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Chapter 26 - capítulo 26

La alarma de entrada no programada sonó, y Jack se llevó las

manos a la cabeza para golpeársela contra la mesa de su nuevo escritorio, que

era el antiguo escritorio del General Hammond y que ahora le pertenecía, al

igual que toda la base.

En la oficina estaba su equipo completo, Daniel, Teal'c, y

Sam, buscando una solución al problema actual, pero no se les ocurría nada.

—Jack, si logramos dar con Anubis, esto terminará. Ya sabemos que es él quien

controla a los replicadores —intentó consolar Daniel.

—¡Daniel, no intentes consolarme! —lo reprendió Jack, y

siguió golpeándose la cabeza contra la mesa.

—¿No vas a ir a la sala del Stargate? —preguntó Daniel.

—He ido seis veces a decir que cierren el iris en menos de

una hora. Creo que ellos ya saben qué hacer —respondió Jack con sarcasmo.

Ahora Jack era el general al mando del SGC, y los ataques

replicadores no cesaban. Pero lo más peligroso era la flota que, con toda

seguridad, Anubis enviaría a la Tierra. Esta vez, él sabía que el enemigo

conocía el tamaño real de la flota terrestre, compuesta por más de setecientas

naves, porque su gobierno había decidido revelarlo al mundo.

Mientras Jack seguía golpeándose la cabeza y Daniel buscaba

una solución, Maybourne entró sin anunciarse. Tenía una extraña amistad con

Jack, aunque seguía considerando a Daniel como un hippie molesto.

Jack levantó la cabeza para mirar a Maybourne con los ojos

entrecerrados.

—Ah, Maybourne. El hombre de los planes perfectos… "sin fisuras" —le reprochó

Jack—. Anubis escapó —agregó, al ver que Maybourne no parecía haberlo

escuchado, caminando y sentándose junto a Daniel, y saludando al equipo

completo de Daniel, Teal'c y Sam, con el mínimo de amabilidad posible: una

mirada y un leve intento de asentimiento.

—Jack, no tenemos tiempo para recriminaciones. Hay que

trabajar en soluciones y sacar todo el provecho posible de esta situación

—explicó Maybourne.

—¿Qué soluciones podemos usar? Sam ya lo explicó cuando el

arma anti-replicadores de los Asgard falló. Estos replicadores tienen un líder,

no son los bichos sin inteligencia de la galaxia Asgard. Se adaptan en segundos

a las armas antirreplicantes y tienen planes de conquista organizados según

objetivos estratégicos.

»Y no olvidemos que Anubis ahora viene con todo, como

temíamos que haría si le mostraban nuestra flota. Thor apenas parpadeó, dijo

que seguramente podríamos arreglárnoslas solos, y volvió a su galaxia. Creo que

está preparando un obituario para nosotros —se quejó Jack.

Maybourne puso los ojos en blanco.

—Thor retiró sus naves para evitar convertir un problema grave en una

catástrofe. Recuerda, estos replicadores fueron creados por Anubis. Eso

significa que no poseen tecnología Asgard. Si Thor interviene y los

replicadores se apoderan de una flota Asgard, esto sí se convertiría en una

calamidad. Por eso es mejor que se mantengan lo más alejados posible de nuestra

galaxia —explicó Maybourne. Jack pareció reflexionar. Después de unos segundos,

carraspeó.

—Bueno… ¿y en qué solución has pensado? —preguntó con

incomodidad—. ¿Y cómo planeas sacar provecho de todo esto? —agregó. Maybourne

asintió.

—Lo primero que hice fue consultar a nuestros aliados.

Porque, si lo olvidaste, ellos son replicadores...

—¡Son Goa'ulds! —gruñó Jack—. Y ya escuchaste a Anubis: va a

dar un ejemplo con nosotros por aliarnos con ellos —acusó Jack. Daniel iba a

intervenir, pero Maybourne volvió a poner los ojos en blanco.

—¿En serio? ¿Sigues con eso? Te recuerdo que los Tok'ra

también son Goa'ulds, solo que se hacen llamar de forma diferente —replicó

Maybourne.

—Y son malvados, puedo sentirlo en ellos —resopló Jack.

Maybourne suspiró, negando con la cabeza.

—Olvídalo, no tenemos tiempo para eso. Nuestros

"aliados", los únicos además de los Asgard dispuestos a compartir

tecnología e incluso mejorar la que ya tenemos, tienen información que podría

sernos muy útil.

»En primer lugar, nos han comunicado la ubicación de un arma

antigua que podríamos usar para eliminar a los replicadores en toda la galaxia

al mismo tiempo.

»En segundo lugar, ellos se encargarán de Anubis, porque ya

lo han localizado, y esta vez es el Anubis real. Para controlar a todos estos

bichos, necesita revelar su presencia, sea lo que sea que eso signifique.

»Y por último, después de destruir a los replicadores, nos

darán acceso a su red de satélites, lo que nos permitirá conocer la ubicación

de cada Ha'tak en esta galaxia, capturarlas y traerlas a la Tierra. La flota

Goa'uld completa, incluyendo las naves en manos de señores menores, se estima

entre cinco mil y diez mil naves nodrizas. Creemos que podríamos capturar al

menos la mitad. Aunque 00 nos ha informado que ellos también capturarán las que

puedan… y creemos que poseen más naves que nosotros. A diferencia de otros

Goa'ulds que usan mano de obra esclava para construir sus naves, 00 nos ha

dicho que las suyas se construyen en astilleros automatizados —explicó

Maybourne.

—Maybourne, creo que olvidas que los replicadores no son los

únicos al servicio de Anubis. Tiene al menos unos cuantos cientos de Jaffa en

esas naves… y guerreros Kull —replicó Jack.

—Esperaremos a que los replicadores tomen el control total

de las naves —dijo Sam, entendiendo el plan de Maybourne.

Maybourne asintió, y Jack frunció el ceño, sin entender.

Daniel tampoco comprendía nada.

—Carter, explique —ordenó Jack, alzando una ceja para

indicarle que hablara. Pero Sam tenía todo su cerebro ocupado haciendo

cálculos, así que Jack tuvo que pedírselo de forma más directa.

