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Chapter 12 - Capítulo 12, 03

Capítulo 12, 03

03 estaba en el puente de su bionave, sentado en su silla de

mando, que era algo parecido al diseño alterano de la silla de Atlantis. Su

puente de mando, tenía un espacio amplio de unos cien metros cúbicos, y estaba

ubicado en el centro de su bionave. Aún así, las pantallas del frente mostraban

el espacio, y una vista del planeta sobre el que estaba en órbita, oculta,

tanto a la vista, como a cualquier sensor. Ni siquiera las naves Asgard eran

capaces de localizarla, y ya lo habían probado con la nave que el Asgard

conocido como Thor, trajo a la Tierra.

Este camuflaje, fue diseñado por 00, ella era buena

inventando cosas, o adaptando tecnología. Su dios siempre le encargaba estos

trabajos, o las misiones más importantes que estaban relacionadas con sus

objetivos, para los humanos de este planeta.

03, pensó en 00. Una persona fría, pocas cosas eran de su

agrado, y eran muchas las que despreciaba. Incluso él que era su hermano,

apenas era de su interés, y todos los demás eran objetos de su diversión,

excepto su dios.

Para su dios 00 era algo así como su hija favorita, y parecía

que el sentimiento era mutuo, porque lo único que 00 se tomaba con seriedad en

este mundo, eran las misiones que le daba su dios. Lo demás lo ignoraba,

incluso a ellos.

01 cometió el error de molestarla, y ahora dormía en la

bodega de carga de la nave Leviatán, disfrutando de la compañía de los Wraith y

de otras personas que su dios consideraba una molestia para sus planes, y que

necesitaban escarmiento por ello. Su dios veía esto como un accidente, a pesar

de que era evidente que fue intencional, porque 00 así lo dijo y él no dudó ni

un segundo de sus palabras.

03, podía decírselo, pero 01, se buscó su propio destino, y

00 era una persona terrible para ganarse su desagrado, por lo que 03, no intervendría.

Su siguiente familiar, descartando a 01, que quién sabía

cuándo saldría de su castigo, era 02. Ella se había convertido en la comandante

de los ejércitos de su dios, y se encargaba de todo lo referente a la seguridad

del imperio, supervisando a los generales de su padre y a las posibles

amenazas, tanto internas como externas. Ella parecía a gusto con su puesto, e

incluso se había creado una vestimenta, que hacía juego con la de su dios,

aunque en color plata, para indicar que era su subordinada.

Seguía 04, a quien su dios había enviado a la Tierra, para

encargarse de que su nivel tecnológico avanzara sin pausas, y que sus gobiernos

no se guardaran la tecnología que conseguían. 04 era extremadamente feliz en

este planeta, y cualquiera que amenazara con sacarlo de él, se ganaría su

enemistad. Su dios también estaba satisfecho con su progreso, y sus métodos,

porque se había asegurado de no estar al frente de forma oficial. Esto era

importante para los planes de su dios, porque ellos no estaban allí para ser

líderes mundiales, sino para hacer de los humanos que ayudaban, líderes

mundiales.

03, pasó al informe de 05 y 06, que actuaban en equipo,

construyendo ciudades, y toda la infraestructura que su dios requería en su

territorio, y que necesitara la mano de obra especializada, ya fuera porque

necesitaba adaptar alguna tecnología a la vida civil, o porque se necesitaban a

los replicadores para construir algo, fuera de la vista de los Asgard o de los

vasallos Goa’uld de su dios, que eran algo ambiciosos.

03 suspiró, 05 y 06 también disfrutaban del lugar que se

habían hecho en los planes de su dios. Todos sus hermanos tenían su lugar

establecido, pero él no tenía un propósito aún.

03, estaba asignado junto a 00 para proteger la Tierra, y

responder a cualquier llamada suya. Fuera de eso, tenía libertad de hacer lo

que quisiera, siempre que no interviniera en la política o el gobierno de la

Tierra, porque eso no le gustaría a sus aliados.

03 miró al planeta azul. Los humanos eran una especie

interesante, no había una definición específica que se ajustara a ellos. No se

podía decir que eran pacifistas, pero algunos de ellos eran pacifistas. No se

podía decir que eran guerreros, aunque algunos de ellos eran guerreros. También

eran políticos, diplomáticos, profesionales, investigadores, exploradores,

gente que solo quería divertirse, criminales, vagos…

Eran una especie que parecía valorar cada pequeño aspecto de

la vida.

03 sonrió mirando el planeta. Su dios estaba interesado en

los humanos, porque ellos podrían encargarse del caos que surgiría, cuando los

Goa’uld ya no gobernaran la galaxia, pero 03 aún siendo un ser sin propósito,

sentía algo extraño por este planeta y sus habitantes. Por eso, mientras

esperaba y vigilaba, observaba los diferentes aspectos del mundo creado por los

humanos, y cómo avanzaban hacia el futuro, mientras se preguntaba, cuál debía

ser su propósito.

03 leía un libro sobre la historia humana, pasando sus

páginas y limitando su visión a cada línea de este, para leer al mismo ritmo

que lo haría un humano, cuando una llamada del comando SGC llegó.

La nave de 00, que también vigilaba el planeta, recibió el

mismo mensaje, y un segundo después envió una respuesta. Ella había decidido

ignorarlo. Sus razones eran simples, no había peligro y a su dios no le

interesaría la tecnología mencionada.

