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Chapter 49 - Capitulo 49

*THYRA*

El aire estaba pesado, denso con la energía que se acumulaba a nuestro alrededor. La arena bajo nuestros pies parecía vibrar levemente, una sensación extraña, como si el suelo mismo reaccionara al poder que comenzaba a despertar en mí. Frente a mí, Harak y Nyssa observaban en silencio, con una calma aparente, aunque ambos estaban listos para intervenir en cualquier momento.

Habíamos llegado al área de entrenamiento especial, un lugar que, según Harak, era capaz de resistir cualquier tipo de poder. Era un espacio exclusivo, hecho para los líderes y para los patrocinados más fuertes. Aquí sería donde yo empezaría mi verdadera formación, donde aprendería a dominar la energía que ahora me poseía, una energía que, al parecer, era más compleja de lo que imaginaba.

Harak, con su mirada fija en mí, comenzó a hablar mientras se posicionaba frente a mí. Su tono era serio, aunque no había ni rastro de preocupación. Estaba acostumbrado a tratar con fuerzas poderosas, pero algo en mi energía lo hacía mantener una atención especial.

"Lo primero que necesitamos averiguar es la magnitud de tu mana, Thyra. No solo se trata de la cantidad, sino de por qué está tan desestabilizada. El consejal tiene razones para preocuparse por ti. Nos han dicho que tu poder es inusualmente grande, pero también errático, como si se estuviera escapando de tu control. Eso es lo que vamos a resolver hoy."

Me miró directamente, y podía ver la seriedad en su rostro. "Libera todo tu poder. No retengas nada. El altar, el dragón, el cazador de sombras... Libéralo todo. No te preocupes por los daños aquí; este lugar está preparado para ello. Yo y Nyssa estaremos cerca para intervenir si vemos que tu energía comienza a afectarte de manera negativa. Pero necesitamos saber todo lo que tu cuerpo puede manejar."

Nyssa, que estaba a mi lado, asentía en silencio. Su postura era tranquila, como si estuviera esperando el inicio de una larga batalla, aunque no iba a intervenir a menos que fuera absolutamente necesario.

Tomé una respiración profunda, tratando de calmar la creciente ansiedad que sentía. Sabía que esto era un paso necesario, pero también entendía lo arriesgado que podía ser. Mi poder había estado oculto durante tanto tiempo, y ahora, al liberar todo lo que guardaba, no tenía idea de cómo reaccionaría mi cuerpo o de hasta dónde podría llegar.

Con una determinación que comenzó a sustituir el miedo, cerré los ojos y me concentré. Sentí cómo mi cuerpo se llenaba de energía, cómo las fuerzas que se hallaban dentro de mí, las tres grandes corrientes de poder, comenzaban a moverse, a despertar. Primero, la energía del dragón se desbordó, la llama interna que había guardado desde siempre, un poder que crecía y crecía, tomando forma en mi interior. Fue como una ola de fuego que arrasaba todo a su paso.

Luego vino el poder del cazador de sombras, una sensación más fría, más controlada, pero igualmente peligrosa. Era el poder que se ocultaba en las sombras, que se alimentaba de la oscuridad y la desestabilización. Lo sentí correr por mis venas, un impulso salvaje que me llenaba de agilidad y velocidad, pero también de una insaciable necesidad de lucha.

Y finalmente, el poder del altar, el que había obtenido a través de mi conexión con ese lugar tan extraño y místico. Este poder era diferente; era más sutil, más controlado, pero extremadamente vasto. Podía sentir cómo mi cuerpo se expandía bajo su influencia, cómo cada fibra de mi ser se alineaba con una energía cósmica que superaba todo lo que había experimentado hasta ahora.

Y entonces lo solté. Grité, un grito primal que resonó en toda la arena. Era un grito de liberación, de descontrol, de poder. La energía que se desbordó de mí hizo temblar el aire, hizo que las paredes de la arena vibraran violentamente. La fuerza de la explosión fue tan grande que el suelo pareció ceder bajo mis pies. Sentí el poder fluir por mi cuerpo, desbordándose como un torrente imparable.

El suelo comenzó a agrietarse, las piedras a volar por los aires, y las ondas de energía hicieron que las corrientes de aire alrededor de la arena se volvieran violentas. Una ráfaga de viento recorrió el espacio, levantando polvo y tierra en su camino. Mi cuerpo estaba ardiendo por la magnitud de la energía, y sin embargo, sentía que podía soportarlo. Era como si la energía se estuviera apoderando de mí, pero también lo sentía controlada, contenida por algo más profundo en mi interior.