Sam parpadeó, lo que —como pensó Daniel— era señal de que

estaba "en otro mundo".

—Señor, recuerde la nave Asgard infectada por replicadores.

Los replicadores tienen la capacidad de potenciar cualquier sistema dentro de

una nave, pero a costa de reemplazarlo. Para multiplicarse, necesitan consumir

partes del material existente. Mientras los replicadores están activos, no hay

problema, porque ellos mismos reemplazan lo que consumen. Pero una vez son

destruidos, la nave queda dañada. La nave de Thor tardó seis horas en repararse

luego de que ellos la infestaron, y eso considerando que la tecnología Asgard

puede sintetizar piezas de repuesto automáticamente.

»La tecnología Goa'uld no tiene esa capacidad. Tendrían que

arrastrar sus naves a un astillero para ser reparadas. Señor, considerando el

tiempo que les toma a los Goa'uld construir una sola nave, tendremos años para

tomar esas naves… No, espere… los replicadores están atacando sus centros

tecnológicos y devorando sus astilleros. Anubis piensa que ya no los necesita…

—Sam abrió mucho los ojos—. Señor, si logramos destruir a los replicadores,

será una derrota absoluta para los Goa'uld más débiles —concluyó Sam, mientras

pensaba en voz alta.

Jack, Maybourne y hasta Teal'c —que siempre era impasible—

miraban a Sam con los ojos muy abiertos.

—A nuestros analistas les tomó un día llegar a esa

conclusión —dijo Maybourne, dedicándole una sonrisa a Sam cuando pudo salir de

su sorpresa.

—Maybourne, deja de mirar a mis subordinados con avaricia, y

dime qué necesitas de nosotros —ordenó Jack.

Maybourne tenía su propia red de Stargates, así que una

simple llamada al presidente bastaba para iniciar cualquier operación militar. Él

asintió después de suspirar.

—La ubicación del arma no solo está en territorio Goa'uld

muy bien custodiado, sino que se encuentra en un sitio con gran significado

histórico que Anubis no dejará que tomemos: el planeta llamado Dakara.

Teal'c mostró una expresión de sorpresa, y Jack le alzó una

ceja.

—Dakara fue el planeta donde se creó el primer Jaffa. Es un

lugar sagrado para los que sirven a los Goa'uld. Durante años, la Alianza de

Jaffa Libres ha considerado tomarlo, pero los Goa'uld saben lo importante que

es y los Señores del Sistema mantienen una flota de al menos ocho Ha'taks

permanentemente en órbita —explicó Teal'c.

—No sé si Anubis conoce la existencia del arma o si

simplemente quiere asegurarse de que los Jaffa mantengan su lealtad, pero según

los informes de nuestros aliados, ya hay más de cien Ha'taks en la órbita de

Dakara… y siguen llegando más —informó Maybourne.

—O Anubis sabe que hay un arma allí… o sospecha que los

Jaffa intentarán tomarlo —dijo Daniel.

—Creemos que es lo segundo. Por eso contactamos a la Alianza

de Jaffa Libres. Ellos han decidido enviar a Bra'tac para hablar con nosotros.

La activación del Stargate hace unos minutos debería haber sido él —explicó

Maybourne.

Jack apretó los dientes, haciendo una señal a Daniel para

que fuera a ver si alguien esperaba en la puerta para notificarlo.

—Maybourne, deje de hacer planes con nosotros sin

consultarnos primero —reprendió Jack.

—¿No te he informado ya? —preguntó Maybourne con una

sonrisa.

Daniel llegó a la puerta, donde se encontraba el Mayor

Davis.

—Señor, el Maestro Bra'tac de la Alianza Jaffa Libre lo

espera en la sala de reuniones —informó Davis. Jack se levantó de inmediato y

los demás lo siguieron.

Tres minutos después, todos estaban reunidos en la sala que

ahora pertenecía a Jack.

—Me temo que los refuerzos en Dakara son culpa nuestra

—admitió Bra'tac—. Con la plaga de replicadores atacando a los Señores del

Sistema y capturando sus naves, la Alianza Jaffa se vio en peligro. Muchos

Jaffa creen que esta plaga es un castigo divino, una señal del enfado de los

dioses por su desobediencia. Eso ha hecho tambalear nuestros esfuerzos de años.

»Por todo esto, decidimos tomar Dakara, usando las pocas

naves que logramos salvar tras la caída de varios Señores Menores. Aunque

nuestra victoria fuera momentánea, serviría para demostrar que los Goa'uld no

son dioses… y nuestra lucha continuaría —explicó Bra'tac.

—Pero Anubis se ha enterado, ha arruinado sus planes… y

ahora también los nuestros —dijo Daniel.

—Los nuestros siguen en marcha. Cien Ha'taks son algo a

tomar en cuenta, pero esta vez Anubis ha perdido el juicio y ha atacado a

todos, incluyendo los territorios de nuestros aliados. Por eso, sus naves se

unirán a nosotros para tomar Dakara —explicó Maybourne.

—Señor, las bionaves que usan 00 y los suyos son inmunes a

la infiltración de los replicadores. Ni siquiera pueden invadir sus sistemas

informáticos, porque funcionan usando una red telepática. Si están dispuestos a

intervenir, creo que podemos tomar Dakara sin problemas… siempre que no

esperemos demasiado —explicó Sam.

—Los Jaffa apoyaremos con fuerzas terrestres, usando las

armas Tau'ri. Su constante cambio de munición es poco grato, pero han

demostrado ser muy efectivas contra los replicadores —dijo Bra'tac, uniéndose

al plan.

—Bra'tac, antes de participar en esto, necesita conocer el

origen de nuestros aliados —dijo Jack con tono solemne.

—Todos hemos escuchado el discurso de Anubis, y los Jaffa ya

sabíamos que los Tau'ri colaboraban con los Goa'uld en esta guerra. Además,

hemos tratado con Jaffa al servicio del Señor del Sistema Korr. Ellos son

libres de dejar sus filas en cualquier momento, pero han elegido servirle.

Aunque ese no es el camino que queremos para los Jaffa libres, es el camino que

ellos eligieron —dijo Bra'tac, dando a entender que no necesitaba más

explicaciones.