En resumen, el SG1, había arreglado el intercambio de

información sobre los Goa’uld, por un reactor de naquadah. Ellos ya tenían

reactores de naquadriah para estudiar, pero estos les parecían demasiado

peligrosos para el uso común, por lo que accedieron a negociar. Luego

descubrieron que los Obanianos, que era la civilización con la que trataban, no

tenía un método de enseñanza estándar. Para adquirir conocimientos, enseñaban a

un grupo de ellos desde que nacían, y luego transferían el conocimiento a los

demás, dejando en blanco al recipiente original de la información, lo que

significaba un reinicio de sus vidas. Estos recipientes también eran niños,

pues solo con ellos funcionaba este proceso, por lo que el SG1, al ver que no

podían hacer nada para detenerlo, lo llamaron a él.

03 hizo una mueca, ante la respuesta de 00. Él no esperaba

más de ella, y en este momento, ella estaba con su dios.

03 intentó pensar, cuando un segundo mensaje llegó.

—Por favor respondan, no es una crisis, pero también es

importante… —el mensaje fue interrumpido.

03 no dudó más y se transportó al lugar de donde venía la

señal, que era la sala de reuniones del humano llamado George Hammond.

—¡Coronel O’Neill! — reprendió el general Hammond, que

parpadeó al verlo aparecer.

El general Hammond ocupaba la cabecera de la mesa, mientras

el SG1 y el coronel Maybourne, enviaban el mensaje, usando una terminal que

conectaba a la computadora que él les había dado, que era un pequeño disco.

Ahora, Maybourne sostenía el disco en sus manos, mientras el coronel O’Neill

trataba de quitárselo. 03, supuso, por el tono del último mensaje, que fue él

el que lo envió, pero fue reprendido por ello, y le habían quitado el acceso.

El general Hammond carraspeó al verlo aparecer, y el Coronel

Maybourne y el Coronel O’Neill dejaron su pelea por el sensor, que tomó la mayor

Carter. Todos se sentaron algo avergonzados. 03 pensó que no era apropiado

preguntar qué hacían, y como si no hubiera visto nada se sentó al otro lado de

la mesa.

—Entiendo que están negociando por tecnología sobre cómo

construir un reactor de naquadah —dijo 03 al sentarse.

—Hemos encontrado a una civilización, de un planeta llamado

Orban. Ellos poseen la tecnología mencionada, y aceptaron compartirla, pero…

—¡Lobotomizan el cerebro a sus niños, y queremos su ayuda

para evitar que lo sigan haciendo! —intervino el coronel O’Neill.

—¡Coronel O’Neill! —reprendió el general Hammond.

—Vamos general, todo estaba en el informe, no tenemos tiempo

para esto —se quejó el coronel O’Neill con impaciencia. 03 se sintió algo

incómodo, por lo que decidió ser sincero.

—Mi dios está interesado en la Tierra. Es valiosa para él. Y

según mencionan, ya han obtenido lo que querían de esta civilización, por lo

que no hay más beneficios para la Tierra en seguir interviniendo —explicó 03.

—En resumen, su alianza es con nosotros y no les interesan

otros mundos, por lo que no ayudarán en esta situación —dijo el coronel

O’Neill. 03 asintió. Era un poco brusco decirlo así, pero era acertado.

—Jack, quizás debería hablar yo —dijo el Dr. Daniel Jackson.

—¡Daniel, no tenemos tiempo para la política, se están

llevando a Merrin en este momento! —reprendió Jack, y lo miró a él—. 03, hay

vidas de niños en juego aquí, ¡por favor ayúdanos! —rogó el coronel O’Neill.

03 se sintió incómodo, tanto, como todas las veces que ellos

pidieron ayuda antes, y él no intervino. 00 había sido clara, esto solo era

política. Su único interés era la Tierra. Pero eso no… no se sentía bien. 03

suspiró. 00 solo seguía caminando e ignorando todo. Si ella recibiera esta

petición de ayuda…

Ella ya había recibido esta petición de ayuda y lo dejó en

visto, porque estaba con su dios. A 04 solo le importaba cumplir con su

trabajo, o más bien que sus sirvientes cumplieran con su trabajo, porque sus

propios intereses era una vida… extraña.

03 suspiró, solo para ver que se sentía porque él no

necesitaba respirar, su cuerpo funcionaba con una fuente de energía Arturo, no

tenía ninguna necesidad física. Solo suspiró, porque veía que los humanos lo

hacían cuando se sentían abatidos o cansados, quizás les daba algún consuelo,

pero era evidente que con él no funcionaba. Él miró al coronel O’Neill.

—¿Puedo conocer a la persona de la que hablan? —preguntó 03,

solo para ganar tiempo. El coronel O’Neill giró su vista hacia el general

Hammond que suspiró.

—Señor ya me lo ha prometido —dijo el coronel O’Neill.

—Pensamos que no responderían —intervino el coronel

Maybourne.

—Maybourne, cállate —reprendió el coronel O’Neill.

—Veré qué puedo hacer —dijo el general Hammond, y salió de la

oficina. El Dr. Daniel Jackson se apresuró a seguirlo.

Cinco minutos después el general Hammond regresó junto a

Daniel, una niña de unos once o doce años, y un hombre de unos treinta a

cuarenta años, que no lucía demasiado contento.

El general Hammond se acercó a él para hacer las

presentaciones y 03 se levantó.

—Kalan, Merrin, este es 03, el representante diplomático de

uno de nuestros aliados más cercanos —presentó el general Hammond y el hombre y

la niña hicieron una reverencia—. 03, estos son Kalan y Merrin de los

Orbanianos, nuestros más recientes aliados —agregó.

03 hizo una reverencia igual a la que hicieron el hombre y la

niña. Mientras lo hacía, él dio con una solución a este asunto, pero necesitaba

estudiar mejor la situación, porque no podía interferir de forma casual, pues

si cometía algún error, y esto afectaba los planes de su dios, estaba seguro de

que 00 en persona, le enviaría a hacerle compañía a 01.

