WebNovels

Chapter 43 - Capitulo 42: ultimátum

*DANIEL*

El coche se detuvo frente a la casa de los padres de Sofía, y sentí que el aire parecía más denso de lo que ya era. La situación era todo menos fácil, y ahora teníamos que enfrentar a sus padres, quienes estaban esperando por nosotros con una mezcla de nerviosismo y, quizás, preocupación. No sabía qué esperar, pero, al menos, podía hacer algo que me diera una pequeña sensación de control: mantener mi mano entrelazada con la de Sofía.

Al abrir la puerta, Sofía dio un paso hacia fuera, pero se detuvo brevemente antes de seguirme hacia la entrada. Noté cómo sus manos temblaban ligeramente, y aunque intentaba ocultarlo, su rostro reflejaba una tensió. Mi corazón también latía con fuerza. No solo estábamos a punto de enfrentar lo que venía, sino que también teníamos que contarles algo que cambiaría todo.

Nos dirigimos hacia una de las salas de estar, donde los padres de Sofía ya nos estaban esperando. Al vernos entrar, ambos se levantaron de inmediato. Su expresión era de expectativa, aunque era difícil leer sus rostros, sabiendo que debían estar tan llenos de dudas como nosotros.

"Sofía, hija" dijo su padre, abriéndose para acercarse, pero ella dio un paso atrás, rápidamente refugiándose detrás de mí.

Me volví hacia ella, sintiendo su inseguridad, pero entendiendo por qué había reaccionado de esa manera. Sus padres eran su todo, y ahora, al verlos tan cerca, el peso de la noticia la estaba haciendo dudar, porque, al igual que nosotros, ellos no estaban listos para lo que venía.

Con un suspiro y una ligera presión sobre su mano, me volví hacia sus padres. Ellos ya estaban esperando respuestas. Sin darles tiempo para preguntar, intenté aliviar la tensión de inmediato.

"Por favor, tomen asiento. Esto es importante" dije, con voz firme, pero también reconociendo que era una situación que necesitaba calma para ser tratada adecuadamente.

Sofía apenas se asomó detrás de mí, pero me di cuenta de que sentía una mezcla de miedo y vulnerabilidad. No podía culparla; los próximos minutos serían cruciales, y no solo para nosotros, sino también para sus padres.

Nos sentamos juntos, y pude ver cómo el rostro de los padres de Sofía reflejaba un sinfín de emociones. Ambos parecían esperar a que habláramos, ansiosos, confundidos, quizás aterrados por lo que podría venir. Mientras los miraba, no pude evitar preguntarme cuánto cambiaría todo después de esta conversación. Sabía que no sería fácil, pero lo que más quería era que todo, al final, estuviera bien.

"Hace poco, Sofía y yo..." empecé a decir, pero me detuve al ver cómo su madre fruncía el ceño, como si quisiera saber más antes de que continuara. Pude ver la ansiedad reflejada en su mirada.

"¿Qué pasa, muchacho?" su padre preguntó, cortando el aire tenso entre nosotros.

Era evidente que esperaban respuestas. Miré a Sofía por un momento, y entonces, dejé escapar un suspiro largo, como si con ello fuera a liberar todo el peso de las palabras que nos costaban decir.

"Sofía está embarazada" dije finalmente, cada palabra sintiéndose más pesada que la anterior. No podía mirarles directamente, así que fijé mi mirada en el suelo por un momento antes de buscar sus ojos. La noticia ya estaba lanzada al aire, y aunque sabía que era solo el primer paso, la magnitud de lo que acabábamos de decir comenzaba a hacerme sentir la urgencia de lo que venía.

Hubo un largo silencio.

El aire en la sala se volvió espeso, casi irrespirable, mientras las palabras de Sofía colisionaban con los pensamientos que nos rondaban a todos. Había llegado el momento, y todo lo que había esperado para este instante parecía diluirse en la tensión del silencio que siguió a nuestra revelación.

La madre de Sofía, visiblemente sorprendida, apenas logró tomar aire antes de hacer su pregunta, la misma que todos en la habitación, incluido yo, estábamos esperando:

"¿Cuánto tiempo tiene?"

Sofía, sin dejar de aferrarse a mi mano, respondió con voz temblorosa.

"El médico me dijo que un aproximado de cinco semanas…"

El rostro de su madre pasó de la sorpresa a una incredulidad evidente. Sus ojos se abrieron un poco más, y pude ver cómo sus pensamientos corrían a toda velocidad.

"¿Cinco semanas?" repitió, sin poder ocultar su asombro. Fue entonces cuando todo pareció hacer clic en su cabeza. Se quedó en silencio unos segundos, su mirada se nubló, y sus labios temblaron. "Pero eso significa que… esto ocurrió antes de que comenzaras a salir con él y las otras chicas."