—Los Tok'ra no son Goa'uld —dijo Jack de mala gana, a pesar

de que él mismo solía acusarlos de serlo.

Bra'tac guardó silencio para indicar que eso no le parecía

relevante. Jack iba a decir algo, cuando la alarma de activación del Stargate

volvió a sonar. Jack suspiró.

—¿Insectos? —preguntó Bra'tac.

—No esta vez —respondió Maybourne, tras unos segundos de

silencio.

Davis se apresuró a la sala de reuniones para informar que

la Tok'ra quería ver al general O'Neill.

—Háganles pasar. Hay lugar para todos —dijo Jack.

Davis hizo pasar a los visitantes, que resultaron ser más de

los esperados. Al frente estaba Lia, de los Nox; Omoc y Narim, de los Tollan;

Selmak de los Tok'ra; 00, 03 y dos personas más que Daniel no conocía: una

mujer de largos cabellos negros que llevaba un vestido sencillo y tenía ojos

azules, y un hombre alto, de piel oscura, vestido con un traje ejecutivo. Sus

figuras eran llamativas, y parecían estar al mismo nivel que 00 y 03. Daniel se

preguntó si también eran replicadores, pero como todos los presentes, estaba

aún más sorprendido por la presencia de los Nox.

Jack no perdió tiempo y alzó una ceja hacia Lia. Ellos no se

llevaban bien, y Jack solía molestarla pidiéndole cañones espaciales, solo para

fastidiarla.

—Bienvenidos todos. Lia, bienvenida —dijo Daniel

rápidamente, llamando la atención de la mujer Nox antes de que Jack hiciera su

acostumbrada broma preguntándole si venía a regalarles algún arma.

Daniel se apresuró a ofrecerles asiento a todos, pero

mientras intentaba evitar una discusión entre Jack y Lia, la mujer de cabello

largo y 00 ya habían llegado a los asientos, mirándose con expresiones

amenazadoras.

Daniel se quedó aturdido. Él había pensado que la mujer y 00

estaban del mismo lado, pero ahora, detrás de la mujer estaba Jacob, y detrás

de 00, se encontraba 03. El hombre de piel oscura miró de forma significativa a

00, luego a la mujer de cabellos negros, y fue a situarse a su lado, causando

la indignación de 00, que lo miró con los ojos entrecerrados.

—04, ¿qué significa esto? Ella es Egeria —reprendió 00.

—Ah, ¿ella es Egeria? —respondió 04, el hombre de piel

oscura. Luego, tras ofrecerle una sonrisa, se acercó más a la mujer…

"Egeria, la reina Goa'uld madre que creó a los Tok'ra",

pensó Daniel, aturdido.

—04, esta mujer es peligrosa —advirtió 03, pero la discusión

se vio interrumpida cuando Jack carraspeó.

—¿Peligrosa? —preguntó Jack.

—Esta mujer intentó abusar sexualmente del Creador. Por

fortuna, llegué a tiempo —explicó 00 con indiferencia.

—¡Cómo te atreves! —exclamó Jacob, pero fue la voz del

simbionte quien salió, por lo que era Selmak quien hablaba.

—Ni siquiera llegué a tocarlo. Eres demasiado exagerada

—dijo Egeria con una sonrisa amable.

Selmak se quedó con la boca abierta, con los ojos brillando.

Parecía haber sufrido una conmoción muy fuerte.

—Si llegas a presentarte en nuestro territorio, acabarás en

la bodega de animación suspendida del Creador —amenazó 00. Ella puso su mano en

el respaldo de la silla para acercarla, pero Egeria no lo permitió. Colocó su

propia mano del otro lado y la haló hacia sí, iniciando un forcejeo disimulado…

o lo sería, si todos no los estuvieran mirando.

Daniel comprendió que ninguna de las dos iba a ceder y se

apresuró a mirar a Jack, para indicarle que tenía que intervenir.

Jack le respondió con otra mirada para indicarle que no

sabía qué hacer. Daniel le señaló su silla de forma disimulada. Jack respiró

hondo antes de levantarse.

—00, por favor, siéntese de este lado —dijo Daniel,

fingiendo no haber visto ni oído nada de lo que había pasado hasta el momento.

00 no tuvo objeciones y caminó hacia la silla, tomando

asiento tras dedicarle una mirada fría a Egeria.

—Bien, ahora que estamos todos cómodos, creo que deberíamos

conocer las razones de estar aquí de cada parte antes de hablar de un tema en

particular —dijo Daniel. Todos pensaban que los Tok'ra habían venido por

Anubis, pero que Lia estuviera allí era algo que le hacía dudar.

—Eso no es necesario. Estamos aquí para discutir un plan de

acción contra Anubis —dijo Egeria.

—¿Ellos también? —preguntó Jack, mirando a Lia, a Narim y a

Omoc.

—Egeria me notificó de la situación actual, y estamos

dispuestos a prestar ayuda médica —dijo Lia—. Sin distinción de bandos —agregó

con tono firme.

—Eso es útil —dijo Jack, mirando a los Tollan.

—Los Goa'uld ya han roto nuestro tratado en multitud de

ocasiones. Esta es solo una más de sus infracciones, por lo que la curia ha

decidido ignorar nuestro tratado de paz con ellos —explicó Omoc.

—Ah, así que se han dado cuenta de que los Goa'uld

simplemente los ignoran —dijo Jack.

Daniel lo reprendió con la mirada y comenzó a explicar la

situación y sus planes.

—¿Han puesto alguna clase de rastreador en Anubis? Aunque

tengan satélites por toda la galaxia, no conocemos ninguna tecnología de

sensores capaz de rastrear dentro de un escudo —preguntó Omoc.

—En realidad sí hay sensores capaces de traspasar escudos.

Solo hay que ajustar su potencia o infiltrar su frecuencia, entre otros métodos

—corrigió 03—. En cuanto a cómo localizaremos a Anubis, les informo que Anubis

no es un ser material. Es lo que ustedes conocen como un ascendido, y su cuerpo

emana un tipo muy especial de energía que es fácil de localizar si usa su

poder, cosa que está haciendo ahora —explicó 03.

—¿Un ascendido? —preguntó Omoc. Lia ya parecía saber a qué

se referían, y los Tok'ra ya estaban enterados de todo sobre Anubis.