—En nombre de mi dios, les saludo —dijo 03. El hombre y la

niña lo miraron con algo de extrañeza.

—Así llama al emperador que gobierna el imperio al que sirve

—explicó Daniel Jackson. 03 asintió.

—El comando SGC nos ha llamado, porque creen que podemos

serles de ayuda, con los inconvenientes que enfrentan ahora, debido a su método

de transferencia de conocimientos —explicó 03.

—No tenemos ningún inconveniente con nuestro método de

transferir los conocimientos. Son estas personas las que no entienden por más

que les expliquemos —se quejó Kalan.

03 miró a la niña. Sus nanitos se conectaron con los que la

niña tenía en su cerebro, y también con los de Kalan.

03 negó con la cabeza y levantó un dedo. Kalan se quedó

inmóvil. Luego lo miró con aprehensión.

—Los Goa’uld pueden hacer lo mismo si llegan a su planeta.

Esta tecnología no está fuera de su alcance, y su pueblo no tendría ninguna

oportunidad de lucha si se enfrentan a ellos —advirtió 03.

En realidad, los Goa’uld los matarían sin hacer escaneos. El

verdadero peligro para ellos eran los replicadores, que podían controlarlos a

voluntad, debido a que estas personas tenían nanitos en sus cerebros.

—¿Entiende ahora el problema? —preguntó 03. Kalan asintió con

aprehensión—. Puedo ayudarles, pero antes, me gustaría conocer su planeta y sus

costumbres. No puedo intervenir en este asunto sin ver a quién estoy ayudando

—dijo 03.

03 ya había descargado toda la información de los cerebros de

estas dos personas, pero en este caso, tenía que confirmarlo con sus propios

ojos.

—Por favor, acompáñenos. Debo hablar de esto con mis

superiores —dijo Kalan.

Media hora después, 03 observaba la ciudad principal de los

Orbanianos.

—Gracias por ayudarnos —dijo el coronel O’Neill acercándose a

su lado, junto al resto de su equipo.

—Solo puedo ayudar si los orbanianos aceptan mi ayuda —dijo

03, porque Kalan aún no había regresado.

—Oh, ellos aceptarán. Kalan se veía lo suficientemente

asustado —dijo el general O’Neill. 03 sonrió.

—Los nanitos son una tecnología más peligrosa de lo que

ustedes creen. Galaxias enteras han sucumbido debido al mal uso de esta

tecnología —explicó 03.

—Bien, ahora nosotros también estamos asustados —dijo el

coronel O’Neill. 03 sonrió.

—Falta mucho para que estas personas lleguen a ese nivel,

pero si algo ocurre, pueden llamarme —dijo 03.

Si los nanitos se salían de control, ese sí era un asunto en

el que debía intervenir. Él miró la ciudad.

—A mi dios le gustaría este lugar, siempre le han gustado las

decoraciones que se salen de la norma —dijo 03, observando la ciudad que tenía

algunas pirámides—. Su organización tampoco está mal, deberían seguir su

ejemplo —dijo 03.

—Gracias, estamos bien —dijo el coronel O’Neill. 03 sonrió.

—¿Teme que los nanitos les conviertan en máquinas? —preguntó

03.

—Sabes, creo que podemos llegar a entendernos —dijo el

coronel O’Neill.

—Los nanitos no hicieron que estas personas olvidaran su

imaginación, fueron ellos mismos los que decidieron seguir ese camino. El miedo

puede llevar a su especie a tomar medidas desesperadas —dijo 03.

—Los Goa’uld pueden causar daños incluso si no intervienen de

forma directa —dijo Teal’c.

—03, ¿puedes hacer algo por los niños que ya fueron

afectados? —preguntó Daniel Jackson.

—He revisado su estado, no hay nada malo con sus nanitos, y

tampoco con sus cerebros. Simplemente los Orbanianos no saben cómo

reprogramarlos. En cuanto a su método de aprendizaje, mantener los nanitos en

sus cerebros es un riesgo que no les conviene correr —explicó 03.

—¿Quieres decir que estás dispuesto a actualizar su

tecnología? —preguntó la mayor Carter.

—No puedo hacer eso, pero ustedes sí —explicó 03. El SG-1

parpadeó al unísono. Luego, a la mayor Carter se le iluminaron los ojos.

—No puedo interferir con ellos, porque no tiene que ver con

la Tierra. Pero si ellos ofrecen esta tecnología a la Tierra, yo podría

actualizarla para ustedes, ya que es un riesgo en su estado actual, y no tendría

problemas en que ustedes la compartan de vuelta —explicó 03.

—¡Ni hablar! —sentenció el coronel O’Neill, mientras a la mayor

Carter le brillaban los ojos de emoción.

—Eso sería interesante —dijo Daniel Jackson.

—Gente, préstenme atención —reprendió el coronel O’Neill.

—O’Neill, hay una gran cantidad de información que tu gente

podría compartir usando esta tecnología. Incluso tú podrías ser un científico

—dijo Teal’c.

—Teal’c, eso no tiene gracia —reprendió el coronel O’Neill.

03 sonrió. Este sentimiento de que las cosas acabaran bien le

agradaba.

Una semana después llegó otro mensaje del SGC. 00 volvió a

ignorarlos, pero 03 leyó con calma mientras estaba sentado en su puente de

mando.

En las dos últimas semanas, 03 tuvo algunas revelaciones

sobre su propia vida y propósito, y con eso también comprendió mejor a sus

hermanos. Su felicidad y comodidad no se trataban del propósito, porque ellos

no eran máquinas.

