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Chapter 17 - RUMORES

La mañana amaneció distinta en Velkan. A pesar del cielo despejado y el sol filtrándose entre los edificios, el ambiente era pesado. Calles silenciosas, personas murmurando al pasar, y miradas constantes se posaban en las casas de Moisés, David, Lilian y Sofía.

Cada paso que daban fuera de sus hogares era seguido con ojos curiosos o temerosos. La ciudad hablaba, y sus nombres estaban en boca de todos.

—Nos están mirando otra vez —dijo Lilian en voz baja, mientras cerraba la reja de su casa y se unía al grupo.

—Ya es costumbre —resopló Moisés con los hombros tensos—. Desde la pelea, todo el mundo actúa como si fuéramos los culpables.

—No los culpo —agregó David—. Nadie entiende nada, ni siquiera nosotros... y encima, Carlos ya no estara saliendo con nosotros .

—Lo extraño —murmuró Sofía, con una pequeña expresión de tristeza—. Pero tal vez es mejor así. Al menos él está a salvo. No deberíamos haberlo arrastrado a esto.

Moisés asintió, aunque se notaba que no estaba del todo de acuerdo.

—A veces pienso que debería haberme quedado también. Pero... después de lo que vimos, no puedo quedarme al margen. No después de ver lo que esas siluetas pueden hacer.

Moisés, David, Sofía y Lilian estaban reunidos en el patio de entrenamiento. Los movimientos que normalmente hacían con energía y precisión, hoy eran lentos, desganados.

Las miradas se cruzaban de vez en cuando, pero nadie decía mucho.

Sofía (deteniendo un golpe):

—Esto no sirve… No estoy concentrada.

David (suspira):

—¿Cómo podríamos estarlo? Vamos a ser interrogados en menos de una hora. Y la ciudad entera nos está vigilando…

Lilian (mirando el suelo):

—Extraño a Carlos. Siempre decía alguna tontería para levantarnos el ánimo.

Moisés:

—Sí, pero al menos está a salvo... lejos de todo esto.

Sofía:

—¿A salvo? ¿Realmente alguien lo está ahora?

El silencio volvió por unos segundos. Los cuatro sabían que el entrenamiento no estaba funcionando. Todos estaban inquietos, distraídos, y sobre todo, confundidos.

David:

—¿Y si Cresthaven no es lo que creemos? Esa silueta celeste… parecía protegernos, pero al mismo tiempo sabía demasiado. Y las otras, la roja, la morada, la anaranjada... ¿De qué lado están?

Lilian (pensativa):

—Quizá debamos ir a Cresthaven… descubrir lo que ellos realmente saben.

—La celeste, la morada, la roja y la anaranjada —recordó David—. No eran simples presencias. Eran... seres con poder real. Inteligencia. Propósitos.

—¿Y si Cresthaven sabe más de lo que dice? —preguntó Sofía—. ¿Y si esas siluetas están conectadas con ellos?

—Tal vez deberíamos ir —dijo Lilian, tras unos segundos de silencio—. A Cresthaven. Si nos siguen ocultando información, esto solo va a empeorar.

—¿Y si nos usan? —preguntó Moisés con seriedad—. ¿Y si terminamos como herramientas para una guerra que ni siquiera empezamos?

El grupo quedó en silencio. El viento soplaba suave entre los edificios, como si la ciudad también esperara una respuesta.

—Aún así, no podemos quedarnos quietos —concluyó David—. Si hay una verdad, hay que encontrarla. Sea donde sea.

Moisés:

—Lo haremos. Pero antes… tenemos que responder muchas preguntas.

Mientras tanto, en uno de los sectores más alejados de Velkan, Ryan terminaba su desayuno en silencio. Frente a él, el plato aún tibio parecía no ser suficiente para saciar el vacío que sentía.

Se levantó con firmeza, su mirada se posó en el horizonte.

En una zona rocosa y remota comenzó , Ryan lanzaba golpes que hacían temblar las piedras. Sus manos sangraban ligeramente, pero él no se detenía. Su respiración era fuerte y constante, su cuerpo cubierto de sudor y tierra.

Concentraba energía en sus manos, haciéndola estallar contra el suelo para probar sus límites. Su entrenamiento era brutal. Pero algo lo detuvo.

Una brisa helada le rozó la espalda. Se giró con rapidez, poniéndose en guardia.

A pocos metros de él, flotando en silencio, apareció la silueta celeste. Su forma vibraba como energía pura.

Silueta celeste (calmada):

—Tu fuerza sigue creciendo, Ryan… pero el poder sin claridad puede ser tu ruina.

Ryan (tenso):

—¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué apareces ahora?

Silueta celeste:

—Porque el equilibrio está cambiando. Y tú… tú podrías ser la chispa que lo altere todo.

Ryan

—¿Por qué me buscas?

No hay respuesta. Solo una pausa… y luego:

Ryan (sorprendido):

—¡¿Qué demonios…?!

Silueta celeste

—Aún no es momento.

Ryan

—¿Qué quieres de mí?

