WebNovels

Chapter 37 - Capitulo 36

*SANTIAGO/PAPÁ DE SOFÍA*

Me recosté en mi silla, sintiendo la rigidez en mis hombros mientras observaba la puerta por la que Daniel se había ido. Ese chico…

No era lo que esperaba.

Poco después, mi asistente tocó la puerta y entró con una expresión algo incómoda.

"Señor, lamento si di una buena opinión de él cuando traje la información. No sabía que algo así estaba ocurriendo cuando lo investigaba."

Lo miré en silencio por unos segundos antes de suspirar y hacer un gesto para que se retirara. No tenía sentido culparlo. Los datos eran claros: Daniel era un hombre estable, con un historial limpio salvo por aquel incidente en la universidad. Si no fuera por esta absurda relación en la que estaba con mi hija, probablemente lo habría considerado un buen prospecto para ella.

Volteé hacia mi esposa, quien mantenía una expresión pensativa, sin la dureza de hace unos momentos.

"¿Qué piensas de todo esto?" pregunté, esperando que su respuesta reafirmara mi disgusto por la situación.

Pero su respuesta fue diferente a lo que imaginaba.

"No lo acepto" dijo sin titubeos. "Pero la verdad, me agradó el chico."

Fruncí el ceño.

"¿Después de todo lo que dijo? ¿Después de lo que ha hecho con Sofía?" 

Mi esposa suspiró, cruzando los brazos.

"Precisamente por eso. Con todo lo que dijo y la forma en que lo hizo… puedo entender por qué Sofía lo eligió. Y más aún, por qué aceptó compartirlo."

No podía creer lo que estaba oyendo.

"Eso no lo hace correcto."

"Nunca dije que lo fuera" replicó ella con calma. "Pero es la realidad. Y si esperas apartarlos… no será fácil."

Su mirada se oscureció un poco.

"No después de ver la forma en que la protege."

Permanecí en silencio. Tenía razón en eso. Daniel no solo defendía su relación, sino que lo hacía con una convicción inquebrantable.

Pero la pregunta real era otra.

"Solo falta saber cómo es que Sofía lo protegerá a él."

Porque si esto seguía adelante, iba a necesitarlo.

***

La espera me estaba matando. Estaba sentado en mi oficina, observando cómo el reloj avanzaba lentamente, marcando cada segundo mientras pensaba en lo que había ocurrido con ese chico, Daniel. No estaba contento con lo que había dicho, ni con lo que representaba. Sabía que Sofía tenía sus propios motivos, y que el chico había hablado con firmeza, pero... algo no me dejaba tranquilo.

La charla que se avecinaba no sería fácil. Sabía que no iba a ser un intercambio amable ni suave. Lo que me esperaba de Sofía, no lo sabía, pero sí tenía claro que sería una conversación dura. Después de todo, no era solo sobre el amor, la relación o los celos entre ellos, sino sobre el futuro. Qué pasará cuando uno de ellos decida dejarlo todo atrás. O peor aún, cuando todos se cansen.

Es un solo chico, y está compartido entre varias, pero ¿qué pasará cuando el amor ya no sea suficiente, cuando los celos se vuelvan insoportables, cuando las chicas se cansen de este juego?

Le había hablado a ese chico con dureza, pero ahora mi preocupación no era solo él. Lo que me inquietaba era cómo Sofía respondería. Porque no me importaba tanto lo que ellas pensaran, me importaba cómo ella defendería esa relación. No sé por qué, pero sentí que si las cosas se complicaban, lo que iba a sufrir más sería él, y eso me incomodaba. Él lo dijo en la conversación, que había reglas, que lo manejarían juntos, pero ¿realmente estaba preparado para lo que podía pasar? ¿Qué haría cuando las chicas empezaran a rendirse?

