WebNovels

Chapter 27 - Confesiones I

THALIA

Llegue a mi querido árbol llena de bronca porque yo no podía disfrutar de la compañía de Nico como esa zorra si podía ¡Maldición Nico! ¡Cómo puedes dejar que siquiera se te acerque! No puedo creer que hasta en mi mente esté enfadándome y lanzando toda clase de adjetivos hacia esa chica. No sé qué pensar, no sé qué creer. He estado vigilando a Nico durante 15 años, jamás le oí decir nada como olvidar el pasado y seguir adelante o cosa semejante, más bien siempre lo vi como que anhelaba estar cerca mío nuevamente, tanto que veía esta guerra como una oportunidad, una oportunidad de reunirse conmigo en los Elíseos.

No sabía si revelarle mi identidad, tal vez eso lo frene de seguir con su vida adelante. Tal vez solo quiera amarme porque estoy viva y siente que tiene una obligación ¡eso sería nefasto! No sé cuántas horas pasaron, pero vi que el sol se estaba lentamente empezando a ocultar para dar paso a la luna. Me acerque a aquel árbol y metí la mano donde yo sabía que encontraría el collar de cuentas de Nico. Lo tome en mis manos con delicadeza, pero quería tener un autómata de Hefesto para destruirlo entero.

—¡Demonios! —grité en lenguaje caótico, cuando sentí una presencia extraña detrás mío. Golpee mi anillo y se convirtió en mi espada, me gire con rapidez solo para agarrar el cuello de mi oponente. Sus ojos no reflejaban temor alguno, solo una pequeña molestia por la presión que estaba ejerciendo en su cuello.

—¿Que decías? —pregunto con dificultad mientras que yo mantenía mi mano en su cuello. —¿Podrías? —dijo con dificultad y entonces volví en mí misma y lo solté con rapidez.

—Lo siento —dije rápidamente y me acerqué para revisar su cuello. —Déjame revisarte —dije y no espere a que me respondiera, sino que rápidamente agarre su cabeza para revisarlo, al parecer no le había hecho daño.

—Hey… espera… me haces cosquillas —dijo divertidamente, juro que su sonrisa me derritió el corazón, todo este tiempo, solo vi miradas adustas y caras de meditación prolongada, el único momento en que lo vi sonreír fue con la tal Lucy…. Grrrr.

—No sabía que tuvieras cosquillas en el cuello —susurré, pero luego me di cuenta de lo que había dicho. Por favor, por favor que no lo haya escuchado.

—¿Que dices? —pregunto Nico con naturalidad

—Nada, solamente digo que es curioso que tengas cosquillas en el cuello —le conteste con habilidad para que no tratara de indagar en lo que realmente había dicho, mientras él, se sentaba a los pies de mi árbol.

—¿Qué haces aquí? deberías descansar, hay entrenamiento en la tarde —pregunté con delicadeza, esta era mi oportunidad para entablar una casual conversación.

—Vengo aquí a pensar a menudo —me respondió tímidamente.

—¿Y que hay en tu cabeza en estos días? —negó con la cabeza mientras reía levemente.

—No mucho, en realidad —levanto su cabeza y sonrió con ligereza. —¿Qué haces tú aquí? te perdiste una buena pelea —si había escuchado el barullo, pero no estaba de humor para más enfrentamientos.

—Ni me lo digas, algún astuto que pensó que podía vencernos —Nico hizo una mueca de falso dolor. Supongo que al hablar asi estaba hiriendo el orgullo del campamento. —Entonces... —quería volver a la pregunta inicial.

—Si yo te cuento… luego tendrás que darme algo a cambio —me puse a pensar en lo que podría pedirme y no me molesto su propuesta, así que acepte dándole la mano para sellar nuestro acuerdo. Sus manos eran ásperas, pero estaban tibias aun por el esfuerzo físico, así que no eran incomodas al tacto.

—Su nombre era… Thalia Grace —sonreí al escuchar mi nombre, esperé tanto este momento.

—¿No estarás hablando de Thalia Grace la hija de Zeus… teniente de Artemisa? —dije con horror fingido, agregándole un poco de amenidad al relato, no quería que terminara llorando o algo así. Aunque un abrazo consolador no me vendría mal.

—¿Si… la conociste? —pregunto un poco curioso, su rostro se mantenía un tanto nostálgico.

—Quien no haya oído hablar de esa niña… no sabe nada —le respondí y comenzó a reír de manera obsesiva.

—Tienes razón… ella era muy Thalia —dijo tratando de controlar su hermosa risa, no quería que dejara de reír.

—¿Qué significa eso? —pregunte un poco ofendida por su comentario.

