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Chapter 35 - Capitulo 35

*THYRA*

Me senté en la silla de madera de la habitación que me habían asignado, mis hombros caídos y mi cuerpo adolorido. La habitación estaba extrañamente silenciosa, sin nada más que el sonido sordo de mi respiración mientras intentaba relajarme. Había quedado completamente agotada tras la batalla, y el peso del cansancio se sentía en cada fibra de mi ser. Había liberado tanto poder... más de lo que había previsto, y ahora mi cuerpo lo pagaba.

Miré mi brazo izquierdo, que seguía palpitando con dolor. Ya había detenido el sangrado de las múltiples heridas, pero el dolor seguía siendo constante, casi insoportable. Las cicatrices eran profundas, y aún sentía como si la energía del impacto contra mi oponente se estuviera desplazando lentamente por mi cuerpo. A cada respiración, sentía el ardor en mi piel, como si todavía estuviera quemando por dentro. Mi poder, ese poder que nunca había dejado de sorprenderme, se había desatado con una furia incontrolable.

Me recosté ligeramente en el respaldo de la silla, buscando un respiro, intentando calmar mi mente. El combate había sido... diferente. Algo había cambiado dentro de mí cuando caí del cielo, cuando el rugido del dragón resonó en lo más profundo de mi ser. Había sido como un despertar, como si la esencia que había consumido de esa criatura mítica se hubiera entrelazado conmigo en su totalidad. Y no solo fue el poder lo que me afectó, sino la sensación de control, la satisfacción al ver cómo mi oponente se tambaleaba ante mí, cómo me enfrentaba a él con la misma determinación, sin miedo.

Me froté la frente, tratando de deshacerme de las imágenes que seguían pasando por mi mente. El combate ya había terminado, pero el eco de ese poder no desaparecía tan fácilmente. Sabía que los eventos de hoy no solo me marcarían a mí, sino también a quienes lo presenciaron, especialmente a aquellos en el consejo, y en los palcos. Ellos habían visto algo que nunca olvidarán. Algo... grande.

Dejé escapar un suspiro, recordando los ojos de Aedric observándome desde la distancia. Sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y asombro, algo que me hizo sonreír por un momento. ¿Qué pensaría él de mí ahora? ¿De lo que soy capaz? Pensé en las palabras que me había dicho días atrás, cómo me había apoyado y animado sin saber lo que realmente llevaba dentro. Quizás... quizás ahora lo sabía.

Pero no podía quedarme atrapada en esos pensamientos. El camino seguía adelante, y aún quedaba mucho por hacer. La tercera fase aún estaba en pie. Sabía que debía estar lista para cualquier cosa que viniera. No podía bajar la guardia.

Miré mi brazo una vez más y, con una exhalación profunda, me levanté de la silla. Tomé un vendaje limpio y comencé a envolverlo cuidadosamente alrededor de mi herida, concentrándome solo en esa tarea. Cada movimiento, cada toque sobre mi piel herida, me recordó la magnitud de lo que había logrado, pero también lo frágil que era todo. Mi cuerpo, por más fuerte que fuera, no era inmune a las consecuencias de desatar tal poder.

Me senté nuevamente, respirando lentamente. Este poder, mi poder... todavía no lo entendía completamente. Pero estaba claro que lo había desatado, y ya no podría volver atrás.

La noche se alargó, y la habitación, aunque silenciosa, estaba cargada con una energía densa que parecía vibrar en el. El poder que había desatado, la esencia del dragón que sentí dentro de mí… era algo más grande de lo que había anticipado. No sabía si eso me aterraba o me emocionaba.

Cuando terminé de vendarme el brazo, me levanté y me acerqué a la ventana. La luna brillaba en lo alto del cielo, bañando la ciudad con su luz plateada. Desde mi ventana, podía ver las estructuras imponentes de la base militar, y a lo lejos, los resplandores de las antorchas que iluminaban el área donde se estaba preparando la arena para el siguiente día.

Miré mi reflejo en el cristal. Mi rostro, aunque un poco cansado, no mostraba señales de debilidad. Había peleado con todo lo que tenía, pero la verdad era que la verdadera prueba apenas estaba por comenzar. Los ojos del consejo, esos poderosos magos, habían visto lo que podía hacer. Había hecho ruido, había dejado una marca.

Me aparté de la ventana y me senté en la cama, con el cuerpo aún adolorido. Cerré los ojos por un momento, permitiendo que la calma regresara lentamente.