Sofía se quedó inmóvil, con el rostro tenso. Yo sabía que esta pregunta estaba a punto de destapar algo más grande de lo que pensábamos, y, en efecto, la siguiente frase de su madre fue lo que lo dejó claro.

"Esto no solo acaba de empezar, sino que lo hiciste antes de siquiera formar esa estúpida relación con otras mujeres… ¿no es así?"

Las palabras de su madre fueron como un golpe directo. Sofía se quedó un momento callada, mirando al suelo, como si intentara encontrar las palabras para defender lo que sucedió, y finalmente, levantó la vista, fijando sus ojos en los de su madre, pero también en mí, como si buscara fortaleza en mí antes de hablar.

"Sí, esa noche pasó debido al alcohol y a todo lo que ocurrió…" comenzó a decir, la voz cargada de sentimientos encontrados. "Todo comenzó por esa noche, por este momento…" se tocó el vientre con suavidad, como si, en ese pequeño gesto, pudiera encontrar consuelo. Y lo hizo, porque sus palabras salieron con una claridad renovada. "Y por este bebé, haremos más fuerte lo que tenemos."

El silencio invadió la sala una vez más, pero esta vez, algo cambió. Sus palabras, aunque llenas de incertidumbre, también estaban llenas de determinación. Sofía no había retrocedido, ni se había escondido. No solo estaba defendiendo lo que era importante para ella, sino también el futuro que compartíamos. El bebé, esa pequeña vida que crecía en su interior, sería el vínculo entre nosotros, algo más profundo que cualquier conflicto.

El padre de Sofía no dejó que el silencio durara mucho. Su mirada, llena de una mezcla de preocupación y resignación, se posó sobre nosotros, y en su tono de voz había algo que no pude ignorar, algo que no solo mostraba su frustración, sino también su desesperación por entender todo lo que estaba sucediendo.

"Te lo advertí, Sofía..." dijo, con un tono grave que caló hasta los huesos. "Cuando esas mujeres se enteren de este embarazo, todo comenzará a salir mal. Todo lo que me preocupaba, todo lo que temí, se hará realidad de un día para otro."

Me quedé en silencio, sintiendo el peso de sus palabras. No podía negar que había una verdad dolorosa en lo que decía. Ya estábamos en una situación complicada. Sofía, las chicas, yo, todos estábamos a punto de enfrentarnos a algo mucho más grande, y el embarazo solo complicaba aún más todo.

Sofía, al escuchar a su padre, apretó aún más mi mano. Podía ver la tensión en su rostro, el miedo que había estado ocultando hasta ese momento. Aún no sabía cómo manejar todo esto, cómo enfrentar la avalancha de emociones y situaciones que se venían. Ella nunca quiso que esto fuera así, y ahora, el simple hecho de estar esperando un bebé la ponía en el centro de algo que ni ella ni yo sabíamos cómo gestionar.

El padre de Sofía no pareció querer suavizar sus palabras, y continuó con una voz tensa, casi asfixiada por la frustración.

"¿De verdad crees que esto es lo que esperabas?" preguntó, dirigiéndose directamente a Sofía. Su tono, aunque firme, también mostraba un dejo de dolor. "Lo que parecía una relación complicada, ahora es una maldita bomba de tiempo. Tienes que ser consciente de lo que esto significa, de las repercusiones que tendrá para todos."

El aire en la sala se volvió aún más denso, como si el miedo de todos se hubiera instalado en el espacio. La mirada del padre de Sofía estaba fija, pero no era de enojo. Era de preocupación pura, de un hombre que veía que las cosas no salían como había planeado, ni para él, ni para su hija.

Sofía, a pesar de todo, no retrocedió. Sabía lo que estaba en juego. Sabía que las consecuencias de su embarazo cambiarían la dinámica de todo, y no solo por lo que significaba para nuestra relación con las chicas, sino por todo lo que tendríamos que enfrentar con nuestras familias.

"Lo sé, papá..." dijo, entre sollozos, pero con una firmeza que me sorprendió. "Sé que no será fácil. Sé que todo se complicará aún más. Pero no puedo arrepentirme de lo que siento, ni de este bebé. Y no quiero que te enojes, pero te pido que confíes en que encontraremos una forma de hacer esto funcionar."

Sofía se giró hacia mí en ese momento, buscando algo en mi mirada, y lo vi. Era miedo, sí, pero también determinación. Podía ver cómo sus ojos brillaban con la esperanza de que, a pesar de todo, lo que estaba por venir no iba a destruirnos. Al contrario, iba a darnos una oportunidad para seguir luchando, por nosotros, por las chicas, y por lo que acabábamos de crear juntos.

Yo no sabía lo que el futuro nos deparaba, pero algo en mi interior me decía que no íbamos a rendirnos. Quizá lo que parecía un desastre ahora podría ser la oportunidad para fortalecer todo lo que habíamos comenzado.

"Lo vamos a hacer funcionar, Sofía," le susurré, casi para mí mismo, pero también para ella, para darle la confianza que necesitaba.

