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Chapter 6 - Medidas para el futuro

PERSEO

El viaje había sido agotador, pero había sido bueno... Zoe era... Zoe es una agradable compañía. Ella es... Ahhhhh me iba mal diciendo a mí mismo por haber actuado tan torpe cuando ella me pregunto si me molestaría si Eneas llegara a coquetear con ella. No me molestaba, me enfurecía... Pero jamás se lo demostraría, no era mía para protegerla... Y tal vez nunca lo seria y tenía que asumirlo...

Le mostré la casa, Eneas tenía una afición a la cacería y había colgado algunas cabezas de ciervos y venados que le daban a nuestra casa un aspecto acogedor. Solo teníamos dos habitaciones, así no que me molestaba cederle mi habitación a ella, aunque estaba casi seguro de que me reclamaría porque tenía que incomodarme por ella...

—¿Porque tienes todas estas atenciones conmigo? —me sentí como un idiota... Pensé que podría llegar a una conclusión de porque estaba siendo tan atento con ella, pero no... Lo ignoraba.... Y yo no podía ser más claro que eso... Había agotado mis recursos, yo lo que podría haber hecho para decirle que me sentía atraído por ella. Ella se mordía el labio con fuerza, con vergüenza.

—¿En serio Zoe? —tenía un poco de amargura contenida, sentía que mis ojos se volvían acuosos, pero no hay lugar para ser débil...si ella no podía ver lo que yo le mostraba no había vuelta que darle. No me queda demasiado tiempo para más.

—Yo… —balbuceó casi en silencio mientras que yo sola observaba, viendo como sus palabras se llevaban lejos cualquier esperanza... Toda esperanza.

—Perseo —escuche mi nombre a mis espaldas y era Eneas que me miraba con algo de preocupación.

—Eneas —realmente no sé qué clase de cara le puse, pero sé que su semblante decayó notablemente y una sonrisa forzada se formó en su rostro.

—Llego esto para ti —le di una leída rápida… órdenes para que me presentara mañana… posible partida hacia las termopilas… está sucediendo...

—Es del rey… discúlpame unos minutos —educadamente, con un poco de pesar y con algo de seriedad me dispuse a leer el mensaje.

—Claro —el susurro preocupado de Zoe me peso en el corazón, pero debía estar concentrado, así que volví a abrir el rollo y empecé a leer.

"Perseo

Tu tiempo de descanso todavía expira dentro de dos lunas, pero es preciso que te presentes mañana, necesito a todos disponible para marchar hacia las Termopilas. Repórtate con el capitán, yo iré a consultar al oráculo.

Tu rey

Leónidas "

Las cosas estaban sucediendo tal como mi padre dijo que pasarían, excepto que no había nada seguro de que el oráculo nos diera su bendición para ir a la guerra, pero negarnos el permiso sería tanto como condenarnos a la extinción.

—Eneas por favor prepara un baño para nuestra invitada hemos recorrido un largo camino —Empecé a tomar una postura dura, porque el tiempo lo requería, tenía muchas cosas que arreglar… Eneas era una de ellas… y luego estaba Zoe… ¿qué iba a hacer con ella? Tal vez podría quedarse con Eneas y pasar sus días aquí… ¡no lo sé!

—¿Y usted señor?… digo… Perseo —No escuche muy bien la pregunta de Eneas, pero supongo que me pregunto si yo iba a tomar un baño, no tenía demasiado tiempo, mañana tendríamos que salir al amanecer para poder presentarme a la primera hora. Tenía que ver a Alejandro… él podría ayudarme.

—Yo lo tomare más tarde… tengo que ir a ver a alguien —no podía concentrarme en demasiadas cosas a la vez, así que mis respuestas eran simplemente para no ser grosero.

—¿Estarás para la cena? —La voz de Zoe retumbo en mi mente, sacándome de mis pensamientos sobre Eneas para centrarlos en ella… que hago con ella… no puedo dejarla aquí… o tal vez si… ambos podrían hacerse cargo de este lugar.

—Claro… —mis manos apretaban el papiro, mientras mis ojos miraban por la ventana en busca de que la poca luz que quedaba porque el sol empezaba a ocultarse me iluminara para hacer algo inteligente con Eneas y Zoe.

—Eneas… muéstrale un poco de los alrededores —Eneas fiel a su tradición permanecía como si fuera mi criado en el marco de la puerta esperando a que yo dijera algo más y el solo asentía a mis palabras.