Harak y Nyssa no se movieron. Ambos se mantenían alerta, observando cómo mi poder se desbordaba. Harak, con una calma inquebrantable, levantó una mano, señalando que todo estaba bien. Él y Nyssa estaban listos para intervenir si era necesario, pero no parecía que mi poder me estuviera afectando… al menos no de inmediato.

De repente, sentí una presión en mi pecho, como si el poder estuviera presionando contra mi cuerpo desde el interior, intentando escapar. Apreté los dientes, intentando mantener el control, pero la fuerza de la energía era abrumadora. Algo en mí temía que pudiera perderlo todo en este instante, pero el entrenamiento y la experiencia de mis pasados enfrentamientos me ayudaron a mantenerme firme.

***

*NYSSA*

Mientras observaba a Thyra liberar todo su poder, una sensación de asombro y algo de inquietud se apoderó de mí. La intensidad de su aura verde oscura era abrumadora, incluso para alguien como yo, que había visto a muchos de los más poderosos en acción. Había algo en esa energía, algo tan visceral y tan profundamente desestabilizador, que sentía como si el mismo aire se hubiera vuelto más pesado, como si todo a su alrededor se estuviera viendo afectado por la magnitud de su poder. Su energía era una fuerza imparable, y al mismo tiempo, increíblemente peligrosa.

A su alrededor, el aire parecía vibrar, como si no pudiera sostener la presión de tanta potencia. La sensación era similar a la de un líder de nuestra facción, pero mucho más cruda, más salvaje. Sin embargo, esa energía tan desbordante era claramente la razón de su desestabilización, la razón por la que no había podido controlar su poder hasta ahora. Esta no era solo una cuestión de fuerza bruta; había algo más profundo que necesitaba ser entendido y moldeado.

Me acerqué un poco más a Harak, sin apartar la vista de Thyra, y le susurré, mi voz cargada de incredulidad. "Ese nivel de poder… es ridículo, Harak. Entiendo por qué su cuerpo no pudo soportarlo y se desestabilizó. Con algo así dentro de ella, no hay forma de que pudiera haber mantenido el control. Es… aterrador."

Harak asintió lentamente, su expresión grave mientras observaba a la joven. "Sí, lo sé. Pero también entiendo por qué el consejal dice que ella podría ser el inicio de un cambio significativo en este continente. Esa energía... no es solo fuerza. Tiene el potencial de ser algo más, algo que podría cambiar el equilibrio de poder. Pero también hay un riesgo enorme. Si no logramos estabilizarla, si no podemos enseñarle a controlar esa energía, podría destruirse a sí misma."

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal mientras observaba cómo la energía de Thyra comenzaba a agitarse, a volverse más errática. Cada segundo que pasaba parecía un desafío para ella, como si estuviera luchando contra un torrente que amenazaba con arrastrarla.

Pero, poco a poco, empecé a notar que su poder comenzaba a disminuir, aunque de forma lenta. Era como si la fuerza que había liberado ahora estuviera buscando una manera de equilibrarse, de encontrar un lugar donde pudiera asentarse. Harak se acercó un poco, manteniendo su atención en la joven.

"Esto… esto tomará mucho tiempo," murmuró Harak, casi para sí mismo. "Su poder es demasiado grande, y no está acostumbrada a manejarlo. Necesitamos ser pacientes, pero también rápidos. Si dejamos que su energía se descontrole demasiado, podría ser demasiado tarde."

La tensión en el aire era palpable. A pesar de que su poder comenzaba a disminuir, las vibraciones en el entorno no cesaban. Había algo incontrolable en ella, una fuerza que no podía ser simplemente "domada". Había mucho más por descubrir y mucho más por hacer para ayudarla.

Lo que sí sabía con certeza era que Thyra no era solo una joven con un poder inmenso. Había algo en ella, algo que hacía que incluso los líderes de la facción la miraran con una mezcla de cautela y fascinación. El potencial de ese poder, una vez refinado y controlado, podría ser más grande de lo que cualquiera podría imaginar. Pero ese mismo poder era la razón por la que tenía que ser entrenada cuidadosamente. El riesgo de que todo se desmoronara por su falta de control era mayor que cualquier otro desafío que pudiéramos enfrentar.

"Harak," susurré nuevamente, esta vez con una ligera preocupación en mi tono.

"¿Cuánto tiempo crees que llevará que todo esto se estabilice?"