—¿Déjame contarte la historia sí? —suspiró recobrando la compostura. Empezó a narrarme todo, desde que me conoció. Cada una de sus palabras estaban cargadas de emociones diversas, un poco de afecto, un poco de odio, otro poco de amor, desconcierto, temor, algunas emociones reprimidas. La parte en donde yo muero fue sin embargo la más dramática, no entro en demasiados detalles, pero las pocas palabras que dijo sobre ese día, me dejaron en claro una cosa: lo marcaron para siempre. Sentía tristeza

—Ya veo… y esta Thalia era… —me odiaba a mí misma por presionar con mis preguntas, sentía que estaba acorralándolo.

—Solo mi amiga… —respondió con tristeza, casi podía sentir la misma tristeza que él, ok no esperaba que dijera que éramos novios o algo así ¡pero demonios! ¡Le confesé que lo amaba!

—¿Solo una amiga? ¿y porque la recuerdas tanto aun? —quería llegar al meollo del asunto de una vez por todas.

—Ella salvo mi vida y al parecer sentía algo por mí —se detuvo por un momento mirándome, aunque sé que no podía ver mi rostro, pero supongo que intentaba convencerse de que podía decirme lo que aún faltaba por decir. —A pesar de ser una cazadora, también sentía algo por ella —apreté las manos porque trataba de contenerme.

—Suena intenso…. —dije con ánimo de suavizar un poco lo emotivo del momento. —Tu amiga Lucy… —su nombre era como la ceniza al paladar. —Dijo que tu necesitabas olvidar el pasado… para seguir adelante ¿es ese pasado al que se refería? —su mirada se dirigió a mi rostro velado.

—Oh —fue todo lo que dijo con una ligera sonrisa en su rostro y una ligera negación con la cabeza. No pude evitar empezar a enfurecerme. ¡Sonríe cuando nombro a esa mujerzuela!

—Será mejor que me vaya —le dije con un poco de indignación, cuando sentí su mano sobre mi hombro que delicadamente me detuvieron, me gire para verlo sonreír con esa mirada burlesca típica de él.

—Te olvidas de algo… —me quede fría por la forma en lo que me lo dijo. —Ahora tú debes darme algo a cambio —asentí lentamente a lo que me estaba diciendo. —Quiero ver tu rostro —rápidamente di varios pasos atrás alejándome de él, no puede pedirme eso, no puedo dejar que me vea… no puedo, no ahora. No sé cuantos minutos pasaron, antes de que me animara a contestarle.

—¿Es cierto lo que Lucy dijo? ¿Necesitas olvidar el pasado para poder seguir adelante? —su mirada se volvió un poco adusta, como si su cabeza estuviera carburando todas las posibles respuestas. —Tú quieres seguir adelante? —después de unos segundos, suspiro hondamente y su mirada se puso fija en la sombra que tenía por rostro. Aunque él no podía verlo, mis ojos estabas vidriosos y las lágrimas asomaban, la tensión de escuchar su respuesta me estaba matando.

—Creo que no tengo por qué responder, si tú no puede cumplir tu palabra —dijo el con determinación, mi corazón bombeaba demasiado rápido. Me estaba desafiando. No iba a dejar que pensara que mi palabra no tenía valor. Puse mis manos en mi capucha, suspiré, y empecé a tirarla para atrás

—Claro que puedo cumplir mi pa... —estiró su mano rápidamente sobre mi capucha.

—Si…

PERCY

Había pasado muchos años desde que mamá y yo habíamos hablado, si los cuento son 3 años de la tiene y 9 del Vacío. Siempre me había dicho a mí mismo que era porque no quería preocuparla, que era lo mejor para los dos, todo era mentira, me sentía fatal por haber tenido que ocultarme de Hestia, pero simplemente sentía que era una carga para ella y que su preocupación no debía centrarse en mí, por lo que había decidido ausentarme de los momentos que pasábamos en el lago. Aún conservaba mi capucha, porque no era un lugar seguro. Seguíamos caminando en silencio, por el bosque, sentía que a cada paso que dábamos me pesaba más el corazón y me estaba empezando a agitar y sentía que mi mente se aceleraba y las sensaciones de algo peor asomaban. Supongo que se dio cuenta de que me estaba comenzando a impacientar. De hecho, me sentía culpable, porque podía ver que se sentía un poco decepcionada. Tal vez nunca debía haber alejado de mamá, pero la sola idea de que me viera tal cual estaba, me aterraba. Desde el momento que Hestia se había acercado a mí siempre había sentido un cálido afecto familiar que había hecho sencilla nuestra relación, pero me sentía demasiado avergonzado de que me viera tal cual era.

—¿Porque no vamos a mi santuario? —sus palabras me sacaron de mi pequeño trance, sabía que no podría ser una conversación fácil y que tal vez habría preguntas incomodas, tal vez era el momento de derribar las paredes y dejar a un lado de las medias verdades. Por otra parte, estaba listo también para ver a Estelle y no quería que viera un desastre de hermano a quien no fuera agradable tener cerca.