Ese sentimiento que le eludía, y que le causaba incomodidad,

era su propia insatisfacción al tratar de ser algo que no era. No era tener un

propósito lo que brindaba ese sentimiento de tranquilidad, era seguir sus

propios sentimientos. Incluso cuando no podía hacerlo y enfrentaba obstáculos,

resolverlos le hacía sentir una sensación de logro que le ayudaba a entender a

sus hermanos y a su propio dios.

03 leyó el informe del SGC. Al SGC llegaron invitados no

invitados, pero no era una invasión, porque eran Samantha Carter y Charles Kawalsky

de otra realidad. Ambos llegaron a través del espejo cuántico que estaba en el

Área 51. Este espejo fue el que usó el Dr. Daniel Jackson antes de la invasión

de Apophis y al parecer podía conectar a otras realidades. Era una tecnología

interesante, pero su dios no estaba interesado y dejó el espejo en la Tierra.

Ahora, por medio de este espejo, habían llegado refugiados y

el SGC los aceptó en su equipo por unos días, hasta que la Samantha Carter que

llegó empezó a presentar los efectos físicos de invadir otras realidades,

ocupando el mismo universo que una de sus copias. Por esto, se disponían a

regresarla a su realidad y también a salvarlos de los Goa’uld, llamando allí a

los Asgard, o a ellos mismos.

El SGC ya tenía un plan, pero también tenían una duda, y era

si la tecnología de comunicación que les dieron funcionaría en la otra

realidad. Por lo que les estaban llamando, 03 podría simplemente limitarse a

decir que sí o enviar una respuesta más larga explicando los detalles. Sin

embargo, este evento era interesante, y como era otra realidad, su intervención

no afectaría a la Tierra de su propia realidad. Por lo tanto, se transportó a

la sala de reuniones del general Hammond, donde estaban el SG-1, el coronel

Maybourne, el general Hammond y los duplicados Samantha Carter y Charles

Kawalsky.

—Hola —dijo Daniel con un parpadeo.

—Bueno, solo estamos preguntando, pero siempre es bueno ver a

un aliado —dijo el coronel O’Neill. Los duplicados Samantha Carter y Charles Kawalsky

le miraron con sorpresa.

—Lo sé, estoy aquí por mi propia voluntad, este caso me ha

provocado algo de curiosidad —dijo 03 con sinceridad—. Y sí, el artefacto de

comunicación que les dimos funcionará si estamos presentes en esa realidad,

pero me temo que no deberían tener esperanzas en ello, porque nuestro imperio

está en esta galaxia, y la Tierra es un planeta notorio. Si existiera allí, de

seguro, mi dios ya habría contactado con el SG1 —explicó 03. No había forma en

que la Tierra les pasara desapercibida, pues era el punto de acceso a Atlantis

y muchas otras tecnologías que su dios había conseguido.

—Parece que en esta realidad, tienen muchos aliados poderosos

—dijo Kawalsky con un suspiro.

—Y también que nos ha tocado el palito común en la

repartición de estos —dijo Samantha Carter.

—Creo que hasta ahora, no lo veía así, pero en perspectiva,

es interesante —dijo la mayor Carter.

—Bien, deberíamos explicarle el plan a nuestro aliado, porque

el tiempo corre, y solo se me permite prestarles equipo por veinticuatro horas

—explicó Maybourne. El general Hammond asintió.

—03, el coronel Maybourne y el NID han accedido a prestarnos

su equipo de infiltración, para atravesar el espejo, instalar una fuente de

energía que antes fue usada por el coronel O’Neill para llamar a la galaxia de

los Asgard, y luego esperar su respuesta. También planeábamos prestarles el

artefacto de comunicación que nos dieron, pero si su imperio no está allí,

deberíamos proceder con la llamada a los Asgard —concluyó el general Hammond.

03 asintió.

Con la tecnología de infiltración del NID, cumplir ese

propósito no sería un problema.

—Les acompañaré —dijo 03.

—Solo he recibido equipo para las personas que participarían

en esta misión —dijo Maybourne con algo de incomodidad—. Podemos dejar a

alguien detrás —ofreció.

—No será necesario, solo seré un observador, y poseo mi

propio equipo —dijo 03, primero cambiando de forma para parecerse al coronel

Maybourne, y luego desapareciendo, y volviendo a aparecer.

—Excelente —dijo Maybourne.

03 no llevaba ningún equipo consigo, su cuerpo era

enteramente de nanitos y bionanitos, alimentados por una fuente de poder Arturo

2.0, pero al igual que otros replicadores, podía adoptar cualquier

configuración que él quisiera, incluso armas.

—Entonces manos a la obra —dijo el Coronel O’Neill y el

general Hammond asintió.

03 fue a estudiar el espejo cuántico junto a Daniel Jackson y

Kawalsky. Él sostuvo el control remoto del espejo e hizo varios escaneos.

—Al parecer hay una variable indeterminada en las direcciones

por lo que hay una variación en cada llamada, que hay que ajustar luego de ser

apagado —explicó 03 y fue a tocar el espejo, infiltrando sus nanitos y haciendo

un escaneo profundo de la tecnología para adaptarla a su propio cuerpo, pues el

destino de este artefacto luego de esta misión, sería su destrucción, porque

era un punto de acceso fácil a esta realidad, algo demasiado peligroso para que

se dejara sin resolver.

Algunos minutos después, todos estaban listos. El equipo

estaría conformado por Daniel Jackson, el coronel O’Neill, Teal’c, Charles Kawalsky,

él y la Dra. Samantha Carter, que era la visitante porque en su realidad no era

militar.