—En realidad, ya nos hemos encontrado con ellos antes. Los

ascendidos son una forma de vida basada en energía. Según lo que hemos

estudiado de los registros Antiguos, puede que sean un paso evolutivo más

avanzado —explicó Daniel.

—Son pacifistas. Es mejor olvidarse de ellos por ahora —dijo

Maybourne con desprecio.

—Los ascendidos hacen más por esta galaxia de lo que cree,

Mayor Maybourne. El hecho de que todos podamos disfrutar de la paz es, en gran

parte, obra suya —dijo Lia con calma.

—¿Paz? —preguntó Maybourne con sorna—. Creo que usted y yo

hemos estado viviendo en galaxias diferentes —espetó.

—Sería interesante saber más de estos ascendidos, pero de

momento debemos continuar discutiendo cómo defendernos del ataque de Anubis

—intervino Daniel, quejándose en su mente de ser el único diplomático presente.

—Los ascendidos no son una especie más de esta galaxia, ni

un paso más en la evolución de ninguna especie. Son seres que han trascendido a

una forma elevada, con un poder más allá de lo imaginable. Se presume que son

capaces de alterar la realidad o poseen habilidades que les permiten controlar

la materia —explicó 00.

Daniel hizo una mueca, porque ella volvía a dejar cosas

importantes sin explicar, obligando a la gente a preguntarle. Daniel aún no

tenía claro si lo hacía porque le gustaba molestar, o porque le resultaba

gracioso.

—¿Y por qué Anubis no nos ha borrado de la galaxia si posee

tales habilidades? —preguntó Omoc, que no conocía esta parte.

—Anubis es un ascendido, pero para llegar a serlo engañó a

uno de ellos, y ahora pretende interferir con la galaxia conservando su forma

de ascendido y algunas habilidades mínimas, que no incluyen alterar la

realidad. Él debería actuar como un mortal y respetar sus límites. Si los

excede, los demás ascendidos se encargarán de él —explicó 00.

—Eso es una mierda —dijo Maybourne sin rodeos—. Díganme qué

parte de ser mortal lo ayudó a sobrevivir a una explosión en la cara. El tipo

es inmortal. Eso ya viola cualquier limitación. Háganme a mí inmortal, si eso

no se sale de las normas…

—Maybourne, cálmate —dijo Jack con tono firme. Maybourne

apretó los dientes ante lo que consideraba una injusticia.

—00, ¿cómo piensan encargarse de Anubis si es inmortal?

—preguntó Jack con dudas.

—Esa es su única ventaja. Pero fuera de eso, el poseer un

cuerpo de energía no lo hace invulnerable. Puede ser capturado usando el escudo

apropiado. Él podría liberarse con un mero pensamiento, pero eso nos

convendría, porque entonces estaría en manos de los ascendidos —explicó 00.

—Así que nuestro principal problema son los replicadores

—dijo Jack, mirando a Maybourne.

—En cuanto todos se pongan de acuerdo, una llamada al

presidente pondrá en marcha la flota terrestre —dijo Maybourne.

—Nuestra flota también está preparada. Solo contamos con

tres bionaves, pero tienen armas capaces de inutilizar cualquier Ha'tak sin

importar sus mejoras. Los replicadores pueden reparar el daño en minutos, pero

quedarse sin escudos los hará vulnerables al uso de tecnología de transporte.

»Los Asgard también colaborarán, permitiéndoles usar su

tecnología de transporte en esta batalla —dijo 00.

—Los Tollan estamos dispuestos a enviar un equipo de

seguridad terrestre para asegurar el control del arma, así como un equipo

científico para ayudar en su configuración —dijo Narim.

—Selmak y yo también colaboraremos en eso. No es la primera

vez que nos encontramos con tecnología de los Antiguos —dijo Egeria.

—Esta misión es de gran importancia para la Alianza Jaffa

Libre, y podemos colaborar con tres Ha'taks y cien mil Jaffas como fuerzas

terrestres —dijo el Maestro Bra'tac.

Lia ya había dicho que prestaría ayuda humanitaria y no

habló, por lo que todos estaban de acuerdo.

—Entonces vamos —dijo Jack con emoción.

—Jack, tienes una base que proteger —dijo Maybourne con una

sonrisa. Jack hizo una mueca.

Korr observaba el mapa galáctico de su propio territorio y

el movimiento de sus tropas replicantes desde su nave insignia, cuando recibió

una señal de una nave que salía del hiperespacio junto a la suya.

Era un crucero de batalla Asgard, llamado la O'Neill, que en

otra línea de tiempo había sido destruida en una estratagema para eliminar tres

naves replicantes, pero que esta vez se había salvado gracias a que Korr les

entregó el arma antirreplicadores con antelación.

Thor apareció ante Korr con su nuevo cuerpo: medía 1.80

metros de altura, su piel era más azul que gris, y sus rasgos recordaban a la

imagen de Ra en la película Stargate, aunque más suaves. Korr recordó cómo esa

película había dejado a los fans intrigados después del episodio en que

aparecía un ancestro Asgard, preguntándose si Ra era uno de ellos.

Thor ya no andaba desnudo, porque este cuerpo era funcional

y tenía todos sus "juguetes". Vestía un traje azul, un biotraje ajustado pero

de espesor considerable, diseñado para proteger su cuerpo e incluir mejoras

tecnológicas.

Thor estaba sentado en su trono Asgard, y esta era una

proyección desde su propia nave.

—Saludos —dijo Thor, observando el mapa galáctico frente al

trono de Korr.

—Saludos —respondió Korr, mientras una señal se activaba en

el borde de la galaxia—. La flota terrana ha empezado a moverse —dijo,

revisando el estado actual de las defensas en Dakara.

Dos mil Jaffas en el templo y doscientas Ha'taks en órbita

del planeta. Las naves humanas no llegarían en menos de una hora.

Mientras esto ocurría, los replicadores ya se habían

extendido por todos los mundos con Stargate que no contaban con escudos de

protección, a diferencia de los mundos de Korr.