—Claro, eso estaría bien —respondí mientras tome su mano y ella nos flasheó a un lugar que no conocía.

El santuario de Hestia se situaba en medio de un profundo bosque de pinos, el olor me parecía relajante, había una gran fuente de agua cristalina en el centro de paraje, un sonido tranquilizador, todo estaba en armonía. El lugar en si era muy sencillo, pero había un sofá cómodo cerca de una fogata con leños que nunca se consumían, rápidamente la fogata reaccionó a la presencia de Hestia y a la mía, como si hubieran atizado el fuego con fuerza pequeñas partículas lumínicas doradas se esparcieron por el ambiente rodeándome. A todo esto, aún Hestia no me decía nada. Eso me asustaba. Lámparas de plata se encendieron dándole al santuario la luz necesaria para que pudiera deslumbrarme con la belleza del lugar, los árboles estaban talladas de bellas figuras y en los árboles pequeñas ardillas y aves miraban hacia Hestia, sin asustarse por mi presencia.

El lugar se sentía tan cálido que me sentí relajado por primera vez en muchos años. Me sentía en casa, como cuando llegaba después del verano a casa y me recibía Paul en la puerta con un apretón de mano y una palmada en la espalda y como mamá salía de la cocina con una bandeja de galletas. Aspiré el aroma del lugar, me encantó el olor del bosque de pinos que rodeaba el lugar. Hestia no decía nada, pero no había soltado mi mano aún. Era como si el ambiente me hubiera dado la bienvenida y me recibieran en casa. Me sentía brumado, lleno de una pesadez en el corazón que me quería hacer llorar.

—Veo que te sientes mejor —susurré calmadamente como para romper el hielo. Se giró y me dirigió una dura mirada, jamás le había visto de esa manera y tampoco pensé que en tan poco tiempo podría provocar una molestia como esta. Ella tomó mi capucha y me resistí, me daba vergüenza mi estado actual. Sabía que estaba demacrado y ojeroso, con un gran cuadro de insomnio. Los últimos años habían sido muy duros para mí, aparte de la dureza del entrenamiento, mi obsesión con mis pruebas y entrenamiento privado, mi cuadro traumático estaba lejos de haber mejorado y era una de las razones por las que mantenía al margen a Hestia y los chicos.

—Percy —me dijo en tono serio para que yo soltara la capucha y dejara que revelará mi rosto, no me dijo nada cuando me vio, solo vi que empezaron a caer lágrimas por su rostro, y contenía su boca de decir algo mientras ponía su mano sobre mi mejilla, pude sentir su dolor invadiéndome, y me sentí miserable, porque nunca debí alejarme de ella, ni del equipo y menos de Piper. —Por amor a mi salud mental, no vuelvas a desaparecer de mi otra vez ¿sabes cuánto he sufrido este tiempo? —me dijo apretándome fuerte que casi me impedía respirar, pero no podía interrumpirla, sería demasiado cruel, así que deje que me abrazara tan fuerte como quisiera. Podía sentir el ruido en mi mente empezar a crecer, podía sentir mi pecho hincharse y mi vendaje empaparse.

—Mamá… —no pude terminar mi frase porque ella me aparto de su abrazo y me miro con ojos llorosos mientras miraba mi herida.

—Se cuánto estas sufriendo. Eso me parte el corazón y más lo hace no poder hacer nada por ti... Has sufrido tanto que tenía la esperanza de que al irte con Caos las cosas mejoraran para ti —dijo ella con su voz suave mientras metía su mano por debajo de mi armadura solo para sacar su mano y tener sangre en ella.

—Lo siento... Lo siento tanto. Sé que solo se he sido una preocupación para ti... —me disculpé, ella tapo mi boca con su mano para que no continuara. Sabía que mucho de lo que me pasaba era mi culpa, porque no quería hablarlo con nadie. Hasta el momento nunca había abierto mi mente a nadie para que conociera los horrores que mi encuentro con Fobos me había dejado y las secuelas. —Ha sido un tiempo difícil —ella asintió.

—Sé que no hay nada que pueda hacer para ayudarte a sanar, Percy, pero es tiempo de hablar sobre ello, mírate... casi ni te reconocí —era clara su preocupación y eso me dolía aún más. De todas las personas, lastimar a Hestia me hacía sentir lo peor del mundo. No merecía esto.

—No sé si estoy preparado para esto —le respondí mientras frotaba mi pulsera. Mis emociones empezaban a chocarse unas contra otras y mi mente empezaba a desordenarse y las imágenes mostrarse una tras otra.

—Tenemos tiempo —respondió invitándome a hablar y decir lo que necesitaba decir. Suspire con un poco de resignación, tratando de ver por donde tendría que empezar. Nos quedamos un largo rato en silencio.

