ASTRID
Llevábamos más de 2 horas sin nada a la vista, simplemente mar. No habíamos visto ningún avistamiento cercano, simplemente mar y algún que otro dragón suelto del cual nos mantuvimos alejados, Así que nuestro camino se había tenido que desviar algunas veces.
—Creo que estamos cerca de una isla —dije mientras revisaba en el horizonte un avistamiento de alguna clase de isla, ojalá encontremos alguna pista del paradero de Hipo, aunque lo dudo, conociendo sus métodos seguramente no ha parado ni a descansar.
—Podríamos detenernos para descansar ya sabes, los Gronckles no son precisamente resistentes por largos periodos —vi como Patapez se retorcía en su asiento. Realmente era de lo más incómodo sin una silla de montar, el dolor de pierna, ingle y sus alrededores eran algo tormentoso.
—Patapez —dije tratando de no perder un poco la paciencia yo no quería detenerme. Solo habíamos pasado casi 3 horas y ya quería descansar, ni siquiera era hora de comer. Esa era una de las razones por la cual quería irme sola, porque yo no me detendría por una simple molestia, pero claro que no podía pedir lo mismo de mi acompañante.
—Astrid, sinceramente creo que nuestra búsqueda es inútil, pero lo hago porque es lo correcto —Patapez giró su cabeza para desviar su mirada de la mía. Trate de no lanzarle mi hacha por lo que había dicho.
—¿A qué te refieres? —pregunté un poco enfadada con que no mostrara interés en que encontremos a Hipo. Tal vez solamente Estoico, Bocón y yo estábamos preocupados por él, no podía ser posible.
—Hipo, él se tomó el trabajo de dejar señuelos en todas las direcciones ¿por qué? —Patapez solía ser igual que Hipo en ese aspecto, más observador, más analítico, todos los demás éramos más impulsivos no nos deteníamos a valorar las opciones.
—No lo sé —dije tratando de que Patapez no me llevara al lado de pensar en lo que Hipo estuvo pensando porque seguramente me encontraría con respuestas que me harían recordar lo culpable que me sentía con respecto a él.
—Simplemente él quiere desaparecer —Patapez lo dijo como si fuera lo más normal del mundo y tal vez lo era para alguien como Hipo o Patapez, pero para mí no era normal que el simplemente desapareciera de nuestras vidas, de mi vida.
—Pero eso no tiene sentido, este es su hogar —trate de encontrar la lógica de huir, trate de entender la lógica de simplemente desaparecer ahora que las cosas habían cambiado y todo iba a ser más positivo para Hipo y para el resto de nosotros ahora que teníamos a los dragones en buenos términos.
—Bueno, digamos que no creo que Berk sea un hogar en el que quisiera permanecer —Patapez dudo un poco en la última parte de sus palabras. Un breve recuerdo de la nota que Hipo dejo me acusaba sin cesar. Solo era circunstancial y nunca sería un cambio meditado y tenía razón, pero tal vez eso era lo que necesitábamos para darnos cuenta de la condición en la que nos encontrábamos. Tal vez no era necesario que se fuera, sino que simplemente no enseñara a vivir en este nuevo mundo, el mundo que él nos quería mostrar.
—Eso no tiene sentido —susurré mientras negaba con la cabeza tratando de alejar los pensamientos que me agobiaban. También pude ver con más claridad que se trataba de una isla lo que había visto hace un par de kilómetros, era mi oportunidad.
—Bueno no creo que cualquiera de nosotros soportara mejor que él todo lo que tuvo que pasar —Patapez susurro la última parte, sonaba más terrible de lo que parecía.
—¿A qué te refieres? —amenacé un poco, tratando de no ser demasiado obvia en mi afán de querer saber todo acerca de Hipo me había perdido su vida en estos últimos 7 años, simplemente su vida había pasado y yo no sabía de él, absolutamente nada, eso me convertía en la mejor amiga del mundo.
—Escuche que una vez Patán casi lo ahoga en la fosa de los jabalíes —las palabras de Patapez retumbaron en mi cerebro recordando algunas veces ver a Hipo con lágrimas pasivas cayendo por su rostro.
—¡¿Que Patán hizo que cosa!? —fruncí el ceño con indignación, alguien tendría que empezar a pagar por esta clase de cosas que yo desconocía. Siempre pensé que su clase de abusos simplemente era su desprecio y algún que otro apodo, pero eso ya era indignante y repugnante.