Anubis había arrasado los mundos de los Señores Menores y

conquistado sus naves y ejércitos en apenas horas. Solo los Señores del Sistema

seguían ofreciendo algo de resistencia. Todas las demás fuerzas conquistadas

por Anubis estaban invadiendo el territorio de Korr y avanzaban hacia su

posición con el fin de destruir su cuerpo real. Anubis lideraba personalmente

sus fuerzas, y la flota de Korr, superada, tenía problemas para detener su

avance.

—Es una apuesta peligrosa —señaló Thor, mirando la gran

flota Goa'uld mejorada por los replicadores.

Para oponérseles y evitar que sus naves fueran infectadas,

Korr había desplegado sus propias fuerzas replicantes para apoyar a sus Jaffas

y señores de la guerra. Por eso, Thor temía que ocurriera el peor escenario:

que tanto él como Anubis perdieran el control de los replicadores.

—Tres bionaves acompañan a las fuerzas de la Tierra para

tomar el arma antirreplicadores. Una vez caiga Anubis, los replicadores pueden

ser eliminados. Todos ellos.

»Los replicadores son una tecnología peligrosa, pero son la base

fundamental de este plan —explicó Korr, alejando el enfoque de Dakara y su

propio territorio, y llevándolo a un mundo astillero de Yu, que había sido

capturado junto a otros Señores del Sistema, con la excepción de Baal y sus

seguidores. Estos, en ese momento, creían controlar la flota de Anubis, aunque

compartían los mismos rostros de asombro y esperaban la mejor oportunidad para

traicionarlo.

El astillero estaba siendo devorado por los replicadores.

Cada pequeña máquina, incluidos los hornos para refinar naquadah, estaba siendo

arrasada. Luego se mostraron otros astilleros en toda la galaxia, fábricas de

armas y otras baratijas Goa'uld.

—Has infiltrado su señal —dijo Thor.

—Estoy seguro de que Anubis ha hecho lo mismo con la nuestra

—respondió Korr—. Esto es una limpieza —señaló, enfocando una nave Ha'tak

tripulada por humanos que luchaba desesperadamente contra un Ha'tak Goa'uld

infectado por replicadores.

Korr sabía quiénes eran esos humanos. Eran el mercado negro

en el mundo de los Goa'uld, se hacían llamar la Alianza Lucian, y con la caída

de Ra se habían expandido por todos lados, aprovechando la guerra para obtener

más recursos. Sus naves eran pocas, pero sus redes de inteligencia e influencia

llegaban más allá de los mundos Goa'uld.

Como era de esperarse, los replicadores no tardaron en

inutilizar las armas y escudos del Ha'tak de la Alianza Lucian, lo que les

permitió abordar la nave, lanzando dardos de replicadores.

Los humanos tenían armas Goa'uld, pero fueron inútiles

contra los replicadores, que los ignoraron y se dirigieron directamente a los

sistemas de control de la nave: motores, bodegas y demás, comenzando a

devorarla y a mejorar sus sistemas.

Los humanos a bordo, después de varias escaramuzas en las

que algunos de ellos fueron quemados por el ácido replicador, entendieron que

mientras no se acercaran a los replicadores, no serían dañados. Pronto se

vieron obligados a entregar sus armas, que también fueron absorbidas por los

replicadores.

Al final, los humanos intentaron escapar en cápsulas de

emergencia y naves pequeñas, pero los replicadores ya controlaban toda la nave.

Cuando los humanos estaban sometidos, arrinconados y

sintiéndose impotentes, el holograma de Anubis apareció ante ellos para

informarles que ahora eran sus prisioneros y que serían llevados a su mundo

para ser ejecutados por robar tecnología que le pertenecía. Pero primero, debía

destruir a los Tau'ri y su alianza rebelde, sus principales enemigos. Así, los

humanos de la naciente Alianza Lucian entendieron que si los Tau'ri y sus

aliados perdían esta guerra, ellos estarían condenados.

Situaciones similares ocurrían en muchos lugares del

territorio Goa'uld. Aunque Anubis no había perdido del todo la cabeza: no

malgastaba naves atacando mundos avanzados que le pudieran causar muchas

pérdidas, y que luego tendría que consumir para recuperar fuerzas. Anubis

seguía siendo un ladrón, y las presas difíciles las dejaba para después de

limpiar lo más fácil.

Los Jaffas de la Alianza Jaffa Libre, que habían aprovechado

el caos para eliminar a sus señores y hacerse con sus naves, fueron abordados y

obligados a servir a Anubis, o bien llevados a su mundo capital para esperar su

ejecución. Al parecer, después de su conquista, Anubis planeaba ejecutar a

miles de millones de personas.

Korr no intervino, porque no pensaba dejar que Anubis

viviera otro día. Por eso, se concentró en defender su propio territorio, que

se enfrentaba a las fuerzas principales de Anubis.

En cuanto al propio Korr y los tres replicadores humanos que

lo protegían, se encontraban en el planeta donde resguardaban su cuerpo

principal, que era el objetivo de Anubis. Pero hasta que el arma de Dakara

estuviera lista, Korr debía resistir. Si Anubis moría antes y los replicadores

quedaban sin control, se esparcirían sin rumbo, lo que sería un desastre. Si

eliminaban a los replicadores antes de eliminar a Anubis, sería una pérdida de

tiempo, porque él simplemente crearía más.

—Cuando esta batalla termine, todas las tecnologías Goa'uld

serán retiradas de esta galaxia. Por eso, el papel de los replicadores en esta

guerra es el más importante. Son ellos los que, en realidad, están librando a

la galaxia del antiguo Imperio Goa'uld —explicó Korr, ya que los planes de

Anubis también lo beneficiaban a él.

Thor asintió con expresión grave. Él, más que nadie, sabía

que Anubis ya no podía ser derrotado sin pagar un gran precio.

Korr también lo había intentado todo para evitar llegar a

estos extremos. Sabía que las cosas saldrían mal si Anubis llegaba a usar a los

replicadores al sentirse acorralado, por lo que empleó todos sus recursos para

capturarlo antes de que eso ocurriera. Pero Anubis lo engañó y reveló sus

verdaderos planes. Ahora, Korr solo podía apostar, como hizo Anubis. Pero este

apostó primero, y logró farolear. Ahora, Korr solo podía superar su apuesta,

poniendo su propia vida en la línea.

