WebNovels

Chapter 25 - El NO más fuerte 

El silencio pesaba como un telón cerrado después de un acto que nadie quiso presenciar. Reiji seguía de pie en el centro de la sala, impecable, sonriendo como si ya hubiera ganado la partida. Marin y Sakura estaban en shock, y Yuriko mantenía la compostura con un temple que intimidaría a cualquiera.

Kenji, empapado, respiró hondo. Sus ojos pasaron por cada uno de los presentes: Marin con el ceño fruncido, Sakura mordiéndose el labio inferior, Yuriko con las manos unidas como si rezara por paciencia divina. Y ahí estaba Reiji, con esa sonrisa arrogante que lo empujaba al límite.

—¿Mañana a las siete, eh? —dijo Kenji al fin, con un tono tan calmado que hizo arquear una ceja a Reiji.

—Exacto —respondió el hombre, con una cortesía venenosa—. Café Hoshizora, como siempre. Ten el contrato listo para firmar, Kenji-kun.

Kenji sonrió. Una sonrisa lenta, peligrosa… y que no presagiaba obediencia.

—¿Sabes qué, Reiji? —sus palabras fueron claras, cada sílaba como un martillazo—. NO.

El eco resonó en la casa. Marin soltó un "¡¿Qué?!" tan agudo que Sota, desde su cuarto, gritó "¡Bajen la voz!" sin saber qué demonios pasaba. Sakura parpadeó como si intentara procesar la escena, y Yuriko… Yuriko sonrió. Apenas un poco, pero suficiente para que Kenji lo notara.

Reiji, en cambio, mantuvo su compostura, aunque su sonrisa se tensó.

—No entiendes lo que rechazas —dijo, su voz descendiendo un tono.

—Entiendo perfectamente —Kenji cruzó los brazos, plantándose frente a él como un muro—. Entiendo que intentaste manipularme, que filtraste fotos y rumores para obligarme a firmar. Y ¿sabes qué? Soy paciente… pero no idiota.

El rostro de Reiji apenas cambió, pero en sus ojos brilló una chispa de irritación.

—¿Insinúas que tienes pruebas? —preguntó, con tono burlón.

Kenji sonrió de lado, esa sonrisa que Kyoko solía llamar "cara de problema asegurado".

—¿Insinuar? No, Nakamura. Afirmar.

Y con un movimiento teatral, sacó su teléfono y lo levantó. La pantalla mostraba un chat abierto con Marin, lleno de capturas, mensajes y… una grabación de voz. Reiji palideció apenas, lo justo para que Kenji lo notara.

—¿Grabaste nuestra conversación? —espetó Reiji.

Kenji inclinó la cabeza, divertido.

—¿Conversación? ¿Te refieres a cuando me ofreciste sobornos emocionales y me enviaste fotos no autorizadas? Sí, esa. —Se guardó el móvil y dio un paso hacia él—. Y no solo la grabé. Está respaldada. Varias veces.

Marin levantó la mano como si estuviera en clase.

—¡Yo también tengo capturas! ¡Muchas! ¡Incluso las puse en una carpeta con stickers kawaii!

Todos la miraron. Marin sonrió nerviosa.

—¿Qué? Me emocioné…

Sakura soltó una risa breve que alivió la tensión por un instante. Kenji aprovechó para asestar el golpe final:

—Reiji, tienes dos opciones: sales por esa puerta con tu dignidad, o sales con una denuncia por difamación, acoso y manipulación a menor de edad. ¿Cuál prefieres?

La sonrisa de Reiji se borró del todo. Por un segundo, su máscara se resquebrajó. Pero enseguida la recompuso y ajustó la corbata.

—Esto no termina aquí —dijo, y su voz era pura amenaza contenida.

Kenji sonrió ampliamente.

—No, claro que no. Termina en los tribunales.

Reiji lo fulminó con la mirada, giró sobre sus talones y salió sin decir más. El golpe de la puerta resonó en toda la casa, seguido por un silencio sepulcral… hasta que Marin lo rompió con un chillido:

—¡¡¡KENJI!!! ¡ESO FUE TAN ÉPICO QUE QUIERO HACERTE UN COSPLAY DE ABOGADO!

Kenji se dejó caer en el sofá, exhausto pero sonriendo. Sakura lo miraba con mezcla de alivio y asombro. Yuriko, en cambio, se acercó y le tocó el hombro suavemente.

—Estoy orgullosa de ti —susurró, y esas palabras valieron más que cualquier victoria.