Entonces, la puerta se abrió con suavidad, y al principio, creí que era un simple sirviente entregando algún mensaje o comida, pero al ver la figura de Aedric en el umbral, mi corazón dio un pequeño salto. Me miró por un instante antes de entrar completamente en la habitación, cerrando la puerta con cuidado detrás de él. No decía nada, solo me observaba con una mezcla de preocupación y... algo más.

"No estaba segura si vendrías," dije, sonriendo ligeramente para intentar aliviar el aire tenso que se había formado entre nosotros.

Aedric se quedó en silencio por un momento, caminando hacia la silla frente a mi cama. "Vi la lucha," dijo, su tono serio. "No creí que fueras capaz de... de eso. Eres increíble, Thyra."

Me encogí de hombros, pero mi sonrisa se desvaneció lentamente, reemplazada por una expresión más pensativa. "No estoy segura de ser 'increíble'..."

"Lo sé." Aedric se acercó un paso más, bajando la mirada hacia mi brazo vendado. "Te lastimaste mucho, pero... eso fue impresionante. El combate, la forma en que lo enfrentaste. No muchos podrían haber hecho lo que hiciste."

"Lo hice porque tenía que hacerlo. Porque sabía que si no, me habrían destrozado," respondí, mi voz baja. "Este poder... es más de lo que esperaba. Más de lo que quiero controlar. Pero es lo que soy ahora."

Aedric se quedó quieto por un instante, procesando mis palabras. "Thyra, ¿qué planeas hacer con todo esto? ¿Qué harás ahora que has mostrado tu verdadera fuerza?"

La pregunta me sacó de mis pensamientos, y me miró con una intensidad que me hizo sentir como si me estuviera observando por completo, buscando algo en mí que quizás ni siquiera yo entendía aún.

No sabía la respuesta. No aún. "No sé," respondí honestamente. "Pero lo que sí sé es que no me detendré aquí. Aún queda mucho por hacer."

Aedric asintió, su rostro mostrando una determinación que había visto antes, pero ahora más fuerte. "Cuenta conmigo. No importa lo que venga, siempre estaré a tu lado."

Esas palabras resonaron en mi mente. En un mundo donde todos parecían tener sus propios intereses y motivos ocultos, esa simple declaración me brindó un extraño consuelo. Aedric había sido mi compañero en estos pocos días, y aunque su perspectiva sobre mí había cambiado después de lo que había visto en la arena, parecía dispuesto a seguir adelante, al igual que yo.

Por un momento, la tensión desapareció, y sentí una ligera calma.

"Gracias," susurré, no solo por su apoyo, sino por no alejarse a pesar de lo que acababa de presenciar. Aun sabiendo lo que era capaz de hacer, no había huido.

Aedric sonrió ligeramente, un gesto genuino. "No necesitas agradecerme. Estoy aquí para eso."

Con una última mirada hacia mi brazo y la marca de la batalla aún fresca en mi piel, me recosté un poco, permitiendo que la calma regresara a mí, aunque de manera temporal.

****

La luz del sol entraba por la ventana cuando un golpeteo suave en la puerta me sacó de mis pensamientos. Me estiré lentamente, sintiendo la incomodidad de las vendas en mi brazo. Un suspiro escapó de mis labios antes de que me levantara y me dirigiera hacia la puerta.

Al abrirla, un hombre de traje impecable, con una actitud formal, se encontraba en el umbral. Me miró con una sonrisa cortés. "Buenos días, Lady Thyra. Mis más sinceros saludos de parte del consejo."

Un estremecimiento recorrió mi cuerpo al oír esas palabras. ¿El consejo? Sin poder evitarlo, mi mente comenzó a pensar en las implicaciones de esa invitación. ¿Qué querían de mí ahora?

"Buenos días," respondí, sin poder evitar una ligera expresión de desconfianza. "¿Qué puedo hacer por ustedes?"

El hombre asintió y, con una mirada algo calculadora, comenzó a hablar. "Algunos miembros del consejo están muy interesados en conocerla mejor. Debido a su demostración de poder, han decidido invitarla a desayunar con ellos. Sería una excelente oportunidad para discutir su futuro, y para que ellos la conozcan mejor."

Mi mente inmediatamente comenzó a hacer conexiones. Aquello no era una simple invitación. Si el consejo quería conocerme personalmente, probablemente había más en juego que un simple encuentro social. Sabía que los miembros de los consejos de algún continente no solían hacer este tipo de invitaciones sin una razón importante. No solo había llamado la atención de los presentes, sino que mi poder había roto las barreras de lo que consideraban posible.

