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Chapter 4 - Camino a casa

ZOE

Durante la batalla de Perseo con Hércules

Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron hasta que caí al suelo, solo para encontrarme con mis dos hermanas, que me miraban con desaprobación. Una risa burlona se formó en sus rostros, lo cual me enfermo... pero no podía hacer nada, mi espada la tenía Hércules, junto con la poca dignidad que me quedaba, a menos que ese hombre lograra derrotarlo.

—Eres una vergüenza. Maldita traidora, ahí tienes a tu héroe. Te abandono —Haciendo escarnio de mi desgracia... esa era la familia que tenía. Mis ojos estaban hinchados, pero no lloraría, no sería débil delante de ellas.

—Yo solo quería... —lo que yo quería era salir al mundo... esa era la oportunidad que Hércules me ofrecía... no tenía un flechazo ni nada semejante... yo solo quería aventurarme al mundo...

—¡No importa! ¡Ahora vete y no vuelvas nunca! ¡No queremos volver a verte! —Su desprecio termino por romper el poco corazón que me quedaba... me levanté con algo de dificultad y empecé a adentrarme más y más en el bosque hasta que no pude más y me senté de espaldas a un árbol y empecé a llorar. La lluvia empezó a mojarme, pero no me importaba demasiado… mi único deseo es que la tierra me tragara para no tener que hacer frente a lo soledad que me esperaba el resto de mi vida. Perdí mi vida por mis anhelos de aventura, por confiar en un miserable hombre que solo me uso para su búsqueda insaciable de gloria y poder. Casi me quedo dormida mientras lloraba y me lamentaba de mi situación cuando sentí un toque en mi brazo. Por un momento temí lo peor…

—Hey… —levante la cabeza y sentí que golpeaba con algo duro, cuando finalmente termine levantar mi vista… era el soldado espartano, el cual cayó al suelo por el impacto de mi cabeza sobre su quijada, me sentí torpe y un poco avergonzada, asi que rápidamente me levante. Tenía el cabello negro, desordenado… un poco largo para mi gusto, pero no demasiado como para odiarlo… su rostro tenía una construcción que hacía que su semblante fuera amable y pasivo, aunque yo sabía que solo era una apariencia porque era un soldado y espartano asi que debía ser muy bravo en batalla, un par de ojos verdes como el mar, tan profundos que podría perderme si seguía mirándolos.

—Lo siento —le tendí la mano para que pudiera levantarse. Cuando se terminó de levantar automáticamente me prendí de él en un abrazo, el cual el sorprendentemente me devolvía, pero yo sentía que mi cuerpo temblaba, en parte por el frio de la lluvia que había caído sobre mí y también un poco de vergüenza y ansiedad de estar abrazada a un hombre… jamás había tenido una experiencia como esta.

—¿Estas bien? —la pregunta en si sonaba un poco ilógica… podía ser tan noble y amable… pero obviamente era algo tonto como para preguntar si estaba bien… claro que no se lo diría porque no quería herirlo… pero en serio? ¿Casi me han violado y me preguntas ¿estás bien?

—Perdí mi hogar… Hércules me engaño para que le ayudara a completar su tarea y luego dejarme expuesta al repudio de mis hermanas —me aleje un poco para poder responderle, pero sentía que mis mejillas ardían en un fuego que no podía ser apagado por nada… El solo me sonreía amablemente… una sonrisa torcida… y unos ojos tranquilos… como una marea que es guiada por la luna llena…

—Será mejor que nos movamos de aquí, no lo asesiné —me corazón se aceleró… no puede estar vivo… vendrá a buscarme… a buscarnos y entonces será nuestro fin —Tengo prohibido… pero puedo sacarte de aquí, lejos de su alcance a un lugar seguro —un lugar seguro… ¿dónde? ¡Si estoy sola… soy una hija de Atlas! No hay lugar seguro para la hija de un titán que no sea el jardín de Hespérides.

—¿Quién eres? ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —tuve que tomar mis precauciones, no podía simplemente ceder ante su oferta… ya había confiado una vez y había sido traicionada… usada y luego dejada a mi suerte.

—Oh… yo soy Perseo, hijo de Poseidón —hizo una reverencia un poco graciosa… ¿un hijo de Poseidón? Eso explica el color de sus ojos… y la amabilidad… pero también podría explicar que pudiera ser alguien que conquista cuanta mujer ve por el camino… no podía confiar tan rápidamente.

