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Chapter 2 - Capítulo Uno: El Fracaso de la Graduación y la Trampa de Mizuki

El sol de Konoha luchaba por abrirse paso entre los edificios, pintando de un naranja tenue el rostro esculpido de los Hokage en la montaña. Pero para Naruto Uzumaki, este amanecer no traía calor, sino el frío familiar de la ansiedad. Era el día de la graduación de la Academia Ninja, el día en que su destino se decidiría. Se despertó en su pequeño y descuidado apartamento, el silencio solo roto por el gruñido de su estómago vacío y el peso de su propia incertidumbre. Otro día, otro día de ser el "demonio zorro", el chico al que todos evitaban.

Sus piernas flacas apenas lo sostenían mientras se vestía con su ropa remendada. El espejo roto le devolvía la imagen de un niño con cabello rubio desordenado, ojos azules que, a pesar de todo, guardaban un brillo obstinado, y esas marcas de bigotes que solo servían para alimentar los susurros de la aldea.

En la Academia Ninja, la atmósfera era tensa. Los hijos de clanes orgullosos, como Sasuke Uchiha, con su talento innato y su aura de frialdad, se sentaban a unos pocos asientos de él, listos para realizar la prueba. Sakura Haruno, la chica de sus sueños, estaba nerviosa pero confiada. Para Naruto, en cambio, la tensión era un veneno familiar.

Iruka-sensei era su única luz. Aunque a menudo perdía la paciencia con las payasadas de Naruto, siempre había una chispa de genuina preocupación en sus ojos. Hoy, sin embargo, incluso Iruka-sensei parecía exasperado al anunciar la prueba final: el Jutsu de Clonación.

"¡Naruto, es tu turno! Recuerda, debes crear un clon sólido para aprobar", dijo Iruka-sensei.

Naruto se puso de pie, su corazón latiendo como un tambor. Había intentado con todas sus fuerzas dominar este jutsu, concentrando el chakra lo mejor que pudo, pero siempre resultaba en una nube de humo o figuras deformes y patéticas que desaparecían al instante. Se sentía como si una barrera invisible le impidiera dominar incluso el jutsu más básico.

Formó los sellos con manos temblorosas, cerró los ojos y se concentró. "¡Jutsu de Clonación!"

Una pequeña bocanada de humo apareció y se disipó, dejando solo un Naruto solitario. La risa de los demás estudiantes fue un puñal en su pecho. Los murmullos de los instructores confirmaron su fracaso.

"Naruto, lo siento. No has aprobado", dijo Iruka-sensei, su voz teñida de pesar.

Naruto agachó la cabeza, la vergüenza quemándole las mejillas. Se sentó en un rincón del patio de la Academia, mientras los demás celebraban su graduación. Las palabras de Iruka-sensei, "Si no puedes hacer un solo clon, ¿cómo esperas convertirte en Hokage?", martilleaban en su cabeza. La frustración y la soledad eran un peso constante. La visión de los protectores de frente en las cabezas de sus compañeros le quemaba los ojos.

Fue entonces cuando Mizuki-sensei, un chunin de la Academia, se materializó frente a él. "Naruto, ¿por qué tan triste?", preguntó con una voz inusualmente suave.

"No pude hacer el Jutsu de Clonación. Nunca seré Hokage", respondió Naruto, una lágrima solitaria deslizándose por su mejilla.

Mizuki se agachó a su altura, una sonrisa peculiar en su rostro. "Hay una manera, Naruto. Una forma de volverte fuerte, mucho más rápido que todos ellos, y aprobar de verdad."

Los ojos de Naruto se abrieron de par en par. "¿En serio?"

"Sí", dijo Mizuki, su voz volviéndose casi un susurro. "Hay un pergamino. Se llama el Pergamino de los Sellos Prohibidos. Contiene jutsus increíbles, jutsus que te harían invencible. Si puedes traerlo para mí esta noche, de la oficina del Hokage, te enseñaré uno de esos jutsus. Así, el Hokage te reconocerá como graduado."

El corazón de Naruto comenzó a latir con fuerza. ¿Un pergamino secreto? ¿Jutsus que nadie más conocía? Esta era su oportunidad, su única oportunidad de demostrarles a todos que estaban equivocados y obtener su protector de frente. La desesperación y el deseo de reconocimiento nublaron cualquier duda.

"¡Lo haré, Mizuki-sensei!", exclamó, una determinación ardiente naciendo en sus ojos. "¡Traeré ese pergamino!"

Mizuki se puso de pie, su sonrisa se ensanchó, pero había algo en ella, algo oscuro y calculador, que Naruto, en su ingenuidad, no pudo percibir. "Excelente, Naruto. Te veré esta noche, en el claro del bosque, con el pergamino. Y recuerda, no le digas a nadie."

Naruto asintió vigorosamente, su mente ya soñando con el poder y el respeto que obtendría. No sabía que estaba a punto de convertirse en un peón en un juego mucho más grande, y que su camino hacia la fuerza no sería el que Mizuki le había prometido, sino uno forjado en el fuego de la traición y la verdadera comprensión de quién era realmente.

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