El vínculo entre Peter y Gwen se fortalecía con cada batalla, su colaboración como Spider-Man y su "persona en la silla" era inigualable. Pero el universo, siempre buscando el equilibrio, no tardaría en presentar un desafío que pondría a prueba no solo su intelecto, sino también su propia química. Un nuevo jugador emergió de las sombras del inframundo criminal: el Maestro de los Venenos.
Este villano no era de los que causaban explosiones o robaban bancos a plena luz del día. Su método era más insidioso, más personal. Los reportes hablaban de él como un "fantasma tóxico" que se movía por las redes de ventilación y los sistemas de agua de edificios de alta seguridad, dejando a su paso víctimas con enfermedades misteriosas y debilitantes, siempre con el objetivo de robar datos o propiedades inmateriales. No buscaba dinero, sino información y poder a través del caos biológico.
Peter y Gwen, en su laboratorio del sótano, monitoreaban los patrones de estos ataques. El sentido arácnido de Peter zumbaba con una frecuencia diferente esta vez: una sensación de malestar, de enfermedad, que lo incomodaba profundamente.
"Los síntomas no coinciden con ningún patógeno conocido, Peter," dijo Gwen, sus gafas bajadas por la nariz mientras analizaba muestras de aire de una de las escenas del crimen. "Es una toxina. Algo diseñado molecularmente, una bioweapon sintética. Y es increíblemente potente."
Peter frunció el ceño. "Y apunta a las redes de datos de la ciudad. No es un ladrón común. Quiere información, no joyas. ¿Podría ser una empresa de guerra de información?"
Gwen asintió. "Eso parece. Pero la toxicidad... es brutal. Podría ser letal para la persona equivocada."
La preocupación de Peter se disparó. Sabía que sus propios sentidos mejorados lo hacían más susceptible a ciertos venenos. Y lo que es peor, la toxicidad podría afectar a Gwen si no eran extremadamente cuidadosos. Su mente ya corría para desarrollar un filtro de aire y un antídoto genérico.
El Maestro de los Venenos hizo su siguiente movimiento, uno que golpeó muy cerca de casa. Un ataque al centro de datos principal de la Universidad Empire State, el corazón de toda su información académica y de investigación. El ataque no fue físico; fue una liberación de una neurotoxina gaseosa altamente volátil a través del sistema de ventilación.
Peter y Gwen estaban en el laboratorio del sótano de la tía May cuando la alerta llegó. No era solo el zumbido de su sentido arácnido; era una notificación en la tableta de Gwen, activada por los sensores de calidad del aire que habían instalado en el campus.
"¡Peter, la UES! ¡Hay una liberación de toxina en los edificios principales!" exclamó Gwen, su voz urgente. "Y es la misma firma molecular. Los estudiantes... los profesores..."
El corazón de Peter se encogió. La UES. El lugar donde Gwen pasaba la mayor parte de su tiempo.
"¡Quédate aquí, Gwen! Tengo los filtros, puedo entrar y neutralizar la fuente," ordenó Peter, agarrando su máscara.
Pero Gwen, más allá de la preocupación, ya estaba actuando. "¡No! La toxina es respiratoria, Peter. Y sabemos que te afecta de manera diferente por tu metabolismo acelerado. Necesitas un antídoto en tiempo real mientras lo neutralizas. Y lo tengo." Rápidamente, tomó una jeringa de emergencia de un kit que habían preparado para contingencias, llena de una mezcla de enzimas y neutralizadores que había estado desarrollando. "No estoy yendo contigo, pero no puedes ir solo con esto."
Peter dudó por una fracción de segundo, pero la lógica de Gwen era innegable. Su metabolismo acelerado podía convertirlo en una víctima más rápida que otros si la toxina era lo suficientemente potente. Asintió.
"Prepara el nebulizador de contención, el que hicimos para la UES," dijo Peter, refiriéndose a un dispositivo que habían creado para dispersar un agente neutralizador en grandes áreas. "Voy a ir al centro de datos, pero la toxina podría haberse extendido por todo el edificio. Dispersaremos el antídoto desde el exterior del edificio. Necesito un escáner de calor para localizarlo. Será invisible."
Gwen asintió, su rostro pálido pero resuelto. "Entendido. Ten cuidado, Peter. Esto es personal."
Peter se puso su traje de Spider-Man, sabiendo que se enfrentaba a un enemigo que no solo era invisible, sino que podía convertir sus propias ventajas en desventajas. Pero esta vez, no estaba solo. Tenía a Gwen, la mente brillante que no solo compartía su carga, sino que era su primera línea de defensa contra una amenaza que no podía golpear ni atrapar con telarañas.