El equipo contaba con la tecnología de camuflaje que ellos le

habían dado al NID, y que se basaba en los hologramas de luz dura de los

Asgard, pero adaptada al nivel tecnológico Goa’uld, y la tecnología furtiva,

que modificaba los escudos personales para hacer invisible a su portador.

—¿Todos listos? —preguntó el coronel O’Neill. Todos

asintieron—. 03, haz los honores —dijo el coronel O’Neill y 03 asintió,

adoptando una configuración para replicar el control remoto del espejo y

activándolo.

03 realizó un cálculo analógico de la realidad de la que

venían los visitantes y se mostró una sala destruida por una explosión.

—Esta debería ser su realidad —dijo 03.

—En un solo intento, impresionante —dijeron las dos Samantha

Carter al mismo tiempo.

—He tenido acceso directo al programa de control y hecho mis

propios cálculos —explicó 03.

—Gente, concéntrense —dijo el coronel O’Neill para devolver

la atención de todos a la misión. Ellos asintieron, y juntos tocaron el espejo,

lo que los llevó a la otra realidad.

Ahora estaban en una sala de equipos, mirando un pasillo

destruido.

—Se aproxima un equipo de jaffas —dijo 03.

—Bueno, eso fue rápido —dijo el coronel O’Neill mientras Kawalsky

sacaba las granadas aturdidoras, y 03 apagaba el espejo. Los sonidos fueron

evidentes para todos después de unos segundos.

—Todos a cubierto —ordenó el coronel O’Neill usando señas.

Ellos se ocultaron, y cuando los jaffas pasaron, Kawalsky arrojó una granada,

luego, cuando los jaffas cayeron, Teal’c, el coronel O’Neill y Kawalsky, usaron

las pistolas Zat para desintegrar sus cuerpos.

—Bien, ahora Kawalsky y yo tomamos su lugar y conectamos el

artefacto para alimentar la puerta, el resto se infiltra en la sala en modo

furtivo, y llama a los Asgard —ordenó el coronel O’Neill, mientras él y Kawalsky

tocaban los brazaletes que llevaban en el brazo izquierdo y se convertían en un

par de jaffas, para marchar hacia la sala de energía.

03 se volvió invisible, y Daniel Jackson, Teal’c y Samantha

Carter, también tocaron el brazalete de su brazo izquierdo para hacerse

invisibles. Esos brazaletes no tenían ningún botón, sino una interfaz neural, y

tocarlo era la señal para enviar una orden mental y ejecutar sus capacidades,

ya fuera un escudo, invisibilidad o tomar la forma de alguna criatura en los

alrededores.

En su camino a la sala de control, no hubo problemas, y al

llegar, se encontraron con Apophis que intentaba obtener información de un

general Hammond en muy mal estado, con el uso de un bastón del dolor goa’uld.

Con Apophis solo estaban cuatro jaffas y su primado, que era

el mismo Teal’c de esta realidad.

Los sonidos de activación de las pistolas Zat se escucharon,

y Apophis y sus jaffas cayeron en un par de segundos, Apophis fue el primero,

porque su equipo no quería que activara su escudo. El general Hammond se

levantó mientras todos ellos se volvían visibles de nuevo.

—General, estos son aliados de otra realidad —explicó la Dra.

Samantha Carter revisando el estado del general.

03 avanzó y colocó su mano sobre el General Hammond, para

curar todas sus heridas.

—Este es 03, un aliado de los humanos en la otra realidad

—explicó Samantha Carter y el general asintió—. Señor, tenemos un plan para

conseguir la ayuda de una especie avanzada en nuestra propia realidad, ellos se

encargarán de los goa’uld…

Samantha Carter le explicó su plan al general Hammond y unos

minutos después, la energía estaba conectada.

Al marcar, llegaron jaffas, pero además de Apophis y su

guardia desmayados en el suelo, no encontraron a nadie, porque la Dra. Samantha

Carter se hizo invisible para cruzar el Stargate a la galaxia de los Asgard, y

ellos ya se habían marchado con el general Hammond para esperar la llegada de

los Asgard.

Al despertar, Apophis los buscó por todos lados, pero ni

siquiera pudo encontrar al general Hammond, que estaba al descubierto. Los

jaffas que lograron localizarlo fueron dejados inconscientes por descargas de

Zat, disparadas por oponentes invisibles. El general Hammond se movió a otro

lugar mientras Apophis despotricaba de furia.

No podían enfrentarse a sus naves usando tecnología furtiva,

pero esconderse era un juego en el que tenían ventaja.

Media hora después, llegaron los Asgard y transportaron a

Apophis y todo su ejército de jaffas. Intentaron transportarlo también a él,

pero 03 interrumpió el proceso y bloqueó los escaneos sobre él. Luego abrió

comunicaciones.

—Los Asgard quieren hablar conmigo, los veré en algunos

minutos —dijo 03 y el resto del equipo, que ya se había vuelto visible de

nuevo, asintió.

03 se transportó a las coordenadas suministradas por los

Asgard, apareciendo en el puente de su nave, un espacio amplio con vistas al

planeta Tierra. Era el mismo diseño que su propia nave, pero el color era un

gris metálico en vez del negro pulido de su propio puente.

—Saludos, soy Thor, comandante supremo de la flota Asgard —se

presentó el Asgard, aunque 03 ya lo conocía de su propia realidad.

—Saludos —dijo 03, observando que estos Asgard parecían tener

los mismos problemas genéticos de su propia realidad—. Soy 03, un aliado de los

humanos en mi propia realidad, aunque parece que en esta realidad mi creador no

existe y no nos conocemos —dijo 03.

—¿Creador? —preguntó Thor.

03 le pasó los datos sobre él y su creador, curioso acerca de

cómo reaccionaría el Asgard.

