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Chapter 2 - Capitulo 2 - Un nuevo Leonard

Capitulo 2 - Un nuevo Leonard

"¿Qué... pasó conmigo?" murmuró Roman al abrir los ojos.

La primera sensación fue desconcertante: estaba recostado en una cama que no reconocía. Las sábanas eran ásperas, el colchón más duro de lo habitual, y el aire tenía un olor extraño, como si perteneciera a un lugar que no era suyo. Se incorporó lentamente, con el corazón acelerado, intentando comprender qué había ocurrido después de ser absorbido por aquel túnel de luz.

"Esto no es mi casa..." dijo en voz baja, mirando alrededor. La habitación era oscura, apenas iluminada por un resplandor tenue que parecía provenir de ninguna parte. No había ventanas ni puertas visibles. Solo él y ese espacio de transición.

"¡Ahhh...!" exclamó de pronto, llevándose las manos a la cabeza. Un dolor agudo lo atravesó, no físico, sino mental, como si miles de imágenes intentaran entrar en su mente al mismo tiempo.

"Estos recuerdos... no son míos." Roman jadeó, cayendo de rodillas.

Las imágenes se hicieron más claras. Vio a un joven de cabello castaño, gafas gruesas y mirada insegura. Vio discusiones con una madre fría y distante, noches interminables de estudio, experimentos fallidos, y la soledad de un cuarto lleno de libros. Vio la emoción de recibir la carta de aceptación universitaria y el miedo de no encajar en un mundo académico lleno de mentes brillantes. Eran los recuerdos de Leonard Hofstadter, justo antes de graduarse.

"Leonard..." murmuró Roman, comprendiendo que la transmigración estaba en marcha.

Se levantó tambaleándose y caminó hacia un espejo que había aparecido frente a la cama. No sabía cómo había llegado ahí, pero lo necesitaba. Necesitaba ver qué había cambiado.

"¿Qué... demonios?" dijo al ver su reflejo.

El espejo le devolvía una imagen que lo dejó sin aliento. Ya no veía sus rasgos latinos. Ahora era Leonard Hofstadter, pero transformado. Su estatura había aumentado: alcanzaba el 1.80, mucho más de lo que recordaba del personaje. Sus músculos estaban definidos, impresionantes, dignos de un superhéroe. Los brazos, el pecho, las piernas... todo en perfecta proporción, como si el cuerpo mejorado que había recibido hubiera alcanzado su máxima expresión.

"Soy Leonard... pero distinto." Roman tocó su rostro, incrédulo.

El rostro era el de Leonard, con sus facciones reconocibles, pero mejoradas. La piel más tersa, la mandíbula más marcada, los ojos más brillantes. Seguía siendo él, pero elevado a una versión idealizada: atractivo, carismático, con una presencia que imponía respeto. El joven inseguro de los recuerdos se había convertido en alguien que irradiaba confianza.

"Esto... esto no puede ser real." Roman retrocedió un paso, observando cada detalle.

El dolor en su cabeza volvió, aunque más suave esta vez. Roman cerró los ojos y dejó que los recuerdos siguieran entrando. Vio a Leonard en su último año de universidad, nervioso por los exámenes finales, preocupado por su futuro. Vio cómo intentaba encajar con sus compañeros, cómo buscaba reconocimiento en sus profesores, cómo soñaba con un lugar donde pudiera ser aceptado.

"Estos recuerdos... son míos ahora." Roman respiró hondo.

La claridad mental que había recibido como bendición le permitió ordenar todo rápidamente. No estaba soñando. No era una ilusión. Estaba en un proceso de transmigración, y el punto de partida eran los recuerdos de Leonard justo antes de graduarse.

"Soy Roman Hernández... pero también soy Leonard Hofstadter."

Se quedó en silencio, observando su reflejo. Su cuerpo vibraba con energía, su mente estaba más clara que nunca, y su corazón latía con una empatía que lo conectaba con esas memorias ajenas. Podía sentir las emociones de Leonard: la inseguridad, el miedo, la esperanza. Era como si pudiera comprenderlo desde dentro.

"Esto es real... y apenas comienza." Roman se apartó del espejo y regresó a la cama.

Se sentó, respirando hondo, intentando asimilarlo todo. El espacio seguía siendo extraño, sin ventanas ni puertas, pero ahora entendía que no era un lugar físico. Era un espacio de transición, un puente entre su vida y la nueva aventura que lo esperaba.