—Compre un nuevo caballo por si quieres montarlo —lo pensé seriamente, me dolían los pies… pero caminar me daría tiempo para pensar en una solución. Algo que no me deje como que no cumplí mi promesa de cuidar de Zoe.

—No será necesario iré caminando —dije rápidamente, necesitaba aire fresco para pensar y un poco de tiempo a solas para ordenar mis ideas y prepararme mentalmente para lo que estaba por venir.

—Pero acabamos de llegar —Zoe protesto ante mi decisión de que iba a pies, pero no estaba de tan buen humor como para argumentar así que decidí dar razones simples.

—No voy demasiado lejos —las palabras salían de manera mecánica, era claro que no tenía demasiados deseos de hablar o expresarme.

—Yo voy contigo… —no, no, ¡no! agite las manos de manera vehemente porque no quería decirle quiero estar solo,

—¡No!... digo… no… porque no quiero que te canses más… yo regresare pronto —me excuse en algo tan poco convincente como que ella estaba cansada, era tan débil mi argumento, pero increíblemente ella no dijo nada al respecto.

—Está bien —dijo con un aire de derrota que me dejo un poco impresionado, porque ella normalmente se habría puesto a cuestionar más y más.

—Vuelvo pronto —me giré para ver a Eneas y darle un pequeño asentimiento, no tuve la fortaleza emocional como para girarme nuevamente a ver a Zoe… al menos no ahora…

Salí golpeando la puerta con algo de rudeza, pero no porque estuviera hirviendo de ira, sino que estaba ofuscado por la frustración… Zoe no había podido ver a través de mis atenciones las razones por las cuales era así con ella. Y eso me molestaba y mucho. La guerra me llamaba y yo sabía cómo iba a terminar esto y Eneas iba a quedarse solo… si no hay ningún familiar mío que herede mis tierras las propiedades pasaran al estado y eso significa que Eneas podría quedarse prácticamente en la calle y eso me perturbaba.

El camino hacia la casa del Alejandro, un anciano que era conocido por ser muy sabio y prácticamente me había visto crecer… No sabía acerca de que tenía que preguntar, creo que el asunto más urgente es Eneas. No podía dejarlo abandonado, debía haber una forma de dejarlo legalmente a cargo de mis posesiones, pero él aún era menor de edad. Alejandro tenía un pequeño taller donde fabricaba armas para el ejército, un digno trabajo para alguien que paso al retiro, aun permanecería conectado a lo que tanto había amado en su juventud.

—¡Alejandro! —grité un poco para que me escuchara… cuando se metía en su taller podía llegar a ser imposible sacarlo, ya que creía que un arma que no era terminada una vez empezada sería sin duda el final para el soldado que la poseyera.

Hice a un lado mis modales y me metí sin llamar… sabía que de todas formas lo encontraría, así que empecé a caminar hacia el jardín trasero de su taller en medio de un bosque de armas que colgaban del techo… Jabalinas… Tendré que pedirle que me dé una nueva… Espadas con diseños variados y algunas genéricas que eran las que nos daban cuando nos hacíamos oficialmente soldados espartanos… escudos con el símbolo espartano. Cuando finalmente logré llegar a donde se encontraba vi algo poco usual… estaba con su armadura de soldado, enfundaba su espada, el escudo espartano y su jabalina en mano… haciendo movimientos de combate. Aunque ya no era un jovencito seguía estando en buena forma… sus estocadas eran segura y precisas como las de cualquier soldado común… excepto por una cosa… le faltaba un ojo… pobre Alejandro… fue el motivo… eso y la vejez por lo que lo retiraron del ejército y no pudo tomar un puesto de instructor en el ejército…

—¡Perseo! —un momento estaba de espaldas a mí y en el siguiente segundo tenía la punta de su jabalina a escasos centímetros de uno de mis ojos.

—Wow… mejor bajamos la jabalina… aun quiero seguir en el ejército —este hombre era como un padre para mi… así que tenía la libertad de hacer comentarios que a cualquier otro le podría costar la vida.

—Golpe bajo —me dijo con una sonrisa de dolor fingido, mientras bajaba la jabalina y se despojaba de su escudo. Me hizo seña para que nos enteramos en un tronco que estaba en medio del jardín trasero.