Thor leyó los datos en un segundo, y al segundo siguiente,

aparecieron multitud de escudos a su alrededor. 03 dio un paso a un lado,

atravesándolos como si no estuvieran allí, lo que alarmó a Thor.

—Tranquilo, no soy parte de la especie de replicadores

insectoides con la que luchas, y mi dios es bastante diferente a los Goa’uld

que conoces —explicó 03 con calma.

—Los Goa’uld no son dioses —dijo Thor con cautela. 03 supuso

que trataba de ganar tiempo para descubrir cómo sacarlo de su nave.

—Mi dios me ha creado, por lo que es mi dios. Sin embargo,

sus siervos se refieren a él como emperador y no exige que nadie lo llame dios.

Tampoco hay esclavos en nuestro imperio, y los humanos son libres de ir y

venir. Mi dios también ha tratado los efectos del sarcófago sobre su mente y ha

explorado multitud de mundos, incluso vuestra galaxia, donde descubrimos a los

replicadores insectoides —explicó 03, pasándole toda la información de los

replicadores insectoides, incluyendo un arma que podrían usar en su contra, lo

que dejó a Thor sorprendido.

—¿Por qué me darías esta información sobre los tuyos?

—preguntó Thor. 03 sonrió.

—¿Consideras parte de tu especie a todos los seres hechos de

materia orgánica? —preguntó 03 con curiosidad. Thor reflexionó por unos

segundos.

—Entiendo —dijo Thor, que ahora parecía más calmado.

—En nuestra realidad, su especie padece un defecto genético

que ha provocado daños irreparables en su ADN. En nuestra realidad, mi dios ya

está buscando una cura para este problema, pero su investigación no está

completa —dijo 03, pasándole toda la información sobre la investigación de su

dios.

Thor pareció realmente sorprendido esta vez y estuvo todo un

minuto sin hablar, revisando a fondo todos los datos.

—¿Qué parte no ha logrado resolver? En mi opinión, esta es la

cura completa —dijo Thor con dudas.

—No es la opinión de mi dios, y tampoco sería la mía. Si bien

el defecto genético está corregido, el cuerpo no se ajusta a las variaciones,

no se adapta y, en consecuencia, no evoluciona. Por lo tanto, la investigación

es defectuosa e incompleta —explicó 03. Él estaba de acuerdo con su padre en

este punto; no había diferencia entre estos resultados y crear una máquina.

Thor parpadeó.

—Usted y su dios son personas con estándares muy altos —dijo

Thor. 03 asintió—. ¿Tienes alguna solicitud a cambio de tu ayuda? —preguntó

Thor.

—Me gustaría que ayudaras a esta galaxia de forma más

directa. Supongo que ahora que estarás libre de la guerra contra los

replicadores y tienes un inicio en la investigación para hacer una cura, no

habrá problemas en ello —dijo 03—. En cuanto a una recompensa, ya la obtuvimos

al encontrarnos con los replicadores insectoides en su galaxia, quienes

compartieron toda su tecnología con nosotros. Por lo tanto, el pago ya fue

hecho, y somos nosotros los que les debemos —explicó 03, y Thor parpadeó.

—Entiendo —dijo Thor con un asentimiento—. ¿Qué harás de

ahora en adelante en nuestra realidad? —preguntó.

—Al regresar con mi grupo del SGC, el espejo cuántico será

destruido, por lo que esta será nuestra primera y última reunión —explicó 03,

diciendo la verdad pero también mintiendo, porque aunque era verdad que el

espejo sería destruido, él ya había copiado su tecnología y podría volver a

este universo cuando quisiera. Además, había modificado el espejo de esta

realidad para que nunca pudiera marcar su realidad ni las cercanas.

El objetivo de 03 no era invadir este mundo ni robar nada.

Solo quería saber qué harían los Asgard con la información que les proporcionó.

—Antes de irte, el consejo Asgard quisiera agradecer tu ayuda

—dijo Thor.

—Tu ayuda para esta galaxia sería más que suficiente para mí.

Me gustaría pensar que he sido de ayuda en este lugar —dijo 03. Realmente no

necesitaban nada de los Asgard y se podía decir que les debían la tecnología

más avanzada que poseían.

—Entonces, ve en paz —dijo Thor, y 03 asintió para volver con

su propio equipo. En uno o dos meses volvería para ver qué hacían los Asgard.

Korr atendía a los peticionarios en su trono dorado mientras

leía los informes atrasados del Comando SGC con cierta sorpresa.

Ya habían pasado cinco meses desde las negociaciones de la

Tierra con los Señores del Sistema. En el SGC, las cosas habían estado en calma

sin que se presentara ninguna amenaza a sus planes. Las alarmas no habían

sonado, y con 00 y 03 vigilando, Korr no tenía que preocuparse. Llevaba cinco

meses de vacaciones sin ninguna preocupación por parte del SGC. Existían las

molestias que tenía que enfrentar de los Señores del Sistema y Sokar, pero eran

cuestiones menores.

Ahora él estaba leyendo los informes del SGC para pasar el

tiempo mientras atendía a Goa’uld menores que querían jurarle lealtad o a

aquellos a quienes sus jaffas obligaban a arrodillarse debido a que intentaron

robar planetas o recursos que le pertenecían por derecho de haberlos robado

antes. Notó que 03 había estado interviniendo en los asuntos del SGC y

respondiendo a sus mensajes, sin que hubiera necesidad, simplemente porque

quería ayudarles.

Esto hizo que Korr parpadeara. Los replicadores humanos eran

parte de él; cada uno de ellos era lo mismo con diferentes puntos de vista,

pero al final, eran él mismo. No sabía que hubiera una parte de él que fuera

una persona desinteresada, por lo que estaba genuinamente sorprendido. 03 era

raro, pero sus intervenciones no estaban fuera de otorgar beneficios, y él lo

dejó pasar.