—Espero que O'Neill no se sobreesfuerce. De alguna forma,

siempre consigue hacer que las cosas terminen mejor de lo esperado. Y si se

apresura a terminar tu plan, tu labor quedará inconclusa —dijo Thor con

preocupación, cambiando de tema, aunque también pensando en una variable

importante.

—Ya he pensado en eso, por lo que lo mantendré ocupado en lo

que más le gusta hacer —dijo Korr con una sonrisa, señalando una imagen

holográfica que mostraba al general O'Neill en su oficina del SGC, vigilado por

el Mayor Davis mientras leía una pila de informes atrasados.

Thor sonrió.

—De alguna forma, el alto mando decidió que este era el

momento justo para hacer una inspección al SGC. Así que, cuando termine con

eso, tendrá que explicar la situación actual a un grupo de sus superiores. Pero

el Dr. Daniel Jackson será enviado a Dakara y no tendrá a nadie que negocie por

él —explicó Korr.

Thor sonrió mientras observaba al general O'Neill maldecir y

amenazar con pedir un traslado si no lo dejaban en paz. El mayor Davis le

recordó que acababa de recibir esa asignación y que el traslado requería

papeleo. Si quería, podía ayudarlo con eso, pero al pensar en la burocracia, el

general O'Neill siguió quejándose de su puesto actual, sin dejar de pedir

actualizaciones constantes de la batalla en Dakara.

—Comandante Thor, ¿quiere ayudar a limpiar esta galaxia del

antiguo orden Goa'uld? —preguntó Korr, al ver que Thor no estaba haciendo nada.

—Será un placer… aunque dar órdenes a los replicadores es

algo incómodo para mí, después de haberlos visto por cientos de años como

nuestros verdugos —respondió Thor, aunque no rechazó el control que Korr le

estaba cediendo.

A pesar de sus reparos, Thor avanzó de forma implacable por

su zona de la galaxia, capturando naves infectadas y expandiendo su influencia.

De ese modo, multiplicaba sus fuerzas con las de Anubis, mientras este

intentaba hacer lo mismo. Sin embargo, los aliados no estaban conquistando una

galaxia, por lo que sus fuerzas estaban concentradas, mientras que las de

Anubis estaban dispersas. Él no podría abrumarlos hasta que completara su

conquista y reuniera todas sus fuerzas para enfrentarlos.

Anubis sabía que, una vez unificara su flota, podría arrasar

sin problemas el territorio de Korr. Por eso, seguía capturando planetas,

recursos, naves y personas, informándoles que en ese momento estaba en guerra

con los Tau'ri y sus aliados, pero que después tendría tiempo para matarlos.

Mientras Anubis continuaba su conquista, las fuerzas humanas

llegaban a Dakara, iniciando un ataque conjunto. Ellos utilizaron el Stargate

para enviar tropas a la superficie y atacaron la flota en órbita. La flota

humana, compuesta por casi 600 Ha'tak, se combinó con tres bionaves, que eran

las naves de 00, 03, y 04.

Anubis solo disponía de 200 Ha'tak, ya que esperaba

enfrentar únicamente a la Alianza Jaffa Libre, que contaba con muy pocas naves.

La batalla fue desesperada para Anubis. Sus replicadores

utilizaron dardos para tratar de infectar los Ha'tak de la alianza humana.

A pesar de la superioridad numérica y la ayuda de las

bionaves en la vanguardia, la invasión replicadora provocó la pérdida de tres

Ha'tak. Sin embargo, gracias a la tecnología de transporte Asgard, las armas

humanas, y la capacidad de rastrear a los replicadores, 50 Ha'tak cayeron en

manos de la alianza humana, incrementando así su flota.

En la superficie, la Alianza Jaffa Libre tomó el control del

Stargate y barrió las defensas de Anubis con fuerza abrumadora. Los pocos

guerreros Kull presentes fueron neutralizados por 03 y 04. Así, cuando las

fuerzas humanas llegaron al planeta, solo tuvieron que comenzar el proceso de

activación y despliegue del arma de Dakara.

El arma de Dakara podía desintegrar toda la vida de un

planeta, utilizando el Stargate como medio de transmisión. Pero eso no era útil

contra Anubis, quien había dispersado a sus replicadores por decenas de miles

de planetas, además de tenerlos en el espacio. Para que el arma fuera efectiva,

la alianza humana debía programarla para que se activara en todos los Stargates

de la galaxia al mismo tiempo.

Tres horas después de la toma de Dakara, Thor recibió una

señal de advertencia que llamó su atención, apartándolo de su flota

replicadora.

—¿Qué sucede? —preguntó Korr al notar el gesto serio de

Thor.

—Estoy recibiendo una señal replicadora, pero es una copia

—respondió Thor.

Korr revisó la señal. Era perfecta, salvo por un detalle:

Thor había colocado una marca personal en su ejército replicador, y esta

supuesta señal no la tenía.

Rápidamente, Korr revisó su propia flota replicadora y

trianguló la posición de la señal recibida por Thor.

Entonces se dio cuenta de que él también la había recibido,

y que sus replicadores ya la habían aceptado como válida.

Korr estaba utilizando un sistema tecnológico menor para

controlar a los replicadores, de forma que si dejaban de obedecer, no tuvieran

acceso completo a su tecnología. Sin embargo, ese sistema era demasiado

limitado para analizar a fondo la señal recibida. Por ello, la conectó a su

bionave para examinarla con un sistema superior, y se quedó sorprendido.

—Es un virus —dijo Thor, que había hecho lo mismo con su

señal—. Pero no busca controlar el sistema, por eso los replicadores lo han

dejado pasar. Su objetivo es la red de comunicaciones de Anubis —añadió—. Está

transmitiendo…

Entonces, el general O'Neill apareció frente a ellos

mediante un holograma. Llevaba su uniforme militar de campaña, carraspeó y

luego sonrió.

—Probando… probando…

—Señor, estamos en línea —se escuchó la voz de la coronel

Samantha Carter al fondo.

—Bien —dijo el general O'Neill, mirando al frente con

expresión triunfante—. Anubis, pequeña serpiente, como ves, no eres el único

que puede piratear señales para dar discursos grandilocuentes —sentenció. 

