WebNovels

Chapter 10 - Entrenamiento

HIPO

Las cosas salieron mejor de lo que pensaba desde un punto de vista, pero no tanto desde otro. Bertha estaba abierta a escucharme y llevar a cabo mi plan, porque todas en la tribu hablaban de las doncellas aladas, que eran una tribu de mujeres en tierras lejanas a inhóspitas que tenían dragones en sus espaldas para poder volar y que eran guardianes celosas de los látigo afilados. La curiosidad sobre ello me mataba y quería saber más sobre nuevas especies y sobre otros que se dedicaran a proteger a los dragones, pero primero debía satisfacer las exigencias de Bertha. Si quería permanecer unido a la tribu debía demostrar que podía estar listo para pelear por la tribu sin Chimuelo. Bertha no quería que dependiéramos de los dragones para defender la tribu, por lo que el entrenamiento y las misiones era siempre en solitario. No estaba del todo de acuerdo, porque los dragones podían ser una gran ventaja táctica, pero sabía que por la limitación de Chimuelo no siempre podría tenerlo cuidándome por más que él lo deseara.

Camicazi me había advertido que no debía tomar a la ligera cualquier ofrecimiento de su madre, porque la palabra era un juramento aquí y eso requería ir hasta el final en lo que sea que se hubiera comprometido uno. Había dado mi palabra de dar todo mi conocimiento y habilidades en la forja para proveerles de todo lo que se necesitara para sus misiones, incluyendo mis nuevos inventos, en los que podría trabajar de manera independiente para probarlos con Bertha y Camicazi antes de introducirlos a la tribu. No podría vivir con ellas, porque era parte de la tradición, una que Bertha ni las ancianas estaban dispuestas a romper, pero si podría vivir en las cercanías y me ayudarían a establecer un espacio para poder traer otros dragones para el entrenamiento personal y luego ir capacitando a futuros jinetes, Camicazi la primera de ellas.

Pero primero lo primero, debían atender y curar mi muñón que como dijo la sanadora de la tribu, estaba al borde de desencadenar una infección que podría llevarme a la muerte. Por lo que me encontré descansando en mi cueva temporal junto con Chimuelo. Camicazi sería el enlace temporal para poder trabajar con la tribu. Fue bueno que Bertha delante de todos me diera la bienvenida para que el resto de la tribu empezara a verme menos como una amenaza y a Chimuelo tampoco. Lo primero que hice fue pedir cuanto texto tuvieran sobre los dragones para poder usar mi tiempo en recuperación para poder empaparme de nuevo conocimiento adicional al que ya había tenido en Berk.

Fue leyendo esos libros y documentos que empecé a sentirme nostálgico, pero la presencia de Chimuelo me hizo consciente que nuestros destino siempre estuvo más allá de Berk y que debía esforzarme por lograr todo aquello que tenía en mente. Ya habíamos liberado a los dragones del muerte roja, por lo que ahora teníamos que ir más allá a conocer los límites del mundo y las nuevas especies que aún nos eran desconocidas.

||||—||||—||||—||||

Después de casi dos semanas de recuperación era momento de empezar a entrenar, solo seríamos, Lia, Bertha y yo, no estaría Camicazi porque Bertha no quería ninguna interrupción o que ella intercediera para que bajara el ritmo. Comprendí cual era el valor de las palabras de Camicazi al finalizar el primer día de entrenamiento. Había sido brutal y según me dijo Bertha, seguiría siéndolo por los próximos meses. Haré de ti un ladrón decente, esas fueron sus palabras y no exageraba, fortalecer mi cuerpo era solo la primera parte y no iba a parar hasta que no hubiera gotas de sudor en mi frente, jadeos de cansancio y muecas de dolor, pero sobre todo quería que mi pierna de metal nunca más fuera un signo de desventaja o muestra de que no podía hacer lo que el resto, Así que me dijo que debía trabajar en un nuevo modelo para que pudiera ser parte de mi cuerpo sin que llegara a notar la ausencia de mi pierna real. Era un concepto difícil de pensar con tanto cansancio, pero también debía encajar con el pedal de la cola de Chimuelo, quien en este tiempo había seguido entrenando con Camicazi para que su temor a las alturas y su confianza en los dragones aumentaran. No era sencillo, al final del día a veces ambos estábamos tirados en el pasto llenos de cortes, moretones y sin aliento para poder avanzar.

