Al despertar a la mañana siguiente, Káiser se sentía renovado, pero con una sensaciónde inquietud. Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. El sol brillaba con fuerza, peroel recuerdo de la noche anterior lo ensombrecía.
Káiser se despierta con la duda carcomiéndole la mente. ¿Había sido todo un sueño?Se levanta y se dirige al comedor, donde lo recibe su madre, Sara.
"¿Qué te pasó ayer, Káiser ?", pregunta ella, con la mirada llena de preocupación."Llegaste, ni me saludaste, comiste y te fuiste a dormir de una".
Káiser traga en seco. "Lo siento, mamá, es que ayer fue un día muy cansado",responde, mientras en su interior piensa: "Mejor dejo lo que sucedió ayer en secreto. No sési fue verdad o solo un sueño".
Aunque Sara, como toda madre venezolana, no está totalmente convencida, decidecreer en su hijo. "Okey, hijo, ve a cepillarte para que comas y hagas tus tareas. Tienes queprepararte para ir al liceo".
Káiser obedece, pero no puede dejar de pensar en lo que pasó la noche anterior. Laimagen de la chica no se borra de su mente. Incluso en clase, durante su clase de 8º grado,sigue abstraído, perdido en sus pensamientos.
Su amigo Diego lo llama varias veces: "¡ Káiser , Káiser , KAISER!". Finalmente, legrita para sacarlo de su ensoñación.
"¿Qué te pasa, amigo? Te veo en las nubes", le pregunta Diego, preocupado. Káiser reacciona y le dice: "Lo siento, Diego, es que estaba pensando en algo que mepasó".
Diego se intriga. "Aja, dime, ¿qué pasó ayer? ¿Se te declaró una chama?". Káiser se ríe. "¡Más quisiera!", exclama.
"¿Entonces qué pasó?", insiste Diego.
Káiser duda. "Bueno, es que...", comienza, pero luego se detiene. "Olvídalo, no esimportante. Solo estoy dándole vueltas a algo que no tiene importancia".
Diego lo mira en silencio, un brillo de comprensión en sus ojos. "En serio, ¿estásbien?", pregunta.
Káiser asiente con la cabeza. "Sí, no te preocupes", le dice. "Y gracias por estar ahí, para ayudarme y para fastidiarme".
Diego sonríe. "Vaya que amigo me gasto", piensa Káiser con ironía.
El resto del día transcurre lento y pesado para Káiser. No puede concentrarse en nada.
En su mente, solo hay espacio para la duda y la incertidumbre. ¿Había sido todo un sueño?
¿O era real la chica misteriosa? Solo el tiempo le daría la respuesta.
A las cinco de la tarde, Káiser, con la mente aún en la chica del día anterior, sedespidió de Diego y se subió a un microbús para regresar a casa. Su cabeza era un torbellinode pensamientos, tratando de descifrar quién era ella y qué significaba su encuentro.
De repente, una voz familiar lo sacó de su ensoñación."¿Qué piensas... en lo de anoche?", preguntó la voz suave y melodiosa.
Káiser se sobresaltó, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Sin voltear, respondiócon voz temblorosa:"Sí, ayer fue un día extraño..."
Al girar la cabeza, sus ojos se encontraron con los de la chica del parque. Su rostroestaba iluminado por una sonrisa radiante.
"¿Cómo te va?", dijo ella, con una picardía en su mirada.
Káiser, aún atónito por la sorpresa, no pudo evitar balbucear:"¿Qué haces aquí?"
"¡¿No puedo saludar a un amigo?!", respondió ella con fingida inocencia.
"Amigo ni qué ocho cuartos", refunfuñó Káiser, "ni siquiera te conozco."
La chica sonrió aún más y, con un tono juguetón, se presentó:"Soy Lilith , tengo quince años, y necesito que me hagas un favor." Káiser, intrigado y confundido a la vez, la miró con recelo.
"¿Cómo? ¿Qué quieres?", preguntó con cautela."Cuando bajemos yestemos más a solas te lo diré", respondió ella con un guiño pícaro.
Está bien", aceptó Káiser, "pero quiero que me des una explicación.""Tranquilo", lo tranquilizó Lilith , "en un rato te lo explicaré todo."
El resto del viaje en microbús fue incómodo y silencioso. Káiser no podía dejar depensar en la chica y en el misterio que la rodeaba. Su impaciencia por llegar a casa y obtenerrespuestas crecía con cada minuto que pasaba.