Claro, es un chico que no se deja intimidar. No puedo negar eso. Y sí, me pareció un hombre serio, confiable en su forma de hablar, de actuar. Lo demostró en nuestra reunión. Pero, al final del día, ¿qué pasará cuando las emociones cambien? Yo solo quería que Sofía viera todo eso desde una perspectiva más realista.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Ahí estaba ella, Sofía, entrando con paso firme, aunque no tan seguro como solía ser. Me la quedé mirando un instante. Tenía que hablar con ella, y tenía que ser claro. Iba a ser una conversación difícil, pero alguien tenía que hacerlo. Y si no era yo, ¿quién más?

La miré fijamente mientras entraba en mi oficina, una parte de mí preparándose para lo que venía. Ella se sentó frente a mí, y el silencio que se estableció entre nosotros era denso, como si el aire estuviera cargado de algo más. Sabía que esta conversación no sería fácil, pero tenía que serlo. No podía dejar que todo se desmoronara sin al menos intentar hacerla pensar con claridad.

Suspiré, el peso de las palabras me oprimía el pecho. No podía dejarlo pasar, tenía que preguntar, tenía que cuestionarlo todo.

"Sofía" comencé, mi voz grave, seria, "no es solo sobre el amor, ni sobre la relación entre ustedes. Tampoco es solo sobre los celos. Es más grande que eso. Tú... ¿tú has pensado en lo que pasará en el futuro? ¿Qué ocurrirá cuando uno de ellos decida dejarlo todo atrás? O peor aún, cuando todos se cansen de este juego que están jugando... Un solo chico, y varias chicas compartiéndolo. Eso no es fácil, y lo sabes. ¿Qué pasará cuando el amor ya no sea suficiente? ¿Qué sucederá cuando los celos se conviertan en algo insoportable? Y cuando todas se cansen, ¿Qué harán?"

Me incliné un poco hacia adelante, mi mirada fija en ella. El peso de la incertidumbre lo sentía cada vez más. No quería que fuera una charla de reproches, pero tampoco quería que pensara que todo esto era un cuento de hadas.

"¿Y sabes qué es lo peor de todo esto?" seguí, mi tono más pesado. "Si todo esto se viene abajo, si llega el día en que todo explote, ese chico, Daniel, va a quedar destrozado. Vas a perderlo a él y a las demás. Van a perderse unas a otras. Y me imagino lo que sentirá él, porque cuando estábamos hablando, defendió lo que tiene con ustedes, lo defendió con todo lo que tenía. Me hizo pensar que tal vez, solo tal vez, yo podría darle mi permiso, pensaba incluso en aceptarlo como si fuera yerno. Pero todo eso se fue al carajo cuando reveló esa ridícula relación, cuando me dijo que no solo estaba contigo, sino con tres más. Y ahí, me di cuenta de que no estaba solo luchando por ti, sino por una idea que ni siquiera puedo entender."

Solté un suspiro, mirándola con la esperanza de que entendiera el peso de lo que estaba diciendo. No solo le preocupaba ella, sino todo lo que venía con esa relación, con esas decisiones que estaban tomando, y con lo que podría pasar cuando todo colapsara.

"No sé qué pensar, Sofía. No sé cómo va a terminar todo esto, pero tengo que preguntar. Porque si todo se desmorona, ¿realmente puedes vivir con la culpa de lo que podría pasarle a todos, incluido él?"

Las palabras pesaban como piedras en el aire, y el silencio se estiró entre nosotros. La incomodidad era palpable, como una manta densa que no se podía quitar. La miré por un largo momento, tratando de ver más allá de sus ojos, de entender qué estaba pasando por su mente. Mi hija, la que siempre había sido tan pura y directa, ahora se encontraba atrapada en una situación que desbordaba todo lo que conocía. No solo a ella, sino a todos los involucrados.

"Piensa en lo que estás haciendo, Sofía." La voz me salió más suave, pero el dolor seguía ahí, marcando cada palabra. "Esto no es algo que solo afecte a ti. Este tipo de relaciones, este tipo de decisiones, tienen consecuencias. Tú no ves el daño que puede causar. No solo el daño a ti misma, sino a él... y a todas las chicas involucradas. Es tan fácil pensar que todo irá bien, que el amor es suficiente, pero no siempre lo es. El amor no te salva cuando los sentimientos cambian, cuando la frustración o la inseguridad se apoderan de todos."

