente veloz. En segundos, los trolls desaparecieron por completo, dejando solo los rastros de la batalla. Frente a todos, Miquella levantó las manos y, en el aire, comenzó a formar círculos flotantes, tallados en lo invisible.

"¿Qué es eso?" preguntó Gandalf, intrigado.

"Una runa" respondió Miquella, evaluando su creación.

No era como la runa de Brea, y no solo por provenir de otra raza, sino por su método de forja. La runa de Brea había requerido consumir todo el ser y alma de su portador para completarse; esto, en cambio, se había formado con solo una fracción de la esencia vital, dando lugar a una runa debilitada, pero temporalmente. Con el tiempo, recuperaría su fuerza hasta alcanzar su verdadero potencial.

A cambio, gran parte de la energía del ser podía conservarse y almacenarse en el anillo para otros fines. Miquella había ideado este método inspirado en la situación de los Eldens al llegar a este mundo. Este era su primer intento exitoso de una runa de tal poder, y ahora podía afirmar que dominaba dos caminos para su creación: consumirlo todo para obtener una runa completa de inmediato… o sacrificar solo una parte y forjar una runa que madurara con el tiempo.

"¿Esa es el alma de los trolls?" preguntó Gandalf, percibiendo en aquel grabado mágico flotante la misma esencia que había sentido en esas criaturas. Sin duda lograr algo así era un poder temible; si no se hubiera originado en seres oscuros como los trolls, su reacción habría sido mucho menos contenida.

"No… y sí. Es su esencia…" respondió Miquella, aunque su voz sonaba lejana. Su estaba atención completamente centrada en otra cosa. Sin siquiera mirar, arrojó la runa hacia los enanos "Quédensela"

Acto seguido, alzó la mano con el anillo, cerró los ojos y se sumió en una profunda concentración, sintiendo el torrente de poder que corría en su interior.

"Es suficiente… casi…" murmuró, canalizando la energía acumulada. No era tanta como para traer de vuelta a su familia, pero sentía que podía... que era suficiente para otras cosas que deseaba.

Bombur, que se encontraba justo en la trayectoria de la runa, logró atraparla con torpeza, haciendo un par de malabares antes de asegurarla. Sin embargo, notó que el objeto nunca llegaba a tocar su piel, flotando siempre a unos pocos centímetros de su mano. La runa estaba formada por tres círculos, cada uno con intrincados detalles grabados, y su brillo resultaba tan extraño como hipnótico. Bombur miró a sus compañeros con cierta aprensión, sin saber qué hacer.

"¿Qué hacemos con esto?" preguntó Dori a Gandalf.

"Es un potenciador" respondió Miquella con rapidez, adelantándose al mago. "Si lo llevan en sus cuerpos, les otorgará el poder del troll... o lo hará con el tiempo. Puede dividirse, así que repártanlo. Cuanto más estrecha sea la relación entre los portadores, más fuerte será el efecto." Su ceño se frunció y su voz se endureció. "Ahora, guarda silencio."

Los enanos intercambiaron miradas entre ellos, observando la runa, a sus compañeros ya Miquella con una mezcla de sorpresa y confusión. Aunque confiaban en que el semidiós no les daría algo perjudicial, la decisión final debía tomarla su líder.

Thorin miró a Gandalf durante un instante. El mago dudó, pero acabó cediendo la elección al enano, que volvió su vista hacia la runa, evaluándola en silencio.

"Bombur, Bofur, Bifur… repártanlas" ordenó Thorin, entregando las runas. Aunque también estaba impresionado por su aspecto, decidió cederlas para que las tomaran y las probaran.

Los tres enanos se acercaron con cautela, sin saber muy bien qué hacer. Finalmente, extendieron las manos y cada uno tomó uno de los círculos. Para su sorpresa, la runa entera se separó con facilidad en tres piezas individuales, cada una formada por un solo círculo. Sin embargo, no sabían cómo usarlas y miraron a Miquella con dudas, sin atreverse a interrumpirlo en lo que fuera que estuviese haciendo.