Él miró a Thyra, la observó por un momento, luego volvió su mirada hacia mí, como si estuviera evaluando la situación. "No lo sé, Nyssa. Pero lo descubriremos. Es lo único que podemos hacer ahora. Y espero que ella sea capaz de aprender rápidamente a manejar todo esto, porque si no lo hace, su poder podría consumirla antes de que logremos ayudarla."

El silencio que se instaló entre nosotros fue pesado. Ambos sabíamos que teníamos que actuar rápidamente. Pero también sabíamos que la única forma de manejar una fuerza como la que se estaba desbordando dentro de Thyra era tener paciencia, aprender a escuchar cada uno de sus movimientos, y asegurarnos de que no se autodestruyera en el proceso.

***

*ARLEK*

Estaba en los aposentos del consejal, como de costumbre, observando la pared frente a mí, aunque no era la pared la que me interesaba en ese momento. La tensión en el aire era palpable, como si todo a nuestro alrededor estuviera conteniendo la respiración. Sentía la energía de Thyra de forma intensa, desde aquí, a través de las paredes del complejo, su poder desbordante comenzaba a hacerse presente. Era una presión invisible, pero la podías sentir en cada rincón del lugar.

El consejal estaba de pie junto a mí, ambos mirando en la misma dirección, aunque sabíamos que nuestros ojos no se enfocaban en lo mismo. Él, con su calma característica, había percibido lo mismo que yo. El poder de Thyra se estaba descontrolando. No era una sorpresa, por supuesto, pero la magnitud de lo que estaba sucediendo ahora era impresionante. La vibración de su energía era tan fuerte que parecía sacudir las entrañas del lugar.

"Ya ha comenzado con su sesión de estabilización," dijo el consejal, su voz tranquila, pero con un matiz de preocupación que no pude ignorar. Estaba claro que sabía lo que significaba esto. Sabía el desafío que teníamos por delante.

El poder de Thyra era vasto y sin control, un océano de energía que en cualquier momento podría arrastrarla. La sensación de peligro era palpable, como una tormenta que se avecina, cada vez más cerca. Había visto muchos tipos de poder en mi vida, pero este... este era diferente. Era antiguo, primordial. Un poder que resonaba con la misma tierra que pisamos.

"Lo siento," susurré, más para mí mismo que para él, mientras mis pensamientos se volvían más oscuros. "¿Es suficiente? ¿Qué pasa si no puede manejarlo?"

El consejal me miró, su mirada profunda y calculadora. "Es difícil decirlo, Arlek. Esta situación es más compleja de lo que imaginamos. Pero lo que sé es que ella tiene el potencial para cambiar las reglas del juego. Es por eso que estamos haciendo esto. Si no podemos estabilizarla, si no podemos enseñarle a manejar esa fuerza, todo podría caer. Pero si lo logramos... entonces este continente cambiará para siempre."

Lo sabía. Todos lo sabían. Este era el principio de algo mucho más grande que cualquier facción, cualquier reino, o incluso cualquier consejo real. Thyra no era solo una joven con un poder descontrolado; ella era una pieza clave en un tablero mucho más grande. El equilibrio de poder, la paz que había existido durante siglos, todo eso estaba en peligro. Y nosotros, los líderes de la facción, éramos los que debíamos decidir qué hacer con ella.

"Lo que estamos haciendo ahora," continuó el consejal, "es solo el comienzo. Si logra estabilizarse, entonces debemos prepararnos para todo lo que vendrá. No sabemos qué tan lejos puede llegar, ni qué tan grande será su influencia en el futuro. Pero no podemos dejar que el miedo nos controle. No podemos dejar que sus errores nos lleven a la desesperación."

Estaba claro que él veía algo en ella. Algo que nosotros, los demás, aún no podíamos comprender completamente. Pero no tenía tiempo para pensar en eso ahora. El presente, el momento en que su poder estaba desbordando, era lo único que importaba.

"Harak está con ella," dije, aunque no necesitaba decirlo. Todos lo sabíamos. "¿Crees que podrá estabilizarla?"

El consejal guardó silencio por un momento, contemplando la situación antes de responder. "Harak es fuerte, y tiene la experiencia necesaria. Pero este es un poder con el que nunca se ha enfrentado. Su energía... es diferente. Si alguien puede manejarla, es él. Pero incluso él tendrá que ser muy cuidadoso."