—A todos los jaffas: Anubis no es un dios. Es solo una

serpiente con más arrogancia que cerebro. Y aquí están las pruebas —añadió,

transmitiendo un video de la batalla de Dakara.

—Es demasiado pronto, debemos cortar la transmisión —dijo

Thor, alarmado. 

Korr levantó la mano para detenerlo.

—Si puedes hacerlo usando tus sistemas de la flota

replicante, hazlo. Si no, es un riesgo demasiado grande —dijo Korr.

—Tardaremos horas en aislar la señal. Ya se ha multiplicado.

Anubis tampoco se quedará de brazos cruzados ante esta provocación; enviará sus

fuerzas a Dakara —explicó Thor.

—Ya estamos haciendo todo lo posible de nuestro lado. Si

ellos han hecho esto, también tendrán que afrontar las consecuencias —dijo

Korr, justo cuando apareció el holograma de Anubis, iniciando una pelea verbal

con el general O'Neill, al que amenazó de muerte si no se rendía ante él.

El general O'Neill respondió con sus insultos favoritos para

los Goa'uld, llamándolo "serpiente" más de diez veces en un minuto. Pero

después de una hora, la situación comenzó a complicarse.

La confrontación entre el general O'Neill y Anubis tuvo un

efecto inmediato: la incapacidad de Anubis para controlar a los Tau'ri lo hizo

parecer débil ante los ojos de los jaffas, cuya lealtad ya tambaleaba tras años

de guerra. Las deserciones, que solo se habían detenido debido al temor a los

replicadores de Anubis, comenzaron de nuevo. Varias naves bajo el control de

Anubis empezaron a sufrir rebeliones jaffa por toda la galaxia.

—Otra rebelión jaffa —dijo Thor con una mueca—. Han

intentado sabotear los motores de un Ha'tak.

La respuesta de Anubis ante estas rebeliones fue simple:

—Los ha encerrado y enviado con los demás prisioneros

—informó Thor, pensativo.

Los jaffas seguían siendo necesarios para las campañas

terrestres contra los mundos de los demás Goa'uld. Los replicadores no eran tan

eficientes para eso; bastaba golpearlos con un palo para hacerlos pedazos.

Aunque podían defenderse, sus ataques eran letales, y Anubis no quería

exterminar a todos, solo a los que se rebelaran. Incluso él necesitaba algo que

gobernar después de su conquista. Por eso prefería emplear jaffas armados con

pistolas Zat.

—Anubis se está moviendo hacia Dakara. Una flota de tres mil

naves ha abandonado sus labores de conquista —informó Thor, pero Korr negó con

la cabeza.

—Tendrán que resistir por su cuenta, con el apoyo de las

bionaves —dijo Korr.

El general O'Neill también fue informado de los movimientos

de Anubis, y la señal de interferencia volvió a activarse para transmitir su

imagen y voz.

—Lo admito, serpiente, posees algunas fuerzas —dijo el

general O'Neill—. Pero si eres un dios, ¿por qué no vienes en persona a

enfrentarnos? ¿Enviar a tus matones no te deja en evidencia? ¿No se supone que

eres un dios todopoderoso y omnisciente? Si es así, ¿para qué necesitas una

flota para atacarnos? —preguntó con una sonrisa burlona.

Korr hizo una mueca. Si Anubis decidía darse la vuelta para

ir a matar personalmente a O'Neill, Korr tendría mucho más trabajo por delante…

Anubis también activó un holograma para responder. Korr solo

podía quedarse asombrado de que todavía siguiera participando en esa pelea.

—Tau'ri, pueden engañar a las mentes inferiores como los

jaffas todo lo que quieran. Ahora cuento con un ejército mejor que ellos, y los

que me traicionen serán ejecutados, después de mostrarles tu final y el de

todos los que te ayudan —dijo Anubis con tono burlón. Él había cambiado el

orden de eliminación de sus enemigos: ahora iría primero por los Tau'ri.

—No importa qué ejército uses, todos serán derrotados. Este

es tu fin —sentenció el general O'Neill.

—Humano, te sobreestimas. Pronto mi conquista será completa,

y mi flota irá por ti. Puedes prepararte para entonces —amenazó Anubis, antes

de cortar la transmisión.

La flota replicante de Korr no le daba mucho margen a Anubis

para entretenerse con peleas verbales, pero debido a O'Neill, Anubis cambió su

estrategia.

—Está abandonando a los jaffas —dijo Thor, mientras

observaban cómo Anubis expulsaba a los jaffas de sus flotas, dejándolos en

diversos planetas.

Anubis les prometía que volvería por ellos para que

demostraran su lealtad matando a sus hermanos rebeldes.

Anubis dejó de usar jaffas para someter a las poblaciones

conquistadas y optó por transportar directamente a cualquiera que se opusiera,

alejándolos de los lugares clave. Esto le ahorraba ejecuciones inmediatas y

aceleraba el ritmo de conquista, ya que sus replicadores ya no encontraban

resistencia. Luego, podría volver por los rebeldes si así lo deseaba.

En resumen, Anubis había pospuesto su plan de enfrentar a

sus enemigos y se había concentrado únicamente en recolectar recursos. Incluso

sus propios aliados —ya fueran jaffas o Goa'uld— fueron descartados. Anubis ya

no estaba dispuesto a soportar más contratiempos, por lo que depuró sus

territorios, lo que resultó ser una pésima noticia para Baal y sus seguidores.

—Señor, esto no es un avance más rápido… es diez veces más

rápido. Si esto sigue así, Anubis completará la conquista de los mundos Goa'uld

en apenas unas horas —explicó Sam. 

Ellos estaban en Dakara, trabajando en la programación del

arma Antigua, dentro de una gran sala con columnas a su alrededor, bajo la

superficie del templo.

—Ya la oyeron, gente, tenemos prisa. ¿No se supone que son

las razas más inteligentes de la galaxia? ¿Cómo es que esa arma sigue sin estar

lista después de tantas horas? —preguntó el general O'Neill, mirando a Selmak,

Egeria, Omoc, Narim, y hasta a Sam.