El alivio que esperaba recibir al final del día era un buen lametazo de Chimuelo en mi muñón porque increíblemente era lo único que me traía un alivio significativo. Camicazi pasaba las tarde conmigo tratando de desentrañar los grandes misterios que había en cada uno de los textos que tenía para poder leer y Lia también se nos unía, Bertha no iba obligar a nadie a entablar amistad con un dragón, pero iba a dar libertad de que cada una pudiera ver de cerca de que se trataba eso, no podía estar más de acuerdo, no podíamos simplemente obligar a la gente a aceptar vivir entre dragones o a los dragones vivir entre nosotros, pensé en que no todos podían llegar a tener un vínculo como el que yo compartía con Chimuelo. Me dio una grata sorpresa saber que Lia era muy perceptiva sobre el conocimiento que íbamos obteniendo de los texto y no tenía problema aparente con la presencia de Chimuelo a su alrededor, aunque de momento no habían entablado un contacto físico. La mente de Lia volaba en todas las direcciones organizando la información de manera que fuera más sencillo, no podía estar más emocionado de ver el entusiasmo de Lia, era un buen comienzo para luego pasar a la parte práctica de buscar y conocer más dragones.

—No creo que puedas resistir el entrenamiento —Camicazi me lanzó una venda para mi brazo, habíamos corrido en medio de un bosque lleno de arbustos espinados y bueno, habían dejado mis brazos lastimado.

—Yo tampoco, pero le di mi palabra a tu madre —ella empezó a reír, no sabía exactamente por qué.

—Debes aprender mucho Hipo Abadejo III —Lía asintió con una pequeña sonrisa, aún era una persona muy reservada, pero poco a poco se iba acomodando a nuestras bromas e interacciones.

—Rayos, no me llames Así —me estremecí con el uso de mi nombre completo. Ya no quería ser más conocido por ello.

—¿Cómo es Berk? —preguntó tímidamente Lía mientras organizaba los documentos sobre clases de dragones.

—Hace mucho frío —dije con un suspiro, era un tanto nostálgico, lo sabía, pero era la mejor forma en que podría describirla.

—¿No lo hace en todo lugar? —susurró Camicazi, era una chica demasiado directa, no tenía filtros, pero si algo había aprendido en estos días era que su honestidad era para todo, no se guardaba nada, tanto para las cosas buenas como las malas. No buscaba salvar su pellejo reprimiendo sus pensamientos.

—Hay lugares más allá de nuestros mapas donde el climas es más clemente —ya había escuchado de eso y solo necesitaba establecerme y tener un centro de operaciones para poder empezar mi viaje.

—Lo desconocido puede ser peligroso —la voz de Cami se volvió un tanto peligrosa. Sabía que ella no era precisamente una aventurera, pero sí que era muy valiente.

—Pero también puede ser emocionante —me sorprendió que Lia fuera la que dijera eso. Seguramente detrás de esa apariencia de timidez y reserva se escondía algún sueño de ver el más allá, en su momento podría ser parte de la expedición.

—Seguramente nada te detendrá de ir hacia allá —Chimuelo dio un susurró de aprobación mientras seguía acomodado en suelo. Le había prometido que íbamos a buscar más furias nocturnas. Necesitaba encontrar su manada.

—Cuando haya hecho todo lo que quiero hacer aquí, tendré tiempo para ello —Cami se puso de pie ya casi era hora de dormir, mañana seguramente sería un día más agotador que el anterior.

—No olvides avisarme —la mirada penetrante de Cami sonaba lo suficientemente seria como para tomarla en serio.

—¿Iras conmigo? —trate de no sonar demasiado animado, pero inmediatamente empezó a reírse y Lia la siguió, pero creo que no entendía el porqué.

—Bromeas, para dividir tus pertenencias en caso no regreses —después de ese comentario ambas soltaron la carcajada con libertad, incluido Chimuelo que fue despertado de su medio sueño.

—Ha ha ha —lo mire con seriedad, pero ni se inmutó. —No te rías, dragón traidor —era momento de recuperar fuerzas.

Eleve una pequeña oración a Thor al escuchar sus truenos por Berk, la aldea de las Bog-Burglars y por lo que estaba por venir para mí.