Sentí el peso de sus palabras. La responsabilidad que llevábamos sobre nuestros hombros era más grande de lo que podía imaginar. No solo estábamos lidiando con un poder desbordante, sino con el futuro del continente mismo. La energía de Thyra era algo tan inmenso que, si se controlaba correctamente, podría ser una herramienta invaluable. Pero si se descontrolaba... nada podría detenerla.

Mi mirada se volvió hacia el horizonte. El sonido del viento que pasaba por las paredes del edificio era todo lo que se escuchaba en el silencio. Solo entonces comprendí la verdadera magnitud de lo que estábamos a punto de presenciar. El equilibrio de todo lo que conocíamos, todo lo que habíamos dado por sentado, estaba a punto de cambiar.

"Que empiece la estabilización," susurré, como si esas palabras pudieran alterar el curso de los eventos.

****

*LORD AUREN*

Me encontraba en la sala del consejo, rodeado por los demás lords, muchos de los cuales ya conocía demasiado bien. Sus caras eran como máscaras de cortesía, pero debajo de ellas, sus intereses siempre estaban claros. La discusión seguía su curso, centrada en los planes del consejo para estrechar lazos con el continente vecino, una iniciativa que, por supuesto, venía con su propio conjunto de implicaciones, y no todas eran positivas.

Lord Varenn y Lord Almaric estaban a mi lado, intercambiando miradas de comprensión. Ambos, al igual que yo, sabían que las verdaderas intenciones del consejo nunca eran tan altruistas como parecían. Ellos querían que el poder y los recursos de los otros continentes fueran absorbidos por su propio dominio. Nada de lo que hacían era para el bien de todos; siempre había algo que querían sacar de ello, y esa era la razón por la cual me sentía tan distante de sus planes.

Los murmullos de los demás lords se alzaban, algunos a favor de un tratado más cercano con el continente vecino, otros, como siempre, más reticentes, sabiendo que ceder demasiado podría significar perder poder en el propio continente. El consejo parecía estar construyendo una fachada de diplomacia, pero yo sabía que en sus corazones solo había hambre de poder.

"El consejo no está haciendo esto para el beneficio de todos", murmuró Almaric a mi oído mientras observábamos a los demás.

"Quieren monopolizar las relaciones comerciales, asegurar una ventaja estratégica... Lo único que quieren es tomar control de todo, como siempre."

Asentí lentamente, sin apartar la vista del grupo. Las negociaciones con el continente vecino parecían casi una excusa para expandir su influencia. Nadie parecía dispuesto a considerar las verdaderas consecuencias de tales acuerdos. Sabían lo que querían, y no iban a detenerse hasta conseguirlo. En todo caso, las personas más cercanas al consejo serían las que más perderían, a menos que...

"¿Y qué pasa si esto no es solo una cuestión de comercio?" pregunté en voz baja, con un tono calculado. "¿Qué pasa si están buscando algo más? Algo que no nos han dicho aún."

Varenn me miró y asintió, con un leve brillo de preocupación en sus ojos. "Lo que estás sugiriendo no es imposible. Pero por ahora, no hay pruebas de nada más allá de lo que han dicho públicamente. Aunque, como siempre, el consejo tiene sus propios secretos."

"No hay duda", respondí, con voz grave. "Y con estos movimientos, se están posicionando para algo más grande. No puedo permitir que sigan adelante sin que estemos preparados para cualquier cosa que planeen."

Mientras los demás lords seguían discutiendo el contenido de los tratados, uno de los cuales al parecer se estaba negociando en secreto, mi mente no podía evitar enfocarse en lo que realmente importaba: mi hija. Después de siete largos meses sin noticias, sabía que ella seguía viva en algún lugar.

Pero esos pensamientos no podían interrumpir lo que estaba sucediendo en el presente. Si bien el consejo buscaba consolidar su poder a través de alianzas y negociaciones, yo debía asegurarme de que el futuro de mi hija estuviera seguro.

"Esto se está saliendo de control", dijo Varenn, mirando con desdén a los lords que seguían discutiendo sin cesar sobre detalles técnicos que solo buscaban el beneficio de unos pocos. "Parece que lo que están planeando podría alterar todo el equilibrio. Este tipo de movimientos son peligrosos, Auren."

"No los subestimes", respondí. "El consejo nunca actúa sin una razón. Y cuando se trata de mantener el poder, son mucho más impredecibles de lo que parecen. Debemos estar listos para cualquier cosa."