Kenji respiró hondo. La tormenta no había terminado, pero ahora… tenía el control.

—Bien… —dijo, enderezándose—. Ahora empieza la parte divertida.

Marin ladeó la cabeza.

—¿Divertida?

Kenji sonrió como un lobo.

—Vamos a destruirlo… legalmente.

Kenji se quedó un instante mirando el techo, procesando la adrenalina que aún le recorría las venas. Reiji ya no estaba, y eso le daba un respiro, pero sabía que el verdadero juego apenas comenzaba.

—¿Así que… un juicio? —preguntó Marin, con los ojos brillando como si le hubieran propuesto protagonizar un live-action.

Kenji se incorporó, tomándose el cabello mojado hacia atrás.

—Así es. Y para ganarlo, necesito pruebas contundentes. Capturas, testigos, cualquier cosa que demuestre que manipuló la situación.

Marin levantó la mano como un estudiante ansioso.

—¡Yo puedo ser la jefa de espionaje! ¡Tengo contactos en el club de fotografía y en el consejo estudiantil! ¡Puedo conseguir cámaras, micrófonos y… pelucas para el disfraz!

Kenji arqueó una ceja.

—Pelucas… ¿para qué?

Marin sonrió con una dulzura peligrosa.

—¿Cómo vamos a espiar a un tiburón corporativo sin cosplay? Eso sería aburridísimo.

Kenji abrió la boca para replicar, pero en ese momento, la puerta se abrió y entró Iura… con una caja de donuts en una mano y cara de confusión en la otra.

—¿Por qué parece que están planeando un atraco? —preguntó, masticando una dona como si nada.

Marin lo señaló dramáticamente.

—¡Iura! ¡Perfecto! ¡Tú serás nuestro agente encubierto número dos!

—¿Número dos? —repitió él, mirando a Kenji—. ¿Qué está pasando aquí?

Kenji suspiró, dándose por vencido ante el caos inevitable.

—Larga historia. Lo resumo: vamos a limpiar mi nombre, hundir a un tipo llamado Reiji y… hacerlo de manera legal.

Iura se tragó la dona de un mordisco, levantó el pulgar y sonrió.

—Suena divertido. ¿Cuándo empezamos?

Kenji sonrió, aunque en su interior sentía la presión latiendo.

—Ahora.

Más tarde, ya en su habitación, Kenji se dejó caer en la silla frente al escritorio, revisando su móvil. Los mensajes de Reiji seguían allí, como cicatrices digitales. Cada captura que guardaba era una bala para la demanda que planeaba.

Mientras tanto, la puerta se entreabrió.

—¿Puedo pasar? —la voz era firme, pero no hostil. Kyoko.

Kenji asintió, y ella entró, cruzándose de brazos. Se miraron en silencio durante unos segundos que parecieron horas.

—Te escuché —dijo al fin Kyoko, con un suspiro—. Cuando le dijiste que no.

Kenji bajó la mirada.

—No quería que te enteraras así…

—No importa cómo me enteré —lo interrumpió ella, acercándose—. Lo que importa es que por fin actuaste como tú mismo.

Kenji sonrió débilmente.

—¿Así que… ya no quieres matarme?

Kyoko lo fulminó con la mirada… y luego sonrió. Apenas un poco, pero suficiente para aliviar el nudo en su pecho.

—No prometo nada —dijo, dándole un golpecito en la cabeza antes de salir—. Pero… gracias.

La puerta se cerró y Kenji soltó el aire que no sabía que retenía. Apenas tuvo tiempo de procesarlo cuando un golpe suave sonó otra vez.

—¿Otra vez tú, Kyoko? —bromeó, abriendo… y encontrándose con Sakura.

Ella estaba allí, con las mejillas sonrojadas y un cuaderno en las manos.

—Kenji-kun… —dijo, bajando la mirada—. Escuché lo que pasó. Si necesitas ayuda… yo… puedo hacerlo.

Kenji sintió algo extraño en el pecho, un calor que nada tenía que ver con la humedad en su ropa.

—Sakura… —empezó, pero no pudo seguir. Porque detrás, en el pasillo, una sombra se movió. Y entonces la escuchó: la voz suave de Sawada, helada como un cuchillo.

—Vaya. Qué rápido buscas compañía, Hori.

Sakura giró, sobresaltada, y Kenji sintió cómo la tensión se disparaba en la habitación.