ASTRID

Habían pasado casi tres semanas desde mi fallida misión de encontrar a Hipo. No supe exactamente como es que llegué a Berk. Los chicos me contaron que llegué montada sobre el lomo de Stormfly, pero no había ninguna clase de información adicional. Me preguntaron qué es lo que había pasado, pero no me atreví a hablar sobre mi encuentro con aquella jinete de dragón, solo atiné a decir que había encontrado el libro en una de las cuevas durante mi exploración, algo me decía que ella no quería ser contactada o detectada por otras personas. Pero en mi mente quería salir y buscarla, sin Hipo aquí, algunas cosas sobre dragones y las formas eran terreno desconocido para nosotros. Patapez era lo más cercano a Hipo que teníamos, pero se encontraba tan centrado en Albóndiga que tenía mente para nadie más por ahora.

Tendría que tomar las riendas de esto y no me percate de ello hasta que tenía a Estoico a mis espaldas.

—Astrid —la voz de Estoico se veía igual de decaída que hacer 3 semanas en que habíamos dejado la búsqueda luego de la gran persuasión de Bocón para que no presionáramos a Hipo a irse aún más lejos de lo que ya estaba, debíamos esperar que fuera el momento para poder volver a nosotros.

—Jefe —respondí con tranquilidad mientras estiraba mi brazos, aún sentía un ligero entumecimiento, pero Gothi había dicho que era completamente normal porque había sido sedada con un potente somnífero.

—Es preciso organizar a los dragones, la aldea es un desastre —era cierto, si bien ahora ya no cazábamos dragones, todo era un desastre de incendios, excremento y nuestros animales huían despavoridos por la presencias de los dragones. Necesitábamos arreglar todo esto.

—Si, es veo, lo haremos enseguida —no sabía cómo lo iba a hacer, había visto algunas cosas del libro de dragones de la jinete, también tendría que revisar las notas de Hipo.

—Que Patán te ayude —lo peor que me podía pasar en este momento.

—Oí el melodioso sonido de mi nombre —casi como una predicción de la calamidad apareció con esa típica sonrisa burlona y autosuficiente.

—Dense prisa la gente va a enloquecer —en ese momento legaba Bocón que solo miró irse a un ofuscado Estoico.

—Vamos, princesa —susurró ladeando su cara con una asquerosa gracia que me hizo querer vomitar.

—No me llames así —le di un codazo en toda la nariz para que se pusiera en su lugar. Bocón se rió de la reacción de Patán.

—Si, lo que tu digas —empezamos a caminar, con Bocón siguiéndome, seguramente quería saber que tenía planeado, pero necesitaba que se dedicara algo que había visto tanto en el diario de Hipo como en el libro de la jinete misteriosa.

—Bocón, tengo algunas cosas que pueden ayudarte —le di el libro que tenía en mano junto con el diario de Hipo. Me miró con asombro al ver los bocetos que había en el libro. Los miró con detenimiento.

—Oh, estos dibujos se me hacen tan familiares —su mirada se tornó nostálgica, tanto que se quedó en su ensoñación por un momento.

—¡Bocón! —le chasquee los dedos para que volviera a nuestra realidad, negó rápidamente.

—Oh, si, si, dalo por hecho, empezaré a hacer esas sillas —luego se iba murmurando cosas como que él le había enseñado todo lo que sabía a Hipo. Ahora solo tenía que lidiar con un par de gemelos locos, un Patapez ensimismado en su Gronckle y con un arrogante Patán que pensaba que sabía todo sobre los dragones. No estábamos ni cerca de poder descubrir todo lo que Hipo ya sabía, debíamos avanzar con ello.

||||—||||—||||—||||

3 MESES DESPUES

No fue nada sencillo. Fue demasiado agotador, fue un tarea casi imposible, al menos para mí. No podía dejar de pensar que seguramente Hipo hubiera tenido la paciencia y las fuerzas para poder soportar a los gemelos, a Patán y a Patapez. Yo estaba a punto de tirar la toalla. Pero no podía negar, que habíamos logrado grandes avances, como no dejar en el paro a Bocón, que al ser el herrero de la tribu siempre estaba vendiendo armas para matar dragones, pero ahora ya no estábamos en guerra con ellos por lo que sus habilidades para hacer armas ya no eran del todo requeridas, pero le encontramos un nuevo propósito, atender a los dragones con sus colmillos y hacer sillas y accesorios para dragones. Todo un éxito.