Silueta celeste

—Quiero que te enfoques en la verdad. Tus amigos quieren ayudarte, y así, juntos, podrán salvar Velkan.

Ryan

—Ellos me dejaron en casa cuando los necesité…

Silueta celeste

—Ese es el problema… no ponerse en el lugar del otro…Silueta celeste

—Una buena acción, vista desde un punto negativo... es lo que nos lleva a la traición.

Y se desvaneció dejando a Ryan solo

Ryan (pensando):

"No puedo quedarme atrás… Si quiero respuestas, si quiero protegerme , tengo que ser más fuerte. Mucho más fuerte."

Con los puños apretados y determinación en el pecho, Ryan se dirigió nuevamente al campo de entrenamiento. Esta vez, no buscaba solo mejorar. Buscaba poder. Poder real.

Mientras que...

En un lugar desconocido, el Dr. Fabián camina lentamente por un laboratorio subterráneo, iluminado apenas por luces rojizas que parpadean entre las paredes metálicas. Pantallas muestran datos crípticos, y un leve zumbido mecánico inunda el ambiente.

Frente a él, las tres siluetas —morada, anaranjada y roja— están por ir a descansar en estado de recuperación tras su último encuentro.

Dr. Fabián (con voz fría y calculadora):

—Cada enfrentamiento nos da más datos. Aún no están listos… pero están cerca.

—Velkan está dividida. Y pronto, no habrá vuelta atrás.

Sombra morada (asintiendo levemente):

—Bien, doctor… nos vamos a descansar.

Dr. Fabián:

—Sí, sus cámaras de recuperación ya están preparadas.

Las siluetas morada y roja se dirigen hacia sus respectivas cápsulas, entrando lentamente mientras las compuertas se cierran con un leve silbido hidráulico.

La silueta anaranjada se detiene justo antes de entrar.

Silueta anaranjada:

—Doctor Fabián… ¿cómo va el Proyecto Unión?

Dr. Fabián (con una sonrisa apenas perceptible):

—Gracias por preguntar. Todo está avanzando según lo planeado… ya casi está listo.

—Ahora descansa. Muy pronto, todos conocerán su verdadero propósito.

​​La silueta anaranjada asiente y entra en su cápsula. Las luces bajan de intensidad y el laboratorio queda en un inquietante silencio, con el zumbido constante de las máquinas como único testigo del próximo paso en la oscuridad.

Ya en la tarde

Sofía (deteniendo un golpe):

—Esto no sirve… No estoy concentrada.

David (suspira):

—¿Cómo podríamos estarlo? Vamos a ser interrogados en menos de una hora. Y la ciudad entera nos está vigilando…

Lilian (mirando el suelo):

—Extraño a Carlos. Siempre decía alguna tontería para levantarnos el ánimo.

Moisés:

—Sí, pero al menos está a salvo... lejos de todo esto.

Sofía:

—¿A salvo? ¿Realmente alguien lo está ahora?

El silencio volvió por unos segundos. Los cuatro sabían que el entrenamiento no estaba funcionando. Todos estaban inquietos, distraídos, y sobre todo, confundidos.

Moisés:

—Lo haremos. Pero antes… tenemos que responder muchas preguntas.

Por la tarde, Moisés, David, Sofía y Lilian se presentan ante los tres mayores en una sala cerrada, fría y con una iluminación tenue. El ambiente está cargado de tensión. Frente a ellos, los mayores de Redmire, Cresthaven y Velkan los observan con severidad.

Mayor de Redmire (con tono firme):

—¿Qué relación tienen con las siluetas?

Sofía (algo nerviosa, pero clara):

—No las conocemos directamente... solo nos han observado. Una incluso nos ayudó, eso es todo.

Mayor de Cresthaven (mirando detenidamente a Moisés):

—¿Saben si hay más como ustedes escondidos en Velkan?

Moisés (cruza los brazos, conteniendo su incomodidad):

—No lo sabemos... pero es probable. Ya no confiamos en lo que antes parecía seguro.

Mayor de Velkan (golpea suavemente la mesa):

—¿Tienen idea de lo que esas siluetas buscan?

David (responde con calma):

—Una de ellas mencionó algo sobre "proteger Velkan", pero también dijeron que las otras ciudades podrían tener intenciones ocultas.

Lilian (inquieta):

—¿Qué es el "Proyecto R"? ¿Por qué no se habla abiertamente de eso?

Los mayores se miran entre ellos, en silencio. El mayor de Redmire desvía la mirada, el de Cresthaven entrelaza las manos. Nadie responde.

Mayor de Cresthaven (cambiando de tema):

—¿Están conscientes del peligro que representan? La gente los mira como posibles culpables... ¿Creen que deberían continuar aquí?

Sofía (con un tono bajo pero firme):

—No queremos ser parte del caos. Pero tampoco huiremos si podemos hacer algo útil.

El ambiente se queda en un incómodo silencio por unos segundos. Afuera, en las calles, los habitantes comienzan a reunirse frente al edificio, con miradas desconfiadas, murmurando entre ellos. Las ventanas están ligeramente empañadas por el frío, pero se perciben claramente los rostros preocupados.