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"Ok... todo está claro." Leonard habló en voz baja, observando su reflejo en el espejo.

Ya no era Roman Hernández. A partir de ahora, era Leonard Hofstadter. Los recuerdos que habían inundado su mente lo confirmaban: hoy sería su graduación, el cierre de una etapa y el inicio de otra. Con esa certeza, lo único que quedaba era planear el futuro.

"Lo primero... Caltech." Sus ojos brillaron con determinación.

Por los recuerdos, sabía que ya había enviado su solicitud de trabajo a la universidad. Las recomendaciones eran sólidas, y según lo que recordaba del canon, se lo darían. Eso significaba que tenía asegurado un lugar en uno de los centros de investigación más prestigiosos del mundo. Una cosa menos en qué pensar.

"Lo segundo... ingresos." Leonard se cruzó de brazos, analizando la situación.

Si bien la universidad pagaría bien, no podía depender únicamente de ese salario. Su nueva mente, dotada de memoria eidetica y claridad mental, le ofrecía posibilidades infinitas. Podía recordar cada detalle de los libros que había leído, cada fórmula, cada teoría. Eso le daba ventaja para generar ingresos extra: desde escribir artículos científicos hasta invertir con precisión en mercados emergentes.

"Con esta memoria... puedo hacer dinero extra para mí mismo." Sonrió con confianza.

El espejo reflejaba no solo su nuevo cuerpo, sino también la seguridad que irradiaba. Antes, Leonard había sido un joven marcado por la inseguridad y la rutina. Ahora, con su cuerpo mejorado y su mente afinada, tenía la oportunidad de construir una vida distinta.

"Lo tercero... relaciones." Leonard bajó la mirada, pensativo.

Los recuerdos le mostraban un patrón claro: dificultad para conectar, miedo al rechazo, inseguridad constante. Pero ahora, con la bendición de la empatía profunda, todo era diferente. Podía leer emociones, comprender gestos, conectar con las personas de manera natural. Eso significaba que no repetiría los mismos errores. Podría formar vínculos más sólidos, inspirar confianza y, quizás, encontrar el amor sin las barreras que lo habían limitado.

"No voy a ser el mismo Leonard inseguro. Seré alguien mejor."

Leonard respiró hondo, dejando que la claridad mental organizara sus pensamientos en un plan concreto. Cada paso estaba claro:

Asegurar su lugar en Caltech.Generar ingresos adicionales.Construir relaciones auténticas.Aprovechar su cuerpo mejorado para mantener disciplina y salud.Usar su sabiduría afinada para destacar en investigación y abrir nuevas puertas.

"Esto es una segunda oportunidad... y no pienso desperdiciarla."

El silencio del espacio de transición lo envolvía, pero Leonard ya no lo sentía como vacío. Era un lienzo en blanco, un lugar donde podía proyectar su futuro. Se acercó de nuevo al espejo, perdiéndose en su propia mirada.

"Al salir hoy de la escuela... todo cambiará."

Sabía que la graduación sería el punto de partida. Al terminar, tendría que pensar en cómo presentarse al mundo. No como el Leonard inseguro que todos conocían, sino como alguien renovado, alguien que podía marcar la diferencia.

"Voy a escribir mi propia versión de esta historia."

Leonard sonrió. La idea de vivir dentro de un universo que había admirado durante años lo llenaba de emoción. Pero más allá de la fantasía, estaba la responsabilidad. Tenía el conocimiento del canon, sabía lo que vendría, y podía usarlo para mejorar su vida y la de quienes lo rodeaban.

"Sé lo que viene... y estoy listo."

El espejo devolvió la imagen de un Leonard distinto: más alto, más fuerte, más atractivo, con una mirada que irradiaba confianza. Supo que ese reflejo era el símbolo de su nueva vida.

"Hoy comienza mi aventura."

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"¿Y ahora qué hago con esto?" dijo Leonard al abrir el closet.

El interior le devolvió una imagen deprimente: ropa pasada de moda, camisas demasiado holgadas, pantalones que parecían sacados de una década anterior. Lo peor era que ya no le quedaban. Su nuevo físico, más alto y musculoso, había dejado obsoleta toda esa vestimenta. Intentó ponerse una camisa, pero los botones apenas cerraban sobre su pecho definido. La dejó caer con un suspiro.

"Genial... ni siquiera puedo vestirme como antes."

