WebNovels

Splatoon ~ Resurgir de las sombras ~

Experimento
14
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 14 chs / week.
--
NOT RATINGS
1.9k
Views
Synopsis
Bajo las olas, en lo profundo del tiempo, duerme el recuerdo de una guerra que partió la Tierra. Los Mirira, elfos del cielo, doblegaron al mundo con su magia. Los Fair, últimos defensores de la humanidad, desaparecieron en la bruma de un cataclismo. Un millón de años después, los nuevos amos del mundo -Inklings y Octorianos- juegan y luchan sobre los escombros de una civilización que desconocen. Pero uno ha despertado. Y con él, los ecos de un poder que jamás debió regresar. No todos los recuerdos deberían sobrevivir al tiempo. ¿Será el comienzo de una nueva era... o de una nueva guerra?
VIEW MORE

Chapter 1 - Un día más

En el corazón palpitante de Inkopolis, donde los rascacielos de neón competían por tocar el cielo y las calles olían a tinta fresca y comida callejera, el sol se alzaba como un árbitro perezoso, marcando el inicio de un sábado. Para los Inklings, esto significaba una cosa: dormir hasta que el mundo les diera una buena razón para levantarse. Agatha, nuestra protagonista, no era la excepción. O al menos, lo intentaba.

En su pequeño departamento en el piso 17 de una torre con vistas a la plaza central, Agatha yacía en un caos glorioso. Su cuerpo estaba desparramado en el suelo, con la cara aplastada contra la madera como si hubiera intentado ganarle una apuesta al piso. Sus pies, aún enredados en una sábana rebelde, colgaban sobre el borde de la cama, prueba de una caída nocturna que no se había molestado en corregir. Sus tentáculos negros, que caían en coletas desordenadas, parecían tener vida propia, como si también protestaran por la hora.

El silencio de la mañana fue destrozado por el chillido de su despertador, un pitido tan agudo que podría haber sido usado como arma en una TurfWar. Agatha, sin abrir los ojos, lanzó una patada con la precisión de un francotirador, apagando el cacharro con un golpe que resonó en el departamento.

"Ugh... ¿quién inventó los sábados? " masculló, su voz amortiguada por el suelo. Pero el universo, que claramente tenía una venganza personal contra ella, activó el respaldo: su SquidPhone, un dispositivo con forma de flecha que vibraba con una versión remix de Calamari Inkantation, la canción más pegajosa de Inkopolis. Agatha misma había elegido ese tono en un momento de dudoso criterio, y ahora se arrepentía con cada fibra de su ser.

Con un gruñido que parecía más de un Octoling enfadado que de una Inkling, se arrastró hasta el baño. El espejo le devolvió una imagen que gritaba "no estoy lista para existir": ojos rojos brillantes, antifaz natural alrededor de ellos, y una expresión que decía "el mundo me debe un café". Abrió el grifo, y un chorro de agua helada le golpeó la cara como un balde de realidad.

"¡Agh! ¡Fría! ¡Traicionera!" saltó, sacudiéndose como un calamar fuera del agua. Agarró su cepillo de dientes y lo atacó con una energía que pronto se desvanecería, cepillándose como si estuviera en una carrera contra el tiempo. En la cocina, preparó un desayuno digno de un campeón de TurfWar: tostadas con mermelada de tinta comestible (sabor mora, su favorito) y un batido de algas que prometía "energía para todo el día" pero sabía a compromiso.

Mientras devoraba su desayuno, scrolleó su SquidPhone, perdiéndose en memes de Inklings fallando disparos con el Splat Roller. Hasta que vio la hora: 9:47. Su corazón dio un vuelco.

"¡NO! ¡El torneo!" La tostada salió disparada de su boca como un proyectil de Splattershot, aterrizando trágicamente en el suelo. El TurfWar. Sus amigos. La semifinal. La plataforma de reaparición abría en trece minutos, y los rivales, unos Inklings con egos más grandes que un Inkstrike, no esperarían. Agatha entró en modo pánico, lanzándose a su armario como si fuera un campo de batalla.

Se puso su equipo de combate: unos shorts negros que le daban libertad para moverse, una camiseta de estudiante con el logo de Inkopolis High (negra, a juego con sus tentáculos), y una falda corta que no la traicionaría en plena acción. 

