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Chapter 99 - Arrogancia desmedida

A medida que las horas avanzaban, las personas que habían abandonado el coliseo durante el descanso regresaban poco a poco. El murmullo creciente de la multitud anunciaba que la calma era solo temporal.

Arthur aprovechó ese tiempo para ir al gremio y a varias tiendas, buscando pociones regenerativas y cualquier método para sanar su cuerpo maltrecho.

Por desgracia, la mayoría de los productos tenían un efecto muy leve.

Aun así, insistió. Compró todo lo que pudo y regresó a la academia con el cuerpo aún pesado, pero la voluntad intacta.

El atardecer se cernía sobre Trimbel como un velo gris. Parecía que la noche descendería de un momento a otro, trayendo consigo un frío silencioso que se filtraba incluso entre la multitud.

Tras dos horas de espera, el árbitro subió nuevamente a la plataforma y alzó la voz:

—Daremos inicio a la última fase del torneo. Esta etapa no tendrá descansos. Primero, se realizarán los cinco combates que decidirán quién ingresa a la academia y quién se queda afuera.

Luego continuaremos con los duelos de eliminación, hasta obtener a los dos finalistas… y finalmente al campeón.

La multitud rugió, impaciente.

Las letras en la pantalla del cielo comenzaron a girar lentamente, hasta formar los nombres del primer combate.

Primer combate clasificatorio:

Caron vs. Mento.

El coliseo estalló en vítores. Después de tantas horas de espera, al fin tendrían otro espectáculo.

Los dos jóvenes caminaron hacia la plataforma.

Cuando quedaron frente a frente, Caron le dedicó a Mento una sonrisa burlona, cargada de desprecio.

—Sé para quién trabajas —dijo—.

Solo eres basura de la sociedad. Si te mato aquí, le haría un favor al mundo.

Los ojos de Mento se volvieron fríos como acero y adoptó una postura agresiva.

Caron continuó, disfrutando cada palabra:

—Pero no te preocupes. Me aseguraré de dejar un cuerpo para que tu familia pueda llorarte…

Ah, cierto —rió—, la gente como tú no tiene familia. Solo son perros callejeros que alguien recogió por lástima.

Los ojos de Mento se tiñeron de rojo.

Bajo la plataforma, Moren negó con la cabeza con desaprobación.

Este idiota siempre se deja provocar… justo lo que su oponente quiere.

El árbitro dio la señal.

—¡Comiencen!

Caron no se movió. Permaneció firme, con las manos relajadas, como si no viera a su oponente como una amenaza real.

Mento, incapaz de contener su furia, se lanzó al ataque.

La media luna en su muslo brilló y, al lanzar una patada, rugió:

—¡Primera sangre!

La patada impactó en los brazos de Caron, que bloqueó con ambas manos.

Dos cortes delgados se abrieron en su piel. Caron retrocedió un paso… y sonrió.

—Interesante. Tus patadas liberan pequeñas corrientes de viento que cortan al impactar.

Sus ojos se volvieron más fríos.

—Pero esa habilidad mediocre solo funciona contra basura. Déjame mostrarte… lo que es una habilidad real.

Una luna llena brilló a la altura de su pecho.

Con voz apenas audible, dijo:

—Cuerpo de los Seis Caminos.

Primer Camino: Agua.

Un destello azul recorrió su cuerpo… y desapareció.

Mento parpadeó, confundido.

Atacó al instante, lanzando patadas y golpes en ráfaga.

Todos sus golpes atravesaron a Caron… como si golpeara el agua misma.

No había cortes.

No había daño.

Mento intentó retroceder, pero Caron ya estaba encima.

Dos palmas se estrellaron contra su pecho.

Sintió algo removerse dentro de su cuerpo, como si sus órganos se desordenaran violentamente.

Salió volando, vomitando sangre, y cayó de rodillas.

Intentó ponerse de pie, pero su cuerpo temblaba, sin obedecerle.

Caron no le dio respiro.

Una patada descendió hacia su cabeza.

—¡Destello! —logró gritar Mento.

La patada golpeó solo una imagen borrosa.

Apareció unos metros más atrás y revisó su cuerpo.

Mi interior está revuelto… Si sigo así, perderé. Debo usar la Segunda Sangre. No puedo decepcionar a mi hermano. Debo demostrar que soy tan capaz como él.

Pero Caron ya estaba encima otra vez.

Un nuevo golpe de palma lo envió a tambalear.

Sin pensarlo más, Mento sacó una píldora de su bolsillo y la tragó de inmediato.

Caron se lanzó para rematar, pero antes de que su palma conectara, el cuerpo de Mento emitió un destello rojo sangre… y desapareció.

Caron frunció el ceño.

La palma impactó en el pecho de Mento cuando reapareció, pero esta vez…

La mano de Caron se abrió en cortes.

—¿Qué…? —murmuró, retrocediendo al ver la sangre brotar de su propia piel.

Mento habló con voz ronca:

—Habilidad activa: Segunda Sangre.

Se lanzó sobre él.

Sus golpes y patadas ahora dejaban cortes visibles en el cuerpo de Caron.

Una lluvia de ataques cayó sobre el joven arrogante.

Aun así, Caron no mostró miedo.

Mento, en cambio, estaba cada vez más pálido. La droga drenaba su cuerpo con cada segundo que pasaba.

Tras varios intercambios, Mento retrocedió unos pasos y preparó su ataque final.

Su aura sangrienta se intensificó, envolviéndolo en un rojo carmesí.

Toda la energía se concentró en sus pies y manos.

—¡Combate Sangriento!

Su cuerpo se lanzó como una flecha, dejando un borrón rojo.

Caron también se preparó. Sabía que ese era el ataque decisivo.

Su cuerpo brilló con la misma luz azul de antes y una masa acuosa lo rodeó.

—Cuerpo de Agua.

Los puños de Mento impactaron en su pecho.

Pero no pudieron atravesarlo.

El ataque falló.

Mento intentó retroceder, pero un pequeño vórtice de agua atrapó sus manos.

Caron no perdió tiempo.

Colocó ambas palmas en su pecho y susurró:

—Palma de Agua Clara.

La onda de choque atravesó el torso de Mento.

El joven salió disparado, cayó al suelo jadeando sangre… y quedó inconsciente.

El árbitro corrió hacia él.

—¡Aún respira!

¡El ganador es Caron!

El público rugió emocionado.

Caron permaneció de pie, arrogante, como si nada hubiera ocurrido.

Miró a Moren —que corría a ayudar a Mento— y lanzó otra burla:

—Será mejor que saques a esa basura de aquí.

Los perros como ustedes deberían vivir en el bosque, con las bestias.

Moren no respondió.

Solo recogió el cuerpo de su hermano menor, sin mirarlo.

Caron bajó de la plataforma y desapareció por un pasillo.

El primer clasificado para ingresar a la academia era él.

Y para muchos… el favorito a ganar todo el torneo.

En el palco de profesores, el director murmuró:

—¿Será posible que esa persona… haya aceptado discípulos?

Sacudió la cabeza y apartó sus pensamientos.

La pantalla volvió a iluminarse.

Segundo combate clasificatorio:

Misal vs. Aurelia.

El coliseo quedó en silencio.

El aire se tensó.

Fin del capítulo.

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