—Perseo… —susurre su nombre tratando de decidir si podía o no confiar en que sus intenciones eran correctas… Perseo… que nombre tan lindo…

—Y en cuanto a cómo saber si confiar o no en mi… Te juro por mi honor espartano que no te hare daño, no habría arriesgado mi vida sin hacerte daño fuera mi objetivo —su voz sonaba solemne, como si fuera un juramento que podría costarle la vida… la fama espartana llego hasta mis oídos… era gente de honor y no le temían a nada…

—Lo siento… yo… solo —no pude resistirlo más y caí al suelo llorando… la presión, la ansiedad era demasiada… como si mi cuerpo recién estuviera procesando todos los acontecimientos que me pasaron… de un día para otro era una exiliada y sin hogar…

—Está bien… te entiendo —su mano era cálida cuando empezó a acariciar mi cabello, a pesar del frio que se podía experimentar producto de la lluvia. Trato de consolarme lo mejor que pudo, no lo juzgo no es como si un soldado pudiera hacerlo bien… pero al menos lo intento y estaba agradecida por eso.

—No tengo a donde ir, no tengo a nadie —mis sollozos eran demasiado vergonzosos, pero a él pareció no importarle demasiado. Solamente me acariciaba, hasta que finalmente dejo de hacerlo.

—Me tienes a mi… ahora —su voz sonaba como una canción alegre, como si esperara que aceptara lo que me estaba diciendo, cuando vi sus ojos que me miraban con una mirada indescifrable no supe que decir…

—Me llamo Zoe —dije con timidez… sentía que estaba casi dándole todo lo que me quedaba para dar… y el miedo de que aun eso me fuera arrebatado todavía flotaba en el aire.

—Un placer Zoe, no tengo mucho que ofrecerte, pero es tuyo por el tiempo que lo necesites —le sonreí… su respuesta me gusto… mis mejillas volvieron a arder, pero esta vez no me esforcé demasiado en tratar de esconderlo. Sus palabras habían traído algo de felicidad a mi atribulado corazón… me ofrecía todo lo que tenía… todo… no un poco… todo y eso significaba que él quería compartirlo conmigo. Bajé un poco mi mirada para ver un tajo con sangre seca, no parecía demasiado profundo, pero casi podía adivinar como es que se había hecho esa herida, asi que no pude evitar tensarme un poco y preocuparme.

—Gracias… tu pecho… ¡estas herido! —puse mi mano sobre su pecho… sus músculos estaban bien definidos… su piel era suave y el color bronceado de su cuerpo lo hacía lucir tan hermoso, que me parecía un poco vergonzoso siquiera tocarlo. Sentí como su cuerpo se tensó y no pude sino sonreír… no sabía que significaba, pero me gustaba que pudiera reaccionar asi… asi como él lograba teñir mis mejillas.

—Eso… e… es… solo… un rasguño —balbuceo como un niño nervioso, Perseo el gran soldado espartano que venció a Hércules rescatando a una doncella en apuro… balbucea torpemente… la sola idea me hizo sonreír.

—Tu corazón… late… demasiado rápido —le dije haciendo que sus ojos se abrieran intensamente y yo no pudiera borrar la sonrisa de satisfacción.

—La emoción del combate —su respuesta me sorprendió un poco, también me decepcionó, pero entendí que no quería exponerse ante mi o decir algo inadecuado que me ofendiera y lo respeto por eso.

—Gracias por salvarme… él me hubiera violado —sonaba tan vergonzoso hablar de ser una chica que estuvo a punto de ser violada… el sacudió la cabeza con violencia.

—No hay nada que agradecer… ahora será mejor movernos, no creo que podría derrotarlo dos veces en un solo día —su mirada cambio a un poco dura como si temiera que algo malo podría pasarnos si es que no nos movíamos. Me levante y entonces él se detuvo en seco.

—Tu ojo… —saco algo de su alforja una tableta… ambrosia… esa era comida de los dioses y también servía para los semidioses, él era un hijo de Poseidón asi que él podía comer eso, pero yo ya no podría usar su ambrosía

—No puedo —dije con tristeza, que me recordaba mis desgracias.

—¿porque no? —me respondió un poco confundido.

—Ya no soy inmortal… una vez que le di mi espada a Hércules y fui expulsada del jardín mi inmortalidad se fue —su mirada bajo como si estuviera pensando en una solución, quería abrazarlo y quedarnos asi hasta el amanecer… pero no podía hacerlo… él podría rechazarme… y eso sería el fin para mí. Metió su mano en su costado y puso algo en mi mano.

