El silencio que siguió a la desarticulación del Frente Patriótico del Sur fue el más dulce que Michael había conocido. El FIB había cantado victoria, los medios de comunicación habían alabado el "trabajo incansable de las agencias federales", y Michael De Santa, el magnate del casino, permanecía cómodamente en las sombras, intocable. El Diamond Casino & Resort era ahora un faro de legitimidad, no solo el más grande, sino el más limpio de Los Santos.
Michael consolidó su control sobre el Diamond con mano de hierro. Designó a su propio equipo de gestión, un grupo de profesionales íntegros que compartían su visión de un casino libre de corrupción. La tecnología de ByteWare Solutions se integró aún más profundamente, desde la seguridad avanzada hasta los sistemas de juego, lo que convirtió al Diamond en el casino tecnológicamente más avanzado del estado. La reputación de Michael como un hombre de negocios visionario crecía con cada nuevo titular positivo sobre el resurgimiento del Diamond.
La familia prosperaba bajo la nueva estabilidad. Amanda, finalmente, había bajado la guardia. La renovada atención de Michael y la seguridad financiera inquebrantable, junto con la ausencia de drama público, habían curado muchas de las viejas heridas. Compartían risas, paseos por la playa y, por primera vez en mucho tiempo, una genuina intimidad. Tracey estaba en la cima de su carrera naciente, con audiciones más prometedoras y el apoyo incondicional de su padre, ahora un respetado miembro de la sociedad. Y Jimmy, aunque todavía con sus tendencias a meterse en problemas, se había calmado notablemente, encontrando un propósito en el Diamond, aprendiendo sobre la gestión de eventos y la tecnología del juego, bajo la supervisión (y la extraña amistad) de Trevor.
Trevor, para sorpresa de todos, había encontrado su lugar. La "responsabilidad" de Jimmy en el casino le daba un propósito, y la afluencia constante de dinero de Trevor Philips Industries (ahora una operación más silenciosa y eficiente bajo el control de Michael) mantenía su sed de caos a raya. A veces, se le veía en el casino, vestido con trajes ridículamente caros, tratando de hacer apuestas o socializar con la alta sociedad de Los Santos, lo que resultaba en interacciones hilarantes y a menudo incómodas, pero nunca destructivas. La amenaza de su imprevisibilidad se había transformado en una especie de encanto excéntrico.
Franklin se había convertido en el CEO de facto de Trevor Philips Industries, manejando las operaciones ilícitas con una frialdad y una eficiencia que rivalizaban con las de Michael. La empresa seguía siendo una fuente de ingresos crucial, y Franklin había madurado, convirtiéndose en un estratega por derecho propio, siempre leal a Michael, pero ahora con una voz más fuerte en las decisiones. Incluso Lamar había encontrado su nicho, trabajando en el lado "legítimo" de TPI, transportando mercancías, aunque Michael seguía de cerca sus pasos para evitar cualquier desvío.
Pero en la cima del éxito, los viejos demonios nunca estaban lejos.
La primera señal llegó en forma de una visita inesperada. Mientras Michael supervisaba la construcción de un nuevo salón VIP en el Diamond, su asistente le informó que tenía una visita. Era Devin Weston.
Devin, con su eterna sonrisa arrogante y su impecable traje, se paseaba por el salón en construcción, examinando los planes con una expresión de desprecio.
"Michael, Michael, Michael", dijo Devin, con su voz untuosa. "Vaya, vaya. ¿Quién diría que el viejo Michael Townley terminaría comprando su propio castillo? Impresionante. Realmente impresionante. Demuestra que el talento nunca muere, solo se reinventa."
Michael lo miró fijamente. La última vez que había visto a Weston, el hombre estaba en la parte trasera de un coche, a punto de ser enviado al olvido. La visión de Weston, vivo y coleando, provocó una punzada de ira.
"¿Qué quieres, Devin?", preguntó Michael, su voz fría. "¿Creí que habíamos terminado nuestros asuntos."
Devin se rió, una risa seca. "Oh, Michael, nuestros asuntos nunca terminan. Eres un hombre de recursos. Un hombre que ahora controla un imperio. Y yo... yo siempre estoy buscando socios con visión. Digamos que tengo un nuevo 'proyecto'. Algo grande. Algo que involucra al gobierno. Y necesito a alguien con tu... particular conjunto de habilidades."
La mención del gobierno, y la sonrisa de Weston, hicieron que Michael se tensara. El guion original lo había atado a Weston en una serie de misiones de mierda que casi lo destruyen. Este Devin Weston no parecía haber cambiado su esencia manipuladora, a pesar de las palizas y las lecciones.
"No estoy interesado, Devin", dijo Michael. "Mis días de jugar a tus juegos han terminado. Soy un hombre de negocios legítimo ahora."
Devin sonrió de nuevo, una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Ya veo. Qué pena. Porque mi 'proyecto' podría ser muy beneficioso para tu... pequeña joya aquí. Y para tu familia. Piensa en ello, Michael. Las consecuencias de no cooperar con Devin Weston pueden ser... molestas."
La amenaza era sutil, pero clara. Devin Weston no había olvidado, y había regresado, no como un rival, sino como una sanguijuela, dispuesto a explotar la nueva vida de Michael.
Mientras Devin se marchaba, Michael sintió un viejo sabor amargo en la boca. Había domesticado a los demonios externos y a sus propias bestias. Pero el pasado, personificado en Weston, era un fantasma tenaz, siempre listo para arrastrarlo de nuevo a la oscuridad.