Mikaela despierta después de estar dormida durante 4 días , gracias a la tecnología y su cuerpo altamente capacitado sus heridas se curaron rápidamente aunque todavía no se encontraba habilitada para seguir combatiendo.
En una esquina de la habitación del hospital ve a Shi ya totalmente recuperado y durmiendo en una silla , Mikaela se levanta muy alegre y lo despierta sobando su cabeza
―Despierta dormilón―dice Mikaela con una gran sonrisa
sin escuchar una respuesta Shi Mikaela decidió dejarlo dormir e ir a descansar
5 HORAS DESPUÉS
La noche era silenciosa, salvo por el zumbido tenue de las máquinas médicas. Una lluvia suave golpeaba las ventanas, como si el cielo también sintiera la tensión acumulada.
Mikaela despertó sobresaltada por un mal presentimiento. Algo en el ambiente no estaba bien. Se incorporó en la cama, sintiendo todavía dolor punzante en sus costillas, pero lo ignoró. Miró hacia la silla donde había dejado a Shi, pero ahora estaba vacía.
―¿Shi? ―susurró.
No hubo respuesta.
Se levantó lentamente y caminó hacia el pasillo. Una enfermera se acercó corriendo, el rostro pálido.
―¡Señorita Mikaela! No debería estar fuera de la cama, su cuerpo aún...!
―¿Dónde está Shi? ―interrumpió con firmeza.
La enfermera dudó un segundo, pero luego bajó la mirada.
―Salió hace una hora. Dijo que necesitaba tomar aire... pero dejó esto para usted.
Le entregó una pequeña hoja doblada y arrugada. Mikaela la abrió de inmediato.
"Lo siento. No podía quedarme quieto mientras siga habiendo esas bestias ahí fuera. Hay algo raro en esa bestia que nos atacó... Voy a investigar por mi cuenta. No quiero que te preocupes. –Shi"
―¡Idiota! ―gruñó Mikaela, apretando el papel con fuerza.
Su corazón se agitó con una mezcla de rabia, preocupación y un miedo que no podía explicar. No podía quedarse allí esperando. Caminó de regreso a su habitación y tomó su chaqueta negra con el símbolo de la AAB. A pesar del dolor, estaba decidida a encontrar a Shi.
En ese mismo instante, lejos del hospital, Shi caminaba por los pasillos oscuros del sector 9, una zona industrial abandonada en las afueras de la barrera. El lugar apestaba a óxido, aceite y algo más… algo podrido.
—¿Qué es esto? —murmuró mientras inspeccionaba una criatura parcialmente destrozada, oculta en un contenedor.
Era el cadáver de una bestia, pero no era como las otras. Tenía implantes metálicos rudimentarios. Su cerebro estaba parcialmente expuesto, conectado a un extraño dispositivo con luces intermitentes.
De repente, un sonido metálico chirrió en la oscuridad. Shi se giró bruscamente, espada en mano.
—¿Quién está ahí?
Una figura emergió de las sombras. No era una bestia... era un humano con bata de laboratorio, pero con el rostro demacrado y los ojos apagados.
—No deberías estar aquí, chico... Ellos ya vienen.
—¿Quiénes?
Antes de que pudiera responder, un disparo atravesó el cráneo del científico. Shi se cubrió y giró buscando al tirador, pero solo alcanzó a ver una silueta en lo alto de una torre cercana, que desapareció al instante.
Shi corrió. Sabía que no tenía tiempo. Tenía que regresar, tenía que advertir a todos: alguien estaba manipulando a las bestias... y tenían tecnología avanzada.