—Toma —abrí mi mano y era mi prendedor… que se convertía en espada. Anaklusmos

—¿Cómo?… tu… —dije con incredulidad, en mi mente tenía una idea de cómo había logrado vencer a Hércules, pero no pensé que había logrado inmovilizarlo como para quitarle la espada.

—Vencí a Hércules ¿recuerdas? —dijo con una sonrisa a medias. Como se sintiera subestimado.

—No es tan sencillo, es irreversible —la frustración estaba empezando a romperme nuevamente.

—Entonces déjame revisar tu ojo —me dijo acercándose y poniendo sus manos sobre mi rostro. Oh dioses Perseo… no puedo controlar que mis mejillas ardan cuando tus manos rosan mi piel…

—Debemos avanzar —dije a medias como si eso pudiera librarme de lo embarazoso que puede ser están con las mejillas sonrojadas y no poder hacer nada al respecto.

—Espera aquí —me dijo soltándome y dejándome con la respiración contenida, mientras se iba corriendo, me puse un poco nerviosa, casi llegue a pensar que no volvería, cuando le vi venir corriendo —Toma… para tu ojo —me entrego un pedazo de tela, que era de su capa, humedecida con agua, estaba un poco fría, pero serviría para quitar la inflamación de mi ojo. El maldito de Hércules casi me saca el ojo con ese golpe.

—Gracias —dije mientras me colocaba el paño y luego tomo mi mano, me detuve en seco.

—Vamos… no quiero que te caigas por andar viendo con un solo ojo —su voz sonaba divertida, no era torpe esta vez, tal vez ir hacia el agua lo relajo lo suficiente como para tener un poco de seguridad personal. Su mano era un poco grande en comparación con la mía, pero no me importaba, casi que podía contener toda mi mano dentro de la suya. Empezamos a caminar rumbo al claro donde había peleado con Hércules. Me tense y frene en seco. Cuando mi mano se desprendió de la suya se giró para verme.

—No tengas miedo, yo estoy aquí y no dejare que nada pase —se volvió para darme la mano y casi que me jalaba con algo de fuerza para que caminara. Cuando llegamos vi como lo había sujetado a un árbol con varias sogas, pero era Hércules, tal vez finalmente podría con ella, pero aún estaba casi inconsciente. —Mi padre me dijo que no podía matarlo… pero tal vez… tal vez… tu podrías dejarle un recuerdo —me susurro maliciosamente en el oído haciéndome reaccionar.

—¡Despierta! —le dije a Hércules dándole una bofetada. La ira se gestaba dentro mío mientras detrás mío Perseo estaba con su espada y su escudo presto y atento a cualquier cosa que pudiera suceder…

—Mmmm —un murmullo es todo lo que salía de la ensangrentada boca del hijo de Zeus, no pensé que Perseo pudiera haberle hecho todo esto. Tenía una herida en cada brazo, asi como su cara estaba llena de sangre, con el labio y la nariz rotos. Asi como también su costado se notaba que tenía una fractura. Metí dos dedos en una de sus heridas y empecé a retorcérselo lenta y profundamente. —Ahhhgggg —agónicamente abrió los ojos cuando el dolor empezó a esparcirse por todo su cuerpo. —¡Tú! ¡Perra! ¡Será mejor que me sueltes!

—No creo que estés en posición de exigir cosas —sonreí, mientras el mantenía su mirada furiosa.

—¡Espero que ese espartano te viole hasta el cansancio! —sus palabras me helaron la sangre, como podía desear algo asi… me gire para ver a Perseo con los ojos cerrados y sus puños se apretaban con furia.

—Te equivocas… ahora tengo un hogar nuevamente, pero no sé si tu podrás tenerlo luego de lo que pienso hacerte ¡escoria! —Sus ojos abrieron por la malicia de mis palabras y la sonrisa perversa que se me dibujo.

—¡No! ¡Por favor!… ¡lo siento! —suplicaba como si pudiera servirle de algo la súplica y el falso arrepentimiento por lo que estoy segura que me iba a hacer.

—Parece que alguien tiene miedo —dijo Perseo detrás mío haciéndome reír un poco.