Leonard se acercó al escritorio y tomó su cartera. La abrió con cuidado, contando el efectivo que tenía. No era mucho, apenas lo suficiente para sobrevivir unos días. Luego miró su tarjeta, recordando el dinero que le quedaba en la cuenta. No era una fortuna, pero tampoco estaba en bancarrota. Con su nueva claridad mental, calculó rápidamente cuánto podría gastar sin comprometer su futuro inmediato.

"Esto alcanza... pero tendré que administrarlo bien."

Se volvió hacia el espejo, observando su reflejo. El nuevo Leonard lo miraba con una mezcla de ironía y confianza. Más alto, más atractivo, con un cuerpo que parecía sacado de una película de superhéroes. La ropa vieja no hacía justicia a esa imagen.

"Hoy me toca ser mujer bonita." Leonard sonrió, bromeando consigo mismo.

La frase resonó en el cuarto vacío, arrancándole una risa breve. Era un guiño a la famosa película, pero también un recordatorio de su situación: tendría que reinventarse, empezar de cero, incluso en lo más básico como su apariencia. No podía seguir siendo el Leonard inseguro y desaliñado. Ahora tenía que proyectar lo que realmente era: alguien renovado, alguien que podía brillar.

"Si voy a empezar una nueva vida... necesito parecerlo."

Leonard se dejó caer en la cama, pensando en sus próximos pasos. La graduación estaba a unas horas de distancia, y sabía que sería el punto de partida. No podía presentarse con ropa que no le quedaba. Tenía que encontrar una solución rápida.

"Primero, sobrevivir al día. Después, construir el futuro."

Su mente comenzó a trazar planes. Podía usar parte del dinero para comprar ropa nueva, algo que se ajustara a su físico y que proyectara confianza. No necesitaba lujos, solo prendas que lo hicieran sentir cómodo y seguro. Con su memoria eidetica, recordaba cada tienda cercana, cada oferta, cada lugar donde podría conseguir lo que necesitaba sin gastar demasiado.

"Un traje sencillo... algo que diga que estoy listo para lo que viene."

El espejo seguía devolviéndole la imagen de un Leonard distinto. Ya no era el joven inseguro que se escondía detrás de gafas gruesas y ropa pasada de moda. Ahora era alguien que podía caminar con la frente en alto, alguien que podía inspirar respeto.

"Voy a aprovechar cada oportunidad."

Leonard cerró la cartera y la guardó en el bolsillo. Se levantó, decidido. El espacio de transición seguía rodeándolo, pero ya no lo sentía como vacío. Era un escenario, un lugar donde podía ensayar la vida que estaba a punto de comenzar.

"Hoy no soy el Leonard que todos conocen. Hoy soy el Leonard que siempre quise ser."

El silencio lo envolvió, pero en su mente había claridad. Sabía que tendría que enfrentar desafíos, que no todo sería fácil. Pero también sabía que tenía las herramientas para superarlos: un cuerpo mejorado, una mente brillante, una empatía profunda. Todo lo que necesitaba para escribir su propia historia.

"Y si tengo que empezar con ropa nueva... pues empezaré con ropa nueva."

Leonard sonrió de nuevo, recordando su broma. Mujer bonita. La frase se convirtió en un mantra, una forma de recordarse que incluso en las situaciones más absurdas podía encontrar humor. Y ese humor sería su aliado en la aventura que estaba por comenzar.

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"Disculpen... ¿podrían ayudarme?" dijo Leonard al acercarse tímidamente a las chicas del departamento de ropa.

Las jóvenes lo miraron con curiosidad. A primera vista, parecía un cliente común, pero su porte llamaba la atención: alto, atlético, con una presencia que imponía. Una de ellas sonrió y se adelantó.

"Claro, ¿qué buscas exactamente?" preguntó con amabilidad.

"Necesito un traje... algo elegante, pero sencillo. Hoy es mi graduación." Leonard habló con firmeza, aunque en su interior aún se sorprendía de lo fácil que le resultaba conectar con la gente gracias a su nueva empatía.

Las chicas se miraron entre sí y asintieron. "Ven, tenemos justo lo que necesitas."

Leonard las siguió entre los pasillos iluminados, observando cómo seleccionaban varias opciones. Colores, cortes, estilos... todo pasaba frente a sus ojos, pero él sabía lo que quería: algo sobrio, que transmitiera confianza sin exagerar.

"Este traje negro... creo que te sentará de maravilla." Una de ellas levantó la prenda con entusiasmo.

