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Chapter 65 - Capitulo 61 – Dia de Descanso 7 (Parte 2)

Capitulo 61 – Dia de Descanso 7 (Parte 2)

El comedor estaba en su momento más tranquilo. Las bandejas ya estaban servidas, las conversaciones fluían en tono bajo, y hasta el chef parecía menos gruñón de lo habitual. Los Bagres Asesinos y los demás competidores comían sin prisas, como si el día les diera permiso para respirar.

Heather hablaba con Beth y Lindsay sobre estrategias. Gwen escuchaba a medias mientras Noah y Owen discutían si el jugo de naranja contaba como desayuno completo. DJ y Bridgette compartían silencios cómodos. Duncan se burlaba de Geoff por ponerle miel a todo. Todo parecía normal.

Hasta que las puertas del comedor se abrieron con fuerza.

Cody entró.

No caminó. Desfiló.

Con paso firme, sonrisa confiada y una energía que se sentía desde la entrada. El cabello aún húmedo por la ducha, la camiseta limpia, y las cicatrices apenas visibles bajo el cuello. Parecía salido de una escena de película... o de un comercial de shampoo para héroes.

"¿Me extrañaron o ya estaban planeando reemplazarme con un tronco pintado?" dijo Cody, con tono burlón.

Hubo un segundo de silencio.

Y luego, aplausos.

Noah levantó la bandeja como si fuera un trofeo. Owen aplaudía con entusiasmo, golpeando la mesa. Lindsay se puso de pie, aplaudiendo con una sonrisa que parecía iluminar el comedor.

"¡Cody, el domador de osos!" gritó Owen.

"¡El chico que volvió con estilo!" dijo Geoff

Cody hizo una reverencia exagerada, como si estuviera en Broadway. "Gracias, gracias. No peleo con osos todos los días, pero cuando lo hago... me aseguro de que el desayuno me espere caliente."

Se acercó a la mesa donde estaban Noah, Owen y Gwen. Saludó con un gesto a los demás, pero no se detuvo. Su destino estaba claro.

Se sentó junto a Gwen.

Y sin decir nada más, se inclinó y la besó en los labios.

No fue un beso largo. Ni dramático. Fue directo, firme, con la naturalidad de quien sabe que ese gesto es parte de su día. Como si el mundo se hubiera detenido un segundo para que eso pasara.

Gwen se quedó quieta por un instante. Luego bajó la mirada, sonrojada, con una sonrisa que no intentó esconder.

"Primera cosa que me hacía falta esta mañana" dijo Cody, con una sonrisa que mezclaba humor y ternura.

"Y segunda cosa... huevos con tocino. Nada mejor para empezar el día" agregó, tomando su bandeja.

Heather lo miró desde su mesa, frunciendo el ceño. Lindsay soltó un "aww" que parecía sincero. Beth sonrió con discreción. Courtney levantó una ceja. Izzy aplaudió otra vez, sin saber si era por el beso o por el estilo.

"¿Desde cuándo besas antes de comer?" dijo Noah, con tono burlón.

"Desde que casi me convierto en sushi de oso. Hay que priorizar lo importante" dijo Cody.

Owen se rió. "¡Entonces yo voy a besar mi panqueque!"

"Solo si te responde con cariño" dijo Cody.

Gwen aún no decía nada. Pero su mano rozó la de Cody bajo la mesa. Un gesto pequeño. Íntimo. Que decía más que cualquier palabra.

Heather desvió la mirada, pero no sin antes lanzar una mirada rápida a Gwen. Lindsay la observó con curiosidad. Beth murmuró algo que sonaba a "ya era hora".

El grupo se relajó. Las risas volvieron. El comedor recuperó su ritmo, pero con algo nuevo. Algo distinto.

Cody estaba de vuelta.

Y no solo como competidor.

Como símbolo.

Como amigo.

Como alguien que, sin pedirlo, se había ganado un lugar en cada mesa.

Y en un corazón.

La mesa estaba llena, pero el ambiente era íntimo. Gwen, Noah y Owen comían con ritmo pausado, como si el desayuno fuera más una excusa para estar juntos que una necesidad. Cody, recién llegado, se había sentado entre ellos con una bandeja cargada y una sonrisa que parecía más fuerte que cualquier vendaje.

El sol entraba por las ventanas del comedor, iluminando la madera vieja y los rostros cansados pero tranquilos. El chef murmuraba algo en la cocina, y el resto del grupo hablaba en susurros. Pero en esa mesa, la conversación tenía otro tono.