—Por… fav… —no deje que continuara cuando metí mi espada entre sus piernas, no estaba tan loca como para castrarlo totalmente… eso sin duda me traería encima la ira de Zeus y no quería más problemas para mi vida. —¡¡¡Ahhhhhhhhgggggggrrrrrrr!!! —sus gritos asolaban todo el jardín, pero nadie apareció… para mi suerte. (A/N se imaginan a William Wallace en Corazón Valiente cuando lo están torturando? Suena macabro, pero asi más o menos lo imagino… aunque en la película no mostraron explícitamente lo que sucedió.) Entonces algo se desprendió, seguramente pueden imaginarse que… ¡dioses no creo que ahora pueda jactarse de ser un hombre viril!

—Creo que con esto será suficiente ¡vamos a ver si querrás abusar de alguna mujer antes que se burle de tu mutilación! — Retorcí el cuchillo por última vez solo para ver que se desmayaba del dolor. —Adiós… —fue lo último que pronuncie para él.

—Zoe… —me gire para ver a Perseo con una mirada indescifrable, como si estuviera aterrorizado.

—Perseo… yo lo siento… me deje llevar —me acerque, pero el permanecía con esa mirada, como si estuviera tal vez decepcionado.

—Está bien… —empezó a caminar hacia mi… pero paso de mi para dirigirse hacia Hércules… entonces hizo algo que me impresiono demasiado… lo desato y dejo un trozo de ambrosia a su costado. —Será mejor que avancemos aún nos quedan muchos días de camino hasta que lleguemos a casa.

—Espera… por favor Perseo —se giró y sus ojos no se posaban en mi… como que evitaba mirar mis ojos o mostrarme lo que podría ver en ellos. —Qué pasa? ¿Qué ha cambiado?

—Nada… —volteo su cara para un costado como si se negara a decirme lo que en realidad estuviera pasando.

—¿Enserio? ¿Entonces porque no me miras a los ojos? —le cuestione con algo de fastidio de que quisiera pasar de mi… no quiero viajar con alguien que me va a ignorar todo el camino.

—Tengo miedo —admitió con un suspiro ruidoso que podría hacerme pensar de que estaba desistiendo de querer llevarme con él.

—¿De qué?—susurre con algo de temor.

—De ti… —su mirada se dirigió hacia Hércules entonces comprendí… tal vez la brutalidad de mi acto había hecho que el pensara un sin número de cosas… o que tal vez yo podría hacerle algo semejante. Tome su mano, aunque al principio me la negó, pero yo necesitaba reforzar mis palabras con una muestra de afecto.

—Jamás debes temerme… yo nunca te haría algo asi —le dije entonces levanto la vista y pude ver el horror en sus ojos, me preguntaba si mi método había sido tan malvado que hasta un soldado como él lo vería como excesivo.

—Es solo que jamás había presenciado algo asi —su voz sonaba como la de un niño asustado —y no estoy diciendo que no lo mereciera… es solo… —finalmente su voz se apagó como si no pudiera acusarme de un acto tan horrible.

—Si entiendo… fue… horrible… pero se lo merecía —dije con una pequeña sonrisa mientras frotaba su mano con el pulgar.

—Si —acompaño sus palabras con un asentimiento de cabeza rápido.

—Tú me has salvado…y nunca podre agradecerte lo suficiente —le dije mientras empezábamos a caminar.

—No fue nada —dijo humildemente… entonces decidí que era un buen momento para romper el momento incómodo y cambiar a algo más alegre.

—¿Estás diciendo que mi vida es poca cosa Perseo? —le puse mi mejor cara de enojo, mientras me detenía

—No… yo… no…. —Balbuceo, preocupado y empezando a ponerse nervioso.

—Estoy bromeando —le dije dándole un golpe suave en el brazo.

—Ja ja ja —dijo con un tono de humor retorcido.

—Vamos… ya quiero llegar a casa —le dije mientras empezaba a caminar… ya solo nos quedaban unas horas para que el sol se empezara a ocultar… y tendríamos que conseguir algo para comer.

—Llegar a casa —suspiró con algo que no pude descifrar si era emoción o preocupación. Pero no importaba mucho ahora porque empezamos a caminar rumbo a mi nuevo hogar.

En el camino me encargue de hacerle mil preguntas… sobre su vida… me conto sobre su madre y lo importante que ella había sido para él, sobre todo para criarlo como un buen hombre… averigüe que tenía 22 años… era joven… demasiado para todo lo valiente y amable que era ya. Su padrastro fue obra de su verdadero padre, quien gesto el encuentro para que pudiera tener una buena figura paterna que lo guiara a convertirse en soldado. La mayoría de semidioses tienen esa inclinación, porque es a través de ellos que los dioses pueden evadir las leyes antiguas y poder obrar.

