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Chapter 7 - Capítulo 7: El Camino a Valthoria y el Susurro de las Sombras

El sol comenzaba a descender sobre Crestalba, tiñendo el cielo de tonos dorados y violetas mientras Shisaki, Jessica y Lirien caminaban de regreso desde el Templo de la Luz. La Bendición de Luz de Bajo Nivel corría por las venas de Shisaki, agudizando su visión hasta el punto de que podía distinguir las venas de las hojas en los árboles lejanos. Su camisa roja de lino, rasgada en el hombro y salpicada de manchas de tierra, ondeaba con la brisa, mientras sus pantalones marrón claro crujían con cada paso. Su cabello blanco, desaliñado pero brillante bajo la luz del ocaso, le caía sobre los ojos, y él lo apartaba con un gesto nervioso. En su bolsa, la empuñadura mítica y el amuleto roto vibraban débilmente, como si respondieran a la magia del Templo. Las notas—cuatro ahora, con la última encontrada en el camino—pesaban en su bolsillo: la primera de Kenshin sobre goblins, la segunda sobre el herrero, la tercera sobre el Templo de la Luz, y la cuarta, recién descubierta, que hablaba de una espada rota y Valthoria: "La espada rota canta en la oscuridad. Busca su eco en Valthoria. ATT: Kenshin".

Shisaki, aún procesando la Bendición, sentía su cuerpo más ligero, como si la Luz hubiera afinado sus reflejos de kendo. Pero la advertencia del anciano de Crestalba sobre la empuñadura—parte de una espada divina rota—y los rumores de portales demoníacos lo mantenían inquieto. Jessica, caminando a su lado con su armadura plateada reluciendo, le dio un codazo juguetón. "Oye, héroe, deja de fruncir el ceño. Pareces un tonto atrapado en un bucle", bromeó, su cabello blanco ondeando como el suyo. Shisaki, sonrojándose, murmuró: "Solo estoy... pensando". Lirien, el mago elfo, caminaba detrás, su túnica azul con runas brillando débilmente. "La nota de Kenshin es clara", dijo, su voz suave pero seria. "Valthoria, la ciudad de los magos, tiene respuestas sobre esa empuñadura. Pero también es un lugar peligroso. La magia allí es... impredecible".

El Gran Sabio, la voz enigmática en la mente de Shisaki, habló: "Valthoria es tu próximo destino. La empuñadura mítica está ligada a los dioses, pero también a los portales. Busca al Consejo de Magos, pero cuidado: no todos en Valthoria son aliados". Shisaki frunció el ceño, su mente de jugador analizando la situación. "¿Un consejo de magos? Suena a una búsqueda de alto nivel", pensó, imaginando un lugar lleno de PNJs importantes y posibles trampas. Pero la mención de los portales y la sombra demoníaca que había enfrentado con Jessica lo hacían sentir que estaba entrando en la trama principal de este mundo.

En Crestalba, los tres se detuvieron en la plaza para abastecerse. Jessica compró vendas y una daga de repuesto, mientras Lirien adquirió un cristal que amplificaba sus hechizos. Shisaki, con las monedas ganadas en la cueva goblin, compró una capa de viaje marrón para protegerse de la lluvia y una cantimplora. Mientras pagaba, notó a un hombre encapuchado observándolos desde un callejón. Sus ojos, apenas visibles bajo la capucha, brillaban con un destello rojo. Shisaki, con su nueva Bendición de Luz, sintió un escalofrío, como si la magia en su interior reaccionara. "Jessica", susurró, señalando al hombre. Ella giró, pero el encapuchado ya había desaparecido. "¿Qué pasa, novato?" -preguntó, frunciendo el ceño. Shisaki sacudió la cabeza, inseguro. "Nada...creo."

El camino a Valthoria era largo, atravesando colinas empapadas y ríos cristalinos que reflejaban el cielo. Jessica lideraba, contando historias de sus entrenamientos como caballero, su espada pesada balanceándose con cada paso. "Mi maestro decía que la fuerza no es solo músculo, sino voluntad", dijo, mirando a Shisaki. "Tú tienes eso, aunque seas un desastre hablando". Shisaki, rojo como su camisa, desvió la mirada, haciendo reír a Jessica. Lirien, más reservado, analizaba la empuñadura mítica, que Shisaki le había mostrado con cautela. "Estos grabados son runas de Guerra", dijo, trazando las líneas con un dedo. "Pero hay algo más... una energía oscura. Es como si la espada estuviera incompleta".