"Eso suena… interesante," respondí con cautela, aunque mi voz no traicionó ni una pizca de confianza en mis palabras. "Pero, para ser honesta, no estoy muy segura de que sea lo mejor. ¿Qué esperan exactamente de mí?"

El hombre mantuvo su sonrisa, no condescendiente, pero sí paciente. "Nada que no sea una conversación amistosa, Lady Thyra. Por supuesto, no es obligatorio. Pero los miembros del consejo están ansiosos por ver de qué está hecha una persona con tal poder."

Dudé por un momento, observando la puerta cerrada detrás de él. La idea de estar con personas de tan alto rango en un evento tan delicado me incomodaba, especialmente con la vigilancia constante de mi propio continente sobre mí. Sin embargo, sabía que rechazarlo podría traer consecuencias aún peores. Además, si quería entender las fuerzas que realmente operaban en este lugar, debía estar allí. No podía quedarme en las sombras.

"Está bien," finalmente respondí, aunque mi tono reflejaba cierta indecisión. "Pero no tengo la mejor apariencia en este momento. Mi brazo está vendado, y no estoy preparada para algo tan formal."

El hombre inclinó la cabeza ligeramente, como si ya esperara esa respuesta. "No se preocupe, Lady Thyra. Los médicos se encargarán rápidamente de sus heridas, y le traeremos ropa adecuada para la ocasión. No será un problema."

El alivio fue casi inmediato. Aunque aún me sentía algo insegura por lo que podría estar a punto de suceder, el hecho de que no tenía que preocuparme por mi aspecto me permitió relajarme un poco. "Entiendo," respondí. "Entonces, supongo que puedo estar lista en breve."

"Le esperaré afuera, Lady Thyra. Si necesita cualquier cosa, no dude en decírmelo," dijo el hombre antes de hacer una ligera reverencia y salir por el pasillo.

Al cerrar la puerta, me tomé un momento para reflexionar. Este día parecía ser un punto de inflexión. Podría ser una oportunidad para entender lo que realmente quería el consejo de mí o, quizás, descubrir lo que querían que hiciera. Pero también sabía que tenía que estar alerta. Este encuentro podría ponerme en una posición más peligrosa de la que pensaba, y no confiaba plenamente en la nobleza o las alianzas que se tejían en la sombra.

Suspiré, dejándome caer en la silla que estaba junto a la ventana, mientras esperaba a que todo se pusiera en marcha. Al menos por ahora, tenía tiempo para prepararme mentalmente.

En ese preciso momento, entendí que este sería solo el principio de una serie de decisiones difíciles que definirían no solo mi futuro, sino también el destino de aquellos que me rodeaban.

Tras unos minutos, me encontré frente a un espejo, observando cómo los médicos terminaban de revisar mis heridas y cómo me ajustaban el vestido formal que me habían traído. Era de un tono oscuro, con bordes plateados que resaltaban mis ojos, y la tela caía elegantemente sobre mi figura. Aunque mi brazo ya estaba curado y las vendas habían desaparecido, no pude evitar notar que aún llevaba el cansancio de la noche anterior en mi cuerpo. Había desatado una gran cantidad de poder, y aunque mi cuerpo ya estaba en mejor estado, el desgaste de la batalla era palpable.

Las mujeres que me ayudaron con los arreglos se sorprendieron al ver que no necesitaba maquillaje. Mi piel pálida, acompañada del rubor natural en mis mejillas, me brindaba una apariencia fresca y armoniosa, sin que fuera necesario ningún artificio. Sin embargo, me sentía distante, consciente de que este encuentro podía marcar un punto clave en mi futuro.

El hombre que había venido a buscarme me condujo por los pasillos con paso firme. A medida que avanzábamos, mi mente no podía evitar preguntarse si esta reunión realmente sería tan tranquila como lo había prometido el emisario del consejo. Mi instinto me decía que no todo sería tan sencillo.

Finalmente, llegamos a una sala amplia y elegante, con un comedor en el centro. Las paredes estaban adornadas con detalles finos y una luz cálida iluminaba la estancia. Cuando crucé la puerta, me encontré con cuatro figuras sentadas alrededor de la mesa. La primera en destacarse fue un joven de porte orgulloso y un aire claramente presumido, cuya postura emanaba una arrogancia indiscutible. A su lado, un hombre canoso con rostro serio observaba la escena sin mostrar signos de emoción. Frente a ellos, un joven de mirada fría y calculadora parecía evaluar cada movimiento, cada gesto que pudiera revelar algo de mí. Pero fue el cuarto hombre quien captó completamente mi atención.