Me quedé en silencio un momento, sintiendo el nudo que se me formaba en la garganta. La preocupación, la tristeza, la impotencia... todo se mezclaba en una bola de emociones que no sabía cómo procesar.

"Lo que me duele, lo que realmente me quema, es que no sé si estás viendo lo que esto puede causar en el futuro." Continué, mi tono más grave ahora. "Porque no se trata de que un día te canses. Se trata de que todos se van a cansar en algún momento. Las chicas, él, tú. No hay una solución mágica. Y, en el fondo, cuando todo termine, cuando ya no haya amor ni celos, cuando las heridas sean demasiado profundas... ¿Qué va a quedar? ¿Qué va a pasar con todos ustedes? Esos chicos que parecen tener todo bajo control, esos que se muestran firmes y fuertes, también se rompen. Y en su caso, el daño será mucho más grande. Cuando él se sienta como un tonto por haberlo intentado, cuando se dé cuenta de que las chicas ya no sienten lo mismo, ¿cómo lo va a afrontar? ¿Qué crees que hará cuando vea que el amor y las reglas no fueron suficientes?"

Me crucé de brazos, mi mente trabajando a mil por hora, y aunque trataba de esconderlo, un suspiro se escapó de mis labios. Sabía que era doloroso, pero tenía que decirlo.

"Él, Daniel... tiene mucho en juego. Si alguna de ustedes se cansa, si alguna de ustedes decide irse, él perdería a todas. Eso lo mataría, Sofía. Y créeme, no sé si está preparado para enfrentar esa pérdida. No sé si tú, o cualquiera de ustedes, podría sobrevivir a eso. Pero sí sé una cosa: cuando esas relaciones se desmoronen, cuando las chicas se vayan, él va a quedarse solo. Y va a perder no solo su amor, sino todo lo que construyó en su cabeza. No sé si eso lo destruye a él, pero definitivamente va a ser algo que nunca podrá borrar de su vida."

Ahora era su turno. Miré a Sofía, esperando que dijera algo. Yo solo podía hablar de lo que sentía, pero tenía que entender su perspectiva también. Aunque no entendiera del todo sus decisiones, tenía que saber cómo lo veía ella, cómo lo sentía.

"Dime, Sofía. ¿De verdad has pensado en todo esto? ¿En lo que podría pasar si todo se cae? ¿Realmente puedes vivir con esa incertidumbre, con esa posibilidad de perderlo todo, incluso a ti misma?"

****

*SOFÍA*

El peso de sus palabras era tan abrumador que sentí como si toda la habitación se estuviera cerrando sobre mí. Mis manos temblaban, no de miedo, sino de la tensión que me recorría por dentro. No quería decir nada. Quería callar, huir, pero algo dentro de mí me decía que tenía que ser honesta, aunque las palabras me costaran más que nunca. Miré a mi papá, sus ojos llenos de esa preocupación que siempre había estado presente, y sentí una especie de nudo en el pecho.

"No… no es tan fácil como parece, papá," comencé, mi voz más baja de lo que pretendía. "Sé que lo que estamos haciendo es complicado, sé que no es algo que muchos entenderían. Pero también sé lo que siento. Yo… no quiero que me veas como una niña tonta, que se deja llevar por algo pasajero. Esto no es algo que simplemente 'se me ocurrió'. Es más que eso, mucho más que una relación, más que un juego, más que una aventura. Lo que tengo con Daniel… lo que compartimos… es real."

Me callé un momento, tomando aire, luchando contra el nudo que sentía en la garganta.

"Entiendo tus miedos, papá. Yo también tengo miedo. No sé qué va a pasar en el futuro, y sí, tal vez todos tengamos nuestros propios demonios que enfrentar. No sé si va a durar o si las cosas van a cambiar, pero lo que sí sé es que lo que tenemos ahora… es algo que quiero. Yo elegí estar aquí, elegí estar con él, con las chicas. Y no me arrepiento."