Me conto sobre su entrenamiento y de cómo tuvo que probarse, la brutalidad del entrenamiento y la forma en cómo se hacían inmunes al dolor me sorprendió, porque no podía entender como era que a pesar de haber atravesado todo ese entrenamiento todavía podía tener un corazón cálido y amable. También me conto algo que pocos llegan a saber que en el ejército no solo los entrenan para matar y ser guerreros sino los entrenan para ser compasivos y justos y que fue una de las razones por las cuales no podía dejar que Hércules prosperara en sus planes. Aunque no quiso contarme las demás razones, casi podía imaginármelas, pero no quería hacerme ninguna clase de falsa ilusión, prefería disfrutar del presente que nos mantenía juntos.

Hablamos un poco del mundo de los dioses y lo que le sucedió cuando se encontró cara a cara con Poseidón y que esa era la razón por la cual estaba por estos lados… tan lejos de Esparta, porque su padre le había pedido que viniera para que pudieran conversar… no me dijo sobre qué, pero no importaba, me alegraba que todo eso hubiera redundado en que me encontrara, me salvara y ahora me diera un hogar. Finalmente llegamos cerca de una montaña donde podíamos encontrar un lugar para pasar la noche… el viento soplaba con inclemencia provocando que tiritara del frio. Asi que cuando Perseo se percató de esto fue en busca de leños para poder hacer una fogata. Se demoró demasiado y empezaba a sentirme un poco insegura, pero cuando llego sonriente entendí porque había demorado tanto, traía una liebre en sus manos asi como también la leña y algunos frutos.

—Perdón por la demora, esta liebre no se dejaba cazar —se excusó levantando una liebre muerta.

—¿Cómo lo lograste sin tu lanza? —su lanza la había perdido en combate asi que debió ser complicado cazar a un animal como la liebre.

—Trampas —dijo mientras colocaba en el suelo su alforja y revelando unos ricos y apetitosos frutos.

—¿Frutos? —pregunte emocionada por la deliciosa cena que podríamos llegar a tener esta noche.

—Para después de la cena —dijo mientras desataba el manojo de leños.

—Encenderé la fogata —empezó a ordenar los leños para encenderlos.

—Yo preparare la cena —dije alegremente. Una de las cosas que se me daban bien era cocinar... asi que eso podría hacer siempre para el... cocinar...

—¡Oh no! Eso no está pasando…—dijo un poco sobresaltado apartando de mi lado la liebre. ¿Acaso dudaba de mi habilidad en la cocina?

—¿Por qué! ¡Soy una buena cocinera! —respondí con la misma fuerza y un poco de indignación.

—Seguramente… pero eres mi huésped —¿su huésped? Pero puedo hacer muchas cosas... para mostrarle que estoy agradecida.

—Pero si voy a vivir contigo no puedo estar todo el día holgazaneando —replique queriendo ganar esta discusión, no pretendería dejarme sin nada que hacer.

—No te salve para que fueras mi criada, eres mi huésped, asi que yo te cuidare —no quería una criada... ¿soy su huésped? Perseo eres real? Cualquier otro se aprovecharía de la situación para que le sirviera en los quehaceres... él quería cuidarme ¿por qué?

—Pero… —intente buscar ese motivo

—Pero nada… será mejor que te laves, tengo un poco de agua, mientras yo prepararé la cena —señaló un pequeño odre y luego siguió haciendo sus cosas.

—Pero… —quería ganar... quería saber por qué.

—A lavarse… ahora —dije despidiéndome con la mano.

—Está bien… —me acerqué y le di un suave beso en la mejilla… pude ver como abría su boca para tratar de decir algo, pero no podía. Sonreí ligeramente con el típico ardor en mis mejillas que ya no me importaba mucho, pero me daba gusto que me sucediera… significaba que algo bueno me producía la persona de Perseo. —Gracias —rápidamente me alejé, pero no pude sino sonreír de ver como se había quedado allí parado... inmóvil... con la boca abierta mientras llevaba su mano hacia donde lo había besado. Al menos parece que le gusto que le besara la mejilla.