Al instante, su mirada se clavó en mí con una intensidad que no me fue desconocida. Aunque no pude verle completamente el rostro en el primer momento, su presencia era inconfundible. Era él, el hombre que había estado observándome desde su palco durante el evento. Su mirada tenía un poder que me hizo tensar mis músculos, como si pudiera leerme a través de la distancia. Sabía que, al igual que los demás, él también me observaba con intenciones que no podía descifrar, pero que estaban lejos de ser puras.

Tomando aire con calma, avancé hacia la mesa, manteniendo la compostura. El hombre que me había guiado hasta allí se hizo a un lado, y la habitación quedó en un pesado silencio mientras todos me estudiaban. Decidí no dejarme intimidar, aunque sentía el peso de sus miradas. No podía permitirme mostrar vulnerabilidad.

"Lady Thyra," dijo finalmente el hombre canoso con voz grave y profunda, como si estuviera analizando cada sílaba. "Es un placer tenerla aquí con nosotros."

Asentí con una ligera inclinación de cabeza, manteniendo una postura erguida. "El placer es mío, señores," respondí, aunque mi tono no ocultaba la cautela que sentía.

El joven presumido, que no había dejado de mirarme con una sonrisa burlona, fue el siguiente en hablar, su tono impregnado de arrogancia. "Vaya, no esperaba menos. Eres tan impresionante como dicen. Tus habilidades fueron... excepcionales."

Mi mirada se desvió hacia él, manteniendo la calma. "Hice lo que era necesario."

La tensión aumentó cuando el joven de expresión fría, cuyo rostro parecía una máscara imperturbable, se inclinó hacia adelante, observándome como si estuviera calculando mi siguiente movimiento. "Tu poder no es algo que se vea todos los días," comentó en un tono analítico. "Nos ha sorprendido a todos. ¿Puedes decirnos más sobre su origen?"

Mi mente se aceleró. El tema del origen de mi poder era delicado. La esencia del dragón, la conexión con el cazador de sombras... No estaba dispuesta a revelar todos esos secretos a extraños, especialmente no sin entender completamente sus intenciones.

"Mi poder," respondí con calma, "es algo que he cultivado a lo largo de los años. Nada más, nada menos."

El hombre canoso asintió levemente, como si esperara una respuesta más elaborada, pero no insistió. Finalmente, el hombre de la mirada intensa y dominante que había estado observándome fijamente habló. Su voz era baja pero firme, y al dirigirse a mí, el aire de la habitación parecía volverse más denso.

"Thyra," comenzó, pronunciando mi nombre con una claridad que no dejaba lugar a dudas sobre su interés en mí. "Puedo ver que eres mucho más de lo que pareces. ¿Qué es lo que realmente quieres, más allá de mostrar tu fuerza?"

Su pregunta fue directa, inesperada, y sentí que una corriente de tensión atravesaba mi cuerpo. Aunque el resto de los miembros del consejo estaba observando, parecía que él había tomado la delantera, como si tuviera algún tipo de influencia sobre los demás.

"No busco nada más que poder entender cómo funcionan las cosas aquí," respondí con frialdad, sin querer dar demasiada información. "No quiero estar bajo el control de nadie, ni la de su consejo ."

Un silencio incómodo se instaló en la habitación, y aunque el hombre no pareció molesto, su mirada continuó fija en mí, como si estuviera analizando cada palabra.

"Eso es algo que todos deberíamos tener en cuenta," dijo el joven de rostro frío, como si la conversación ya hubiera tomado un giro más importante de lo que todos esperaban.

El joven de mirada intensa y profunda hizo un leve gesto hacia los demás, y finalmente, comenzaron a presentarse como correspondía. "Somos los miembros del consejo de este continente," comenzó él con tono firme, mirando a los demás mientras hablaban, "Yo soy Thalen, el responsable de la política interna y los asuntos estratégicos." Su presencia era tan dominante que no necesitaba ningún otro título para imponer respeto.

A su lado, el hombre canoso continuó. "Soy Darin, encargado de los asuntos exteriores y las relaciones diplomáticas. Es un honor tenerte aquí con nosotros, Lady Thyra."

El joven de expresión fría, que hasta entonces se había mantenido bastante reservado, habló a su turno. "Lysder, encargado de la seguridad y defensa del continente," dijo, su mirada calculadora no dejaba de escrutarme. Su tono era directo y no buscaba agradar, solo obtener respuestas.