La discusión continuó, pero mientras los demás seguían atrapados en sus propios juegos políticos, yo seguía con la mente fija en mi objetivo personal. Sabía que el consejo seguiría adelante con sus planes, pero aún quedaba mucho por descubrir, mucho que no sabían. Y si había algo que estaba claro, era que en cuanto a Thyra, no descansaría hasta que pudiera reunirme con ella. Sin importar lo que el consejo o el continente vecino pudieran intentar

Mientras nos alejábamos del castillo, el peso de las conversaciones del consejo seguía colándose en mis pensamientos. Varenn y Almaric marchaban a mi lado, sus rostros reflejaban la misma preocupación que me atenazaba. Aunque las palabras sobre los acuerdos con el continente vecino seguían sonando en mi mente, una pregunta que ambos me hacían me sacaba de esa niebla de incertidumbre.

"Y tu familia, Auren, ¿cómo están?", preguntó Varenn, con un tono grave pero lleno de comprensión. "Después de todo este tiempo, después de la desaparición de Thyra..."

Respiré hondo, sintiendo la pesadez de esas palabras. La culpa. La incertidumbre. Había sido un dolor silencioso pero constante en mi hogar desde su desaparición, un vacío que no podía llenar.

"Siguen luchando con su propia culpa", respondí finalmente, mi voz cargada de ese peso. "Nos debatimos entre la esperanza y el miedo, sin saber qué hacer, sin saber cómo seguir adelante. Nadie puede evitar preguntarse... si pudimos haber hecho algo más. Si pudimos haberla salvado antes de que desapareciera."

Varenn asintió en silencio, comprendiendo mucho más de lo que podía expresar. Almaric, siempre más reservado, observaba al frente, sus pensamientos lejos de las palabras que salían de nuestras bocas. Sabía lo que estaba pasando en sus hogares también, el dolor era algo que compartíamos, aunque de manera distinta.

"Y los hijos de ambos, ¿cómo están?", pregunté, con la intención de cambiar el tono de la conversación, aunque la ansiedad seguía zumbando en mis venas. "¿Cómo está Myla? ¿Y los chicos?"

La respuesta de Varenn fue más solemne de lo que esperaba. "Myla... se ha recluido en su entrenamiento. Desde que regresamos a casa, después de no encontrar rastro de Thyra en la capital, no ha dejado de entrenar. Se ha encerrado en su rutina, en su lucha. Creo que aún no ha aceptado que no podemos hacer más por ahora. Esa es su forma de lidiar con la frustración."

Suspiré profundamente al escuchar eso. Sabía cuánto Myla había querido a Thyra. Como la hija mayor de Varenn, la conexión entre ellas siempre fue más allá de la amistad. Myla había perdido mucho, y de alguna manera, se estaba castigando a sí misma. Pero entendía su dolor, era algo que muchos de nosotros compartíamos.

Almaric, por su parte, asintió con cierto pesar antes de hablar. "Caden y Darien han estado viajando de un lado a otro. No han descansado desde que regresamos. Buscan pistas, cualquier indicio que los lleve a Thyra. Su determinación es admirable, pero temo que están agotándose... necesitan descansar."

Los elogié con una sonrisa, aunque mi corazón se apretaba al verlos tan lejos de casa, luchando por algo tan incierto. "A pesar del tiempo y la incertidumbre, su esfuerzo es encomiable. No sé si la encontrarán, pero la voluntad de buscarla... es algo que no se puede subestimar."

Justo cuando estábamos llegando a nuestros caballos y nos preparábamos para continuar nuestro viaje, una sensación extraña me recorrió de nuevo. Era como un estremecimiento en mi alma, un temblor que se extendió desde mis manos hasta mis pies, como si cada fibra de mi ser estuviera vibrando con una fuerza inexplicable.

Sentí cómo el aire a mi alrededor parecía volverse denso, como si algo, o alguien, estuviera intentando hacerse presente en mi conciencia. Un segundo antes de que pudiera comprender lo que sucedía, mi pecho se llenó de una conexión profunda, un lazo irrompible que se despertó en mi interior, como si una corriente ancestral se hubiera reactivado de repente.

Sonreí, no por simple consuelo, sino por una certeza que me quemaba el alma. Thyra aún estaba viva. Esa conexión que nunca había desaparecido, esa voluntad, esa presencia... Ardía nuevamente. La energía que sentí era inconfundible, como si estuviera allí, a miles de kilómetros de distancia, luchando, viviendo.

Era la segunda señal. La segunda vez que la sentía.

Thyra Auren no había muerto.

Era un fuego que no podía ser apagado. Y mi hija estaba más cerca de lo que pensaba.

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