—Que gusto verte —le dije dándole un pequeño golpe en la espalda en señal de saludo, me sonrió ligeramente, él sabía que si estaba aquí era porque necesitaba algo en especial…

—¿Que te trae por aquí muchacho?

—Un problema —respondí con sinceridad… era un problema grande y no podía encontrar una forma en cómo solucionarlo pronto.

—¿Mas? —su sonrisa era un aliciente para la realidad… no salía de un problema para caer en otro.

—Ya sabes cómo es la vida de un soldado —a él no tenía que explicarle como era la vida de un soldado tenía más combates y peleas encima de sus hombros de las que cualquier soldado. Había servido bajo el mando del padre de nuestro rey Leónidas, así que su época no fue exactamente pacífica.

—Cuando crees que has encontrado la paz… empieza otra guerra —su voz sonaba cansada y perturbada… la paz no significaba ausencia de problemas.

—Exacto… —suspire con derrota.

—¿Quién es ahora? —los problemas casi siempre estaban relacionados con personas, y esta vez mi problema no era exactamente los persas sino Eneas.

—Los persas —como soldado que era seguramente le interesaría saber cómo están las cosas con respecto a Esparta y sus enemigos, tal vez le daban algo en que pensar y recordar viejas y gloriosas batallas.

—Esos barbaros… se dice que tienen demonios en sus filas… mutaciones tan espeluznantes que ni en el hades se logran ver —no mentía, pero no tenía sentido alimentar su imaginación retorcida… esos monstruos que había asesinado con la diosa Artemisa eran sin duda parte del ejército persa… pero no eran ni siquiera humanos.

—Tal vez… —me sonrió de manera patética… le había dicho más con ese tal vez que lo que hubiera podido informarle al contarle con lo que me tuve que enfrentar a mi regreso aquí…

—Entonces ¿cuál es el problema? —saco su espada y empezó a tallar un trozo de madera de manera dedicada… este viejo era sin duda un artista… tenía pequeñas esculturas de todos los dioses que las hacia cuando estaba aburrido…

—Recibí esto… —saque el pequeño rollo y se lo entregue… lo leyó con detenimiento mientras su ceño se arrugaba con preocupación. Cuando finalmente termino me entrego el rollo y continúo formando algo en la madera… no sabía exactamente qué era lo que quería lograr… pero parece que quería hacer un arma. Nos quedamos en silencio mientras el continuaba con su espada el trozo de madera hasta que decidió hablar.

—Leónidas no consultaría al oráculo a menos que tenga planeado ir a la guerra —no era nada que no hubiera escuchado, pero sus palabras sonaban pesadas y cargadas de preocupación.

—Lo que me preocupa no es eso en realidad… sino Eneas —dije tratando de canalizar la conversación hacia donde realmente quería que fuera.

—Oh ese niño es una cabra… jamás se le puede mantener quieto —rió mientras negaba con la cabeza, seguramente Eneas le habría dado alguna clase de problemas durante mi ausencia.

—Exacto… —suspire con frustración… podía ser un buen chico… honesto y leal… pero era indomable… no podía permanecer quieto y callado… siempre tenía que decir algo y la mayoría de las veces incorrecto e imprudente

—Y tu…

—Si… no sé cómo solucionar el problema de su futuro… la guerra se lleva de este mundo a quien quiere… y me temo que si me llevara Eneas perdiera todo —El rostro de Alejandro decayó notablemente, mi padrastro siempre había confiado mucho en él para que me cuidara cuando el aún estaba en el ejército… así que supongo que llego a tenerme alguna clase de afecto paternal…

—Mmmm… —su mente divagaba quien sabe en qué cosa… pero era notorio que no estaba prestando atención… su mirada se perdía en la puta de su espada.

—Además… es menor de edad —yo razonaba en los contras para poder encontrar una solución.

—Mmmm… —no salía de su pensamiento y sus razonamientos.

—Necesito solucionarlo hoy mismo… parto al amanecer —esto logro sacarlo y me prestó atención nuevamente, guardo su espada y me entrego el producto final de su talla… Un tridente… Me quede sorprendido por un momento… será posible que le supiera mi reciente descubrimiento de mi filiación con Poseidón. Lo mire por un rato hasta que el me guiño el ojo… este viejo se las olía todas… a menos que él también fuera un semidiós…

—Tomara un poco de tiempo —me dijo de manera reflexiva… tenía toda la noche… aunque seguramente Zoe se enfadaría mucho porque no llegue a cenar… aunque dudo que después de lo de hoy importe.