—¿No sabias? También le prendió fuego a la habitación que tenía en la herrería —ese episodio si lo recordaba. Hipo se había quedado parado frente a la herrería viendo cómo se quemaba la parte posterior. No pedía ayuda, no gritaba. Solo miraba, una mirada perdida.
—Eso fue un accidente —dije yo tratando de entender como alguien podía llegar a esos niveles de maldad.
—Eso fue lo que no hizo pensar, pero en realidad él provocó el incendio —Patán había excedido los limites yo me iba a encargar de nivelar las cosas, no podía creer que hubiera podido llegar a ese extremo para mantener intimidado a Hipo. Y si Hipo hubiera estado dentro, hubiera podido morir. Por otro lado, no me sentía moralmente con autoridad como para auto proclamarme su defensora.
—¿¡Porque no sé esas cosas!? —grité un poco indignada, me dolía que le hubieran pasado esas cosas y yo no hice nada. Lo lamentable era que yo que debí ser la persona que estuviera para Hipo todos estos años simplemente había sido una espectadora de su dolor.
—Pensé que lo sabías ya sabes, todo el mundo lo sabía —dijo la última parte como dando a entender que yo era parte de los que atormentaban a Hipo llamándolo inútil o bueno para nada, o como Patán y los gemelos que con sus bromas pesadas y demás, se encargaban de minar su autoestima.
Sentía todo el peso de las acciones de los demás sobre mí, asfixiándome, acosándome, llamando a mí nombre como la culpable número uno por no haber hecho nada, por dejar que pasara por todo esto solo, solo para asegurarme mi seguridad y ser egoísta preocupándome de mis propios problemas, que no eran pocos y que en cierto punto eran tan grandes como los suyos.
—Te equivocas si piensas que odio a Hipo, simplemente no somos tan cercanos —tragué pesadamente la última parte sintiendo su ausencia más que nunca. Toda la rudeza y la fortaleza que me había forjado durante años se estaba desmoronando, pero por dentro, aun podía mantener la imagen de inquebrantable ante lo demás, aun podía. —Como antes —susurre y gracias a los dioses que Patapez no me escucho. Ninguno de ellos hizo alguna alusión a que antes era amiga de Hipo y luego todo eso se desvaneció, supongo que, como niños, algunas cosas se borran de nuestra mente, pero hay algunas cosas que jamás se borraran, jamás.
—Bueno eso fue algunas de las cosas que Patán y los gemelos hicieron con Hipo, Así que ahí tienes el por qué yo estoy seguro que no querría volver —Meatlug empezó a serpentear en el aire y se le notaba cansado. No dije nada más con respecto a Hipo.
—Será mejor que nos detengamos —suspire señalando una zona despejada donde podríamos detenernos. Patapez empezó a descender con algo de apuro. Le indique a Stormfly que descendiera, pero en mi mente la conversación con Patapez daba vueltas, una y otra vez, estaba más que convencida que esta cruzada era mía y Patapez bueno, tendría que esperar…
—Por fin tierra, es un poco incómodo volar sin una silla como Hipo —en eso tenía razón, realmente era una experiencia dolorosa volar por más de 2 horas, pero a mí poco o nada me importaba el dolor físico, cuando el emocional me estaba carcomiendo a medida que toda la vorágine de recuerdos me invadían.
—Lo sé, tal vez Bocón pueda solucionar ese problema —dije de manera despreocupada, pero dudaba mucho que en un futuro próximo Bocón pudiera hacer monturas para todos nosotros ya que seguramente necesitaría mucho tiempo para analizar la mejor manera de hacer monturas para cada tipo de dragón y que eso no significara una pérdida del factor aerodinámico. Había visto muchos diseños de Hipo mientras que él estuvo en coma y era claro que hubo muchas pruebas y versiones preliminares de la aleta de Chimuelo y su silla de montar.
—Espero que sí, sino será una incomodidad duradera —Patapez se movía incómodamente haciendo que yo mirara hacia otro lado, pero en mi mente ya tenía claro lo que iba a pasar. Me gire para ver a Patapez masajear las alas de Meatlug con animosidad. Sinceramente creo que Patapez valora más la compañía de su dragón que el de las personas ahora.
—Ahora, porque no buscas un poco de leña yo llevare a los dragones a beber —le hice una señas a Meatlug para que se acercara, ella dudo y giro su cabeza para buscar la aprobación de Patapez. Mientras que Stormfly frotaba su cabeza contra mi costado y gorjeaba de manera simpática.
