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Chapter 26 - FINAL DE TEMPORADA

DESTRUCCIÓN A TODA COSTA

Los nuevos robots avanzan sin tregua, rodeando a Humbra desde distintos ángulos. Ella esquiva con precisión, girando, impulsándose con sus pies y usando el mínimo de energía para evitar causar un desastre mayor.

Humbra

(gruñendo, mientras detiene un golpe con la pierna)

—¡No quiero pelear! ¡Escúchenme! ¡Esto no es un ataque!

De un giro veloz, toma uno de los robots por la pierna, lo lanza contra los demás y lo proyecta con fuerza al cielo. Los sensores de los otros robots se recalibran, pero aún así continúan atacando.

Humbra

(gritando mientras el viento levanta su cabello negro y su energía morada vibra en el aire)

—¡Escúchenme! ¡Cada uno de ustedes tiene un búnker bajo su casa! ¡La nube está contaminando el aire! ¡Vayan ahora!

A su alrededor, los ciudadanos no saben si temerle o hacerle caso. Dudan. Observan. Murmuran entre ellos. Los mayores de las tres ciudades, observando desde el centro de comando, no disimulan su enojo por no poder actuar públicamente.

Mayor Redmire

(dando un paso al frente con firmeza)

—Tú. Despierta a los tres. Karla, Clarence y Stiven. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Esta vez... iremos por todo.

Ayudante de laboratorio

(algo nervioso)

—Sí... ¡Sí, señor!

Corre por los pasillos hacia los dormitorios, mientras escucha de fondo la voz de Humbra resonando a través de las pantallas y altavoces de la ciudad.

En la ciudad, los ataques a Humbra continúan. Ella sigue esquivando, bloqueando y neutralizando sin herir, pero su paciencia se agota.

En el laboratorio de Dr. Fabián

JF26

(mostrando una transmisión en tiempo real)

—Señor... ya que Ryan se marchó, mire esto. Redmire está transmitiendo en vivo. Está sucediendo ahora mismo...

Dr. Fabián

(acercándose a la pantalla)

—Humbra...

Observa unos segundos en silencio. Luego se da vuelta con decisión.

—No hay tiempo que perder. Vamos. Es hora de movernos.

Ambos avanzan hasta el pasillo donde esperan las 26 siluetas.

Dr. Fabián

(alzando la voz)

—¡Atención! Trece de ustedes irán a la ciudad. Ayuden a Humbra. No me importa si es una de los nuestros o no... confío en que no está aquí para destruirnos.

JF26

(con cautela)

—¿Está seguro, señor? ¿Ayudarla? No sabemos si juega con nuestro bando...

Dr. Fabián

(firme)

—Es más que eso. Ella es parte de algo más grande.

—Y el resto de ustedes... vayan a buscar a Ryan. Localícenlo, pero no lo ataquen. No intervengan a menos que sea necesario. Solo manténganme informado.

Mientras tanto, en la ciudad...

Humbra observa a su alrededor. La gente aún duda. Nadie entra a los búnkers. El cielo empieza a oscurecer con las partículas contaminadas. El zumbido de los drones y robots retumba.

Humbra

(herida emocionalmente, con la voz más baja pero firme)

—...Muy bien. No quieren hacer caso.

Su cuerpo empieza a brillar con un aura intensa. La energía morada se eleva desde sus pies al cielo como una tormenta ascendente. Sus ojos se iluminan.

—Entonces... acabaré con este circo.

—Y abriré el camino. A cualquier costo.

Dr. Fabián

Tú, JF26, vienes conmigo. Vamos directo a Redmire.

JF26

Entendido, señor. Voy detrás de usted.

Mientras tanto, en el parque…

Moisés, Lilian, David y Sofía observan con tensión el en vivo proyectado desde las pantallas de la ciudad.

Moisés

—¿Es... es Humbrá? ¿Escucharon lo que dijo?

Lilian

—Sí… y tiene razón. Tenemos que ayudarla.

Sofía y David alzan la vista hacia el cielo, tratando de entender de qué hablaba Humbrá sobre la nube radiactiva.

Sofía

—No veo nada extraño… solo arcoíris. Demasiados, en realidad.

David

—Sí, se ve tan hermoso allá arriba… que cuesta creer que pueda hacernos daño.

Moisés

—No importa cómo se vea. No tengo dudas: Humbrá no es nuestra enemiga. Vamos a ayudarla.

Uno a uno se elevan al cielo, y en formación perfecta se lanzan rumbo a Redmire.

Mientras tanto, Ryan…

Camina en soledad, siguiendo el cauce del río que lo lleva hacia los límites de Cresthaven. Cada pisada suya quema la hierba, el suelo, dejando un rastro de vapor y tierra chamuscada.

Ryan (pensando)

—¿Por qué ese tipo me ayudó...? ¿Qué quiere de mí ese tal "Dr. Fabián"? ¿Y por qué sigo sin entender qué soy ahora?

En vuelo, Moisés y su grupo…

Un resplandor rojo atraviesa las nubes y llama la atención de Moisés.

Moisés

—¡Allá! ¿Ven eso?

Lilian

—Sí… parece una explosión o... una señal de poder.

David

—¿Será Ryan?

Sofía

—¡Vamos, rápido!

Se desvían de su rumbo a Redmire y vuelan directo hacia el resplandor.

Al llegar al bosque, al borde de la ciudad, lo ven: Ryan, de espaldas, caminando en dirección opuesta. El suelo bajo él se rompe y humea.

Moisés

—¡Ryan! ¡Ryan, vengo en paz! ¡Escúchame!

Ryan se detiene. Sus hombros tiemblan de rabia contenida. Se da la vuelta con una mirada encendida, los ojos brillando como fuego.