Miré al suelo por un segundo, reuniendo el valor necesario para seguir hablando. Sabía que mis palabras podrían romperlo. Sabía que las dudas que él tenía no desaparecerían con un simple "lo siento" o "lo entiendo". Pero tenía que ser sincera.

"Sé que suena arriesgado, y lo es. Pero papá, también sé que el amor no siempre sigue las reglas. No puedo prometerte que las cosas siempre serán perfectas, pero sí puedo prometerte que no es solo por él. No es solo por mí, tampoco. Es por lo que somos, todos juntos. Este es nuestro acuerdo, nuestra decisión. Y sí, también somos conscientes de lo que puede pasar. No somos ciegos. Sabemos que esto no será fácil. Que puede que en algún momento alguien se canse, que las cosas cambien. Pero también sé que, pase lo que pase, no voy a dejar de defender lo que tengo con él, con las chicas. No lo haré. No quiero perderlos."

Alzó la vista, mis ojos se encontraron con los de él, y aunque sentía que lo estaba perdiendo con cada palabra que decía, algo me decía que tenía que seguir. No quería que pensara que esto era una fase o un error.

"Sí, papá. Yo lo protegeré, lo que sea que pase. No importa lo que venga. Y si alguna de las chicas se cansa, si algo sale mal, estaré ahí para cuidarlo, como él está aquí para cuidarnos a todas. No sé cómo lo vamos a manejar todo, pero no quiero que pienses que esto es algo que tomamos a la ligera. Lo que él hace por mí, por todas nosotras, lo quiero, lo valoro, y lo defenderé con todo lo que tengo."

Hice una pausa, bajando la mirada, tratando de controlar mi respiración. Sentía el peso de lo que acababa de decir, pero también la necesidad de hablar, de explicar todo lo que sentía.

"Sé que no es lo que esperabas. Ni lo que quiero que tú esperes. Pero esto es lo que soy ahora. Esto es lo que elijo ser. Y no voy a arrepentirme de eso."

Mi papá se quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en mí, como si estuviera evaluando cada palabra que acababa de decir. El ambiente estaba cargado, y yo podía sentir la tensión en el aire. Sabía que me haría más preguntas, y no me sentía preparada para algunas de ellas, pero ya había comenzado a hablar, así que no había marcha atrás.

"¿Y qué pasa si alguna de las otras chicas decide irse?" preguntó, su voz grave y llena de dudas. "¿Qué harás entonces, Sofía? ¿Vas a quedarte con él, sabiendo que él no tiene a las otras? ¿Qué pasaría si las cosas se derrumban?"

No pude evitar pensar en la posibilidad, en esa realidad que él estaba tratando de ponerme en frente. ¿Qué pasaría si todo se derrumbaba? ¿Qué haríamos si las chicas, una por una, se cansaran o si uno de nosotros decidiera irse? Sentí un nudo en el estómago, pero también una extraña determinación.

"No lo sé," respondí honestamente. "Es algo que podría pasar. No te voy a mentir. Si alguna de nosotras decide irse, si algo cambia… no va a ser fácil. Pero quiero que sepas que no se trata solo de tenerlo a él. Si alguna de las chicas se va, yo... yo seguiré adelante, pero no lo haría sin dolor. No quiero que te imagines que soy tan superficial como para solo pensar en mí misma en esta situación. No me importa que se quede con las otras o que decidan separarse, lo que importa es cómo lo manejemos. Si él se queda solo, yo estaré ahí para él. Si alguna de las chicas se va, yo también tendré que lidiar con eso, como ellos lo harán. Lo importante es que estamos todos de acuerdo en lo que tenemos, pase lo que pase."

Mi papá asintió lentamente, como si estuviera procesando mis palabras, pero su siguiente pregunta fue aún más directa.

"¿Y qué pasa si te cansas tú, Sofía? Si llega un momento en el que ya no te sientes feliz con esta situación. ¿Qué harías entonces?"

No pude evitar un suspiro, ya imaginándome esa escena en el futuro. ¿Qué haría si me cansaba de todo esto? Era difícil de pensar, pero tenía que ser honesta.