Mientras revolvía su departamento en busca de su arma, el N-ZAP '85 un disparador ligero cubierto de pegatinas de calamares sonrientes y frases como "¡Entinta o nada!", el SquidPhone vibró con la furia de mil bombas de tinta.

Era Sasha.

"¿Hooola?" respondió Agatha, su voz temblando como si acabara de ser atrapada por un Inkling enemigo.

"¡AGATHA!" El grito de Sasha atravesó el auricular como un misil Sub Weapon". ¿Dónde estás? ¡Estamos en la plaza, la plataforma está lista, y los rivales ya están practicando miradas intimidantes! ¡Diez minutos tarde, Agatha! ¡Diez!

"¡Lo siento, lo siento!" Agatha revolvía cojines, ropa y un par de latas vacías de soda de algas. "¡No encuentro mi N-ZAP!"

"¿En serio?" intervino una voz masculina, aguda y cargada de burla. Era Ash, robando el teléfono de Sasha. "¿Buscaste en la mesa? Ya sabes, ese lugar donde siempre dejas tus cosas."

Agatha giró la cabeza, y ahí estaba: el N-ZAP, descansando en la mesa de la cocina como si se riera de ella. Lo agarró, cortó la llamada y salió disparada del departamento. El ascensor, porque el destino era un comediante cruel, cerró sus puertas justo cuando llegaba.

"¡No, no, no!" gimió, mirando las escaleras con el mismo entusiasmo que un Inkling enfrentando un campo cubierto de tinta morada. Vivía en el piso 17. Con un suspiro que podría haber apagado un Inkjet, se lanzó escaleras abajo, esquivando vecinos con una agilidad que solo el pánico puro podía desatar. En un momento, hasta corrió por las paredes, dejando un rastro de tinta roja que algún conserje maldeciría más tarde.

────────────────────❮3 𝔪𝔦𝔫𝔲𝔱𝔬𝔰 𝔡𝔢𝔰𝔭𝔲𝔢𝔰

Tres minutos y un casi-accidente con un repartidor de sushi después, Agatha irrumpió en la plaza de Inkopolis con un derrape que habría hecho aplaudir a cualquier fan de TurfWar. Jadeaba, con el N-ZAP colgando de su mano y los tentáculos desordenados como si acabaran de salir de una licuadora. El equipo rival, un grupo de Inklings con tentáculos de colores chillones y actitudes de superestrellas, ya estaba murmurando sobre descalificaciones.

"¡Estoy aquí! ¡No me descalifiquen!" gritó Agatha, doblándose con las manos en las rodillas, luchando por no colapsar.

"Agatha, por los calamares, casi nos sacan del torneo" dijo Ash, el Inkling de tentáculos verdes, con una mezcla de alivio y exasperación. Sus ojos brillaban con esa chispa de quien disfruta ver a su amiga en apuros.

"Lo siento, Ash. Es sábado, mi cerebro está en modo 'calamar perezoso'" respondió ella, enderezándose con una sonrisa culpable.

Sasha, con sus tentáculos rosas reluciendo bajo el sol, soltó una carcajada que resonó en la plaza "¿Modo calamar perezoso? ¡Eres un desastre con patas, Agatha! ¿Cómo pierdes un N-ZAP que siempre dejas en la misma mesa?"

"¡Ya, no me gangueen!" protestó Agatha, pero un carraspeo cortó la conversación como un Tenta Missile. El líder del equipo rival, un Inkling de tentáculos azules con una Splattershot Pro reluciente, los miró con desdén.

"Qué lindo momento de amistad, pero esto es una semifinal, no un club de fans de Callie y Marie" dijo, ajustándose su arma como si fuera una corona "Menos charla, más tinta."

Ambos equipos se prepararon. El equipo de Agatha, Sasha con su Tenta Brella y Splattershot, Ash con sus Splat Dualies, y Devil con su Inkbrush, se tiñó de un rojo vibrante, mientras los rivales adoptaron un azul eléctrico. La plaza de Inkopolis vibraba con la energía de los espectadores, el olor a tinta fresca y el zumbido de los drones de transmisión.

Callie y Marie, las ídolas de Inkopolis, subieron al escenario con micrófonos en mano, desatando una ola de gritos que hizo temblar las gradas.

"¡Damas y caballeros, bienvenidos a la SEMIFINAL del gran torneo de TurfWar!" anunció Callie, sus tentáculos negros con puntas púrpuras brillando como si fueran parte del espectáculo.

