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Chapter 19 - Capítulo 19: Las Primeras Alas

El sol de la mañana, un espectáculo que hacía apenas unos años era un lujo raro, bañaba el campo abierto cerca del centro de operaciones de Videl. Habíamos acordado que este sería el lugar para sus primeras lecciones de vuelo. Era lo suficientemente aislado como para evitar curiosos y lo bastante amplio para cualquier "aterrizaje forzoso".

"Bien, Videl", comencé, poniéndome de pie a unos metros de ella. "La clave para volar es el ki. Es tu propia energía vital. Ya la sientes, incluso si no te das cuenta. Es lo que te da fuerza, lo que te permite moverte. Ahora, vamos a aprender a controlarla y a usarla para propulsarte."

Videl asintió con seriedad, su uniforme de oficial ligeramente ajustado para permitirle moverse con libertad. Estaba concentrada, con esa mirada intensa que me recordaba a la de su padre, pero sin el ego.

"Cierra los ojos", le indiqué. "Y concéntrate. Siente la energía dentro de ti. No intentes forzarla, solo sé consciente de ella. Es como la sangre que corre por tus venas, el aire que respiras. Siempre está ahí."

Ella cerró los ojos, su rostro en un rictus de concentración. Podía sentir su ki, una energía latente pero aún desorganizada. Era fuerte, sí, pero sin dirección.

"Ahora, una vez que la sientas, intenta moverla. Empújala hacia tus pies. Imagina que la estás forzando a salir de tus plantas, como un chorro de agua o de aire. Conviértela en una fuerza que te empuje hacia arriba."

Pasaron los minutos. Videl estaba inmóvil, sudando ligeramente. De repente, su cuerpo se tensó, y una débil, casi imperceptible, aura blanquecina la rodeó por un instante. Sus pies se levantaron del suelo... apenas un centímetro, y solo por una fracción de segundo, antes de que cayera de nuevo con un suave "thud".

Abrió los ojos, jadeando. Una sonrisa de frustración y asombro se extendió por su rostro. "¡Lo sentí! ¡Por un segundo! Es como si mis músculos estuvieran gritando, pero no los estoy usando. Es extraño."

"Exactamente", sonreí. "Es tu ki. Lo estás usando. Es una sensación extraña al principio. La parte difícil es mantenerlo y controlarlo."

Las siguientes horas fueron una serie de intentos y caídas. Videl era increíblemente persistente. Se frustraba, gruñía, pero nunca se rendía. Una y otra vez, se concentraba, se elevaba un poco, y volvía a caer. Algunas veces, lograba levitar unos cuantos centímetros durante unos segundos, solo para perder el control y desequilibrarse.

"¡Ugh! Es como intentar equilibrar una pluma en la punta de la nariz mientras corres un maratón", exclamó una vez, cayendo con un leve golpe.

"No te rindas", la animé. "Estás progresando más rápido de lo que crees. La mayoría de la gente tarda semanas en levantar los pies del suelo. Tú lo has hecho en unas pocas horas."

Le enseñé a calmar su mente, a visualizar el flujo de energía. A entender que no era solo una fuerza, sino una extensión de su voluntad. Le mostré cómo mis propios movimientos se volvían casi sin esfuerzo cuando el ki fluía libremente.

Al final de la tarde, Videl estaba agotada, pero su determinación brillaba más fuerte que nunca. Sus piernas temblaban, pero sus ojos estaban llenos de una nueva comprensión.

"Mañana", dijo, poniéndose de pie con dificultad. "Mañana lo haré. Sé que sí."

Sonreí. La Videl de este futuro, forjada en la adversidad, tenía un espíritu inquebrantable. Y yo, Son Gohan, que había prometido cambiar el destino, sabía que con alumnos como ella, el nuevo amanecer que habíamos ganado con tanto esfuerzo no solo sería un recuerdo, sino una realidad vibrante.

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