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Chapter 4 - Capítulo 4: La Sombra se Alarga y el Bautismo de Fuego

El tiempo, implacable, se escurría como arena entre los dedos. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses. El noticiero, un zumbido constante de reportajes sobre desastres "inexplicables" y "fenómenos meteorológicos anómalos", era un recordatorio constante de la cuenta regresiva. Sabía lo que significaban esas noticias: los Androides, liberados por el Dr. Gero, estaban empezando su reinado de terror, probando sus límites, disfrutando de su poder recién adquirido.

Mi cuerpo, antes el de un niño normal, se había transformado. Cada músculo estaba definido, cada fibra tensa y lista. El dolor era un compañero constante, la fatiga una sombra, pero mi voluntad era de acero. Podía sentir el ki fluyendo por mí con una facilidad pasmosa, pero lo más sorprendente era el control que había empezado a adquirir sobre la "otra" energía. La llamaba Aura Mística, y era diferente. No era la explosividad del ki, sino una fuerza más sutil, una capa adicional de defensa y ataque. Podía usarla para percibir presencias a kilómetros de distancia con una claridad asombrosa, casi como una forma de "visión" interior. Podía canalizarla para endurecer mi piel hasta hacerla casi impenetrable, o para imbuiir mis golpes con una fuerza que no era puramente física.

Trunks también progresaba a un ritmo alarmante. Su ki crecía exponencialmente, y su Aura Mística, aunque más pequeña, era sorprendentemente pura. Verlo crecer, ver esa chispa de esperanza en sus ojos, era mi mayor motivación. Bulma, por su parte, se había vuelto una verdadera "sensei de laboratorio". Había diseñado un sistema de entrenamiento de realidad virtual básico, un prototipo que nos permitía simular batallas contra oponentes virtuales, perfeccionando nuestros movimientos y anticipando las tácticas de los Androides que tan bien conocía.

"Gohan, las lecturas de tu Aura Mística están fuera de las tablas", exclamó Bulma un día, mientras yo realizaba un ejercicio de concentración. "Es como si tuvieras una fuente inagotable de energía dentro de ti. Nunca había visto nada igual."

"Es la clave, mamá", respondí, sin abrir los ojos. "Es lo que los hará dudar. Lo que los hará vulnerables."

Pero incluso con todo nuestro progreso, el miedo latía bajo la superficie. Sabía que se acercaba el momento en que ya no podrían esconderse. Y ese momento llegó.

La noticia llegó como un puñetazo en el estómago. La televisión, que Bulma mantenía encendida por precaución, mostró imágenes de caos total. Ciudades enteras en ruinas. Gritos. Humo. Y luego, las siluetas inconfundibles. Androide 17 y Androide 18. Sonriendo. Destruyendo.

"¡Gohan! ¡Trunks!", gritó Bulma, su voz quebrada. "¡Han aparecido! ¡Están atacando la Ciudad del Oeste!"

Un nudo se formó en mi garganta. Sabía que esto era solo el comienzo. La masacre de los Guerreros Z era inminente. El futuro que había jurado cambiar estaba a punto de colapsar. Pero esta vez, yo estaba listo. O al menos, lo mejor que podía estarlo.

"Mamá, activa el campo de fuerza principal de la casa", ordené, mi voz inusualmente calmada. "Trunks, prepárate. Vamos a salir."

Trunks, a pesar de su corta edad, se puso serio al instante. "¡Sí, Gohan!"

Bulma me miró con ojos llenos de terror. "¿Salir? ¡Pero Gohan, son demasiado fuertes! ¡Incluso Goku no pudo con ellos en mi sueño! ¡Y papá...!"

"Lo sé, mamá", la interrumpí, mi mirada firme. "Y sé que esto no es una broma. Sé lo que está en juego. Pero no podemos quedarnos aquí sentados esperando nuestro turno. Esta es nuestra oportunidad para reunir información, para evaluar su fuerza de primera mano. Y si podemos, para darles un golpe. No vamos a ganar hoy, no aún. Pero vamos a plantar la semilla de la duda. Vamos a hacerles saber que hay alguien aquí que puede enfrentarlos."

Me volví hacia Trunks. "Recuerda todo lo que te he enseñado. No es solo fuerza bruta. Es control. Es estrategia. Es el Aura Mística. No te separes de mí."

Asentimos. Salimos de la casa, volando hacia la Ciudad del Oeste. El aire estaba espeso con el olor a escombros quemados y la desesperación de los pocos supervivientes. Las ruinas se alzaban como esqueletos de un futuro perdido. Y en el centro de todo, flotando en el aire con una aura de desprecio casual, estaban ellos. El Androide 17, con su sonrisa cruel, y la Androide 18, tan hermosa como mortal.

Un escalofrío me recorrió, pero esta vez, no era solo miedo. Era una mezcla de rabia y una extraña excitación. Había pasado mi vida entera preparándome para esto. Había renacido para esto.

Aterrizamos suavemente en lo que quedaba de una plaza, el polvo se levantaba a nuestro alrededor. Los dos Androides se giraron, sus ojos robóticos posándose en nosotros.

"Vaya, vaya", dijo 17 con una mueca. "¿Qué tenemos aquí? Un par de pequeños entrometidos. ¿Y este de aquí no es el hijo de Goku? Qué sorpresa. Pensamos que ya se habían extinguido todos los Saiyajin."

La sonrisa de 18 era condescendiente. "Qué pena. Parecen un poco fuera de lugar en este espectáculo."

Mi corazón latía como un tambor de guerra. Era el momento.

"Soy Son Gohan", dije, mi voz resonando con una autoridad que no sabía que poseía. "Y hemos venido a detenerlos."

La burla en sus rostros se hizo más pronunciada. Pero en lo profundo de mis ojos, había una chispa. Una chispa de un conocimiento que ellos no tenían. Una chispa de una energía que aún no comprendían. El bautismo de fuego había comenzado.

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