—Esto es importante —la determinación de mis palabras lo hicieron ponerse de pie, para luego ponerme una mano en el hombro.

—Tal vez faltes a la cena con la bella muchacha que tienes en casa —la sonrisa burlesca y de satisfacción en su rostro era perturbadora…

—Tú, como… —mis palabras se ahogaron…

—Perseo… Soy Alejandro… me entero de todo —como si fuera la cosa más natural del mundo… y tenía razón siempre se enteraba de todo… él era el que me delataba cuando hacia alguna pequeña travesura cuando era niño.

—Viejo lobo… andas espiando a todo el mundo —le di una pequeña palmada en la espalda y empezó a reír graciosamente.

—Viejos hábitos… ahora bien ¿quién es la chica? —no quería soltar el tema de la chica… y eso me perturbaba un poco la cabeza. No podía decirle que la encontré en el jardín de Hespérides porque creería que estoy loco o algo así… y mucho menos decirle que era la hija del titán Atlas…

—Una amiga —respondí a secas tratando de restarle importancia a la situación e implorando internamente que pasemos al tema importante…

—Amiga… bien —el tono sugerente de su voz me hizo escarapelar el cuerpo… y una vergüenza sana me invadió.

—Enserio… —la poca convicción de mis palabras casi que termino de delatar.

—Por eso digo… amiga —negaba con la cabeza mientras sonreía y empezaba a revisar un par de espadas que estaban sobre su yunque.

—Calla… la encontré en un apuro durante un viaje… y al parecer no tenía hogar, fue repudiada por su familia y yo solo le ofrecí quedarse con nosotros… con Eneas en realidad… pero el muchacho tratara de enamorarla, así que tengo una idea para ella —le conté a grandes rasgos como era que había sucedió y como la había encontrado… contarle que Hércules quería violarla seria lo peor que podría hacer… aparte que tal vez no me creería.

—Ahora bien… espera aquí, iré a buscar al escribano. Redactaremos un documento —empezó a caminar tumbo a la puerta.

—¿Qué clase de documento? —pregunte un poco dubitativo… gracias a los dioses mi madre siempre se encargó de educarme… sabía leer y escribir… pero aun así tenía cierto recelo en lo que ese documento podría contener.

—Al ser menor de edad no puede tener propiedades… pero lo que si puedes nombrar es un tutor… para que sea su representante legal hasta la mayoría de edad —¿un tutor? No es mala idea… el problema será encontrar un tutor honesto.

—Un tutor… ¿y este tutor tendrá algún poder sobre sus posesiones? —si eso significaba poner en riesgo el futuro de Eneas… no firmaría nada semejante…

—Solo sería un consejero y encargado de transacciones financiera y legales… ya sabes… el papeleo —solo un representante… alguien que se encargue de ordenar los papeleos cuando el cumpla la mayoría de edad.

—Y donde conseguiré un tutor para Eneas… —pensé en voz alta durante un momento hasta que se hizo obvio que la mejor persona… honesta y que podría cuidar de él estaba ante mis ojos… Sonreí mientras lo observaba hasta que se dio cuenta de mi insinuación, pero era demasiado tarde estaba decidido a convencerlo.

—Oh no… no… ¡no!... ese muchacho es indomable… está mal del cerebro… habla con las ovejas y cuelga cabezas de animales en la casa… ¡no! —empezó a ponerse nervioso y dar sus explicaciones de porque él no podría ser el indicado

—Por favor… cualquier otro terminaría por robarle todo —le suplique con cara lastimera… pero era verdad… cualquier podría simplemente ir a por todo y robarle.

—¡No! —grito, pero no me daría por vencido.

—Él podría ayudarte… al ser el dueño… él podría contratar a otra persona que atienda a las ovejas mientras él se convierte en tu aprendiz —le ofrecí alternativas para que finalmente accediera… su rostro se ilumino… su ultimo aprendiz termino por irse con otro herrero a la ciudad… así que alguien leal como Eneas podría serle muy útil y devolverle la capacidad de producción a su fragua.

—Podría ser de ayuda… pero ¡no! —lo pensó seriamente, acariciando su mentón, pero finalmente dijo nuevamente que no.

