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Slave Of Time

El_Archimago
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Chapter 1 - CAP1: At the pace of the time trial

Dentro de un pasillo estrecho, un hombre de mediana edad caminaba con pasos pesados.

La rabia resonaba en cada paso, como si el sonido de sus zapatos golpeando el suelo llevara el peso de su ira contra las paredes.

Se detuvo frente al último apartamento y golpeó la puerta; su puño tronaba como un tambor de frustración.

—¡Maldito cabrón! ¿Cuándo carajos vas a pagar el alquiler? —gritó furioso.

El silencio fue la única respuesta.

—¡Si no pagas antes de que acabe el día, te echo yo mismo a la calle! —rugió, dando un último y fuerte golpe contra la puerta.

Mientras se alejaba, murmuró entre dientes:

—"Los jóvenes de hoy en día… creen que son algo, pero no respetan a sus mayores."

Tras aquella puerta, la realidad era desoladora. Bolsas de basura enredadas con ropa sucia y comida podrida. El hedor a moho y alcohol impregnaba el aire como una maldición.

En la penumbra, sólo el frenético ruido de un teclado rompía el silencio.

—¡Vamos! —gritó el joven en la pantalla, con los ojos fijos en el juego.

Ojos que una vez fueron brillantes y azules como el zafiro… ahora opacos, vacíos, pesados ​​por la tristeza y el miedo.

—"¡Puedes hacerlo... vamos!" —se animó desesperadamente, mientras sus dedos golpeaban las teclas con brutal violencia.

El partido terminó.

—¡No! ¡Maldito hijo de p—! —Golpeó el escritorio, hundiendo la cabeza entre las manos y enredando los dedos en su cabello con frustración.

Un suspiro se le escapó, derrotado.

—"Otra partida tonta... En fin. De todas formas, nunca llegaré a Maestro en LoL."

Miró su muñeca derecha. No un reloj, sino ese tatuaje negro que lo atormentaba: cuatro dígitos separados por dos puntos.

[15:16]

Un "temporizador" tallado en su piel, despiadado, que siempre marcha hacia atrás.

—A ver… son las 8:44. Si sumo las horas, son… mediodía del lunes. —Rió con amargura, mirando al techo.

Con movimientos lentos, se arrastró hasta la ducha. El agua fría se deslizaba por su cuerpo como lágrimas invisibles, sin sabor ni olor... como su vida.

El silencio lo envolvió, devorándolo por completo. Sus ojeras atestiguaban incontables noches de insomnio. Su cabello despeinado caía como un velo sobre un rostro sin vida.

—"Qué rollo…" —murmuró, cerrando el agua.

En el espejo empañado, su reflejo estaba borroso. Lo limpió de un solo golpe, solo para revelar un rostro marchito y unos ojos hundidos que le devolvían la mirada.

Su muñeca aún latía con ese recordatorio: el tiempo transcurría, segundo a segundo.

Se vistió de negro, como si se preparara para su propio funeral, y se sentó una vez más frente a su computadora.

Las horas pasaban volando en la pantalla brillante, pero en su muñeca los dígitos se retiraban con una calma cruel y firme.

La luz del día desapareció y el pálido resplandor de la luna se filtró en la habitación.

El ritmo de su teclado se fundía con el golpeteo de la lluvia contra el balcón, un dueto melancólico en la noche.

Y luego vinieron las lágrimas.

Pequeñas gotas resbalaban de sus ojos y caían sobre sus manos, mezclándose con la lluvia que entraba por la ventana abierta.

Ni sudor. Ni agua. Lágrimas, ocultas tras una sonrisa frágil y forzada.

—Tengo miedo… no quiero esto. —susurró, negando con la cabeza.

Abrió la galería de fotos de su teléfono. Se le nubló la vista al contemplar una foto antigua: un chico que una vez fue él: elegante, sonriente, con la mirada radiante como el sol de la mañana.

Pero la realidad lo golpeó al oscurecerse la pantalla: ahora solo quedaba un rostro pálido, ojeras y cabello despeinado. Una sombra del niño que una vez fue.

Volvió a mirar el tatuaje. Cada minuto que pasaba era como un corte en su carne, una herida invisible que lo arrastraba más cerca de la muerte.

[00:45] … [00:44]

Se levantó y salió al balcón. El suelo estaba húmedo, tenía los pies entumecidos por el frío, pero aun así caminó.

La ciudad, empapada por la lluvia, brillaba tenuemente abajo. Las farolas se difuminaban en estrellas tenues y distantes.

—"Así que esta será mi última noche… Sin amigos, sin compañía, solo esta estúpida soledad." —murmuró, mirando su cuenta bancaria.

Saldo: $26.00

—"En quiebra… como siempre."

Los recuerdos del orfanato resurgieron: días de hambre, soledad, amigos que finalmente se fueron alejando uno a uno. Ninguno regresó jamás.

Al final, aquellos hermanos no eran más que recuerdos descartados.

—Pensé que mi vida sería miserable: pobre, sola… pero también sin tiempo. No sé si esto es un regalo o solo una lenta agonía.

Tal vez no sea la muerte lo que me aterra… sino la duda. La duda de lo que me espera cuando el reloj marque cero.

El tiempo se arrastraba y cada segundo caía como una gota en un vaso a punto de desbordarse.

La medianoche se acercaba cada vez más.

Suspiró amargamente.

—"Bueno... fue una vida pésima."

Una lágrima se deslizó por su mejilla, acompañada de una fugaz sonrisa de alivio.

Y entonces lo sintió: un dolor aplastante en el pecho, como si el corazón se le parara, nublando su visión.

No se resistió. Aceptó su destino.

With una sonrisa, desplomándose mientras la fría lluvia lo cubría…

Dejando este mundo en silencio.