En una de las instalaciones de los TG se encontraban ambas Caras de la Corte, Vanguard y Grimmoire, hablando sobre un tema importante.
—Entonces, Van, ¿cómo has decidido proceder? —preguntaba Grimm con verdadera curiosidad.
—Bueno, Grimm, lo que se hará es simple. Primero contactaremos con las familias de los principales afectados: Anyael Revenant y Kael Thorne. Sus familias tendrán prioridad por ser los primeros incidentes serios. Después se hablará con la familia de Grettel Morningstar y Mark Lancer, y teniendo a estas familias como testigos, y usando tanto al presidente como a la Cámara de Diputados del distrito, se dará el anuncio público de lo acontecido.
—Eso fue un plan largo, si te soy sincero, pero ¿cómo sabes, o mejor dicho, cómo estás seguro de que las familias tanto de Anyael como de Kael cooperarán? —decía Grimm con un tono de preocupación en su voz.
—Parece que no has estado muy al pendiente, Grimm. Ambas familias están extremadamente desesperadas, hasta el punto que han hablado con la fiscalía, la policía y hasta la sede de derechos humanos, y aun así no tienen ninguna respuesta, por lo que al primer indicio de una vendrán como moscas a la luz.
—Eso tiene sentido, pero ¿por qué tu plan se basa tanto en ellos?
—Sabes, Grimm, eso es muy fácil de explicar. Para infiltrarte en un rebaño de ovejas, primero tienes que comportarte como una oveja, y qué mejor que rodearte de ovejas para eso.
—Un lobo con piel de oveja… Vanguard, maldito maníaco —justo después de decir estas palabras, una enorme sonrisa se formó en la Cara de Grimm. Si alguien pudiera ver a través de esa máscara suya, vería que no era de felicidad, era de complacencia.
Después de dicha conversación, Vanguard se fue. No caminó, no usó su habilidad: su cuerpo se torció y dobló como un espagueti, absorbiéndose a sí mismo.
Mientras tanto, afuera de dicha sala se encontraban Elara y Grettel.
—Con que ese es Vanguard, ¿no, Elara?
—Así es, ese es el señor Van. Aunque parezca incluso más joven que tú, no lo subestimes. Entre todas las Caras es posiblemente el más fuerte y el que ostenta el rango más alto. Es, en este punto y sin temor a equivocarme, la cúspide de la raza humana.
—¿Y esa habilidad de él qué es? —preguntaba Grettel con suma curiosidad en su tono.
—Ahí está el problema, querida. No puedo hablar sobre la habilidad de ninguna Cara. No puedo ni siquiera decir si su naturaleza de Aura es egoísta o kármica; eso es información confidencial.
—Oh, interesante —pensaba Grettel con más curiosidad que antes—. De cualquier forma, tengo que ir a comer algo, ya tengo hambre.
Antes de irse, Elara la paró para preguntarle por qué no interactuaba tanto con el joven Lancer, dada la muy alta posibilidad de que fueran compañeros, y Grettel solo se limitó a responderle que es simplemente extraño, no por la diferencia de edad, sino por todo lo vivido; es… raro.
En una de las calles de la zona urbana de la ciudad de Frax se veía a dos personas: Grimmoire y Rhys Solstice. Estos se dirigían justo a la casa de Anyael, ambos con una actitud estresada a más no poder.
Ellos llegaron, tocaron la puerta y la madre de Anyael, Nala, les abrió. Ellos le explicaron que eran trabajadores del servicio secreto del gobierno y ella los invitó a pasar.
—Señorita Revenant, ¿se encuentra toda su familia en casa? —preguntó Rhys.
—No, agente, solo estamos yo y mi hija Yane —respondió con un tono preocupado y, sobre todo, desconfiado—. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
—¿Su esposo está trabajando? Y si es así, ¿dónde trabaja? —preguntó Grimmoire con un aire autoritario.
—Bueno, no es algo que se esté diciendo así a la ligera a cualquier persona. Además, ustedes están actuando algo sospechoso —les respondió Nala, apretando su teléfono en el acto.
—Tienes razón, la verdad. Me disculpo por nuestra actitud. Es mejor ver la información de su esposo en los registros del gobierno y traerlo aquí lo más rápido posible para empezar con el motivo principal. De mientras, ¿le importaría traer a su hija Yane? —dijo Grimm con un tono más cortés, pero igual de intimidante.
Mientras el padre de Anyael se apresuraba a llegar, Nala les ofreció té o café a sus invitados, los cuales, por supuesto, aceptaron con mucho gusto.
Y al momento de la llegada del padre de Anyael, todo dio inicio.
Ambos, Grimm y Rhys, se dedicaron a explicarle una por una casi todas las cosas del mundo de los Ascendidos y lo que pasó con su hijo, deteniéndose cada cierto tiempo para contestar las preguntas de la confundida familia. Y para enseñarles que todo esto era verdad, Grimmoire les mostró solo un poco de su Atadura…
Espera… ¿¡ANTADURA!?
