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Chapter 33 - Capítulo 33: El Desafío del Merodeador

La creciente fama de Spider-Man, ese protector silencioso y metódico, atraía no solo a villanos tradicionales, sino también a un nuevo tipo de desafío: aquellos que buscaban medir su ingenio contra el suya. Entre ellos, un nombre comenzó a circular por los círculos criminales de alta tecnología: el Merodeador.

Peter se enteró del Merodeador por primera vez a través de su red de información. Robos de alta gama, inusualmente limpios, con sistemas de seguridad avanzados burlados sin dejar rastro. El Capitán Stacy, a quien Peter seguía alimentando con "pistas anónimas" a través de un buzón de sugerencias digital encriptado, estaba frustrado. No había huellas, ni testigos, solo un patrón de eficiencia escalofriante.

Peter reconoció el modus operandi. Este no era un simple ladrón; era un genio técnico, un estratega. Se estaba enfrentando a alguien que operaba en su misma liga, pero en el lado opuesto de la ley.

El Merodeador hizo su movimiento más audaz en un museo de arte, apuntando a una exposición de joyas invaluables. Peter estaba en el tejado adyacente, monitoreando. Su sentido arácnido vibraba, no por peligro inminente, sino por la complejidad de la situación.

El Merodeador apareció como una sombra, vestido con un traje de alta tecnología que parecía absorber la luz. Se movía con una agilidad sorprendente, utilizando guantes que le permitían escalar paredes y botas que lo impulsaban en saltos silenciosos. Entró al museo sin activar una sola alarma.

Peter se deslizó por una claraboya, aterrizando en una de las galerías. El museo estaba sumido en la oscuridad, las alarmas ópticas y de presión desactivadas. Sabía que el Merodeador estaría buscando la joya más valiosa, que estaba en una bóveda de seguridad.

"Impresionante trabajo," Peter dijo, su voz resonando en el silencio. "Casi tan bueno como el mío."

El Merodeador se detuvo, su postura tensa. "Spider-Man. Se rumoreaba que eras un fantasma. Parece que eres más que eso." Su voz era fría, calculada, con un ligero eco metálico. "No te interpongas en mi camino. Esto es un trabajo, no una cruzada."

"Para mí, es ambas cosas," replicó Peter. Disparó una telaraña hacia el Merodeador, pero este la esquivó con una velocidad sorprendente, impulsándose con sus botas hacia el techo.

La persecución comenzó, no una de fuerza bruta, sino de ingenio técnico. El Merodeador lanzaba pequeños explosivos que no dañaban, sino que creaban pulsos electromagnéticos, intentando desactivar los lanzarredes de Peter. Peter, por su parte, disparaba telarañas a los sistemas de ventilación y los rociadores, no para causar daños, sino para crear distracciones visuales y auditivas que el Merodeador no esperaba.

El Merodeador, en un movimiento inesperado, activó una serie de dispositivos que llenaron la galería de una densa niebla, limitando la visión. "Aquí no puedes seguirme, araña. Mis ojos lo ven todo."

Pero Peter no necesitaba ver. Su sentido arácnido le daba un mapa mental de la habitación, una percepción de la ubicación del Merodeador y de su equipo. Se movió a través de la niebla como un espectro, disparando una telaraña especializada que había desarrollado, una con propiedades de agarre que incluso el resbaladizo traje del Merodeador no podría eludir fácilmente. La telaraña se adhirió a una de sus botas, frenándolo por un instante.

"Tus trucos son buenos, Merodeador," dijo Peter, acercándose por la niebla. "Pero mis sentidos no se engañan tan fácilmente."

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