"¿Estás seguro de que estás bien?" dijo Gwen, mirando el costado de Cody con discreción.

"Sí. Me siento como si me hubiera peleado con un oso y ganado. Lo cual, técnicamente... es cierto" dijo Cody, mientras cortaba su tocino con precisión quirúrgica.

"¿Y el brazo? ¿La pierna? ¿El alma?" dijo Owen, con tono dramático.

"Todo en su lugar. Aunque fue difícil quitarle la sangre de oso al cuchillo. Esa cosa se pega como si fuera pintura industrial" dijo Cody, levantando el tenedor como si fuera el arma en cuestión.

Noah se rió. "¿Lo guardaste?"

"Obvio. Lo limpié, lo afilé, y lo volví a guardar en mi mochila. Es mi nuevo amuleto. Si alguien me pregunta por qué lo tengo, solo diré: 'recuerdo de un mal día con buen final'" dijo Cody.

Gwen sonrió, pero no dijo nada. Su mano rozó la de Cody bajo la mesa, como si ese gesto fuera más importante que cualquier palabra.

"Bueno, al menos ya estás aquí. Ayer fue raro sin ti. El chef se quejó, Heather se puso rara, Lindsay casi llora, y Noah... bueno, Noah se puso nostálgico" dijo Owen.

Noah bajó la mirada, fingiendo que el panqueque frente a él era más interesante que la conversación.

"¿Katie, verdad?" dijo Cody.

Noah asintió. "Sí. No sé, estos días me han hecho pensar en ella más de lo normal. Supongo que ver a alguien arriesgarse así... te recuerda lo que realmente importa."

"¿Le escribiste?" dijo Gwen.

"Lo intenté. Pero no sé qué decirle. No quiero sonar cursi. Ni desesperado. Ni como alguien que se arrepiente de no haber dicho algo antes" dijo Noah.

"Entonces dile justo eso. Que no sabes qué decir. A veces lo más honesto es lo más claro" dijo Cody.

Owen lo miró con sorpresa. "¿Desde cuándo eres el gurú emocional del grupo?"

"Desde que me convertí en el chico que bloquea osos con el cuerpo. Me dieron poderes de sabiduría por contacto animal" dijo Cody, con tono solemne.

Todos rieron.

El desayuno siguió. El café se enfriaba. Las bandejas se vaciaban. Pero la conversación no perdía ritmo.

"¿Y tú, Cody? ¿Qué vas a hacer estos días libres?" dijo Noah.

Cody se encogió de hombros. "No tengo idea. No pensé que llegaría tan lejos. Mi plan original era sobrevivir a la semana y no quedar en ridículo. Ahora... estoy improvisando."

"¿No quieres descansar? ¿Leer algo? ¿Escribirle a tu yo del futuro?" dijo Gwen.

"Tal vez. O tal vez solo me siente en una roca y mire el lago. A veces no tener plan es el mejor plan" dijo Cody.

Owen levantó su vaso. "Brindo por eso. Por los días sin guión y los amigos que te salvan sin preguntar."

"Y por los chicos que vuelven con cicatrices y estilo" dijo Gwen.

Cody sonrió. "Y por el tocino. Que nunca decepciona."

Las risas volvieron. El comedor siguió su rutina. Pero en esa mesa, el mundo parecía más claro.

No por lo que se dijo.

Sino por quién lo dijo.

Y por cómo se dijeron las cosas.

Después del desayuno, el campamento se dispersó como si el día se abriera en abanico. Algunos fueron al lago, otros a las cabañas, y unos cuantos se quedaron en el comedor charlando sin prisa. Pero Cody y Gwen tomaron otro rumbo.

Subieron juntos a la casa del árbol.

El lugar estaba tranquilo, rodeado por ramas que filtraban la luz como vitrales naturales. El viento movía las hojas con ritmo suave, y el silencio tenía algo de refugio. Gwen se sentó en uno de los cojines improvisados, mientras Cody se acomodaba frente a ella, con la espalda contra la madera.

Por un momento, no dijeron nada.

Solo estaban ahí.

Hasta que Gwen bajó la mirada, inquieta.

"¿Puedo verlas?" dijo, en voz baja.

Cody la miró, sin necesidad de preguntar a qué se refería.

"Las heridas. Solo quiero asegurarme de que estás bien. Y... no sé. Me da curiosidad. Pero también me preocupa" dijo Gwen.

Cody asintió con calma. Se levantó despacio, se quitó la camiseta sin dramatismo, y dejó que la luz revelara lo que había debajo.

Las marcas.