HESTIA

Decir que estaba molesta era poco, estaba muy dolida, sentía que la confianza que siempre habíamos tenido como madre e hijo se había resquebrajado. Todo el tiempo supe que Percy no se presentaba a nuestro lugar de encuentro porque no quería que le viera, sabía cómo estaba sufriendo y el dolor que debía experimentar cuando el artefacto de Ananké no estaba sobre el control de su mente y emociones. Pero no pensaba que eso fuera excusa para poder evitarme. Caminamos bosque adentro del campamento mestizo para tener algo de paz, pero sus pasos se sentían pesados, como si la culpa lo estuviera carcomiendo.

Pero no podía simplemente enojarme con él o decirle que estaba decepcionada, quería que pudiera tener la confianza conmigo de contarme lo que fuese por más terrible o vergonzoso que fuera, porque quería estar para él, sufrir con él, llorar con él y sanar con él. Como había hablado con Caos, Percy necesitaría un amor incondicional y fuerte para mantener unidos los pedazos de su vida que ya no podía controlar más. Sabía que Piper quería lo mismo, pero no había podido llegar a él, porque aún no había logrado saltar las paredes que Percy había ido levantando para sentirse seguro y a salvo.

Necesitábamos un lugar tranquilo, donde pudiera sentirse relajado y no había mejor lugar que donde estaba la llama eterna del hogar. Me tome mi tiempo de mirar a Percy con detenimiento, estaba claramente mal, yo sabía que las cosas no estaban bien, pero no sabía que su estado fuera tan deplorable, pálido, ojeroso y descuidado.

Luego de romper un poco el silencio y de haber visto como estaba de devastado, le di tiempo para que pudiera abrirme su corazón. Nunca nadie había entrado en mi santuario privado, pero era mi hijo, era Percy y necesitaba un lugar que le hiciera sentir a salvo. Empecé a desabrochar su armadura para retirarla con suavidad, claramente estaba en dolor, sus ojos estaban hinchados y apretaba los dientes, por la presión del dolor. No sabía qué hacer para poder calmarlo. Sabía que era inútil, pero convoque un poco de néctar y ambrosía, lo mezclé y lo derrame sobre su herida y le ayude a vendarse nuevamente. No sé cuánto tiempo permanecimos en silencio y claramente Percy estaba debatiendo en su mente como empezar.

—Por favor, sella en tu corazón lo que vas a escuchar —me rogo mientras cerraba los ojos.

—Nunca podría contarle a alguien —apreté su mano mientras asentía, aun con los ojos cerrados y negaba con la cabeza como si estuviera en medio de una pesadilla. Chasquee los dedos para sellar mi santuario y del fuego salió una onda expansiva que rodeo el recinto. Percy suspiró hondo y se tomó unos minutos antes de empezar.

—Como bien sabes, la vida de un semidiós no es para nada sencilla, tuve la suerte de tener una buena madre, pero no todos tienen esa suerte, porque muchas veces son solo huérfanos, nadie quiere hacerse cargo de la mayoría de semidioses —sus palabras estaban cargados de una fuerte carga emocional que podía hacerte llorar sin siquiera entrar en detalles. No me atrevía a interrumpirle por miedo a que se cohibiera, solo sostenía su mano con fuerza. Antes de adoptar a Percy yo sabía que necesitaba ser amado, tal vez, mucho más que de lo que cualquier niño normal necesitara, por las circunstancias que había atravesado. —Pero a pesar de eso, muchas veces dependiendo de quién sea tu padre o madre divino estamos obligados a esconder nuestro aroma viviendo con gente despreciable y maloliente —en ese momento no pude ni imaginarme lo que me contaría con respecto a su vida con su padrastro Gabe.

También podía sentir, aunque siempre trató de guardarlo muy muy bien su resentimiento contra los dioses, por un momento pensé que eso lo había dejado atrás luego de la guerra por las reformas y cosas que se hicieron para que los dioses no abandonaran a sus hijos a su suerte, pero después de lo que le tocó vivir cuando fue desterrado ese sentimiento afloró nuevamente y con las cosas que tuvo que pasar por esos 2 años vagando siendo perseguido supe que esto solo estaba comenzando.

—Solo era un niño cuando mamá me presentó a Gabe y dijo que ahora íbamos a vivir con él —sollozó un poco mientras nombraba a Sally, yo sabía que esa herida en su corazón era tan grande que a duras penas podía mantenerse estable para seguir hablando. Quería ayudarlo, desde mi papel de madre sustituta dándole todo el amor y el respaldo que por años y a punta de sufrimiento y abnegación Sally le había dado. —Nunca me atrevería a cuestionar las decisiones de mamá, pero años después siento que fue lo más repugnante de las cosas que le obligaron a hacer —su mandíbula se apretó con fuerza, ya no sollozaba, pero las lágrimas caían directamente sobre sus piernas.

More Chapters