"No lo sé, papá. Es una posibilidad. Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro. Pero en este momento, esto es lo que quiero. No lo haría por egoísmo, ni por ignorancia, ni porque me guste el caos. Lo hago porque me importa él, me importa lo que estamos construyendo, y me importan las chicas. Si algún día dejo de sentir lo mismo, si ya no quiero estar en esta relación, lo diré. Pero no quiero pensar en eso ahora. Prefiero pensar en lo que tenemos, en lo que estamos construyendo, y ver cómo podemos seguir adelante con esto, todos juntos."

Mi papá me miró fijamente, como si aún estuviera buscando algo más en mis palabras. Sentí una mezcla de tristeza y desafío en su mirada, pero también algo que parecía ser aceptación, aunque no total.

"¿Y si él se arrepiente, Sofía?" preguntó con calma, aunque su voz se llenó de una preocupación palpable. "¿Y si en algún momento se da cuenta de que esto no es lo que quiere? Tú no puedes controlar sus decisiones."

Ahí fue cuando supe que no podía seguir mirando al suelo. Miré sus ojos, y por primera vez en mucho tiempo, decidí no esconderme detrás de mis dudas.

"Lo que pase con él, también es su responsabilidad. No soy su dueña, papá. Ni él es el mío. Ambos tenemos el derecho de cambiar de opinión, de arrepentirnos, o de seguir adelante si lo deseamos. Pero mientras todo esto siga siendo lo que quiero, voy a estar aquí, con él, con las chicas. Y si en algún momento él decide que esto no es lo que quiere, lo acepto. Solo espero que, pase lo que pase, sea honesto. Porque si él se arrepiente, me lo dirá. No importa lo que pase, no me arrepiento de lo que soy, ni de lo que estamos viviendo."

Hubo un largo silencio. Mi papá se quedó observándome, como si estuviera buscando alguna grieta en mi determinación. Pero al final, su mirada se suavizó, aunque sus palabras seguían llenas de ese escepticismo que había tenido desde el principio.

"Te prometo que no quiero verte sufrir, Sofía," dijo, su tono menos severo, pero aún cargado de preocupación. "No quiero que te hagas daño. Si alguna vez esto se vuelve demasiado para ti, quiero que me lo digas. No importa lo que pienses de mi opinión, solo quiero verte feliz."

Sentí un pequeño alivio al escuchar sus palabras, pero sabía que el camino seguiría siendo difícil. No solo para él, sino para todos nosotros. Pero también sabía que lo único que podía hacer era seguir siendo fiel a mis sentimientos, a mi elección.

La tensión seguía flotando en el aire, y yo podía ver cómo mi papá seguía luchando con sus propios pensamientos. Sabía que la situación no era fácil para él, ni para mí, pero había algo que me carcomía por dentro. Algo que necesitaba saber. Algo que no podía evitar preguntarle, aunque sabía que la respuesta podría herirme.

"Papá," comencé, mi voz temblando un poco por la incertidumbre, "¿aceptas esto? ¿Aceptas lo que estoy haciendo? Porque, si soy honesta, no quiero seguir adelante sin saber realmente lo que piensas."

Mis palabras quedaron flotando en el aire, mientras él se recostaba en su silla, mirando al frente, pensativo. Su mirada estaba perdida en algún punto lejano, como si buscara una respuesta que no podía encontrar.

"¿Aceptar esto?" repitió con una pequeña sonrisa amarga. "No, Sofía, no lo acepto. Sigo sin aceptar que estés en esta relación, con él, con las otras chicas. Mi primer instinto es decirte que lo dejes, que busques algo más 'normal', algo menos... complicado."

El silencio pesaba entre nosotros, pero él siguió hablando, como si todo lo que había estado guardando finalmente saliera a la luz.

