WebNovels

Chapter 2 - capitulo 2

Capítulo 2: 26 de agosto de 2012

Dormí apenas cuatro horas, pero desperté más despierto que nunca.

A las seis de la mañana, el orfanato todavía dormía. Las camas crujían con el peso de sueños rotos y cuerpos exhaustos. Yo, en cambio, me puse de pie sin hacer ruido. Me vestí con la misma camiseta lavada mil veces y unos pantalones cortos que me quedaban grandes. El sol aún no salía, y el patio trasero era un mar de sombras. Perfecto.

Salí en puntas de pie, sorteando los tablones sueltos del suelo como si fuera una misión militar. Una vez afuera, empecé con mi rutina: movilidad articular, carrera suave, ejercicios de técnica con un balón viejo que había rescatado del fondo del depósito meses atrás. La costura estaba abierta, pero aún servía.

Saltos, desplazamientos laterales, sprint corto, pausa. Control de balón contra la pared. Regate entre piedras. Visualización mental. Todo lo que sabía de alto rendimiento, aplicado al patio de un orfanato en ruinas.

No necesitaba un gimnasio de lujo. Solo determinación.

A eso de las siete, escuché pasos. Me giré rápido. Era Deni. Somnoliento, despeinado, y con cara de quien no sabe si está soñando o no.

—Šta radiš, budalo? —me dijo, rascándose la cabeza. ("¿Qué haces, idiota?")

—Treniram. Hoću da probam za NK Adriatic. ("Entreno. Quiero probarme para el NK Adriatic.")

—Ti? Jesi poludio? ("¿Tú? ¿Estás loco?")

Le sonreí. —Možda. Ali idem. ("Tal vez. Pero voy.")

Deni resopló y se metió de nuevo al edificio. No iba a decir nada. No por lealtad, sino porque no le importaba lo suficiente. Mejor. Menos preguntas, menos problemas.

---

Después del desayuno —pan duro, otra vez— fuimos a clases. En realidad, una habitación mal iluminada donde una mujer mayor nos daba ejercicios de matemáticas básicas mientras fumaba en secreto detrás de un libro.

Yo fingía tomar apuntes, pero en realidad escribía rutinas, horarios, metas. Mi plan era simple: entrenar cada mañana y cada noche, mantener un perfil bajo, y usar cada oportunidad para mejorar física y técnicamente.

Esa tarde, como siempre, nos dejaron una hora libre. El campo de tierra volvía a ser el escenario. Me ofrecí para jugar, esta vez en mi posición natural: extremo izquierdo.

Volví a lo básico. Encara, finta corta, cambio de ritmo, pase al medio. Velocidad y decisión. No buscaba lucirme, solo mostrar lo justo: que entendía cuándo acelerar, cuándo tocar y cuándo definir.

Marko, que solía ignorarme, me gritó desde el otro lado del campo:

—Luka, dodaj!

("¡Luka, pasa!")

Se la puse al pie, sin mirar. Asistencias sutiles, sin alardes. De a poco, empezaban a verme diferente.

Y eso era exactamente lo que quería.

---

A la noche, me escabullí otra vez al despacho del director. Esta vez para imprimir la hoja de inscripción al NK Adriatic. Sabía que nadie más del orfanato iba a ayudarme. No tenía padres que firmaran la autorización. Pero también sabía cómo falsificar una firma. Lo había hecho antes. Por cosas peores.

Cambié el nombre del tutor por "Ivica Vuković" —mi padre biológico, que había muerto cuando yo tenía tres años. La fecha, el 1 de septiembre. Lugar: Split. Necesitaba permiso para salir del orfanato ese día. ¿Cómo? Fácil: inventar que tenía una visita médica con un doctor en esa ciudad. Un doctor inexistente, claro. Pero con sello y todo. Internet es un lugar mágico si sabes moverte.

Salí del despacho justo cuando las luces empezaban a apagarse. Otra noche en silencio. Otra noche de planificación.

---

Antes de dormir, hojeé una revista vieja que alguien había dejado en el baño. Era del año pasado, 2011. En la portada, una mujer con el pelo oscuro y sonrisa provocadora: Cristina Pedroche.

"Reportera revelación del año", decía el título. No la conocía mucho en mi vida anterior, pero recordaba su ascenso en la televisión española. En 2012 aún no era el fenómeno que llegaría a ser, pero esa sonrisa ya era reconocible. Había algo magnético en su mirada.

Y yo… iba a conocerla. Más adelante. En Madrid.

Cerré la revista con una sonrisa. El futuro venía en camino. Pero paso a paso.

---

27 de agosto al 31 de agosto

Los días pasaron en una rutina estricta: entrenamientos al amanecer, clases por obligación, fútbol por la tarde, estudio de partidos en el ordenador del despacho, entrenamiento nocturno en el patio.

Para disimular mi obsesión, a veces hacía tareas extra en el orfanato: barrer el comedor, ayudar con el inventario, hasta limpiar los baños. A cambio, me dejaban solo. Nadie sospechaba nada.

Cada noche antes de dormir, repasaba mentalmente todos los pasos que venían: qué decir en la prueba del NK Adriatic, cómo presentarme, cómo destacar. Tenía que parecer humilde, pero decidido. Y sobre todo, creíble.

No era un superdotado físico. Ni un genio precoz. Pero sí era el chico que sabía exactamente qué hacer en cada jugada. El que pensaba tres segundos antes que los demás.

La mente es el arma más peligrosa. Yo lo sabía bien.

---

31 de agosto, noche

Mi bolsa estaba lista. Un pantalón corto, una camiseta limpia, los botines más decentes que tenía, un par de medias. Agua, un sándwich escondido, el papel con la falsa cita médica.

Esa noche, mientras los demás dormían, me senté frente a la ventana y observé el cielo. Las estrellas parecían burlarse de nosotros. Allá arriba todo era eterno. Acá abajo, solo había ruinas y oportunidades.

—Mañana empiezo a escribir mi historia —susurré.

Pero no estaba solo. En la habitación, Marko giró desde su cama.

—Luka… jel' ideš negdje? ("Luka… ¿te vas a algún lado?")

—Na pregled. ("A un chequeo médico.")

—Jesi siguran? ("¿Estás seguro?")

Asentí. No dijo nada más. Volvió a girarse. No sé si me creyó. Pero tampoco me delató.

Y eso bastaba.

---

El reloj marcaba las 00:30 cuando me acosté. Los latidos retumbaban en mis oídos como bombos de estadio. No era miedo. Era ansiedad. Expectativa. Determinación.

Todo lo que soy, todo lo que fui, y todo lo que voy a ser… empieza mañana.

---

More Chapters