Bombur, por un instante, pensó seriamente en comérsela… hasta que una voz lo detuvo.

"Péguenlas en la piel" indicó Leda, advirtiendo la indecisión de los tres.

Ahora con las instrucciones claras, buscaron un lugar libre en sus cuerpos y presionaron las runas contra la piel. Ante la mirada atónita de todos, los símbolos comenzaron a integrarse, fundiéndose con su carne hasta dejar únicamente una marca oscura, como un tatuaje. Los enanos más cercanos no tardaron en tocarlas, intentando comprobar si podían desprenderlas, sin éxito.

"Mmm… no se ven como trolls. Creo que falló" comentó Dwalin con tono burlón.

"Pero yo me siento como uno", replicó Bofur con una sonrisa extasiada, notando la fuerza para recorrer su cuerpo. Levantó su martillo con facilidad, girándolo en su mano. "Siento que podrían venir más trolls y me encantaría verlos intentarlo." Clamó con confianza, y una mirada desafiante.

Bifur parecía igualmente entusiasmado, aunque nadie entendía lo que decía, y se limitó a palmear orgullosamente sus bíceps. Bombur, por su parte, derribó a varios compañeros de un solo empujón de panza.

Entre los demás enanos, las reacciones se dividieron: algunos creían en el poder de las runas, otros seguían dudando. Esa división comenzó a disiparse cuando comenzaron a organizar luchas de pulso y pruebas de fuerza. La diferencia era clara: los portadores de las runas superaban ampliamente su fuerza anterior, aunque al intentar enfrentarse a varios rivales a la vez seguían perdiendo. El poder todavía no estaba completo, apenas un aumento de alrededor del veinte por ciento respecto a su fuerza original.

Gandalf y Thorin intercambiaron una mirada cargada de sorpresa. Aunque la mejora no era descomunal, en términos estratégicos resultaba formidable; un arma así podría inclinar decisivamente el curso de una batalla. Ambos dirigieron entonces la vista hacia el niño no muy lejano, que continuaba concentrado… y justo en ese momento:

"¡Lo tengo!" exclamó Miquella, su voz vibrando con determinación y entusiasmo al sentir el éxito de su hazaña.

De repente, el brillo del anillo ardió con una intensidad cegadora, bañando a enanos y Eldens en su energía. La poderosa emanación de luz y fuerza capturó todas las miradas, mientras, ante Miquella, el tejido mismo del espacio se deshilachaba y se retorcía, permitiendo que una figura comenzara a tomar una forma tangible.

Cuando el resplandor se desvaneció y la imagen se volvió nítida, una silueta grande y cubierta de pelaje apareció ante todos.

No hubo tiempo para comentarios: Miquella soltó un chillido de alegría y se lanzó sobre la criatura con una emoción desbordante.

"¡TORRENTE!" aulló, aferrándose a su corcel como un koala, restregando la cara contra su suave pelaje.

Los enanos y el mago lo observaban boquiabiertos, viendo al niño abrazar a aquel extraño corcel cornudo con una felicidad pura, una sonrisa imposible de contener que revelaba sus emociones más sinceras a diferencia de esas sonrisas controladas antes mostradas. Los mayores, aunque menos sorprendidos —pues conocieron a Torrent y su llegada no les era del todo inesperado—, no pudieron evitar asombrarse ante la intensidad del júbilo de su señor, una reacción que creían reservada para el día en que los demás empíreos regresaran.

"¿Un... caballo?" -preguntó un enano, rascándose la cabeza.

"El mejor caballo del mundo… *muaaa* " proclamó Miquella, besando al animal con la misma emoción que tuvo al reencontrarse con Leda en este mundo.

Torrent también parecía emocionado. Tras superar la confusión inicial —ya pesar de que, de no haber reconocido el aura de Miquella, habría huido de tan brusco abrazo—, soltó un relincho de reencuentro que escapó de su hocico como una respuesta cálida.