"Pero, ¿sabes qué?" dijo, su tono cambiando ligeramente. "Algo dentro de mí me dice que no puedo impedirlo. Algo me dice que debo dejarte hacer esto, que debes ver por ti misma lo que el futuro tiene preparado. No es que quiera ser cruel, Sofía, pero… este tipo de relaciones no son sencillas. Las cosas pueden volverse feas, las expectativas pueden ser demasiado altas. Y créeme, no quiero verte sufrir. Pero, a veces, las experiencias nos enseñan de la manera más difícil."

Mis ojos se entrecerraron, y aunque sentí una punzada en el pecho por sus palabras, algo de lo que decía tenía sentido. Era un padre preocupado, sí, pero también alguien que sabía que las lecciones de la vida no siempre eran suaves. Quería protegerme, pero también comprendía que algunas lecciones solo podían ser aprendidas por uno mismo.

"¿Entonces, por qué?" pregunté, confusa. "¿Por qué no me detienes si tan seguro estás de que esto no es lo correcto? Si sabes que esto no va a acabar bien… ¿Por qué no me dices que lo deje?"

Él suspiró, cruzando los brazos sobre su pecho mientras me miraba fijamente.

"Porque, aunque no lo quiera aceptar, Sofía… algo en mí me dice que lo hagas. Algo en mí me dice que no te detenga. Ese chico, Daniel, me ha demostrado más de lo que esperaba. Tiene algo que me hace preocuparme por él, aunque no lo quiera admitir. Mostró una fuerza que no imaginaba, una autoridad que, incluso a mí, me impresionó. Cuando hablaba con él, cuando lo vi enfrentarse a todo lo que yo le lancé, me di cuenta de que no es un niño. Él es un hombre, Sofía, un hombre con principios. Y aunque mi instinto sea gritarte que te alejes de él, hay algo dentro de mí que me dice que le des una oportunidad. Porque, aunque no lo quiera, me da la sensación de que va a ser importante en tu vida, y puede que en la nuestra también."

Mi corazón latió más rápido, y una extraña mezcla de emociones se apoderó de mí. Por un lado, sentía una ligera esperanza al escuchar a mi padre decir eso.

"Lo que me asusta es ver cómo un hombre tan fuerte, tan decidido, pueda quedar destrozado cuando todas se vayan. Es esa idea la que me atormenta. Ver cómo defiende lo que tiene, lo que cree, con tanta fuerza, y luego ver cómo se desmorona cuando todo se va al infierno. Él está dispuesto a darlo todo, pero nadie puede prever qué pasará cuando el amor no sea suficiente, cuando los celos lleguen a ser demasiado, o cuando, simplemente, alguien se canse. Ese es mi miedo. Y sé que es cruel, pero también es una verdad que nadie puede ignorar."

Mi papá terminó su frase, y un pesado silencio volvió a llenar la habitación. Sus palabras resonaban en mi mente mientras miraba al suelo, procesando todo lo que había dicho. Sabía que él se preocupaba por mí, pero también sabía que sus miedos eran reales. Nadie podría predecir el futuro, y aunque no podía ignorar lo que él decía, tenía que decidir por mí misma si estaba dispuesta a enfrentar lo que vendría.

Finalmente, levanté la mirada y lo miré a los ojos, con una determinación renovada.

"Lo que pase, lo enfrentaré," le dije, con una voz firme. "Sé que no es fácil, sé que las cosas pueden salir mal, pero tengo que vivir mi propia vida, papá. Si él se cae, yo lo levantaré. Si las chicas se van, yo seguiré adelante. Porque esto es lo que he elegido. Y no lo voy a dejar atrás, no ahora. No cuando estoy convencida de que esto es lo que quiero."

Mi papá se quedó en silencio, pero en sus ojos vi una mezcla de resignación y aceptación. Al final, sabía que no podía hacer mucho más que apoyarme, aunque sus miedos seguían ahí, al igual que los míos. Pero al menos, por ahora, podía seguir adelante con lo que había elegido.

"Papá," comencé de nuevo, con una voz que aún temblaba ligeramente, "Sé que tienes miedo. Y yo también. No te voy a mentir. Lo que estamos haciendo no es fácil, y aunque lo siento con todo mi ser, tengo dudas… muchas dudas." Respiré hondo, mirando al frente, buscando las palabras adecuadas.