—Ya sabemos cómo funciona y qué hace. Incluso podemos

activarla, pero Anubis ya conoce el arma antirreplicantes y ha implementado

contramedidas. Si la activamos ahora, solo emitirá una onda, y al menos el

sesenta por ciento de sus fuerzas seguirán activas.

—¿Qué? Creí que habían dicho que esta arma sería efectiva.

¡Por eso la flota humana podría convertirse en chatarra espacial en la órbita

de este planeta! —reprendió el general O'Neill.

—Flota humana… solo son naves robadas a los Goa'uld —señaló

Omoc.

—¡Robadas o no, al menos tenemos una flota! A diferencia de

ciertos tipos que solo se han dedicado a ser salvados por flotas robadas todos

estos años —respondió Jack con sarcasmo. Daniel se apresuró a intervenir.

Ellos estaban configurando el arma, encontrada en una

habitación secreta del templo, pero afuera no dejaban de llegar replicadores y

jaffas a través del portal. Ahora que Anubis se había deshecho de sus jaffas,

muchos de ellos marcaron a Dakara como su objetivo principal, intentando

recuperar el favor de su "dios". Además de las oleadas de replicadores, ahora

también enfrentaban hordas de jaffas. La situación estaba muy tensa.

—Jack, Omoc, calma. Sigamos trabajando. ¿Cuánto tiempo creen

que les tomará ajustar el arma para superar las defensas de Anubis? —preguntó

Daniel.

—Seis horas. Necesitamos al menos tres barridos completos

para estar seguros —respondió Egeria.

—¡¿Seis horas?! —se quejó Jack—. ¡Anubis vendrá por nosotros

en un par de horas!

—Vendrán en tres horas —corrigió Selmak—. Y si no lo

hubieses provocado, seguiría tomándose las cosas con calma —acusó.

—Jacob, hay gente allá afuera que necesita saber que esa

serpiente no es ningún dios y que no está ganando esta guerra. Si no lo saben,

actuarán de forma desesperada —defendió Jack.

—Sí, ahora ellos están en calma, y nosotros actuamos de

forma desesperada —dijo Jacob, suspirando.

—Oigan, no se unan todos contra mí —protestó Jack.

—Tú fuiste quien me involucró —replicó Jacob, volviendo a

trabajar en la configuración del arma Antigua.

—¿00? —preguntó Jack. Un holograma de la chica replicante

apareció frente a él—. Antes los escuché presumir de sus cerebros bio-algo. ¿No

puedes hacer algo para ayudarlos a procesar más rápido? No sé, añadirles

memoria a sus cálculos o algo así —dijo, señalando al grupo que trabajaba en

sus computadoras personales, haciendo ajustes ocasionales.

Para sorpresa de todos, 00 asintió.

—Como ya he dicho, mi mente es muy superior. Puedo igualar a

todos ellos juntos y reducir el tiempo de trabajo a la mitad —explicó.

Daniel hizo una mueca.

—No lo dijiste porque nadie te lo preguntó —comentó. No era

una pregunta, pero 00 asintió satisfecha.

—00, no es momento de juegos —reprendió Jack, señalando el

arma. Pero Daniel lo detuvo, sabiendo que los replicadores humanos también

estaban apostando todo, y que si 00 no había ayudado hasta ahora, era por una

buena razón.

—Espera… ¿hay alguna consecuencia por ayudarnos? —preguntó

Daniel, y para confirmar sus sospechas, 00 asintió.

—Si concentro toda mi mente en ayudarles, mi bionave quedará

fuera de servicio. Está unida a mi mente, y no podré operarla si me dedico por

completo a ayudar aquí —explicó.

Daniel casi se arranca los pelos de la desesperación.

—¿Por qué no puedes dividir tu concentración? Un poco para

la bionave y otro poco aquí —sugirió Daniel.

—Puedo hacerlo, pero controlar la bionave no es algo simple.

Mi eficiencia se reduciría a la mitad, y eso también aumentaría el tiempo

necesario para resolver esto —respondió.

—¿Y los demás replicadores mejorados? —preguntó Daniel.

—Están proyectando la señal para interrumpir las

comunicaciones de Anubis. También están vigilando para evitar cualquier táctica

furtiva, como que Anubis envíe replicadores encubiertos o use una bomba para

matarlos a todos —explicó 00.

—00, si no hay más opciones disponibles, por favor, ve a

ayudar lo antes posible —pidió Daniel, masajeándose las sienes. Ya no podía con

ese tipo de conversaciones interrumpidas; le provocaban jaquecas.

—A mí me interesaba preguntarle por qué no se incluía entre

los posibles muertos. Quizás podamos escapar de la misma forma —se quejó Jack.

—Sí, ella lo sabe, Jack. Ella lo sabe —replicó Daniel con

frustración.

00 sabía lo ansiosas y colgadas que quedaban las personas

cuando retenía información vital. Pero aún así lo hacía, y no le importaba

provocarle dolores de cabeza a nadie.

Korr revisó sus territorios, que seguían enfrentando a las

fuerzas principales de Anubis. Los replicadores asaltaban distintos planetas

como si quisieran probar sus defensas, pero los dominios de Korr estaban

protegidos por toda su flota de Ha'tak. En tierra, sus jaffas les plantaban

cara, y en el espacio incluso capturaban naves, barriendo a los replicadores en

su interior.

Como todo estaba bajo control y Shak'l, el primer comandante

de Korr, se encargaba de la defensa con eficiencia, Korr desvió su

concentración del frente para observar la flota de refuerzo de Anubis.

—Anubis ha concluido su labor —dijo Thor, que observaba lo

mismo. Más de diez mil Ha'tak se estaban reuniendo, y su punto de encuentro era

la ubicación de Korr.

Korr asintió y abrió comunicación con todo su territorio y

sus jaffas.

—Mis leales jaffas, mis señores Goa'uld: retiren sus fuerzas

a mi posición. Despejen el hiperespacio de obstáculos. Dejen que Anubis y sus

fuerzas lleguen hasta mí —ordenó Korr.

Las flotas de Korr no hicieron preguntas. Abandonaron la

batalla y comenzaron el repliegue hacia la posición de su líder. Todos los

inhibidores espaciales en la frontera, que evitaban que Anubis se adentrara en

su territorio, fueron desactivados, dejando el camino libre.

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