—¿Estas segura? ya sabes esta isla no creo que este deshabitada —Patapez se veía nervioso, jamás había sido del todo seguro de sí mismo y supongo que parte de su seguridad recientemente adquirida se debía a que tenía a Meatlug siempre a su lado. Me sentía un poco culpable de lo que iba a hacer, porque sin temor a equivocarme Patapez entraría en un ligero pánico…
—Patapez, solo debes buscar leña —le respondí tratando de quitar la importancia a lo que realmente podría resultar peligroso. Pero no podía perder más tiempo. Yo sabía que Stormfly podría volar mucho más tiempo. Estar con Patapez en esta búsqueda solo iba a retrasarme.
—Claro, Meatlug se buena chica —Patapez le dio una pequeña caricia en la cara y luego su dragón se acercó con más confianza, aun eran un poco torpes las interacciones entre dragones y los que no eran sus respectivos jinetes. Pero poco a poco se iba perdiendo esa desconfianza natural, Stormfly gorjeo indicando hacia donde el rio sonaba. Patapez se giró y se dirigió en sentido opuesto hacia el bosque que se encontraba a unos metros.
Había tenido mucho tiempo de revisar la habitación de Hipo mientras él dormía. Me había encontrado con toda clase de cosas, prototipos de armas grandes y pequeñas, nuevos estilos de espadas y escudos, También sistemas para canalizar el agua en todo Berk, era demasiado complejo, pero a la vez interesante. Asimismo, había encontrado un cuaderno de dibujo, donde había dibujado a la mayoría de personas de Berk. Bocón trabajando en la fragua, Estoico con barras de hielo sobre la cabeza, increíblemente estaba su madre y la mía el día de lavado junto a otras mujeres de la tribu, pero no había un rostro en la cara de su madre, solo le pude reconocer por los ornamentos propios de la mujer del jefe. Los gemelos en el preciso momento en que se estaban dando un cabezazo con sus cascos nuevos, Patán besando sus abominables músculos. Patapez con una mirada de niño ansioso sosteniendo el libro sobre dragones, muchos dibujos de Chimuelo, con la lengua afuera, con la mirada penetrante, con un árbol pequeño entre su boca, emulando lo que es lo más parecido a la sonrisa tímida de Hipo y por último un dibujo mío. El viento había hecho que parte de mi rostro estuviera cubierto por mis cabellos, mientras tenía mi hacha apoyada en el hombro y mi otra mano sobre mi cintura.
Tenía 7 años en ese momento, recuerdo que apenas podía con esa hacha, pero en su dibujo me veía completamente capaz de levantar esa hacha y mantenerla sobre mi hombro. Había visto una fortaleza y seguridad en mí que yo sabía que no poseía, pero que me esforzaba por reflejar, no por hipocresía sino porque si no era fuerte no podría sobresalir y tomar las riendas de mis decisiones. Encontré otro diario donde Hipo anotaba los aspectos más importantes de su relación Chimuelo, como fue que logro siquiera acercarse a él. Había sido una experiencia aterradora ya que estar en las garras de un dragón y escuchar su rugido hizo que se desvaneciera. También fue allí que encontró sin saberlo la solución para su problema con Patapez y aunque odiaba tener que usar esos conocimientos que nadie más poseía, era necesario para que su viaje no se retrasara más.
—Lo siento Patapez, pero esta es mi búsqueda —tomé a Meatlug y empecé a rascarle la cabeza en la búsqueda de ese bendito punto del que tanto hablaba Hipo en su diario que era donde podría mandar a dormir a un dragón por un par de horas. Finalmente logre llegar a ese punto y Meatlug se desplomó como si hubiera muerto, con la lengua afuera y babeando azufre por su boca.
—Vamos chica, es hora de empezar —Stormfly me miro con los ojos analizándome y luego dirigió una mirada compasiva hacia Meatlug. —Ella va a estar bien chica, solamente está descansando —Stormfly tomo un gran bocado de agua y yo llene ambos odre con agua. Deje el de Patapez junto a su dragón, Así como una pieza de pescado. Luego me subí al lomo de Stormfly y empezamos a ascender al cielo a toda velocidad rumbo a las siguientes islas en busca de pistas sobre el paradero de Hipo. Sabía que tenía que detenerse en algún momento a causa de su pierna, no sería fácil aguantar demasiadas horas de fricción sin necesitar descanso y alivio.
—¿Dónde estás Hipo? por favor no vayas más lejos —susurré, Stormfly arrulló a modo de lamento y yo acaricié su cabeza con suavidad mientras nos dirigíamos al horizonte en busca del niño que se había hecho hombre y se había ido para buscar su destino yo quería encontrarlo para ser parte de ese destino que el buscaba ahora.