Leonard tomó el traje y se dirigió al probador. Al ponérselo, el espejo le devolvió una imagen que lo dejó sin palabras. El corte se ajustaba perfectamente a su nuevo físico: los hombros marcados, la cintura definida, la altura imponente. Era como si el traje hubiera sido hecho a su medida.

"Wow... esto sí que es diferente." Leonard sonrió, saliendo del probador.

Las chicas lo miraron con sorpresa. "Te queda increíble. Pareces... otra persona."

"Eso es justo lo que necesito." Leonard respondió con una sonrisa segura.

Después de elegir el traje, se dirigió al área de accesorios. Tomó un par de zapatos negros brillantes y una corbata sencilla. Al mirarse de nuevo en el espejo de la tienda, supo que la transformación estaba completa.

"Los lentes..." murmuró, quitándoselos lentamente.

Ya no los necesitaba. Su visión era perfecta gracias a la bendición de la sabiduría afinada. Al dejar los lentes sobre el mostrador, sintió que estaba cerrando un capítulo de su vida. El Leonard inseguro, escondido detrás de gafas gruesas, ya no existía.

"Y el cabello..." añadió, caminando hacia la peluquería cercana.

El barbero lo recibió con una sonrisa. "¿Qué estilo buscas?"

"Algo limpio, moderno. Quiero verme... diferente."

El barbero asintió y comenzó a trabajar. Tijeras, peine, máquina. Cada corte revelaba un nuevo rostro, más definido, más atractivo. Cuando terminó, Leonard se miró en el espejo y apenas se reconoció.

"Este soy yo... el nuevo Leonard."

Al salir de la tienda, con el traje negro impecable, los zapatos brillantes y el cabello recién cortado, se sentía listo. La gente lo miraba con curiosidad, algunos incluso con admiración. Su carisma natural hacía que cada paso llamara la atención.

"Estoy preparado... para mi graduación." Leonard habló en voz baja, pero con firmeza.

El aire fresco de la tarde lo envolvió mientras caminaba hacia la salida del centro comercial. Cada detalle de su transformación lo llenaba de confianza. Ya no era el joven inseguro que temía al rechazo. Ahora era alguien que podía enfrentar el mundo con la frente en alto.

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"Hoy es el día." Leonard se miró al espejo una última vez antes de salir.

El traje negro le quedaba impecable, los zapatos brillaban, y su cabello recién cortado le daba un aire moderno. Sin lentes, su mirada era clara y segura. Al abrir la puerta y caminar hacia la calle, sintió cómo cada paso resonaba con confianza.

"Vamos a la graduación."

El camino hacia el campus estaba lleno de estudiantes y familias. Leonard avanzaba con calma, pero pronto notó las miradas. Algunos lo reconocían, otros simplemente se sorprendían. El Leonard que conocían era un joven inseguro, con ropa pasada de moda y gafas gruesas. El que caminaba ahora parecía otro: alto, atlético, atractivo, con una presencia que imponía respeto.

"¿Ese es Leonard Hofstadter?" murmuró un compañero, incrédulo.

"Sí... pero se ve tan diferente." respondió otro, sin apartar la vista.

Leonard sonrió discretamente. No necesitaba decir nada. Su nueva imagen hablaba por él.

Al llegar al auditorio, el bullicio de la graduación lo envolvió. Profesores, estudiantes y familiares llenaban el lugar. El escenario estaba preparado, las luces encendidas, y el ambiente cargado de emoción. Leonard se acomodó entre los graduados, esperando su turno.

"Hoy termina una etapa... y empieza otra." pensó, ajustando su corbata.

El acto comenzó con los discursos de los directivos. Palabras de orgullo, de esfuerzo, de futuro. Leonard escuchaba con atención, pero su mente estaba en lo que vendría: su propio momento. Sabía que tendría que hablar, y estaba listo.

"Ahora, unas palabras de nuestro graduado destacado, Leonard Hofstadter." anunció el maestro de ceremonias.

Leonard se levantó. El murmullo recorrió el auditorio. Todos lo miraban, sorprendidos por su transformación. Caminó hacia el podio con paso firme, cada movimiento calculado, cada gesto lleno de seguridad.

"Buenas tardes." Leonard comenzó, su voz clara y profunda.

El silencio se hizo. Todos esperaban.

"Hoy celebramos el final de una etapa que nos ha marcado. La universidad no solo nos dio conocimiento, también nos dio pruebas, dudas, momentos de soledad y de esfuerzo. Y aquí estamos, superando todo eso."