La incertidumbre seguía ahí, pero no estábamos solos. Y, a pesar de todo, ese bebé, nuestro bebé, era el primer paso hacia algo más grande.

La madre de Sofía suspiró, pasando una mano por su rostro antes de mirarla con una mezcla de preocupación y determinación.

"Regresa a casa por el momento, Sofía," dijo con voz firme, pero sin dureza. "Tu trabajo como diseñadora tendrá que pausarse un rato. No quiero que estés sola en tu casa mientras esperas al bebé, y mucho menos que te estreses más con todo esto."

Sofía negó de inmediato, con la mandíbula tensa y los ojos brillando con terquedad.

"Mamá, no," respondió con suavidad, pero con una convicción inquebrantable. "De verdad agradezco que quieran cuidar de mí, pero no voy a hacer eso. Seguiré trabajando y estaré en mi propia casa."

Su madre abrió la boca para protestar, pero antes de que pudiera decir algo más, intervine.

"Estará en mi casa," dije con seguridad, atrayendo todas las miradas hacia mí. "Ahí podrá seguir trabajando y, sobre todo, yo podré cuidarla."

El padre de Sofía soltó una risa baja y sarcástica, cruzándose de brazos mientras me miraba con escepticismo.

"¿Y cómo piensas hacer eso?" preguntó con incredulidad. "Sofía puede trabajar desde casa, pero tú tienes que salir todos los días para ir a trabajar. No puedes pasar mucho tiempo en casa cuidándola."

Lo miré sin titubear, ya tenía mi respuesta clara.

"Encontraré la manera de hacerlo," aseguré.

Las palabras salieron con una certeza que incluso me sorprendió a mí mismo. No tenía una solución inmediata en mente, pero lo resolvería. No iba a dejar que Sofía pasara por esto sola, y tampoco iba a permitir que se sintiera abandonada o desprotegida en un momento tan crucial.

La madre de Sofía suspiró con resignación, cruzando los brazos mientras asentía lentamente.

"Está bien," dijo finalmente, aunque su tono dejaba claro que aún no estaba del todo convencida. "Pero habrán días en los que quiero que regreses aquí, Sofía. Cuando Daniel no pueda estar en casa, vendrás para que yo te cuide. No voy a dejar que estés sola en esto."

Sofía asintió, comprendiendo que esa era la mejor forma en la que su madre podía demostrar su apoyo.

"De acuerdo, mamá."

Yo también asentí. "Me parece justo."

Mi prioridad era que Sofía estuviera bien, y si eso significaba que pasara algunos días aquí, no iba a oponerme.

"Ahora deben regresar a su casa," dijo su madre, acomodándose el suéter con gesto tenso. "Necesitan hablar con esas otras mujeres sobre esto."

El padre de Sofía soltó un resoplido bajo y luego me miró fijamente.

"Resuelve ese asunto con las otras mujeres lo más rápido que puedas," advirtió con voz grave. "O de lo contrario, simplemente nos llevaremos a Sofía."

Apreté los dientes, pero no dije nada. Sabía que no estaba bromeando. En su mente, yo era la peor opción para su hija y solo estaba esperando la primera señal de inestabilidad en nuestra relación para sacarla de mi vida.

Pero eso no iba a suceder.

Tomé la mano de Sofía con firmeza y la ayudé a levantarse del sofá.

"Nos iremos ahora," dije, sin apartar la mirada de él. "Y resolveremos esto."

Porque no había otra opción.

Mientras salíamos de la casa, con el frío de la tarde envolviéndonos, Sofía apretó un poco mi mano y murmuró:

"Las chicas lo entenderán."

Asentí, pero no pude evitar suspirar.

"Sí, lo entenderán," admití. "Pero entenderlo no significa que no se sentirán mal, que no se enojen o que no se sientan felices al mismo tiempo. No sé cómo reaccionarán, pero esto cambia muchas cosas."

Sofía bajó la mirada por un momento antes de soltar una leve risa irónica.

"Ahora tu familia no puede ser la última familia a la que debas enfrentarte como habíamos planeado," dijo, sacudiendo un poco la cabeza. "Con el bebé en camino, no solo debes hablarles del embarazo, sino también de nuestra relación, de nosotras cuatro y de todo lo que implica."

Solté un resoplido y miré hacia el cielo.

"Al final, nada sale como uno espera que ocurran las cosas," dije con una leve sonrisa. "Pero hasta ahora, lo inesperado siempre sale mejor que lo planeado."

Sofía me miró, primero con sorpresa y luego con un pequeño brillo en los ojos.

"No sé si eres demasiado optimista o simplemente estás resignado a que el caos sea parte de nuestra vida."

"Un poco de ambos," respondí, ayudándola a subir al auto antes de rodearlo y tomar mi lugar en el asiento del conductor.

Era hora de enfrentar lo que venía.

More Chapters