"A veces me pregunto, ¿realmente podemos sostener algo tan grande? ¿Un amor tan grande, entre tantas personas? Y si alguna de nosotras se siente cansada, ¿qué pasa con el resto? Porque no creo que todos podamos resistir los mismos sacrificios por mucho tiempo. Hay tantas emociones involucradas. Demasiadas."

Mi padre asintió lentamente, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y comprensión. "Lo sé, hija. Yo también me pregunto todo eso. No hay garantías en esto. No puedes prometer que todos se quedarán, ni que los celos no afecten las relaciones, ni que no llegue el momento en que todo se rompa. Todos esos sacrificios que mencionas, lo peor es que los sentimientos no siempre son suficientes para sostener algo tan complicado como lo que estás viviendo. Y no te voy a mentir, sé que todos los involucrados sufrirán en algún punto. Si no por los celos, por las dudas, o por la sensación de no ser suficiente."

Lo miré fijamente, sus palabras calando hondo en mí. El miedo de perderlos a todos, el temor de que todo lo que estábamos construyendo pudiera venirse abajo, me atravesó como una flecha. Pero también había algo dentro de mí que me impulsaba a seguir, a no dejar que ese miedo controlara todo.

Miré a mi papá a los ojos, el hombre que siempre había estado allí, protegiéndome, apoyándome, guiándome, y vi su lucha interna, tan similar a la mía.

"Yo también te veo, papá," le respondí con suavidad. "Tienes miedo de lo que puede pasar. De que este amor que tanto parece valioso se rompa en pedazos. Y yo tengo miedo de que ese chico, ese Daniel, se quede completamente solo, destrozado. Pero más que eso, tengo miedo de que ninguno de nosotros sea capaz de manejar lo que se viene. Porque, lo sé, las chicas y yo somos fuertes, pero a veces las relaciones necesitan más que solo esa fortaleza. Necesitan compromiso. Necesitan estabilidad. Y no sé si tenemos eso… al menos, no para siempre."

Él me miró en silencio por un momento, como si estuviera contemplando la magnitud de todo lo que acababa de decir. Finalmente, respiró profundamente y se reclinó en su silla.

"Entonces, Sofía," dijo, su voz más baja, más grave, como si estuviera hablando consigo mismo. "Lo que tienes que decidir ahora es si estás dispuesta a tomar el riesgo, a vivir con todos esos miedos, esas dudas, y ver si el amor realmente puede mantenerlo todo unido. Porque eso es lo que has hecho, ¿no? Has decidido tomar ese riesgo. Pero, ¿qué pasa si te encuentras con que todo esto que parece tan perfecto en este momento se desmorona con el tiempo? ¿Qué pasará cuando te des cuenta de que ya no puedes sostenerlo? No solo por ti misma, sino por todos los demás."

Su pregunta me perforó el alma. Porque no podía responder con certeza. No podía asegurar que todo iría bien, ni que, en algún punto, no me haría daño. Pero aún así, sentía que necesitaba intentarlo, aunque el miedo seguía siendo una sombra constante en mi mente.

"No lo sé, papá. No sé qué va a pasar, ni lo que me espera. Pero si no lo intento, si no lo hago, si me echo atrás ahora…" me detuve, dejando que el aire pesado de la sala hablara por mí. "No podría perdonarme a mí misma. Necesito seguir adelante con esto. No porque sea fácil, sino porque, en algún lugar, siento que esto es lo que tengo que hacer. Y no voy a huir de ello, aunque sepa que puede destruirme. A veces, el miedo es solo un recordatorio de lo importante que es algo."

Mi padre se quedó en silencio, pensativo, sus ojos observando mi rostro con intensidad. Por un momento, sentí que, a pesar de todo, algo en él se relajaba. Tal vez comprendía lo que me impulsaba, aunque no pudiera aceptarlo completamente. Sabía que no estaba tomando esta decisión a la ligera. Sabía que, aunque me amaba, tenía que permitirme enfrentar mis propios miedos, mis propias lecciones.

