El éxito de "Web-Runner" trajo consigo una nueva sensación de estabilidad para Peter. Ya no tenía que preocuparse tanto por cada factura, y la tía May estaba exultante, aunque seguía pensando que Peter era un "genio misterioso" con los ordenadores. La seguridad financiera le permitió concentrarse más en su doble vida, una que se estaba volviendo cada vez más compleja.
El comunicador cifrado de Tony se activó una tarde, su tono autoritario y urgente.
"Araña, tenemos un nuevo jugador en el campo, y no es amistoso. Se están reportando interferencias en las comunicaciones de alta frecuencia en el área del puerto. Esto no es solo robar chips. Esto es sabotaje."
Peter se puso su traje de Spider-Man. "Entendido, señor Stark. ¿Qué busca exactamente?"
"Algún tipo de dispositivo de pulso electromagnético, pero de una escala mucho mayor. Algo que pueda cegar sistemas de radar, comunicaciones de emergencia... Pura anarquía tecnológica. Quiero que localices la fuente y, si es posible, asegures el dispositivo. Pero con precaución. Esta vez, las reglas han cambiado. Si es el tipo que creo que es, no es un aficionado."
La misión llevó a Peter al corazón de los muelles de Brooklyn, un laberinto de contenedores de carga y viejos almacenes. El aire vibraba con una extraña estática, el zumbido de la interferencia era casi audible para sus sentidos agudizados. Su sentido arácnido estaba en alerta máxima, no solo por el peligro, sino por la extraña resonancia de la tecnología.
Se movía sigilosamente entre los contenedores, esquivando las luces de los camiones de carga y los escasos guardias. La fuente de la interferencia lo llevó a un almacén de apariencia normal. Dentro, el zumbido se intensificó.
Al asomarse por una ventana alta, vio una operación a gran escala. Docenas de hombres trabajando, no con la tosquedad del Buitre, sino con una eficiencia casi militar. Y en el centro del almacén, un enorme generador, emitiendo una luz azulada y pulsante.
"Señor Stark, he encontrado la fuente," susurró Peter al comunicador. "Es un generador de PEM masivo. Y la operación es... muy profesional. Hay mucha gente, y están muy bien equipados."
"Lo veo, Araña. Las interferencias han escalado. Esto es lo que esperaba," la voz de Tony sonó con un matiz sombrío. "Parece que Obadiah Stane está haciendo algunos movimientos turbios. Necesito ese generador. Desactívalo. Y si ves a Stane, no te acerques. Es mi responsabilidad."
Peter se quedó paralizado. Obadiah Stane. El segundo villano de Iron Man que recordaba. El hombre que se convertiría en Iron Monger. Este era un nivel completamente diferente de peligro.
"¿Stane? Señor Stark, esto es demasiado grande para mí solo," dijo Peter, la preocupación evidente en su voz.
"Lo sé, chico. Pero eres el único lo suficientemente rápido y silencioso como para meterte ahí sin una armadura de dos metros," respondió Tony. "Estoy de camino, pero necesito que lo desactives o al menos lo retrases. No lo subestimes. Es inteligente, y ahora, desesperado."
Peter tragó saliva. La presión era inmensa. No era solo un robo. Era una operación corporativa ilegal que podría desestabilizar la ciudad. Se preparó. Desactivar un generador de PEM tan grande no sería fácil. Necesitaría un plan.
Se lanzó al almacén, sus telarañas volando, silenciando guardias y pegándolos a las paredes antes de que pudieran reaccionar. Se movía entre los equipos y el personal, un fantasma en rojo y azul. Su sentido arácnido lo guiaba a los puntos débiles del generador, los paneles de control, los circuitos de energía.
Mientras trabajaba furiosamente, desarmando cables y redirigiendo la energía, el suelo tembló. Una figura enorme y metálica entró por la entrada principal, rompiendo los muros a su paso. Era una armadura tosca, mucho más grande y menos elegante que la de Iron Man, pero innegablemente poderosa.
Iron Monger. O al menos, su prototipo inicial. Obadiah Stane.
"¡Estúpido Stark!", rugió la voz modulada de Stane desde el interior de la armadura, resonando por todo el almacén. "¡Crees que puedes detenerme con tu juguete de chico rico!"
Stane comenzó a destruir el almacén en un ataque de furia. Peter, oculto detrás de unas cajas, se dio cuenta de que no solo tenía que desactivar el generador, sino también sobrevivir a un Iron Monger enfurecido hasta que Tony llegara.
"Señor Stark," susurró Peter al comunicador, su voz tensa. "El Iron Monger está aquí. Y no es tan amigable como el original."
"¿Ya lo construyó? ¡Maldición!", gruñó Tony. "Aguanta, Araña. Estoy cerca. ¡No te enfrentes a él solo!"
Pero para Peter, "aguantar" significaba mucho más que quedarse quieto. La ciudad dependía de él. Y si no podía detener a Stane, las consecuencias serían graves. Era hora de usar el ingenio, la velocidad y la agilidad de Spider-Man contra una fuerza bruta inmensa. El verdadero desafío de su "pasantía" acababa de comenzar.