WebNovels

Chapter 105 - Línea de Sangre

El sol iluminaba Trimbel nuevamente, bañando la ciudad con una claridad que contrastaba con la oscuridad de los eventos por venir. Arthur había dormido hasta casi el mediodía, recuperando fuerzas de batallas pasadas. Al despertar, notó la posición del sol en el cenit; un sobresalto de adrenalina lo hizo saltar de la cama. Se apresuró a cambiarse, consciente de que el torneo no lo esperaría.

Esta vez, vestía su indumentaria habitual de aventurero. Las vendas, que ocultaban sus brazos delgados pero fibrosos, se ajustaban con firmeza mientras su placa de plata, símbolo de su rango y esfuerzo, descansaba pesadamente sobre su pecho. No buscaba ostentación; su armadura era liviana, diseñada para la movilidad y la supervivencia, permitiéndole fluir en el combate como una sombra.

A pesar de los intentos por peinarse, su cabello seguía alborotado, dándole un aire salvaje que había crecido junto con su reputación. Su mirada, una mezcla contradictoria de rudeza infantil y firmeza gélida, lo hacía parecer un joven guerrero común... si no fuera por el cuervo siniestro que planeaba sobre su hombro, una criatura cuya presencia distorsionaba el aire con un miasma oscuro.

Arthur llegó al coliseo justo cuando la atmósfera estaba a punto de estallar. La multitud era un mar de voces ansiosas. Se deslizó hacia una grada alta, logrando apenas sentarse antes de que la voz del director retumbara desde el palco principal.

—Gracias nuevamente por asistir a este torneo —anunció el director, su voz cargada de una autoridad que acalló el bullicio—. Hoy conoceremos al campeón, aquel que grabará su nombre en la gloria. Sin más que añadir, disfruten del show.

El árbitro, captando la urgencia del público, no perdió un segundo:

—¡El primer combate: Caron vs. Timurk! El segundo: Thoran vs. Aurelia. ¡Que pasen al frente los primeros contendientes!

Caron y Timurk se encontraron en el centro de la plataforma. El silencio en las gradas se volvió tan denso que el crujido de la arena bajo sus pies parecía un trueno. Arthur, desde su posición, observaba con los ojos entrecerrados.

Al dar la señal, la quietud se rompió. Timurk activó su Cacería del Tigre, moviéndose con una agilidad depredadora, mientras Caron respondía con su Cuerpo de Agua. Las garras de obsidiana de Timurk chocaron contra la palma de Caron, que generó un remolino fluido, disipando el impacto como si golpeara la superficie de un lago profundo.

Sin embargo, la velocidad de Timurk era abrumadora. Caron se veía forzado a retroceder, sus movimientos volviéndose defensivos ante la lluvia de zarpazos. Tras un intercambio feroz, ambos saltaron hacia atrás para recuperar el aliento. En ese instante, el aura de Timurk comenzó a elevarse, distorsionando la luz a su alrededor.

Miró fijamente a Caron, y su voz sonó como el crujido de huesos:

—Contigo no podré contenerme. No me culpes si termino matándote por accidente.

Timurk se dejó caer en cuatro patas. Cerró los ojos y, mediante un esfuerzo de voluntad, envió una hebra de maná hacia su corazón. Allí, una gota de sangre concentrada comenzó a arder. Sus ojos se abrieron de golpe, revelando dos pozos de color escarlata sedientos de sangre.

—Línea de Sangre: Tigre Dorado —rugió.

La transformación fue aterradora. Sus colmillos se alargaron y el pelaje se tornó rígido, afilado como cuchillas de metal. Al activar su Refuerzo Sangriento, sus garras se tiñeron de un carmesí oscuro y letal. El suelo bajo sus pies crujió, abriendo grietas ante la presión de su poder. Ya no era un joven; era una verdadera bestia.

El público quedó en un shock absoluto. Un escalofrío recorrió la espalda de Caron, pero su orgullo le impidió retroceder.

