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Chapter 14 - capitulo 14

Día 3

Después de haber sobrevivido al ataque del Ceratosaurus y de haber presenciado cómo un Triceratops protegió a su manada acabando con el depredador, el grupo —aún conmocionado por la pérdida de Marta el Día 1— se toma un momento para reponerse. Se adentran en la vasta pradera donde los herbívoros pastan en relativa tranquilidad.

Durante este día se mantienen ocultos entre la vegetación alta, vigilando desde una distancia prudente a la manada compuesta por Parasaulophus, Iguanodones y un enorme Ankylosaurus que parece tener cicatrices de antiguos enfrentamientos. Aunque hay cierta calma, el grupo no baja la guardia: deciden turnarse para hacer guardias nocturnas por miedo a nuevos depredadores. A lo lejos, en una colina, Leo y Félix observan un par de sombras grandes, quizás otros carnívoros al acecho.

Día 4

El amanecer trae una densa niebla que cubre la pradera. El grupo decide desplazarse hacia una zona más elevada donde creen haber visto una formación rocosa que podría servir de refugio. El trayecto se hace tenso: el silencio de la mañana solo es interrumpido por los llamados lejanos de aves prehistóricas y el crujido de ramas bajo sus pies.

En el camino, Dario casi cae por una grieta oculta, pero Kiara lo salva a tiempo. Finalmente, llegan a una cueva pequeña, aparentemente abandonada, desde la cual pueden observar parte de la llanura. Esa noche, mientras Leo está de guardia, cree ver a lo lejos algo que se mueve de forma coordinada… como si fueran varias criaturas desplazándose en grupo. No lo menciona aún para no alarmar a los demás.

Día 5

El grupo sale temprano con la intención de buscar agua y explorar nuevas rutas para alejarse del territorio de los carnívoros. Pero mientras cruzan una zona boscosa al borde de la pradera, son emboscados por una manada de raptores. Son veloces, organizados, y casi no hacen ruido antes de atacar.

En la desesperada huida, Maya y Tomás logran despistar a uno de los raptores trepando a un árbol. Félix lanza piedras para desviar a otro. Sin embargo, Adrián tropieza y no logra levantarse a tiempo. A pesar de que Leo y Dario intentan ayudarlo, es demasiado tarde: los raptores lo alcanzan y lo rodean. El grupo no tiene otra opción más que escapar mientras escuchan los gritos de su amigo siendo silenciados por las fauces de los depredadores.

Devastados, se esconden en un barranco esa noche, en completo silencio. El dolor de haber perdido a Adrián los sacude profundamente. Félix, quien era el más cercano a él, no puede contener las lágrimas. La isla no da tregua, y todos lo saben: si quieren sobrevivir, deben seguir adelante... aunque sea dejando partes de sí mismos en el camino.

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