Otros tres días pasaron volando para Naruto, marcados por el ritmo incansable de su nueva rutina. Cada amanecer, el sol lo encontraba ya corriendo por las calles vacías de Konoha, sus zancadas cada vez más firmes y largas. Las flexiones y abdominales eran ahora un desafío bienvenido, y los Jutsus de Transformación y Sustitución se volvían más fluidos y precisos con cada intento. En la biblioteca, sus clones seguían devorando pergaminos, volcando torrentes de conocimiento sobre estrategias ninja y los fundamentos del control de chakra directamente en su mente. Era un torbellino de crecimiento, un progreso que lo llenaba de una energía renovada, incluso ante la monotonía de las misiones de rango D con el Equipo Siete.
Las misiones seguían siendo las mismas: el odioso Gato Tora, perros perdidos que se escondían en los lugares más absurdos, y el desmalezado de jardines tan vastos que parecían desafiar toda lógica. Aunque Naruto ahora las afrontaba con más eficiencia gracias a sus clones, la frustración de sus compañeros era palpable. Sakura suspiraba con desilusión, y Sasuke, con su eterna impaciencia, se limitaba a apretar los dientes. Kakashi-sensei, ajeno a sus quejas, continuaba su ritual de llegar tarde y leer su libro, pero su ojo visible no perdía detalle de la creciente capacidad de Naruto.
En medio de esta rutina, los encuentros con Ino se convirtieron en pequeños oasis. Eran casuales, en el mercado, cerca de la florería de su familia o en alguna calle secundaria. Ella siempre tenía una sonrisa, una broma o una mirada curiosa que lo hacía sentir visto, de una manera que pocos en la aldea lo hacían.
"¿Ya atrapaste a todos los gatos de la aldea, Naruto?", le preguntó Ino una tarde, con una cesta llena de flores frescas. Su risa, como campanillas, hizo que el corazón de Naruto diera un pequeño brinco.
"Casi, casi. ¡Pero son más escurridizos de lo que crees!", respondió Naruto, rascándose la nuca, un ligero rubor asomando en sus mejillas. "Tú siempre te ves ocupada con las flores, ¿eh?"
Ino soltó una risita. "Es el negocio familiar. Y tú, parece que te estás volviendo un experto en jardinería, ¿o me equivoco? Te ves... diferente, más centrado." Sus ojos azules, agudos y perceptivos, lo escudriñaban.
Naruto se infló un poco de orgullo. "¡Me estoy esforzando! ¡No puedo ser Hokage si no soy el mejor!"
Ino le sonrió. "Eso me gusta escuchar. Sigue así, Naruto. La perseverancia es clave."
Esos pequeños momentos eran un bálsamo. Ino lo trataba con una mezcla de burla juguetona y un respeto incipiente que Naruto valoraba más de lo que admitiría. Se sentía menos solo en su camino.
---------------------------------------------------------
El tercer día de esa semana, Naruto se encontraba en el Campo de Entrenamiento #3, el mismo lugar donde había demostrado su valía en la prueba de los cascabeles. El sol estaba en su punto más alto, y el calor comenzaba a apretar, pero Naruto seguía enfrascado en su entrenamiento físico. El sudor le empapaba la ropa mientras realizaba una serie de flexiones con explosividad, luego se levantaba para practicar patadas y puñetazos, moviéndose con una agilidad que antes no poseía.
"¡Ooooh! ¡Qué llama más brillante veo arder en este joven ninja!", resonó de repente una voz profunda y entusiasta, con un eco dramático.
Naruto se detuvo, sorprendido, y se giró. Ante él, de pie sobre una de las ramas más altas de un árbol, había un hombre de cejas gruesas, un peinado estilo tazón inmaculado y un llamativo spandex verde brillante. Era Might Guy, el legendario shinobi de Konoha. Bajó del árbol con una floritura, aterrizando en una pose de "buen chico".
"¡Mi nombre es Might Guy! ¡Y el espíritu de la juventud arde con una pasión inigualable en este campo de entrenamiento hoy!", exclamó Guy-sensei, señalando a Naruto con un pulgar hacia arriba y una sonrisa cegadora. "¡He observado tu dedicación, joven! ¡Tu sudor es la lluvia que nutre el árbol de la fuerza, y tus gritos son el trueno de la determinación!"
Naruto parpadeó, un poco abrumado por la intensidad del recién llegado. "¿Eh? ¿Quién es usted?"