—Vamos… si él se queda solo, simplemente se perderá —intente apelar a su corazón… si es que acaso lo tuviera…

—Agghhh ¡Perseo! Tienes la persuasión de tu madre… siempre sabia como torcer la voluntad de cualquiera —mi madre siempre dijo que hay muchas formas de obtener un si… y que hablar adecuadamente era uno de ellos… supongo que lo herede… y por eso se preocupó de que me expresara con elocuencia.

—Entonces ¿lo harás? —pregunte tontamente, quería escucharlo de su boca solo para satisfacer mi deseo caprichoso… como estaba disfrutando esta parte.

—Está bien… está bien… pero más te vale que la condición que sea que él sea mi aprendiz… Zeus sabe que necesito ayuda con todo esto… más aún si la guerra se acerca —no sonreía, pero yo sabía que, dentro de él, aunque no lo admitiera estaba feliz de al menos volver a tener compañía… Nunca se casó ni tuvo familia, porque se dedicó al ejército… y cuando tuvieron que darle de baja empezó a sentir la ausencia de compañía… pero ya era ligeramente tarde para encontrar a alguien.

—No te preocupes… será una de las condiciones —le conteste seriamente, había varias condiciones extras que debería cumplir… para que pudiera acceder a mis posesiones.

—Bueno, espera aquí, iré a buscar al escribano… podrías ir probando algunas armas —hablar de armas entre dos soldados era como hablar de chicas… así que dimos por finalizado un tema complicado para pasar a algo más divertido.

—Una jabalina… durante mi último combate llego a su final —me miro entrecerrando los ojos, pero no me dijo nada más.

—Claro… ya sabes dónde están —luego salió a buscar a un viejo escribano que vivía cerca y que podría hacer todo el papeleo legal, para hacer oficial la transferencia de mis bienes. Espero estar haciendo lo correcto.

Me pase todo el tiempo que Alejandro se fue a buscar al escribano probando lanza tas lanza tratando de encontrar la que mejor se acomodara a mi brazo y estuviera bien equilibrada. Tras casi una hora de probar lanzas me decidí por una que era sencilla, pero con toda la mística de nuestra cultura espartana. Alejandro llego poco después con el escribano… Explicarle lo que yo pretendía tomo algo de tiempo, porque era un documento demasiado específico como para explicarlo ligeramente. Finalmente pudimos redactar el documento… Constaba de varias condiciones que Eneas debía presentar para poder conservar mis propiedades a lo largo de los años, a partir de que fuera mayor de edad.

Yo sabía que el muchacho podría hacer lo que yo le pedía porque era un buen chico y tenía muy buena disposición para obedecer… solo espero que Alejandro pueda moldear su carácter para que se convierta en un hombre de bien, prudente y astuto… formar una familia y preservar mi legado a lo largo del tiempo… ya que a mí me esperaba un destino completamente diferente. Antes de regresar a casa… mientras inspeccionaba el documento para asegurarme que nada quedaba al azar, cuando solo quedábamos Alejandro y yo… me detuvo y me dijo algo que me helo la sangre un poco.

—Asegúrate de que estás haciendo lo correcto —Sonaba tan siniestro… no sabía exactamente de qué me estaba hablando…

—¿De qué hablas? —me puse algo nervioso que me recomendara estar seguro de lo que pensaba hacer…

—De eso que está rondando en tu mente para hacer todo esto —sus palabras sonaban como algo más… como algo escondido y que él y yo sabíamos, pero no debía ser hablado.

—Sé que es lo correcto —dije con una seguridad que daba pie a la duda… pero para mí Poseidón tenía razón… se necesitaba alguien que quisiera correr los riesgos… yo podía hacer eso… quiero decir no tengo a mi madre ni nada que me ate a todo esto… y ser espartano me preparo para lo mejor y para lo peor.

—Está bien —me sonrió ligeramente mientras empezó a caminar a un armario que estaba con una cerradura… saco una pequeña bolsa.

—Bueno —mi tono sin convicción me hacía dudar a mí mismo de que lo que estaba a punto de decidir estaba bien… que pasaba si fallaba y no podía lograr lo que mi padre me pedía?

—Toma esto —me entrego la bolsa y empecé a ver que tenía dentro… ¡Néctar y Ambrosia!... quien es Alejandro.

—¡Tu!... ¡como! —las palabras me salían como alaridos a medias y sin ninguna conexión lógica.

