La ciudad de Nueva York nunca dormía, y tampoco Peter. Sus patrullas nocturnas se habían vuelto más frecuentes, no solo deteniendo pequeños robos, sino también monitoreando la actividad criminal que su red de rastreadores y su acceso a la información policial le revelaban. Fue así como se enteró de los rumores: extraños robos de tecnología de vuelo, la aparición de una figura alada merodeando los cielos. No había duda. Adrian Toomes, el Buitre, estaba a punto de hacer su gran entrada.
Peter conocía las debilidades del Buitre: la fragilidad de su vejez sin su traje, y la dependencia excesiva de sus alas electromagnéticas. No era un enemigo que pudiera ser vencido solo con fuerza bruta; requería ingenio.
Una tarde, mientras sobrevolaba los tejados, el sentido arácnido de Peter zumbó con una intensidad que casi lo hizo caer. Arriba. Un destello metálico pasó por encima. Era el Buitre, sus alas zumbando mientras descendía sobre una furgoneta blindada del banco que transportaba tecnología de punta.
Peter no dudó. Se lanzó en picada, disparando una telaraña de alta tensión que se adhirió a una de las alas del Buitre. La criatura alada gruñó, sorprendida por la resistencia inesperada.
"¡Oye, cara de araña! ¡Este es mi territorio!" graznó Toomes, girando en el aire.
Peter lo esquivó con facilidad, su sentido arácnido dándole segundos vitales de anticipación. "Parece que tu territorio se está encogiendo, Buitre. Y ese robo también."
La persecución comenzó. A diferencia del caos de su primer encuentro en la línea temporal original, este era un juego de ajedrez en el cielo. Peter no intentó un ataque directo que pudiera poner en peligro a los civiles de abajo. En su lugar, se concentró en deshabilitar las alas de Toomes.
Disparó una serie de telarañas más finas y conductoras, no directamente a Toomes, sino a puntos estratégicos de sus alas, apuntando a los circuitos de energía. El Buitre, cegado por la furia, intentó embestirlo. Peter lo esquivó con un salto acrobático, aterrizando brevemente en una chimenea.
"¡Eres escurridizo, mocoso!" gritó Toomes, intentando un picado mortal.
Pero Peter ya había previsto el movimiento. Mientras Toomes se acercaba, Peter disparó una densa red de telaraña, no en el Buitre, sino delante de él, entre dos edificios altos. El Buitre se estrelló contra la pegajosa barrera, sus alas electromagnéticas comenzaron a chispear y a fallar a medida que la telaraña interfería con sus circuitos.
"¡Mis alas! ¡No!" gritó Toomes, forcejeando.
Peter se balanceó hacia él, sus movimientos precisos. Aterrizó suavemente en la telaraña que atrapaba al Buitre y, con un movimiento rápido y entrenado, identificó el panel de control de las alas. Dos disparos de telaraña lo sellaron, impidiendo que Toomes pudiera manipularlas. Sin sus alas, el Buitre era solo un anciano furioso y atrapado.
"Fin del vuelo, Buitre," dijo Peter, quitándole cuidadosamente el casco para exponer su rostro. "La policía se encargará del resto."
Minutos después, la policía llegó al lugar, alertada por los reportes de un extraño objeto pegado entre dos rascacielos. Cuando vieron al Buitre, inmovilizado y suspendido en el aire por una telaraña indescifrable, no pudieron evitar su asombro. Spider-Man ya se había desvanecido, dejando atrás al villano y la prueba irrefutable de su eficacia.
Desde la distancia, Peter observó cómo los oficiales intentaban liberar a Toomes, mientras un equipo de bomberos llegaba para ayudar. Había sido una victoria limpia, sin grandes daños a la propiedad, sin civiles heridos, y con el villano neutralizado de forma impecable. El Buitre, el primero de sus grandes desafíos, había caído, no por la fuerza bruta de Spider-Man, sino por su intelecto y precisión. La era de un Spider-Man más inteligente había comenzado oficialmente.