Timurk se lanzó como un proyectil. Caron intentó bloquear con un vórtice de agua mucho mayor, pero la defensa fue inútil. Las garras de la bestia atravesaron el elemento como si fuera papel, dejando tres marcas profundas y sangrientas en el pecho de Caron.

Desesperado y con la sangre manchando el suelo, Caron gruñó:

—Cuerpo de Cuatro Elementos.

Un resplandor irisado, como aceite sobre agua, brotó de sus poros. Cuatro vórtices elementales se manifestaron frente a él. Aunque los dos primeros estallaron ante la fuerza de Timurk, el tercero logró disipar el impulso de la bestia. Aprovechando el momento, Caron contraatacó con una onda multicolor que hizo tambalear al tigre.

En el palco, los profesores observaban con fascinación y cautela.

—Ese semihumano ya domina su línea de sangre —comentó uno—. Un talento verdaderamente único. Posee una luna llena y la ventaja física es evidente.

Otro profesor miró a Berul con una sonrisa tensa.

—Tu discípulo es prometedor. Esa habilidad ha logrado rivalizar con la sangre del tigre.

—No es nuestro mejor talento... pero sí, es muy prometedor —respondió Berul con una sonrisa enigmática.

El director, que había permanecido en silencio, intervino con voz profunda:

—La habilidad de tu discípulo... ¿es el Cuerpo de los Seis Caminos?

Berul se tensó, sorprendido.

—No pensé que ese conocimiento fuera conocido en estas tierras. Así es. Nuestra academia restauró un pergamino antiguo, aunque solo logramos rescatar la primera parte.

—Conozco el nombre —dijo el director, con la mirada perdida en el pasado—. Consta de tres partes. Conocí a un maestro que viajó por el mundo buscándolas todas. Nunca supe si lo logró; desapareció hace mucho tiempo.

De vuelta en la arena, el combate alcanzaba su punto de quiebre. Caron mantenía a raya a Timurk con ráfagas elementales. El pelaje endurecido del tigre absorbía el daño, pero la fatiga empezaba a cobrar factura. Cuando una onda golpeó la pierna de Timurk, Caron vio su oportunidad y se lanzó al ataque directo. Sus palmas impactaron el torso de la bestia, enviando ondas de choque que hicieron colapsar sus órganos internos.

Timurk cayó, escupiendo sangre. Caron se acercó para el golpe final, buscando patearlo fuera del ring. Pero en ese microsegundo, la atmósfera cambió. Un instinto de presa se activó en Caron; su cuerpo se congeló por un terror ancestral.

Timurk se levantó con una velocidad antinatural. La chispa de inteligencia había desaparecido de sus ojos, reemplazada por un hambre ciega. Con un mordisco brutal, arrancó el hombro y el brazo completo de Caron. Un grito desgarrador llenó el coliseo. Caron cayó al suelo, pero la bestia no se detuvo; lo azotó contra la plataforma como si fuera un trozo de carne muerta antes de arrancarle el segundo brazo de un tirón.

Cuando las fauces del tigre se posicionaron sobre la cabeza de un Caron inconsciente y pálido, listos para terminar el festín, los profesores intervinieron. Berul rescató a su discípulo en un parpadeo, mientras otros dos sometían a un Timurk fuera de sí. Solo tras una pastilla sedante y magia de contención, la bestia volvió a ser hombre.

El horror se apoderó de las gradas. Los murmullos de desprecio no tardaron en surgir:

—Son solo bestias...

—Un peligro para la ciudad... ¿quién nos protegerá si se vuelven locos así?

El juez, con voz temblorosa, declaró:

—El ganador y primer finalista... ¡Timurk!

Hubo abucheos, pero el veredicto era firme. En el palco, un profesor suspiró:

—Al parecer, aún no controla su sangre. Sus instintos se vuelven demasiado intensos, casi primitivos.

Tras cinco minutos de una tensa calma, el árbitro anunció el siguiente encuentro:

—¡A continuación, definiremos al segundo finalista: Aurelia vs. Thoran!

Fin del capítulo.

More Chapters