Miquella, incapaz de contenerse, trepó con agilidad infantil hasta su lomo y, aferrándose como en los viejos tiempos, dio unas palmaditas. Torrent levantó sus patas delanteras en un gesto de asentimiento antes de lanzarse a correr hacia el bosque. El niño gritó de pura euforia al sentir aquella velocidad una vez más.

Los presentes lo vieron desaparecer entre los árboles sin saber qué hacer: preocuparse, seguirlo o simplemente dejarlo disfrutar su libertad.

Hasta que…

"¡Yyaaaahhhohoooooo!"se oyó a Miquella pasar a toda velocidad detrás de ellos, para perderse de nuevo entre la espesura.

Aquel juego de idas y vueltas se repitió un par de veces más, hasta que Torrent se detuvo en medio del grupo, jadeando levemente.

"Eres el mejor… y te extrañé mucho, viejo amigo" dijo, abrazando a su corcel y sintiendo que la recuperación de todo lo que había perdido por fin mostró verdaderos avances. Cada día parecía acercarlo más a su objetivo. "Bien, les presento a Torrent, el mejor corcel que podrían desear… ¿qué les parece?"

"Que te gusta tanto que me preocupa no tener que conseguirle una yegua" comentó Dwalin, con ese tono serio cargado de sarcasmo que provocó las carcajadas del resto de los enanos... pero ganando una mirada mortal de parte de los Eldens.

"Hmmm… sólo estás celoso" replicó Miquella, sin darle importancia; en ese momento nada podía opacar su felicidad. "Y bien, ¿Cómo les van las runas? ¿Les quedan cómodos?" preguntó, recordando de pronto el asunto. Aunque eran una ayuda valiosa, para él no tenían el mismo peso que Torrent. Aún así, fortalecer a los enanos era una buena idea.

"Bien" respondió Bofur, dándose una palmada en el brazo. "No tengo la fuerza de un troll, pero sí la suficiente para romper más cráneos con mi martillo".

"Es porque aún no están recargadas" explicó Miquella. "Recuperarán su poder poco a poco. Cuando lo hagan, otorgarán a sus portadores la fuerza de un troll… aunque no tan bruta como la del original, sí lo bastante para marcar la diferencia. Y funcionan mejor en conjunto: mientras más cerca estén los portadores entre sí, más poder tendrán. Incluso podrían enfocarse todas en una sola persona, pero, en su estado actual, es mejor usarlas por separado.

Los enanos miraron con creciente interés a los tres afortunados que habían recibido las runas. Muchos habían pensado que lo de “fuerza de troll” era sólo una exageración, pero si aquello era real… no podía evitar salivar un poco ante la idea. No pude evitar preguntarle a Miquella, quien se acercó para lanzar un campo de curación sobre los heridos, si tenía más o podía crear más de esas "runas Eldens", como decidió llamarlas para distinguirlas de las "runas enanas".

"Mi señor" llamó a Dáin desde una colina cercana. "Creo haber encontrado la guarida de los trolls."

"Pues vamos a investigarla" respondió Miquella, dando una palmada a Torrent, que comenzó a caminar con paso tranquilo hacia Dáin.

La emoción se contagio de inmediato: todos avanzaron con la esperanza de encontrar algún tesoro. Pero antes de que pudiera llegar…

"Señor Bolsón" llamó Thorin.

Bilbo se volvió, intrigado por el tono serio del enano. Estaba cansado y esperaba que no se tratara de algo complicado. Para su sorpresa, Thorin no dijo nada: sólo le aconsejó antes de seguir adelante. Un gesto breve, pero cargado de significado. ¿Aprecio? ¿Aprobación? El hobbit no lo sabía… quizás ni el propio Thorin. Pero sí era claro que aquel gesto era un reconocimiento, silencioso pero sincero, por haberle salvado la vida de las fauces de un troll.

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