Al anochecer, acamparon junto a un río. Jessica subió una fogata, mientras Lirien colocaba runas protectoras alrededor del campamento. Shisaki, sentado sobre una roca, revisaba las notas. La cuarta, de Kenshin, lo inquietaba: "La espada rota canta en la oscuridad". ¿Se refería a la empuñadura? ¿O a algo en Valthoria? Mientras reflexionaba, un crujido en el bosque lo hizo saltar. Su Bendición de Luz agudizó su visión, revelando una figura entre los árboles: el mismo encapuchado de Crestalba. Antes de que pudiera alertar a los demás, la figura habló, su voz áspera: "El portador de la empuñadura... los dioses te observan". Shisaki desenvainó su espada, pero la figura se desvaneció en un remolino de sombra.

"¿Qué fue eso?" gritó Jessica, levantándose con su espada lista. Lirien, activando su bastón, escaneó el bosque. "Un eco demoníaco", dijo, su voz tensa. "Están atraídos por la empuñadura. Debemos llegar a Valthoria rápido". Shisaki, con el corazón latiendo fuerte, avanzando, pero la advertencia del encapuchado resonaba en su mente. El Gran Sabio habló: "El Consejo de Magos te dará respuestas, pero también atraerá enemigos. Confía en tus aliados, Shisaki".

Al día siguiente, llegaron a Valthoria, una ciudad que parecía desafiar la lógica. Torres de cristal flotaban sobre un cielo púrpura, conectadas por puentes de luz. Edificios de mármol y obsidiana se alzaban en espirales imposibles, y el aire vibraba con magia. Los habitantes, magos con túnicas brillantes y aprendices cargando libros, apenas notaron a los tres viajeros. Shisaki, abrumado, sintió que había entrado en un centro de un juego de rol de fantasía. Jessica silbó, impresionada. "Esto es otro nivel", dijo. Lirien, más serio, señaló una torre alta en el centro. "El Consejo de Magos está allí. Pero necesitamos una audiencia, y no será fácil".

En un mercado lleno de artefactos mágicos, Shisaki encontró otra nota clavada en un puesto, etiquetada como "Nota 5": "El Consejo guarda secretos, pero la verdad está en el Santuario de Guerra, al norte de la ciudad. Busca el eco de la espada. ATT: Kenshin". Shisaki mostró la nota a Jessica y Lirien. "Kenshin otra vez", dijo Jessica, frunciendo el ceño. "Este tipo sabe demasiado." Lirien, examinando la nota, asintiendo. "El Santuario de Guerra es un lugar sagrado, pero está cerrado desde hace años. Si queremos respuestas, debemos convencer al Consejo".

En la torre del Consejo, un mago anciano, con una túnica negra y ojos que brillaban como estrellas, los recibió. "Portador de la empuñadura", dijo, mirando a Shisaki. "Tu reliquia atrae a los demonios. Muéstranosla." Shisaki, nervioso, sacó la empuñadura. El mago la estudió, su rostro endureciéndose. "Es un fragmento de la Espada de Guerra, rota para sellar un portal antiguo. Pero su poder está despertando. Debes probar tu valía en el Santuario de Guerra". El mago les dio un paso para el Santuario, pero sus ojos parecían ocultar algo.

Esa noche, en una posada de Valthoria, Shisaki revisó la empuñadura y las notas bajo la luz de un cristal mágico. Jessica, sentada cerca, le dio un codazo. "Estás metido en algo grande, Shisaki. Pero no estás solo". Lirien, desde una esquina, añadió: "El Santuario será peligroso. Prepárate". El Gran Sabio susurró: "El eco de la espada te espera, pero cuidado: la oscuridad también escucha". Shisaki, con la Bendición de Luz y la empuñadura en su bolsa, sintió que el destino lo estaba moldeando, y con Jessica y Lirien a su lado, estaba lista para enfrentar lo que Valthoria escondía.

 

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