—Shhhhh… ¡quieres que todo el mundo se entere! —me tapo la boca teniendo cuidado de no hacer caer la bolsa con los insumos que había casi agotado… al menos ya no tenía néctar, aunque si un poco de ambrosia. Hasta ahora no los había probado, mi padre me dijo que debía guardarlo para el momento indicado.

—Soy un semidiós igual que tu —me dijo susurrando casi como si estuviéramos tramando una conspiración. Era todo tan confuso. ¿Somos tantos semidioses? ¿Cómo nos reconocemos entre nosotros? ¿Llevamos alguna clase de cartel invisible que dice Hey soy hijo de Poseidón?

—Semidiós… ¿igual que yo? —trate de negarlo todo, pero era demasiado obvio como para negarlo.

—Hey! Soy Alejandro no pienses que puedes tomarme el pelo —me dijo sonriendo mientras se acomodaba los cabellos canosos que le quedaban…

—¿Cómo lo sabes entonces? —tenía curiosidad por su filiación con los dioses… tal vez podría ser también mi hermano o algún primo… quien sabe.

—Mi padre… Hefesto… amigo de tu padre Poseidón, ¿porque crees que siempre estuve cerca? —estuvo cerca… Poseidón me había hablado de que él envió a mi padrastro… pero no me había dicho nada sobre Alejandro… eso no había sido del todo honesto.

—Oh ya veo… no sé si alegrarme o enojarme porque creen que necesito protección —me enfurecía que me subestimaran… soy un soldado espartano he demostrado mi valía en más de una oportunidad… no debería ser tratado como un indefenso muchacho.

—No seas tonto! Al ser diferente corremos peligro y es mejor tener a alguien como nosotros cerca —sus palabras tenían algo de verdad, pero aún me molestaba que ni siquiera me lo hubiera dicho, tenía mil preguntas aun en mi mente… que Alejandro hubiera podido contestar.

—Entonces hay más como nosotros cerca de aquí —la curiosidad empezó a hacer nido en mi mente en búsqueda de nuevos amigos semidioses con los que pudiera compartir este nuevo mundo que se nos mostraba.

—Tal vez… pero no es tu deber saberlo, solo hacer lo que tu padre te ha pedido —me dijo seriamente mientras envolvía nuevamente la ambrosia y el néctar y me entregaba la bolsa de insumos.

—¿Crees que es lo correcto? —quería una segunda opinión y Alejandro era el más indicado para poder aconsejarme.

—Solo sé que es mejor que seas tú antes que ese petulante hijo de Zeus llamado Hércules —el desprecio en sus palabras decía mucho más sobre Hércules de lo que yo ya conocía. Parece ser que no goza de mucha fama dentro del mundo de los dioses… o al menos los semidioses.

—Oh si Hércules… petulante —dije con una sonrisa burlona mientras recordaba casi estremeciéndome lo que Zoe había hecho con él y como había logrado vencerlo.

—¿Lo conoces? —me pregunto un poco serio.

—¿Quién no ha escuchado sobre él? —le respondí de manera despreocupada. No quería que descubriera más cosas sobre mi o sobre quien era en realidad Zoe.

—¿Puedo tomar un arco? Podría necesitarlo para cazar algunas cosas —tal vez esto podría ayudar a que Eneas y Zoe encontraran algo que hacer y ella no pensara demasiado en que me iba… Podrían llenar la casa de cabeza de animales que ellos hayan cazado.

—Claro… pero me debes… ahora vete mañana tienes que partir —me dijo haciendo gesto con las manos para que saliera de su taller…

—Claro —dije mientras tomaba mi nueva lanza y la bolsa con los insumos, tenía todo el camino para pensar que podría hacer con Zoe… se quedaría con Eneas… ¿Sería feliz? ¿Me odiaría porque la abandone con un pastor coqueto e indomable?

—Y salúdame a tu amiguita… —la palabra amiguita sonaba tan burlona que me sonrojo e hizo que me diera un escalofrió por la espalda.

—¡Vamos! Solo somos amigos —le reprendí sonriendo un poco mientras trataba de recobrar la compostura.

—Pues espero que estés seguro… porque tal vez mañana sea el último día —me dolió el corazón cuando escuche sus palabras… Alejandro sabe lo que va a pasar… Y mañana podría la última vez que nos vemos… y ella… ella no me ve de otra manera… no lo hace.

—Lo estoy… lo estaré… —Con el tiempo.

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