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Chapter 110 - Una luz de esperanza

Con la nieve cayendo sobre Trimbel y la noche oscura pareciendo devorar toda la luz del mundo, el momento del cierre del torneo había llegado. La multitud, prácticamente todo el pueblo, estaba reunida en el coliseo de la academia, expectante ante las palabras finales.

El Director se puso de pie y, mediante magia, amplificó su voz para que resonara en cada rincón:

—Primero que nada, quiero felicitar a la joven Aurelia por ser la campeona de este torneo. ¡Un aplauso!

Los aplausos estallaron como una marea; aun así, Aurelia permaneció fría e indiferente, como una estatua de hielo tallada en la plataforma. Tras la ovación, el Director continuó:

—También pido un reconocimiento para todos los demás jóvenes que participaron. Recuerden: si no pudieron entrar este año, los recibiremos con gusto el próximo para una nueva prueba.

Tras otro estruendoso aplauso, el Director pasó al anuncio principal.

—Como saben, solo cinco jóvenes serían aceptados. Debido a inconvenientes y descalificaciones, solo tres aprobaron llegando a la semifinal: Timurk, Aurelia y Thoran. El joven Caron eligió no ingresar a la academia y respetamos su decisión. Por lo tanto, quedan dos cupos vacantes. Los profesores hemos decidido que quienes ingresarán, junto a los ya nombrados, son: Loshy y Lanze.

Lanze y Loshy, que observaban desde las gradas, se sobresaltaron. Lanze soltó un grito de pura emoción y corrió hacia la plataforma, agradeciendo con una profunda reverencia que casi hace que toque el suelo con la frente. Loshy, más contenido, simplemente sonrió mientras se dirigía al centro.

Arthur, observando desde las sombras de los pasillos superiores, sintió un nudo de amargura en la garganta.

"Y pensar que pude haber estado ahí si no estuviera descalificado... No, no puedo seguir pensando en eso. Debo centrarme en lo que haré ahora", pensó, sacudiendo la cabeza para despejar la envidia.

—Con los cinco clasificados, daremos paso a la entrega del premio —anunció el Director.

En ese momento, Timurk se adelantó. Saludó con los puños cerrados y realizó una reverencia solemne que silenció al coliseo.

—Mis disculpas, Señor Director. Me enorgullece ser aceptado, pero debo dimitir de este privilegio.

El silencio fue sepulcral. El Director lo miró con fijeza.

—¿Puedes decirme por qué, joven?

—Mi propósito era ampliar mis horizontes y pulir mis habilidades contra los mejores —explicó Timurk con voz firme—. Aunque desearía quedarme, mis deberes me llaman de vuelta al Bosque Espejismo. Gracias por todo.

Sin más, bajó de la plataforma y desapareció entre la multitud. Ante la nueva vacante, el Director anunció que la joven Misal ocuparía el lugar. La chica, que estaba hundida en un rincón de las gradas, se paralizó un segundo antes de bajar corriendo entre aplausos. Finalmente, los cinco elegidos estaban definidos: Aurelia, Thoran, Loshy, Lanze y Misal.

Un profesor subió con una caja de madera labrada. Al abrirla, la Píldora de la Intuición brilló con una luz tenue y mística. Se la entregó a Aurelia, quien la tomó con su habitual mirada gélida, agradeciendo con un leve asentimiento.

Para cerrar, el Director lanzó la sorpresa final:

—Daremos otra Píldora de la Intuición como recompensa por un encargo especial en el Gremio. Además, abriremos la academia para que cualquiera pueda intercambiar materiales por recursos de nuestra institución.

Un clamor explosivo llenó el aire. La posibilidad de obtener tales recursos desató la codicia y el entusiasmo de todo Trimbel. Con eso, el torneo concluyó oficialmente.

***

Poco tiempo después, el coliseo quedó vacío. Arthur caminó por los pasillos oscuros hasta detenerse frente a una puerta de madera pesada que emanaba un aura de autoridad.

"¿Es aquí?", pensó.

—Sí... aquí siento la energía de ese viejo —le respondió la voz del Lich en su mente—. Recuerda que adentro no podré hablarte. En cualquier caso, usa el Sello de Muerte para matarlo si intenta algo contigo. Kakaka.

Arthur suspiró para calmar sus nervios y tocó la puerta con firmeza.

—¿Quién es? —respondió una voz desde el interior.

—Soy Arthur, señor. El participante descalificado del torneo.

Tras un momento de duda, la puerta se abrió. El Director inspeccionó a Arthur con una mirada curiosa y lo invitó a pasar. Ambos se sentaron frente a una mesa donde dos tazas de té humeante ya esperaban. Arthur estaba rígido; sentía que su futuro pendía de un hilo.

—¿A qué se debe la visita, joven? —preguntó el Director tras unos sorbos.

Arthur inhaló profundo.

—Me disculpo por seguirlo hasta aquí, señor. Verá... tengo este sello que me dio un profesor de esta academia llamado Lione, pero no sé cómo ubicarlo.

El Director tomó el objeto y sus ojos se abrieron de par en par. Lo examinó con cuidado bajo la luz de las velas.

—Así que tenías el sello de Lione... —Lo miró con una mezcla de extrañeza y lástima—. ¿Por qué tomaste la prueba si tenías esto en tu poder?

Arthur quedó desconcertado.

—Perdone, señor... no sé qué es este sello realmente. El señor Lione no me explicó nada cuando me lo entregó.

El Director soltó un largo suspiro, lleno de cansancio.

—Ese Lione... tan olvidadizo y despreocupado como siempre. Muchacho, este sello es un pase directo. Con él, no necesitas hacer la prueba ni pagar para ingresar. Es una invitación personal de un profesor de alto rango.

Arthur sintió que el mundo se detenía. Un golpe de frustración le dio de lleno en el pecho.

—¿Así que... pude entrar sin necesidad del torneo?

El Director asintió. Arthur se tomó la cabeza con las manos, sintiéndose el hombre más estúpido de Trimbel. Todo el dolor, el riesgo de muerte contra la Sombra y el esfuerzo sobrehumano en la arena habían sido innecesarios por un simple malentendido.

—¿Hay alguna posibilidad de entrar con este sello ahora? —preguntó Arthur con voz apagada.

El Director negó con la cabeza lentamente.

—Ya has sido descalificado frente a todo el pueblo. Si te aceptáramos ahora, pondríamos en duda nuestra reputación y nuestras reglas. La gente no lo entendería.

Arthur se hundió en su asiento, sintiendo el peso del fracaso. Sin embargo, el Director dejó la taza de té y su mirada se volvió astuta, casi predadora.

—Pero aún queda una posibilidad... aunque no serías parte oficial de la academia.

Arthur se enderezó de inmediato, sus ojos brillando con renovada esperanza.

—¿Cuál es?

Fin del Capítulo

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