Tres líneas diagonales, aún cicatrizando, cruzaban su costado izquierdo. No eran superficiales. Tampoco grotescas. Eran reales. Claras. Como si el cuerpo hubiera decidido recordar lo que pasó.

Gwen se acercó sin hablar. Se arrodilló frente a él, observando cada línea como si fueran parte de un mapa que no quería recorrer.

Y entonces, sin aviso, sus ojos se llenaron de lágrimas.

No por la sangre.

No por el dolor.

Sino por lo que significaban.

"Son por mí. Por nosotras. Por Heather y por mí. Y no sé cómo procesarlo" dijo Gwen, con la voz temblando.

Cody se agachó, tomándola de las manos.

"Estoy bien. Lo juro. No pasa nada. Ya casi ni duelen. Y además..." dijo, con una sonrisa.

"Ahora me veo aún más rudo. ¿Viste esto? Hanayama estaría celoso" dijo, señalando su costado como si fuera una medalla.

Gwen soltó una risa entre lágrimas. "Eres un idiota."

"Pero un idiota funcional. Con estilo. Y cicatrices de oso. ¿Qué más se puede pedir?" dijo Cody.

Gwen lo abrazó por un momento. No largo. No dramático. Solo lo suficiente para que el cuerpo entendiera lo que las palabras no podían decir.

Cuando se separaron, Cody se sentó otra vez, cruzando las piernas.

"¿Sabes qué podríamos hacer?" dijo.

Gwen lo miró, limpiándose las mejillas.

"¿Qué?"

"Dibujarnos. Como la otra vez. Pero ahora con versión post-oso. Tú con tu mirada de 'te voy a analizar emocionalmente', y yo con mis marcas de guerrero forestal" dijo Cody.

Gwen sonrió. "¿Y si esta vez no usamos referencias? Solo lo que vemos. Lo que sentimos."

"Perfecto. Pero si me haces con cara de ardilla, me voy a ofender" dijo Cody.

"Solo si tú me haces con ojos de anime" dijo Gwen.

Ambos se acomodaron, sacaron los cuadernos y lápices que siempre llevaban en la mochila, y se miraron por un momento.

No como competidores.

No como pareja.

Sino como dos personas que habían cruzado algo juntos.

Y ahora... iban a dibujarlo.

La casa del árbol estaba envuelta en una calma que parecía hecha a medida. Afuera, el viento movía las ramas con ritmo suave, y el sol filtrado por las hojas creaba sombras que se deslizaban por el piso como pinceladas vivas. Cody y Gwen estaban sentados frente a frente, cada uno con su cuaderno abierto y un lápiz en la mano. El aire entre ellos tenía algo distinto. No tensión. No incomodidad. Algo más profundo. Más frágil.

Cody dibujaba con entusiasmo. Su estilo era exagerado, teatral, con trazos marcados y proporciones imposibles. En su hoja, él aparecía abrazando a Gwen sobre el cuerpo derrotado de un oso gigantesco, con una capa ondeando al viento y una corona oscura sobre la cabeza de ella.

"Esto es muy *Tim Burton meets fanfic épico*" murmuró Cody, sombreando los ojos de Gwen con dramatismo.

"¿Yo soy la reina oscura?" dijo Gwen, sin levantar la vista.

"Obvio. Tú controlas el bosque. Yo solo soy el príncipe que te rinde tributo después de salvarte del monstruo" dijo Cody.

Gwen soltó una risa suave, pero no respondió de inmediato. Sus trazos eran más lentos, más íntimos. No dibujaba a Cody como guerrero ni como héroe. Lo dibujaba sentado en el comedor, justo en el momento en que la había besado. La luz detrás de él era exagerada, como si el sol lo hubiera elegido. Su expresión era tranquila, pero sus ojos tenían algo más. Algo que solo ella había visto.

Cody se inclinó un poco, curioso. "¿Puedo ver?"

Gwen dudó. Cubrió el dibujo con la mano. Bajó la mirada. Y por primera vez en mucho tiempo, no se escondió detrás del sarcasmo ni del silencio.

"Cuando entraste al comedor esta mañana... fue como si todo se acomodara. Como si el aire volviera a tener sentido. Yo estaba ahí, rodeada de gente, de ruido, de comida... pero no estaba completa. No hasta que te vi."

Cody se quedó quieto. No por sorpresa. Por respeto.

Gwen continuó, con voz baja pero firme.

"Y no es solo por lo que hiciste. No es solo por el oso, ni por las heridas, ni por el gesto heroico. Es porque volviste. Porque entraste como si nada, con esa sonrisa tonta y esa energía que siempre traes. Y en ese momento... supe que estabas de vuelta. Y que yo también."