La cena fue exquisita... no sabía que pudiera ser tan buen cocinero... tan bueno como yo... aunque está mal que yo misma me alabe. Pero pudimos conversar un poco más y conocernos... pude contarle un poco más sobre mí y la vida que siempre había llevado... que no había demasiado que contar y más ahora que no tenía familia y no quería saber nada de ellos... Comimos… reímos… disfrutamos de silencios para solo oír el crepitar de los leños ardiendo hasta que él se atrevió a hablar.

—Será mejor que vayas a dormir, saldremos muy temprano para aprovechar la frescura de la mañana —sonaba bien no tener que caminar demasiado tiempo bajo el sol abrasador de esta época del año. El clima era un poco complejo en las noches el viento frio soplaba, pero el día el sol se encargaba de secar todo.

—Claro eso suena bien —dije estirando mis brazos y bostezando, era un buen momento para dormir, asi que me levante y me aproxime al fuego y luego me acosté sin ninguna pena en el suelo… no teníamos nada con que yo pudiera cubrirme asi que lo mejor sería dormir cerca al fuego.

—¿Qué haces? —preguntó.

—No quiero morir de frio —le dije como si no fuera la cosa más natural del mundo. Se dirigió hacia su alforja y saco su capa.

—No… toma cúbrete con esto —Se acercó a mí y me cubrió con su capa, olía al mar agitado esa brisa que despide cuando se estrella contra alguna barrera.

—Y que pasara contigo —dije algo preocupada porque él se quedara al descubierto y no es que no me gustara verlo asi, pero no a coste que se enfermara por el frio.

—Yo hare guardia —dijo mientras se retiraba un poco.

—Entonces haremos guardia —me levante de golpe mientras me acerque para sentarme a su lado.

—Zoe —su voz era como diciendo por favor no me des la contra

—Perseo —respondí con un tono humorístico e imitando un poco su tono.

—A dormir ahora —dijo señalándome un lugar cerca de la fogata.

—¡No! Porque entonces no podré dormir sabiendo que también tienes frio —dije haciendo puchero, pero tal vez no era suficiente como para convencerlo.

—Es lo único que tenemos para cubrirnos —dijo apartando la mirada hacia la oscuridad de la noche.

—Ven aquí —le dije con un tono de no tienes opción

—Zoe… —su voz sonaba tan suave que parecía que el viento hablaba.

—¿Vienes o no? —puse mis manos en mi cadera y fruncí el ceño haciéndome la enfadada… se acercó un poco de mala gana, pero no me importaba. Puse la capa en su espalda de manera que quedara una gran parte disponible para que nos envolviera.

—Ahora siéntate —se sentó sin pronunciar ninguna palabra. Con mi pie empujé una de sus piernas abriendo un espacio para mí… me senté entre sus piernas y luego me recosté sobre su pecho, con mi cabeza sobre el lado donde estaba su corazón. Parecía escandalizado porque prácticamente me apartó.

—¿¡Que… que… haces!? —gimoteo un poco aturdido por la naturalidad con la que yo procedí, pero era a mi parecer la mejor forma de no morir de frio.

—Solo me aseguro que ninguno de los dos pase frío —dije un poco decepcionada de que me haya apartado de su lado.

—Pero no asi… si algo sucede podría lastimarte al levantarme —me aparto un poco más, él tenía un punto porque sería un poco complicado reaccionar de manera rápida si es que algo sucediera.

—Bueno… entonces… — me tendió una mano y me dirigió a su costado para que mi cabeza descansara en su hombro, pero no quería tener un dolor de cabeza al día siguiente por la presión de mi cabeza sobre su hombro, asi que me adelante y me apoye un poco en su pecho, esta vez no me rechazo —Asi está mejor… —dije suspirando, pase mi mano por detrás… por su espalda haciendo que se arqueara ligeramente, reí mientras él me cubría con la capa dejando un espacio para que pudiera asomar la cabeza y respirar. Mi otra mano la puse sobre su pecho y empecé a dibujar pequeños círculos… necesitaba algo que hacer hasta quedarme dormida, pero empecé a notar que su cuerpo tiritaba ligeramente.

—Que descanses Zo… o…e —balbuceo mi nombre con simpatía

—Lo siento —dije sacando mi mano de su pecho, no quería hacerlo sentir incómodo y mucho menos que tuviera una idea equivocada de mi… si estaba teniendo estas atenciones con él era porque quería hacerlo…

—Está bien es solo que… buenas noches —agarro mi mano y la dirigió nuevamente hacia su pecho, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras yo cerraba mis ojos para poder dormir.

—Buenas noches Perseo

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