"¡Hoy veremos quién se lleva la gloria y un boleto a la final!" añadió Marie, levantando el puño con una sonrisa que encendió al público como un Booyah Bomb. "¡Preparen sus tentáculos, porque esto empieza... AHORA!"

El silbato sonó, y la batalla explotó como una Splashdown. Sasha lideraba el frente, usando su Tenta Brella como un escudo móvil mientras rociaba tinta roja en puntos clave del mapa, creando caminos para el equipo. Agatha, con su N-ZAP '85, disparaba con una precisión que habría hecho sonrojar a un Charger, manteniendo a los enemigos a raya con ráfagas rápidas. Ash y Devil cubrían el flanco derecho: Devil pintaba el suelo con su Inkbrush como un artista poseído, mientras Ash danzaba entre los rivales con sus Splat Dualies, esquivando y contraatacando con una agilidad que rayaba en lo ridículo.

Los rivales no se quedaban atrás. Su líder, con su Splattershot Pro, lanzaba ráfagas precisas que obligaban a Sasha a mantener su Brella en alto, mientras un Inkling con un Splat Roller intentaba aplastar el terreno rojo con un azul cegador. La batalla era un caos de colores, risas nerviosas y gritos de estrategia. Agatha, en un momento de pura adrenalina, se lanzó desde una plataforma elevada, disparando tinta en el aire como si fuera una estrella de acción, solo para aterrizar torpemente y casi tropezar con su propia falda.

"¡Agatha, cuidado!" gritó Sasha, bloqueando un ataque enemigo justo a tiempo.

"¡Estoy bien! ¡Solo fue un aterrizaje artístico!" respondió ella, recuperándose con una sonrisa que ocultaba su vergüenza.

────────────────────❮ 𝙻𝚊𝚋𝚘𝚛𝚊𝚝𝚘𝚛𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝙸𝚗𝚔𝚘𝚙𝚘𝚕𝚒𝚜 \ \

Mientras tanto, al otro lado de Inkopolis, en el laboratorio central, la calma de un sábado cualquiera se rompió como un globo de tinta. Un joven investigador irrumpió en la oficina del Dr. John, jadeando como si hubiera corrido desde Octo Valley.

"¡Dr. John!" logró articular, apoyándose en el marco de la puerta. "¡Encontramos algo! Una estructura antigua, enterrada en la colina al este. La resonancia indica que es de... ellos. Los que vinieron antes, solicito permiso para..."

El Dr. John, un Inkling de tentáculos blancos y mirada afilada, dejó caer su pluma con un dramatismo que habría encajado en un programa de televisión. Sus ojos brillaron con una mezcla de incredulidad y emoción, como si acabara de ganar un pase VIP para un concierto de las Squid Sisters.

"¿Permiso?" dijo, levantándose de un salto. "¡Olvídense del permiso! ¡Muevan las excavadoras, los taladros, todo! ¡Esto podría ser el descubrimiento del siglo!"

El investigador, aún sin aliento, asintió y salió corriendo. En la colina, un equipo de máquinas rugía como un coro de Inkstrikes. Taladros gigantes perforaban la tierra, camiones mineros removían toneladas de roca, y un grupo de Inklings con batas blancas manejaba equipos de escaneo con una precisión quirúrgica. Cada palada era un paso hacia lo desconocido, y la emoción en el aire era tan espesa que casi se podía pintar con un Inkbrush.

"Esto no es solo una ruina" murmuró el Dr. John, ajustándose las gafas mientras observaba un holograma de la estructura. "Es una bóveda. Y si las lecturas son correctas, está hecha de un material que ni nuestros mejores Splatlings podrían perforar."

"¿Y si es peligrosa?" preguntó una joven investigadora, sus tentáculos verdes temblando ligeramente.

"¿Peligrosa?" El Dr. John soltó una risa que era mitad entusiasmo, mitad locura. "¡Claro que es peligrosa! ¡Por eso es emocionante!"

De repente, un crujido metálico resonó en la excavación. Uno de los taladros había golpeado algo duro. Los Inklings se detuvieron, mirando la nube de polvo que se alzaba desde el sitio. Una enorme puerta, cubierta de óxido pero con grabados extraños que parecían brillar bajo la luz, emergió de la tierra.

"Esto... " susurró el Dr. John, acercándose con una sonrisa que no sabía si era de triunfo o de temor. "Esto cambiara todo"