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Chapter 7 - Capítulo 7: Una Proposición Inesperada

La presencia de Bulma en el entrenamiento de los Guerreros Z se convirtió en una constante. Venía con croquis y prototipos, su mente bulliciosa siempre buscando una nueva mejora para los "trajes de entrenamiento" que me había pedido que especificara. Eran básicamente versiones rudimentarias de los trajes de gravedad que Goku usaría más tarde, con contrapesos ajustables y materiales reforzados.

Mientras Goku y Piccolo se agotaban bajo el peso extra, corriendo y lanzando ráfagas de Ki bajo mi supervisión, Bulma a menudo se acercaba a mí. Sus preguntas no siempre eran sobre ingeniería o física.

"Tu cabello es tan... largo", comentó un día, observando mi característica cabellera. "Nunca había visto algo así. ¿No te molesta para pelear?"

"Es parte de nuestra genética Saiyajin", respondí, manteniendo una expresión neutra. "Y no, no molesta. Es una extensión de nuestra fuerza, en cierto modo."

Ella sonrió, sus ojos brillando. "Vaya. Eres tan misterioso. Y fuerte. Goku es fuerte, sí, pero tú tienes un aire diferente. Como si hubieras visto cosas..."

Me costaba disimular mi incomodidad. El Raditz original habría sido ajeno a estos coqueteos o los habría recibido con desprecio. Yo, con mi mente moderna, reconocía los signos. Bulma, una mujer acostumbrada a ir tras lo que quería, estaba claramente interesada. Era un arma de doble filo: su intelecto era invaluable para el entrenamiento, pero su atención personal era una distracción y un potencial problema si el futuro se desarrollaba como en el canon.

Una tarde, mientras la luna comenzaba a asomarse, Goku y Piccolo habían regresado a sus respectivos hogares, agotados. Bulma y yo nos quedamos solos en el campo de entrenamiento, ella recogiendo sus herramientas y yo revisando los datos del scouter.

"Sabes, Raditz," dijo Bulma de repente, su tono más serio de lo habitual. "Hemos estado juntos estas semanas, y aunque sigues siendo un misterio, siento que... confío en ti. No del todo, claro. Eres un Saiyajin, y ustedes tienen fama de ser un poco... destructivos." Una sonrisa ladeada apareció en sus labios. "Pero también sé que no estás aquí para el mismo tipo de caos. Has estado ayudando a Goku, y has sido paciente con Gohan."

Me giré para mirarla. "¿Y eso qué significa, Bulma?"

Se acercó un paso, sus ojos azules fijos en los míos. "Significa que... eres diferente. Y me atraes. Mucho." Su franqueza me tomó por sorpresa. "Sé que es una locura. Eres un alienígena con una cola y un nivel de poder que asusta. Pero eres inteligente, fuerte, y hay algo en ti... algo que me intriga."

Hizo una pausa, tomando aire. "Escucha, soy una mujer de ciencia, pero también soy práctica. Si vamos a enfrentar amenazas de otros planetas, necesitamos la mayor ventaja posible. Y tú eres esa ventaja. Pero, más allá de eso... creo que podríamos tener una conexión real. Quizás no ahora, pero con el tiempo."

La proposición era clara y directa, tan propia de Bulma. Una mezcla de pragmatismo y un innegable interés personal. La conocía lo suficiente como para saber que no era un juego para ella. Esto era serio.

El corazón me dio un vuelco. En mi vida anterior, ¿quién no querría estar con Bulma? Era inteligente, hermosa, audaz. Pero ahora yo era Raditz, el villano que, en la historia original, apenas duró unos capítulos. Y estaba consciente de que su futuro ya estaba escrito con otro Saiyajin, uno mucho más adecuado para ella. La complejidad de esta situación era abrumadora.

Si la rechazaba directamente, podría perder su invaluable apoyo tecnológico. Si la alentaba, podría alterar el canon de forma irreversible, y no necesariamente para bien. La llegada de Vegeta era inminente, y la relación de Bulma con él era un pilar fundamental de la historia.

"Bulma...", comencé, mi voz más suave de lo que pretendía. "Aprecio tu... franqueza. Pero hay mucho en juego. Mi prioridad es la supervivencia de este planeta y la preparación para lo que se avecina. No hay tiempo para... distracciones personales. El camino que tenemos por delante es peligroso y exige toda nuestra concentración."

Ella me miró con una mezcla de decepción y comprensión. "Entiendo. Pero si logramos sobrevivir a esta amenaza, y si las cosas se calman... ¿podríamos hablar de esto de nuevo?"

Su pregunta no era una exigencia, sino una esperanza. Era un compromiso que no podía ignorar por completo.

"Si sobrevivimos, Bulma, y si el destino lo permite", respondí, mis ojos fijos en el horizonte, donde la sombra de un futuro incierto se cernía. Sabía que la amenaza de Freezer era solo el principio. Y que el verdadero desafío no sería solo el combate, sino también navegar las complejas relaciones que ahora se tejían a mi alrededor.

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