La gigantesca proyección de la cara sonriente del Guasón se extendía por el cielo nocturno de Gótica, una luna grotesca que observaba la ciudad. Un acertijo en clave críptica se movía por sus labios luminosos, un desafío público a la perspicacia de la ciudad y, más específicamente, de Batman.
En la Batcueva, Bruce Wayne observaba la proyección con una mezcla de familiaridad y una nueva y punzante irritación. Esta vez, la sensación de estar siendo "jugado" era más fuerte. Las simulaciones anteriores habían sido intrusiones; esta, en cambio, se sentía como una provocación directa, un espectáculo diseñado para su disfrute. La ira que había sentido en Arkham, la desesperación en Gótica Caída, ahora se transformaba en una sospecha calculada.
"Alfred, rastrea la fuente de esa proyección", ordenó Batman, su voz grave. "Y analiza cada pixel de ese acertijo. Esto no es solo el Guasón."
Mientras Alfred trabajaba en los complejos algoritmos de descifrado, Batman ya estaba analizando el contenido del acertijo en su mente. Era el estilo caótico del Guasón, sí, pero había una precisión subyacente que le resultaba extraña. Una firma que no era completamente la del payaso.
Liam, desde su almacén, observaba con expectación. La "puntuación de sospecha" de Batman estaba aumentando, exactamente como esperaba. La Influencia Emocional estaba funcionando, haciendo que Batman se sintiera no solo desafiado por el Guasón, sino también intrigado y cauteloso con la situación subyacente.
El acertijo se resolvió en cuestión de minutos para la mente de Batman y los sistemas de la Batcueva. Apuntaba a la Antigua Fábrica de Juguetes Ace Chemicals, un lugar icónico tanto por su historia con el Guasón como por ser un sitio frecuente de sus locuras.
Sin dudarlo, Batman se puso su traje y partió hacia Ace Chemicals. La simulación ya se había activado para él en el momento en que resolvió el acertijo. Al llegar, la fábrica no era el desolado edificio industrial que recordaba. Estaba adornada con serpentinas rojas y verdes, globos con caras sonrientes y un letrero de neón parpadeante que decía: "¡Bienvenido al parque de diversiones del Guasón!"
El hedor a productos químicos se mezclaba con un dulce olor a algodón de azúcar, una combinación nauseabunda. La primera "bomba de risa" estaba en el centro de la sala principal, un aparato ruidoso y colorido con un contador de tiempo. Pero el camino hacia ella estaba sembrado de trampas.
La primera "trampa" era un clásico del Guasón, pero con un toque siniestro: una serie de plataformas inestables sobre una piscina de ácido tóxico de color verde brillante. De cada plataforma colgaban pequeños muñecos de ventrílocuo con la cara de Robin, riéndose con la voz del Guasón. La risa amplificada resonaba por la fábrica, un eco inquietante.
La dificultad, sin embargo, estaba aumentada. Las plataformas no solo eran inestables, sino que también cambiaban de posición aleatoriamente, y chorros de ácido salpicaban desde la piscina en intervalos impredecibles. Esto no era solo un truco; era una prueba de equilibrio, agilidad y, lo más importante, de control bajo presión.
Batman analizó la situación en un instante. Cada salto, cada agarre tenía que ser preciso. La risa del Guasón, la visión de los pequeños Robin, todo diseñado para desestabilizarlo emocionalmente. Pero la sospecha de que esto era más que el Guasón lo mantenía anclado. Había una inteligencia superior en juego, observando cada uno de sus movimientos.
Liam observaba la "puntuación de precisión" de Batman dispararse a medida que navegaba por las plataformas con una gracia inhumana. Estaba aprendiendo a un ritmo acelerado. Este juego estaba demostrando ser un éxito espectacular.