Lo que 03 hiciera con su vida no era asunto suyo. Eran sus

manos, pero cada uno de ellos hacía lo que quería después de cumplir el trabajo

asignado. Incluso podían hacer el trabajo como les viniera en gana; Korr no los

limitaría de ninguna forma, ya que su relación se basaba en la libertad.

03 había conseguido la tecnología de los Orbanianos, basada

en nanitos para transferir conocimientos, y la había actualizado para que

pudiera ser implementada y retirada en cualquier edad, sin ninguna consecuencia

para el huésped. Había creado un artefacto efectivo de transferencia de

conocimientos que el NID ya estaba empleando para acelerar el desarrollo de

tecnologías en el planeta base.

También había viajado a otra realidad y entregado a los

asgard de allí el arma antirreplicantes y su estudio sobre su condición

genética, que estaba incompleto pero les sería útil para dejar de preocuparse

por sus vidas. Lo hizo para ayudarles, pero su ayuda también le beneficiaba a

él. 03 había regresado varias veces a esa realidad para ver qué hacían los

asgard con esa tecnología y había enviado sus informes.

La reacción inicial del Thor alternativo fue de sospechas,

pero luego cumplió su palabra, y los asgard ahora intervenían de forma activa

en la galaxia de la Vía Láctea alternativa, deteniendo el avance de los goa’uld

sobre las diferentes razas y liberándolas de la amenaza goa’uld. Aunque todavía

no declaraban una guerra abierta, parecían creer que debían ser los habitantes

de la galaxia quienes se encargaran de los goa’uld. Con ellos de su lado, el

imperio goa’uld de esa realidad estaba condenado.

Para Korr, todos estos datos eran muy valiosos, ya que los

asgard podían ser una especie que le causara problemas. Sin embargo, para que

sus planes se cumplieran, los asgard debían estar presentes para servir como

mediadores y guías. El problema era que él no quería que facilitaran las cosas

a la Tierra, dándoles protección absoluta y arruinando así sus planes. Pero con

este experimento de 03, parecía que entendían la situación política en la

galaxia y no se apresurarían a destruir a los goa’uld.

Según este experimento, él no tendría nada que temer en ese

aspecto, por lo que decidió adelantar su contacto con los asgard en cuanto se

produjera algún encuentro con ellos en el futuro.

Korr estaba satisfecho con 03. No solo hacía lo que quería,

sino que también se preocupaba de que él recibiera beneficios. Le dio carta

blanca para actuar cuando quisiera, siempre que no interfiriera con sus planes.

Podía ayudar a otros, no solo a la Tierra.

Korr cerró sus informes y, con un gesto de su mano, el

Goa’uld de turno, un ladrón que servía a Sokar, fue enviado a su bodega de

carga para recibir castigo por su falta. Sus jaffas hicieron una reverencia.

—Mi dios, esos son todos los peticionarios de hoy —informó

Jet.

Korr asintió y se levantó para acariciar la cabeza de algunos

de sus pequeños sirvientes, indicándoles que el trabajo llegaba hasta ahí.

Luego se transportó al puente de la Leviatán.

Korr apareció sentado en su trono de mando y un holograma

mostrando sus diferentes flotas estacionadas en varios planetas para dar

respuesta rápida a todo su territorio se proyectó en frente de él.

Desde la construcción de su luna astillero, ya había pasado

más de un año y sus ha’tak ya superaban los trescientos. En este mismo período,

todos los señores del sistema juntos no habían producido más de ciento

cincuenta ha’tak, y eso ya era una gran velocidad debido a la presión que

sentían por él, ya que estos ha’tak eran construidos a mano o al menos los

recursos para su construcción eran movidos a mano.

Esto no quería decir que estos fueran los únicos ha’tak

producidos, ya que los señores medios y menores, que estaban sin vigilancia,

también habían construido sus propias naves. Los más pobres de ellos tenían

planeadores de la muerte, otros al’kesh, y los más acomodados sus propios

ha’tak. Esto hacía que el número de ha’tak en la galaxia aumentara de forma

desproporcionada. Era un problema para él, ya que estos goa’uld menores eran

blancos fáciles para los ladrones profesionales, y Sokar era uno de ellos.

Su flota ya había crecido a más de setenta ha’tak. Tenían el

descaro de intentar robarle a él, usando una flota de diez naves para capturar

tres de sus naves que patrullaban la frontera de sus territorios y estudiar sus

fuentes de energía. Su plan falló porque Korr vigilaba todo su territorio y

esas naves eran solo una advertencia para que los demás señores del sistema

supieran que él no estaba inactivo y que sería mejor que no intentaran ningún

truco.

Korr respondió al ataque enviando a Jet, quien llevó consigo

al puño de Korr y diez ha’tak para capturar la flota de Sokar y añadir sus

naves a las suyas.

Aun así, Korr no dejaría impune el descaro de Sokar. Ya le

había enviado su correspondiente amenaza de muerte. Todos los señores del

sistema habían hecho lo mismo, pero Sokar sabía que no irían por él porque sus

pérdidas serían desastrosas y unirse contra él sería una vergüenza. Por el

momento, solo Herur-ur mantenía una guerra con él por el control del territorio

de Apophis, pero Sokar estaba a punto de derrotarlo, ya que en secreto había

estado acumulando una flota de la que Herur-ur no tenía idea.

Los señores del sistema solo intervendrían después de que

Sokar derribara a Herur-ur y a otros más. Pero para ese momento, Sokar sería un

problema demasiado grande, ya que tendría suficientes naves para enfrentarse a

los señores del sistema y causar un desastre.