Leonard hizo una pausa, mirando a sus compañeros.

"Sé lo que significa sentirse inseguro, pensar que no encajas, creer que no eres suficiente. Yo lo viví. Pero también sé lo que significa levantarse, seguir adelante y descubrir que sí puedes. Que todos podemos."

El auditorio permanecía atento. Leonard continuó, con una mezcla de emoción y firmeza.

"Hoy no somos los mismos que entramos hace años. Hemos cambiado. Hemos crecido. Y lo más importante, estamos listos para enfrentar lo que viene. El futuro no será fácil, pero tenemos las herramientas para construirlo."

Leonard sonrió, dejando que su carisma natural fluyera.

"Quiero agradecer a quienes nos apoyaron en este camino: profesores, amigos, familias. Y también quiero agradecer a nosotros mismos, porque sin nuestra perseverancia, nada de esto sería posible."

El silencio se transformó en aplausos. Leonard levantó la mirada, sintiendo la energía del público.

"Hoy no termina nuestra historia. Hoy comienza. Y cada uno de nosotros tiene la oportunidad de escribirla como quiera. Yo, personalmente, estoy listo para hacerlo."

Leonard cerró con una frase que resonó en todos:

"Que esta graduación no sea un final, sino el inicio de nuestra mejor aventura."

El auditorio estalló en aplausos. Algunos se levantaron, otros silbaron con entusiasmo. Leonard se apartó del podio, con el corazón latiendo fuerte. Había hablado desde lo más profundo, y lo habían escuchado.

"Lo logré." murmuró, volviendo a su asiento.

El resto de la ceremonia transcurrió entre risas, abrazos y fotografías. Leonard sabía que ese día quedaría marcado en su memoria. No solo por la graduación, sino porque había demostrado que ya no era el mismo. Era un nuevo Leonard, listo para enfrentar el mundo.

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"Gracias a Dios... o a la terrible familia que tengo." Leonard murmuró mientras se quitaba el traje al final de la ceremonia.

Ni sus padres ni sus hermanos habían asistido a la graduación. Cada uno estaba ocupado en su propia vida, demasiado distante para compartir un momento que, para él, significaba tanto. En realidad, no lo sorprendía. Hacía más de seis meses que no veía a ninguno de ellos.

"Ni siquiera un mensaje... nada." Leonard suspiró, guardando sus cosas en la maleta.

El dormitorio universitario, aunque pequeño, había sido un refugio. Allí había encontrado un espacio propio, lejos de las críticas constantes de su madre y la indiferencia de sus hermanos. Era un lugar donde podía pensar, estudiar y, por primera vez, sentirse libre.

"Mañana tendré que dejar este lugar."

La idea lo golpeó con fuerza. La universidad había sido un hogar temporal, pero ahora debía regresar a esa casa fría, donde el cariño nunca había existido. Los recuerdos de su infancia se mezclaban con la claridad mental que ahora poseía: discusiones interminables, comentarios hirientes, la sensación de nunca ser suficiente.

"Pero ya no soy el mismo Leonard."

Se miró en el espejo del dormitorio. El traje negro colgaba en la percha, los zapatos brillaban bajo la luz tenue, y su nuevo rostro reflejaba confianza. Era diferente. Más fuerte, más seguro, más preparado.

"Ellos no me definieron antes... y no lo harán ahora."

Leonard se dejó caer en la cama, mirando el techo. El silencio del cuarto lo envolvía, pero no era incómodo. Era un silencio de transición, un recordatorio de que estaba a punto de dar el siguiente paso.

"Mañana regreso... pero no como el mismo."

Sabía que enfrentarse a su familia sería inevitable. Su madre seguiría siendo crítica, sus hermanos seguirían distantes. Pero ahora tenía herramientas que antes no poseía: un cuerpo mejorado, una mente brillante, una empatía profunda. Podría leer sus emociones, comprender sus gestos, y responder con calma.

"No voy a huir... voy a demostrar quién soy."

El pensamiento lo llenó de determinación. La graduación había sido un triunfo personal, pero el verdadero reto estaba por venir. Regresar a esa casa fría sería como entrar en un campo de batalla emocional.

"Y esta vez... voy a ganar."

Leonard cerró los ojos, dejando que el cansancio lo venciera. El día había sido largo, lleno de emociones y descubrimientos. Mañana sería distinto. Mañana comenzaría la verdadera prueba.

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