David (mirando a sus amigos):

—Carlos no está aquí… y quizás es lo mejor. Él no debería involucrarse más. Esto ya se nos está yendo de las manos.

Moisés (pensativo):

—¿Y si… deberíamos ir a Cresthaven? Quizás allá tengan respuestas… o las razones de por qué las siluetas nos siguen.

Lilian (mira al suelo, dudando):

—Pero si ellos están detrás de algo… tal vez sea peor.

Sofía (mirando a los mayores):

—Queremos saber la verdad. Pero no queremos ser usados. ¿Pueden al menos decirnos si las siluetas... son humanas?

​​Una pausa más larga. Los mayores no responden, pero la tensión en sus rostros lo dice todo.

Mientras dentro del edificio Moisés, David, Lilian y Sofía son interrogados, en los espesos y oscuros bosques de Velkan, Ryan se encuentra cara a cara con la silueta morada. Las ramas crujen bajo sus pies y la brisa parece detenerse.

Ryan:

—¿Quién te mandó?

Silueta morada (con voz grave y distorsionada):

—Solo te diré que fui despertado a última hora… Mi creador se dio cuenta de lo que vienes a hacer. Nunca traicionaría a quien me dio la vida.

Ryan (cerrando los puños):

—Entonces pelea.

Silueta morada (esbozando una sonrisa oscura):

—Con gusto… Te enseñaré el verdadero poder.

Ambos lanzan un grito de batalla. La tierra tiembla cuando chocan. Ryan, usando energía bruta, impacta con velocidad, pero la silueta morada se mueve con precisión y técnica.

Explosiones de energía iluminan el bosque. Rocas vuelan por los aires. Árboles son arrancados de raíz. Ryan lanza un ataque masivo de energía, pero la silueta morada lo esquiva y contraataca con una ráfaga púrpura que lo lanza contra una colina.

Silueta morada:

—Aún no estás listo para esto, pero vas por buen camino.

En ese momento, una brisa gélida atraviesa el campo. Aparece la silueta celeste, flotando en silencio.

Silueta celeste (mirando a la morada):

—Ya fue suficiente.

Silueta morada (con sorpresa):

—¿Qué haces aquí?

Silueta celeste:

—No estás autorizada para destruirlo… aún. Ven.

En un abrir y cerrar de ojos, la silueta celeste lanza una ráfaga azulada, envolviendo a la silueta morada, que desaparece junto con ella. Ryan queda arrodillado, respirando con dificultad, cubierto de tierra y sudor… pero con los ojos encendidos de determinación.

Mientras tanto, en el corazón de Velkan, los rumores no cesan. En cafeterías, plazas y mercados, los ciudadanos hablan entre susurros, cada vez más fuertes.

—¿Por qué los chicos fueron citados y no el resto?

—¿Qué está pasando realmente con estas siluetas?

—¿Por qué nuestros líderes no nos dicen toda la verdad?

Frente a la casa de Moisés, varias personas se detienen a observar. Otras lo hacen con la de David, Lilian y Sofía. La presión sobre sus familias comienza a crecer. Nadie se atreve a hablar abiertamente… pero todos lo sienten: la confianza en los mayores empieza a tambalearse.

Un joven le pregunta al mayor de Velkan directamente en una reunión vecinal:

Joven:

—¿Nos están ocultando algo sobre estos nuevos chicos y las amenazas que enfrentamos?

El mayor, tenso, solo responde:

Mayor de Velkan:

—Todo será revelado a su debido tiempo… Solo confíen en nosotros.

Pero esa frase ya no tiene el mismo peso que antes

Las noticias y el juicio público

En su casa, Carlos está sentado frente al televisor. El noticiero local repite una y otra vez el interrogatorio grabado de Moisés, David, Sofía y Lilian.

Reportera:

—...Durante la sesión especial entre los tres mayores de Cresthaven y Redmire, los jóvenes no lograron responder ninguna pregunta clave. No ofrecieron información útil sobre las siluetas ni sobre los últimos ataques. Las tensiones aumentan.

Carlos baja la mirada. Aprieta los labios con preocupación.

Carlos (pensando):

—Quisiera poder ayudarlos... pero tal vez es mejor estar fuera de todo esto...

La noche cae sobre Velkan como un manto de hielo. Las calles están vacías, silenciosas. En sus casas, Moisés, David, Lilian y Sofía intentan dormir, pero cada uno está perdido en sus pensamientos.

Moisés (mirando el techo):

—¿Y si tienen razón? ¿Y si... estamos del lado equivocado?

Lilian (abrazando una almohada):

—¿Y si somos los responsables sin saberlo...? ¿Y si alguien más manipula todo esto?

David (sentado en la cama):

—No dimos respuestas... solo sembramos más dudas...

Sofía (susurrando):

—¿De verdad somos los buenos?

Uno a uno, cierran los ojos. El frío de la noche entra por las rendijas. Duermen, pero no descansan.

Las preguntas han empezado a pesar más que las respuestas. En medio del caos, el silencio de la noche guarda secretos que aún nadie está listo para enfrentar.

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