Guy soltó una carcajada vibrante. "¡Soy el ninja más fuerte de Konoha, y el rival eterno del mismísimo Kakashi Hatake! ¡Y veo en ti, Naruto Uzumaki, un espíritu inquebrantable que me recuerda a mis propios gloriosos días de juventud!" Se acercó a Naruto, su aura de energía contagiosa. "He visto cómo te esfuerzas, cómo tu chakra se expande, cómo tus músculos se endurecen. Pero, joven, ¡tu potencial es vasto como el océano, y apenas has rozado la superficie!"
Guy-sensei comenzó a caminar alrededor de Naruto, examinándolo con un ojo crítico pero benevolente. "Tu entrenamiento actual es bueno, ¡excelente para un genin! Pero si quieres alcanzar niveles de fuerza verdaderamente legendarios, si quieres que tu cuerpo sea un templo de poder, ¡necesitas llevarlo al siguiente nivel!"
De repente, Guy se arrodilló y golpeó el suelo con un puño cerrado. "¡Desde hoy, joven Naruto, tu entrenamiento físico será el epicentro de una explosión de juventud! Te daré una rutina más potente, una que pondrá a prueba tus límites y te forzará a superarlos. ¡Comenzaremos con el uso de pesas corporales!" Guy hizo una pausa dramática. "No te preocupes, ¡empezaremos con pesos ligeros, para que tus músculos se adapten gradualmente a la carga! ¡Pero cada día, cada semana, ese peso aumentará, y con él, tu fuerza y tu velocidad!"
Guy-sensei se puso de pie, su expresión seria, pero con un brillo de entusiasmo en sus ojos. "¡Pasaré por aquí cada ciertos días para ver tu progreso, para asegurarme de que el fuego de la juventud no se apague y de que estás realizando los ejercicios de la manera correcta! ¡Recuerda, la constancia es la clave, y la pasión el combustible!"
"¿Pesas... pesas en el cuerpo?", preguntó Naruto, los ojos muy abiertos. Nunca había considerado algo así.
"¡Exacto! ¡Mañana mismo, ve a la tienda de equipos ninja y compra algunas pesas para tobillos y muñecas!", instruyó Guy-sensei con un gesto enérgico. "¡Y ahora, joven, me despido! ¡Pero recuerda mis palabras! ¡El camino de la fuerza es un camino de dolor y gloria!" Con una última pose llamativa, Guy-sensei desapareció en una ráfaga de velocidad, dejando a Naruto solo y atónito en el campo de entrenamiento.
Naruto se quedó en silencio por un momento, asimilando lo que acababa de ocurrir. Guy-sensei... ¿pesas? Suena duro, muy duro. Pero la idea de volverse aún más fuerte, de llevar su cuerpo al "siguiente nivel", encendió una chispa en su interior. La fatiga de su entrenamiento diario no le parecía tan pesada ahora. Con una nueva determinación, comenzó a realizar sus ejercicios habituales, pero con una intensidad renovada, imaginando el peso extra en sus extremidades y el ardor en sus músculos.
---------------------------------------------------------
Mientras tanto, en lo alto de la Torre Hokage, el Tercer Hokage, el "Viejo Hokage", observaba la escena en su bola de cristal. Una sonrisa paternal se formó en sus labios, sus ojos brillando con orgullo.
"Ah, Naruto", murmuró el Hokage para sí mismo. "Ese chico... el espíritu del Cuarto Hokage vive en él. Se está esforzando tanto. Ya no es solo un cabeza hueca. Está madurando y creciendo a un ritmo sorprendente. Y Guy... parece que lo ha encontrado. Esto es bueno. Muy bueno."
El Hokage asintió, una pipa humeante en su mano. Sabía que el camino de Naruto sería difícil, pero cada paso, cada encuentro, lo estaba forjando en el ninja que Konoha necesitaría.
---------------------------------------------------------
Naruto continuó entrenando hasta que el sol comenzó a teñir el cielo de naranja y púrpura. Terminó su sesión, completamente agotado, el sudor escurriéndole por el rostro, pero con una sensación de logro y una promesa emocionante de fuerza futura. Cada músculo le dolía, pero una sonrisa se dibujó en sus labios. Mañana mismo iría por esas pesas.
Con paso lento pero firme, se dirigió a su pequeño apartamento. Al llegar, se metió en la ducha, dejando que el agua fría arrastrara el cansancio de su cuerpo. Después de una cena rápida de ramen instantáneo, se desplomó en su cama. El sueño lo venció casi al instante, su mente ya soñando con las pesas y los nuevos desafíos que lo esperaban. El camino de la fuerza apenas comenzaba, y Naruto Uzumaki estaba listo para cada paso.