También habíamos logrado mejorar la relación de los dragones con nuestros animales, siempre había sido una relación de depredador/presa, pero con mucho trabajo de confianza y buenas acciones de rescate y protección habíamos logrado que por fin nuestros yaks, ovejas, gallinas y de más se sintiera cómodos con su presencia. También habíamos podido lidiar con la presencia de nuevas especias que habían hecho su aparición, en esto Patapez era el más entusiasta, porque él se encargaba de poder entablar el vínculo iniciar, como sucedió con Antorcha el Tifómerang quien fue todo un acontecimiento en la tribu porque su madre casi destroza nuestros bosques.

Pero siempre hay una mosca en la foto: Mildew. No había cosa que no hiciéramos en la que no se quejara y buscara hacernos quedar mal con el jefe. Siempre que estábamos progresando salía una cosa u otra donde siempre estaba metido para poder arruinarlo. Ya nos había costado varios ultimátum de Estoico sobre la permanencia de los dragones si es que no hallábamos una u otra solución. En muchas oportunidades nos habíamos propuesto secuestrar a su oveja Fungus para darle una buena lección, pero Estoico nos había prohibido darle más motivos para molestarnos.

HIPO

Aún me dolía cada parte de mi cuerpo, pero ya no hacía muecas, aún quería jadear de cansancio, pero siempre terminaba con una media sonrisa y como diría Camicazi si no puedes con eso debes buscar una solución, puso una banda de tela en mi frente, para que el sudo se absorbiera. Se que Bertha le dio una paliza por ayudarme con esa parte del entrenamiento. Al final no pudo más que decirme que la primera parte de mi entrenamiento había terminado. Había logrado fortalecer mi cuerpo, no mentía cuando decía que debía llegar al punto de nunca más ver mi pierna de metal como una desventaja. Aún seguía teniendo el viejo modelo que había hecho Bocón para mí, pero había hecho algunas mejoras en la unión con el resto de mi pierna, era una gran mejora que me evitaba largas sesiones de masajes y que evitaba la irritación. Era un tanto asqueroso, pero era necesario, la saliva de Chimuelo era la solución, ya que aparte del vendaje que me ponía meticulosamente empepaba la unión con su saliva para mejorar la fricción natural y de paso aliviar cualquier irritación en el camino. Tenía un pequeño envase en la parte lateral para poder mantener hidratado el muñón.

Camicazi logró formar un vínculo con un Cremallerus y nada menos que con uno en fase ala titánica. Fue una gran captura la que tuvimos junto con Lia y Cami, pasamos casi toda la noche asechándolo para poder tener contacto con él. Lía diría que debíamos darle el tratamiento Hipo con ese toque de mano tan particular que había funcionado con el resto de dragones antes. Pero no fue tan sencillo ya que el Cremallerus al que nombre Rex no le gustó para nada verlo pisar sus terrenos y nos llevamos más de un flameada. Pero finalmente, con un poco de bacalao islandés cedió y pudimos acercarnos sin temor. Luego de ello me explico el porqué del nombre, que venía del latín, ya que sabía que yo estaba interesado en saber más sobre las culturas lejos de nuestros archipiélagos en el continente.

Lía aún no se decantaba por un dragón, por lo que le pedí que pudiera tomar a cargo a un Gronckle para poder estudiarlo, ya que eran criaturas sumamente fuertes y dóciles. No lo nombramos aún, ya que solo queríamos estudiarlo, la lava que escupían podía ser de gran utilidad para poder mantener la forja siempre encendida, Así que pensaba que podíamos mantenerlo en la isla y que viviera conmigo y con Chimuelo de manera permanente.

Nuestras tarde/noches de investigación montados en dragones se volvieron más sencillas, aunque no por ello dejaban de ser un desafío, aprendimos demasiado sobre los Nadders, Gronckle, Terrible terror, Pesadilla monstruosa y algunos Cremallerus, estos últimos gracias a Rex. También aprendimos que los Terrible terror era lo que se podría decir los dragones más comunes y que podían ser tan dóciles como para poder ser parte de nuestra naciente comunidad. Lía se encargaría de poder estudiar a uno de estos pequeños para poder encontrarle una utilidad sin ponerlo en riesgo. Pero de entrada podía ser fácilmente un mensajero, eran agiles y al ser pequeños, podían hasta pasar desapercibidos.