Por último, el joven presumido, que hasta ese momento no había dejado de sonreír con suficiencia, se presentó de manera que no pasó desapercibida: "Y yo soy Varek," dijo con aire altanero, "Responsable de las finanzas y los recursos. Es un verdadero placer tenerte aquí con nosotros, Lady Thyra." Su tono estaba impregnado de una coquetería evidente, y su mirada no se apartó de mí, evaluándome como si fuera una pieza en su tablero de ajedrez.

Yo, sin embargo, solo asentí con la cabeza de manera cortés, pero mi mente estaba alerta. Obviamente, no era la primera vez que me encontraban, y sabían quién era. Aunque no mencionaron aún mi nacionalidad o mi origen, se notaba que sus palabras no eran tan casuales como parecían. A pesar de ello, decidí mantenerme en silencio, simplemente aguardando lo que viniera.

"Ahora que ya nos hemos presentado," continuó Darin, el hombre canoso, "pueden comenzar a comer. No tenemos prisas." La orden era clara, y el ambiente en la sala se tornó ligeramente más relajado.

A medida que me acomodaba en la mesa, me di cuenta de que la comida estaba dispuesta de manera impecable. Sabía cómo comportarme en este tipo de situaciones; mis orígenes nobles me habían enseñado las costumbres y las reglas de etiqueta de la alta sociedad, y había perfeccionado esos modales a lo largo de los años, tanto en mi continente como en este. No era nada nuevo para mí. Con elegancia, tomé los utensilios y comencé a comer, con movimientos sutiles y una postura recta, sin apuro ni indiferencia, pero tampoco sin dejar de ser consciente de cada gesto. En un ambiente como este, cualquier error en la etiqueta podría ser aprovechado.

El resto de los presentes parecía observarme con atención, y no pude evitar notar que la sorpresa se reflejaba en sus rostros. El joven Varek, aún con esa sonrisa arrogante, se permitió hablar después de un par de bocados. "Parece que tienes una educación excelente," dijo, con una mirada que no dejaba de ser algo condescendiente. "Me pregunto, ¿de qué familia vienes? ¿De qué linaje noble?"

Mi mirada se alzó ligeramente, y con un tono tan tranquilo como lo había sido hasta ahora, respondí: "No vengo de ninguna familia ni de ningún linaje. Viajamos, como cualquier otra persona. No tengo un hogar fijo."

Hubo un momento de silencio, como si la respuesta no fuera lo que esperaban. Los consejeros intercambiaron miradas, y Thalen, el que parecía tener el liderazgo del grupo, inclinó la cabeza ligeramente. "Eso es... inusual," dijo, con una leve sonrisa que no podía ocultar su sorpresa. "Parece que tienes un trasfondo único, Lady Thyra."

Los ojos de Lysder brillaron con una chispa de interés, y parecía como si quisiera indagar más, pero se detuvo, observando la interacción entre los demás. Sin embargo, fue Varek quien no pudo resistirse a hacer un comentario más, y esta vez su tono de coqueteo era tan evidente que no podía ignorarlo.

"Vaya," comenzó, lanzando una mirada fugaz a los otros consejeros antes de centrarla nuevamente en mí. "Una mujer tan... excepcional, sin una familia que la respalde... ¿Cómo es posible que no haya conquistado ya los corazones de todos los nobles en su país?"

Mientras hablaba, su tono era tan obvio que incluso los demás lo notaron, y pude ver cómo los otros consejeros intercambiaron una mirada incómoda, como si se sintieran un tanto incómodos ante su comportamiento. Pero él no parecía notarlo, o no le importaba. Al menos no a mí.

No respondí de inmediato, sabiendo que cualquier comentario que hiciera solo alentaría más su actitud. En lugar de eso, tomé un sorbo de mi bebida con calma, dejando claro que no estaba dispuesta a jugar ese juego. Varek me lanzó una sonrisa, pero no vi ninguna razón para devolverla. Él no era más que una molestia en este momento.

"Te lo diré una vez más," murmuré, sin perder la compostura, "no tengo tiempo ni interés en los juegos de los hombres. Estoy aquí para otras razones."

Varek frunció el ceño, pero no insistió más. La tensión que había creado fue rápidamente disipada por el ambiente neutral de la mesa, y pude sentir cómo el resto de los consejeros retomaban la conversación de manera más formal, aunque no sin miradas que aún analizaban cada uno de mis movimientos.

De alguna manera, estaba claro que los juegos habían comenzado, pero yo no estaba interesada en ser una simple pieza en su tablero.

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