Korr no iría por Sokar, porque si lo hiciera y demostrara su

superioridad, se convertiría en el nuevo Ra, y aún no era el momento para eso.

Si se convertía en el señor supremo, tendría que someter a los demás por la

fuerza, y él no gobernaría un imperio de esclavos y desechos. Su imperio debía

ajustarse a sus estándares.

Por otro lado, en el resto de la galaxia reinaría el caos, y

como nuevo señor supremo, sería su deber imponer el orden si no quería que las

cosas se descontrolaran. En el caos, podría surgir alguien que pusiera fin a su

reinado, y a Korr no le gustaba tomar riesgos. El universo Stargate había

demostrado que aquellos que se creían invulnerables y poderosos eran los más

fáciles de matar cuando surgía el caos. Como ejemplo, estaban los Ori.

Korr era como una hormiga que podía desaparecer con un simple

pensamiento de uno de ellos. Los Ori habían muerto de un solo disparo, en un

segundo de descuido. Por eso, nadie lo convencería de enfrentarse directamente

en una guerra. Actuaría en modo sigiloso, a menos que no tuviera otra opción.

En este caso, una larva con inclinaciones oscuras como Sokar no lo llevaría a

abandonar su imperio seguro para enfrentarse a él. Sabía que el final de Sokar

podría llegar sin ninguna consecuencia para él, ya que Sokar, al causar caos y

actuar con arrogancia, se había acercado a su propia destrucción. Korr se

aseguraría de que eso ocurriera.

Korr abrió las comunicaciones, y un goa’uld menor respondió.

Él estaba sentado en un trono que formaba parte de un palacio.

—Mi señor… —el goa’uld interrumpió sus palabras y revisó

rápidamente sus sistemas de comunicación.

—He interferido tu señal. Deja de perder el tiempo y

comunícame con Egeria —ordenó Korr al tok’ra que se hacía pasar por señor menor

al servicio de Yu.

—No sé de qué estás hablando, señor del sistema —dijo el

tok’ra. Pero al terminar de hablar, una mujer de largos cabellos negros y ojos

azules apareció detrás de él.

—Korr, parece que tu red de espías es mejor de lo que pensaba

—dijo Egeria. Korr bufó.

—Egeria, localizar a tus inútiles hijos es un juego de niños

para mí. Ahora atiende —amenazó Korr, asegurándose de que esta mujer no se le

ocurriera hacer tonterías ni pensara que él la llamaba porque quisiera verla.

Egeria frunció el ceño.

—¿Ha pasado algo? —preguntó con seriedad.

—Uno de tus hijos ha sido capturado por Sokar, pero tienes

suerte. Sokar ha estado molestando en mis territorios y sus tonterías están

poniendo en riesgo mis planes. Por lo tanto, es hora de que desaparezca —dijo

Korr, transmitiendo toda la información sobre la prisión de Sokar, los guardias

y el funcionamiento—. Puedes solicitar la ayuda de los tau’ri, ya que el

anfitrión de tu hijo es el padre de la Mayor Carter, y uno de mis seguidores

también está allí —añadió Korr.

—Korr, la Tok’ra no es tu ejército personal —dijo Egeria.

—Egeria, mientras hablamos, tu querida larva inútil está

sufriendo a manos de Sokar en su luna infierno —le recordó Korr—además, también

estoy poniendo mis fuerzas en esto y a la Tok’ra tampoco le conviene que Sokar

obtenga más poder y se apodere de los ejércitos de los Señores del Sistema

—advirtió Korr.

—Lo que te forzaría a intervenir antes de que estén listos

tus tontos planes —acusó Egeria.

—Egeria, no lograrás que arriesgue mi vida por tus ideas

insensatas. Si tú y tus hijos han estado planificando durante siglos, creo que

yo también puedo tomarme mi tiempo y hacer las cosas a mi manera —replicó Korr,

ya que el descaro de esta gente era demasiado.

—Quiero anfitriones en caso de emergencia, pero puedo

renunciar a eso. Sin embargo, lo que necesito es acceso a la tecnología que

usaste para devolverme la juventud, y quiero que esto se pueda aplicar tanto a

mis hijos como a sus anfitriones —demandó Egeria.

Korr estaba algo sorprendido, pero después de pensar unos

segundos, lo entendió. A los Tok’ra les gustaba la idea de compartir un cuerpo,

y sus anfitriones eran parte de ellos, compartiendo incluso sus memorias y

sentimientos. Una relación espantosa en opinión de Korr, pero él no estaba allí

para juzgar los gustos de nadie.

—Lo que pides es una tecnología muy peligrosa y son

conocimientos que ni siquiera los Señores del Sistema poseen —explicó Korr.

Egeria asintió, indicando que estaba dispuesta a comprometerse con sus

condiciones—. Bien, esta tecnología no debe salir de tus manos, y créeme, puedo

saber si violas nuestro acuerdo —advirtió Korr, ya que si un nanito salía de su

lugar predestinado, sus replicadores lo sabrían y se lo informarían.

—Es un trato —dijo Egeria. Korr asintió y cerró la

comunicación.

Korr abrió la comunicación con 00 y le advirtió que pronto

sería contactada por el SGC y que debía asegurarse de que Sokar no viera la luz

del día siguiente. Además, quería que la Tierra tuviera un enemigo más al

estilo goa’uld tradicional, como Apophis, quien seguiría siendo el encargado de

entrenar y presionar a la Tierra para que acelerara su armamento y tomara el

frente en la batalla. Así, Korr podría disfrutar de la tranquilidad sin

preocuparse por ninguna amenaza que surgiera del caos.

 

 

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