Finalmente, después de un largo silencio, habló con un tono que me sorprendió.

"Entonces, Sofía," dijo con seriedad, "aceptas lo que venga, con todos los miedos que tienes, con todas las dudas que compartimos. Aceptas vivir con ello. Si estás dispuesta a enfrentarlo todo, entonces te respeto por tomar esa decisión. No es fácil. Y no te prometo que todo sea feliz. No te prometo que todo se mantendrá intacto. Pero sé que no puedes evitarlo, como tampoco puedo. Al final, sólo tú puedes decidir si esto es lo que quieres."

Lo miré, asintiendo, reconociendo la fuerza de sus palabras. "Sí, papá. Lo acepto. Estoy dispuesta a enfrentarlo."

"Entonces," dijo mi padre, su voz grave y decidida, "déjame conocerlo. Déjame ver qué es eso lo que te llevó a elegir ese camino, porque él, y solo por él, estás llegando a estos extremos."

Me quedé en silencio por un momento, sin saber exactamente qué responder. Sabía que mi padre quería verlo por sí mismo, conocerlo de verdad, no solo a través de lo que le había contado. La idea de que él lo conociera me aterraba un poco, pero también sabía que no podía seguir escondiéndome detrás de palabras vacías. Mi decisión estaba hecha, y si eso significaba enfrentarme a las preguntas y dudas de mi padre, entonces debía hacerlo.

"Está bien," dije finalmente, con la voz un poco más baja de lo que hubiese querido, pero sincera. "Si quieres conocerlo, lo haré. Pero quiero que entiendas algo, papá. No es solo lo que ves en él, no es solo lo que podría parecerte desde fuera. Daniel tiene una fuerza que no ves al principio, algo en su interior que lo hace diferente a los demás. No es perfecto, no lo voy a defender de todo, pero él ha sido más honesto conmigo que muchas personas en mi vida. Y a pesar de todo, me ha dado algo que nunca pensé que encontraría. Me dio seguridad, me dio espacio para ser yo misma. Y eso, papá, es lo que me ha hecho llegar a este punto."

Mi padre me miró fijamente, como si evaluara cada palabra que acababa de decir. Era como si tratara de captar algo más profundo, algo que no estaba a simple vista. Finalmente, asintió lentamente, con un gesto que parecía más resignado que conforme.

"Está bien," dijo. "Si de verdad crees que eso es lo que necesitas, lo aceptaré. No lo haré por ti, Sofía. Lo haré porque, al final, es tu vida, y no puedo seguir pretendiendo que sé lo que es mejor para ti. Pero quiero conocerlo, entender por qué alguien como él te ha hecho tomar esa decisión, por qué estás dispuesta a seguir este camino. Quiero ver por mí mismo si de verdad vale la pena."

Mi corazón dio un vuelco al escuchar sus palabras. Sabía que esto no era fácil para él. Él nunca había imaginado que su hija, la que había cuidado y protegido toda su vida, terminaría eligiendo algo tan complejo, algo que desafiaba todo lo que él creía conocer sobre el amor y las relaciones.

Tomé una respiración profunda, reuniendo todo el valor que me quedaba. "Lo entiendo, papá. Pero, por favor, cuando lo conozcas, no lo hagas solo para juzgarlo. Quiero que veas quién es, sin prejuicios. Solo entonces, podrás entender por qué yo tomé esta decisión."

Él se quedó en silencio por un momento, pero finalmente asintió de nuevo. "Lo haré. No prometo que te va a gustar, Sofía, pero lo haré. Quiero entenderlo, porque si realmente va a formar parte de tu vida, entonces necesito ver de qué se trata todo esto."

Era un paso. Un paso hacia lo desconocido, hacia un futuro incierto. Sabía que enfrentarme a esto con él, en sus propios términos, no iba a ser fácil. Pero al menos, ahora, él estaba dispuesto a escucharme, a verlo desde mi perspectiva. Y eso, de alguna forma, era todo lo que podía pedir.

More Chapters