En medio de todo esto, sucedió algo que pensé que demoraría un poco más en sucederme en mi entrenamiento con Bertha y Lía. Yo no tenía la capacidad de dañar, no pude hacerlo con Chimuelo más allá de lo que le sucedió a su cola y mucho menos había dañado a otra persona en toda mi vida, pero para Bertha era la cosa más común, era como una tarea de su día. Yo no podía con ello, no importaba el razonamiento que usaban para ello, no podía entrarme en la cabeza dañar a alguien por el simple hecho de poder o de evitar que me dañara. Bertha había terminado por perder la paciencia y dejar de entrenarme por un par de días, lo cual me preocupó, pero me ayudo a poder trabajar en la construcción de un espació que se acomodara a mis necesidades. Las mujeres de la tribu me habían dado todo lo que necesitaba, desde una cama hasta ropa nueva que fuera a tono con lo que ellas usaban, pero en un color diferencial: Negro.

La ventaja de tener a un Gronckle era que pudo ayudarme a mí y a Chimuelo a derribar árboles, cargar los troncos y construir nuestros almacenes, establos y casa de manera más eficiente y en menos tiempo. Tenía un flujo de transporte para las cosas que la tribu me pedí, que no eran pocas y también me servía para que pudiera mandarles las cosas adicionales con las que podía conseguir cosas adicionales como un crisol para poder trabajar metales a altas temperaturas, para ello debía tener dinero y el comercio era a lo que las mujeres de la tribu se dedicaban cuando no estaban de cacería. También podía tener una noble ocupación, pero todo ello no era más una cubierta para poder recabar información sobre nuevos embarques de piratas o saqueadores. Me encontraba revisando los planos mientras Chimuelo y el Gronckle seguía subiendo tablas y vigas para el piso superior de nuestro asentamiento cuando sentí la mano pesada de alguien sobre mi hombro.

—Dejame decirte algo —no había forma de confundir la voz de Bertha.

—Bertha —ella asintió con algo de fastidio en su mirada, sabía que se encontraba frustrada conmigo por las cosas que no podía conseguir de mí.

—Ese reptil —señalo a Chimuelo que seguía trabajado arduamente subiendo maderas por la rampa.

—Chimuelo —susurré, no me gustaba que lo viera como un simple dragón.

—Eso, si tuvieras que elegir entre salvar su vida y la tuya ¿Qué elegirías? —su pregunta era dura de asimilar, siempre la había pensado, la última vez Chimuelo había arriesgado su vida por mí, a pesar de que no tenía una seguridad de poder sacarme con vida se arriesgó.

—Mil veces elegiría que él se salvara, le debo mi vida —él lo sabía, estaba dispuesto a todo para poder mantenerlo a salvo, este entrenamiento también era para poder cuidarlo mejor.

—¿Crees que sin ti y con esa aleta especial duraría afuera siquiera un día? —me quedé helado de solo pensar en que sería de Chimuelo si se encontrara solo, seguramente nadie podría ayudarlo a volar nuevamente. Eso sería su fin, sería su muerte.

—Yo… —titubee mientras no sabía que responderle, me tenía casi atrapado.

—Crees que tomar una vida para salvar a los tuyos no tiene sentido, pero no falta mucho para que te enfrentes a la cruel realidad Hipo —sus palabras sonaban a una funesta advertencia que me resistía a dejar que convenciera mi forma de pensar.

—No puedo creer que mi vida sirva para tomar la de otros —Bertha resoplaba, seguramente frustrada por no poderme hacer entrar en razón.

—A veces, será la única manera de asegurarte en el tiempo que tus seres queridos no sean dañados —sus palabras me producían temor e inseguridad. No quería ver dañado a Chimuelo nunca, pero también pensaba en papá, en Berk. No quería que nadie saliera lastimado.

—Aun Así, pienso que siempre podemos encontrar otras formas —mi razón no se torcía ni se daba por vencida. Bertha suspiró con cansancio.

—No quería llegar a esto, pero preparate, mañana partimos en un viaje de exploración y comercio, solo Lía, Camicazi, tú y yo —

—¿Dónde vamos? —pregunté con curiosidad, no me gustaba la idea de ir en un viaje solo para que Bertha me empujara al precipicio.

—Vamos al mercado de pieles y accesorios, tenemos cosas que podemos intercambiar —se me hizo un nudo en el estómago de solo pensar en lo que Bertha tenía planeado.

More Chapters