Kenji sintió que el aire se volvía espeso en un segundo. Sakura, con su cuaderno contra el pecho, se veía como una heroína tímida en medio de una telenovela… y Sawada, apoyada en el marco de la puerta, con esa mirada que podía partir acero, parecía lista para declararle la guerra al universo entero.

—Sawada… —empezó Kenji, levantando las manos en señal de paz.

—No. —Ella lo cortó, con voz baja pero cortante—. No me expliques nada. Supongo que esto es lo que te gusta: jugar con las personas.

Sakura dio un paso atrás, nerviosa.

—No es lo que piensas —dijo, con la voz temblorosa, mirando a Sawada—. Yo… solo vine a ayudar.

—¿Ayudar? —Sawada soltó una risa breve, sin humor—. Claro. Muy noble de tu parte.

Kenji estaba a punto de intervenir cuando la puerta se abrió de golpe y Marin entró… vestida con un traje negro, gafas de sol y sosteniendo una carpeta gigante que decía en letras brillantes: "Operación Justicia Kawaii".

—¡Kenji-kun! ¡Lo logré! ¡Tenemos un equipo de vigilancia, tres cámaras ocultas y…! —se detuvo al ver la escena—. Oh. ¿Interrumpo algo?

El silencio fue tan incómodo que hasta el reloj decidió dejar de hacer ruido.

—¡NO! —gritaron los tres al mismo tiempo.

Marin parpadeó, sonrió… y luego se metió sin pedir permiso.

—Bien, entonces sigamos. ¡Porque tenemos que atrapar a ese villano elegante antes de que arruine la vida de mi amigo! —alzó la carpeta dramáticamente, y la tensión se resquebrajó como cristal.

Sawada se pasó la mano por la cara, murmurando algo sobre "payasos con planes imposibles", mientras Sakura sonreía nerviosa. Kenji aprovechó para ponerse de pie y recuperar el control.

—Escuchen —dijo, tomando aire—. Si vamos a hacer esto, necesitamos organización. Nada de impulsos raros ni peleas tontas.

—Define "peleas tontas" —replicó Sawada, cruzándose de brazos.

Kenji la miró fijo, y por primera vez en la noche, ella apartó la vista.

—Significa —continuó él— que esto no es un drama. Es un plan serio. Reiji cruzó la línea, y ahora lo vamos a desenmascarar legalmente.

Marin levantó la mano, vibrando de emoción.

—¡Plan Anti-Reiji activado!

—Marin —Kenji suspiró—, por favor, sin nombres ridículos.

—Muy tarde. Ya está en la carpeta —respondió ella con orgullo.

Kenji masajeó sus sienes. ¿Cómo demonios iba a mantener esto bajo control con estas tres cerca?

La siguiente hora fue un desfile de caos: Marin repartiendo gafas oscuras y pelucas "para pasar desapercibidos" (aunque eran rosas neón), Iura enviando memes al grupo de chat titulado "Misión Top Secret Pero Kawaii", y Sakura tratando de tomar notas serias mientras Sawada la interrumpía cada dos minutos con comentarios sarcásticos.

Kenji, contra todo pronóstico, logró imponer algo de orden:✔ Marin usaría sus contactos en el club de fotografía para conseguir cámaras de seguridad.✔ Iura se encargaría de distraer a los curiosos (su talento natural para hacer el ridículo era útil).✔ Kyoko, aunque reacia, aceptó ayudar desde la sombra para proteger la reputación familiar.

Cuando todo estuvo medianamente claro, Kenji sintió algo extraño: por primera vez en días… se reía. De verdad.

—Esto es una locura —dijo, apoyándose en la silla, viendo a Marin posar con su carpeta, a Sakura anotar estrategias y a Sawada mirando por la ventana, fingiendo que no le importaba.

—Sí —respondió Marin, ajustándose las gafas de sol que no necesitaba—. Pero es nuestra locura.

Kenji sonrió. Y en ese momento, sintió que tal vez… tal vez podía ganar.

Eran casi las once cuando todos se fueron. La casa volvió a quedar en silencio, pero esta vez no era opresivo: era la calma después del torbellino. Kenji revisó su móvil antes de dormir. Ningún mensaje nuevo de Reiji.

Hasta que llegó.

"Nos vemos pronto, Kenji. Espero que tus amigas sepan guardar secretos."

Adjunto: una foto borrosa… de Marin entrando a la casa.

Kenji apretó el teléfono hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Sabía lo que significaba: Reiji seguía jugando sucio.

Pero esta vez, no estaba solo.

Se tumbó en la cama con una sonrisa decidida. El juego había cambiado de dueño.

More Chapters