Cody tragó saliva. No dijo nada aún.

Gwen levantó la hoja, mostrando el dibujo.

Era él. Sentado en la mesa. Con la luz detrás. Con la expresión que tenía justo antes de besarla. No había exageración. No había drama. Solo él. Como ella lo veía.

"Así te vi. Así te sentí. Y no sé por qué me cuesta tanto decirlo. Tal vez porque nunca me permito sentirme así. Como si algo me faltara. Como si alguien me faltara."

Cody miró el dibujo. Luego la miró a ella.

"¿Sabes qué es lo más loco?" dijo él, con voz suave.

Gwen lo miró, esperando.

"Que yo entré pensando en el desayuno. Pero cuando te vi... supe que eso no era lo que más me hacía falta."

Gwen sonrió. No por la frase. Por el tono. Por la verdad detrás de la broma.

"Idiota" dijo, con ternura.

"Idiota funcional. Con estilo. Y cicatrices de oso" dijo Cody.

Ambos se rieron. El aire se alivianó. Pero algo había cambiado.

Gwen había hablado.

Y Cody había escuchado.

Los dibujos quedaron sobre la madera, como testigos silenciosos de lo que no se podía borrar.

Y en ese rincón del árbol, entre ramas y recuerdos, dos personas se miraron sin máscaras.

Sin guión.

Solo ellos.

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La casa del árbol estaba envuelta en una atmósfera que parecía suspendida en el tiempo. Los dibujos reposaban sobre la madera, como testigos silenciosos de lo que acababa de decirse. Gwen aún tenía los ojos húmedos, pero su expresión era clara, decidida. Cody la miraba con una mezcla de ternura y admiración, como si no pudiera creer que alguien como ella lo hubiera dejado entrar tan profundo.

Y entonces, sin palabras, se acercó.

Gwen no se apartó.

El beso fue suave al principio. Dulce. Como si ambos se estuvieran reconociendo otra vez. Pero luego se volvió más firme, más seguro. No había prisa. No había miedo. Solo dos personas que, después de todo lo vivido, se permitían sentir.

Las manos de Cody rozaron la cintura de Gwen. Ella respondió con una caricia en su cuello, justo donde las cicatrices comenzaban. El aire se volvió más cálido. El silencio más íntimo. El mundo, allá abajo, podía esperar.

El beso se alargó.

Y lo que vino después... quedó entre las ramas.

La escena se desvaneció como una cortina que cae lentamente.

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En otro rincón del campamento, lejos del romance y la introspección, Chris caminaba con sus botas brillantes por el sendero que llevaba al claro del bosque. A su lado, el Chef cargaba una pala, aunque nadie sabía muy bien para qué.

Frente a ellos, tendido sobre el pasto, estaba el cadáver del oso.

Gigante.

Peludo.

Impresionante.

Y completamente muerto.

Chris se detuvo, cruzando los brazos. "Bueno, bueno... así que el chico lo hizo."

El Chef soltó un resoplido. "No sé cómo sigue vivo. Ese oso era una máquina de destrucción."

Chris se agachó, observando las garras, los colmillos, el tamaño. "Esto parece sacado de una película de acción. ¿Estás seguro de que Cody no tiene algún tipo de entrenamiento secreto? ¿Tipo ninja canadiense?"

"Lo único que sé es que si ese oso lo hubiera matado, tú estarías cancelado. Y yo tendría que cocinar para el funeral" dijo el Chef.

Chris se levantó, sacudiéndose las manos. "Sí, sí. Lo sé. Estuvo cerca. Demasiado cerca. Si Cody se nos iba, el show se iba con él. El chico es oro puro ahora. Tiene drama, romance, cicatrices... ¡hasta fans!"

El Chef miró el cadáver. "¿Y qué hacemos con esto?"

Chris sonrió. "Lo enterramos. Lo editamos. Y lo convertimos en leyenda. 'El día que Cody venció al oso'. Suena bien, ¿no?"

"Suena a que deberías pagarle más."

"Suena a que deberías callarte y cavar."

El Chef gruñó, clavando la pala en la tierra.

Chris se alejó, sacando su teléfono para grabar una toma dramática del cadáver.

"Y así, queridos espectadores... el chico que empezó tropezando con mochilas, ahora tiene un oso en su historial. ¿Quién lo hubiera dicho?"

La cámara giró.

El cadáver quedó en cuadro.

Y el mito de Cody... seguía creciendo.

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