Ryan

—¿Qué quieres ahora...? ¿Traidor?

Los amigos de Moisés se detienen en seco. Esa palabra, "traidor", resuena como un eco doloroso. Moisés da un paso al frente, dolido pero firme.

Moisés

—No vine a pelear. Solo quiero hablar. Quiero entender lo que te pasa, ayudarte...

Ryan frunce el ceño, su energía vibrando más fuerte, mientras en las sombras del bosque las 13 siluetas enviadas por Dr. Fabián observan atentamente, ocultas entre los árboles. Ninguna interviene. Aún.

Mientras tanto, en Velkan…

Humbrá sigue luchando. Derriba robots con precisión, pero sin causar más destrucción de la necesaria. Grita entre el caos.

Humbrá

—¡Regresen a casa! ¡La nube no es lo que parece! ¡No la vean, la sientan!

Los ciudadanos, finalmente, comienzan a correr, buscando refugio. Las calles se vacían. Escombros caen, los robots siguen cayendo uno tras otro.

En el cuartel de Cresthaven…

Mayor Redmire

—¿Dónde están Karla, Stiven y Clarence?

Mayor Cresthaven

—¡Díganme que ya están en camino! ¡Humbrá está fuera de control!

En otra zona de la ciudad…

Stiven

—¡Vamos! No hay tiempo que perder.

Karla

—Menos mal que no dormimos tanto. Estamos listos.

Clarence

—Veremos qué tan fuerte es ese adversario...

Las calles de Redmire

El estruendo metálico es constante. La gente corre desesperada al ver cómo los brazos y piernas de los robots salen volando por los aires.

Humbrá se enfrenta sola contra al menos tres de ellos al mismo tiempo, esquivando con agilidad, usando la fuerza justa para no desatar aún más destrucción.

Humbrá

—¿¡De dónde demonios siguen saliendo tantos!? —grita, mientras gira en el aire y usa uno de los robots como arma para derribar a los otros.

Las familias se apresuran a entrar en sus búnkers o casas reforzadas. Sin embargo, varios niños, impulsados por la curiosidad y la emoción, logran escabullirse sin ser vistos. Se esconden entre los escombros y árboles, decididos a ver a las siluetas en acción…

Justo donde está a punto de empezar la verdadera batalla.

En el bosque, al borde del río…

Ryan

—¡Lárguense! —grita con rabia mientras su energía comienza a cubrirlo como una llama viva.

Moisés se adelanta sin miedo.

Moisés

—¡Solo escúchanos! No venimos a pelear, Ryan. Solo queremos ayudarte.

Lilian

—¡Deja de ignorarnos! ¡No estás solo!

Sofía

—¡Cállate un momento y escucha!

David

—¡Solo observa, maldita sea!

Ryan se eleva poco a poco, su energía ardiendo como magma.

Ryan

—¡NO! ¡NO, NO, NO!

—¡Nunca más volveré a ser el mismo de antes! ¡Siempre fui ignorado!

—Ahora… seré yo quien los haga sentir lo que es ser dejado de lado.

Moisés

—¡Basta, Ryan! ¡Ven aquí!

Ryan desciende lentamente, su cuerpo envuelto en calor abrasador. Moisés forma una barrera de energía, pero pronto la disuelve voluntariamente.

Moisés

—No te temo, Ryan. Aun con todo esto… sigo confiando en ti.

Ryan camina hacia él, con los puños temblando. El suelo se agrieta bajo sus pies.

Ryan

—¡NO CONFÍES EN MÍ! —y lanza un golpe directo.

El impacto manda a Moisés volando entre los árboles. Su cuerpo rompe ramas y cae violentamente al río que fluye hacia Redmire y el mar.

Sofía

—¡¿Qué hiciste, Ryan?! ¡¿Qué te pasa?!

David

—¡Estás completamente fuera de control!

Lilian

—¡¿Cómo te atreves?! —su energía azul resplandece como una tormenta viva.

Desde la sombra de los árboles, las 13 siluetas enviadas por el Dr. Fabián observan. El ambiente se tensa. Saben que el combate puede estallar en cualquier momento.

Ryan

—Oh, la confianza...

—Una hermosa mentira disfrazada de virtud humana.

—¡Mírenme! ¡Miren dónde me llevó la confianza!

—Una confianza no es confianza si la verdad está oculta.

—Y ustedes… ustedes nunca se molestaron en entenderme.

Lilian

—¡Te equivocas! Moisés creyó en ti incluso cuando todos dudaban.

—¡Nosotros estuvimos ahí! ¡Pero tú... tú te llenaste de envidia!

David

—¡Y ahora solo buscas poder!

—¡Nosotros peleamos para proteger, no para destruir!

Sofía

—¡Estás actuando como un niño herido que no quiere sanar!

—¡Estás desperdiciando todo lo que podrías ser!

Ryan

—¡BASTA!

—Nunca se pusieron en mis zapatos…

—¡Ahora los pondré yo en los míos! ¡Y les haré sentir cada emoción que me destruyó por dentro!

Su energía arde con más intensidad. El aire se quiebra a su alrededor por el calor. Los árboles cercanos se incendian poco a poco.

Mientras tanto, en Redmire…

Las 13 siluetas han llegado al campo de batalla junto a Humbrá, quien se sorprende al verlas.

Humbrá

—¿Ustedes…? No esperaba ayuda.

Pero no duda. Se ajusta la postura y continúa enfrentando a los robots con más intensidad.

Ahora no está sola.

Desde lo alto de uno de los edificios, Dr. Fabián observa todo junto a JF26.

JF26

—Señor…

—Ya resolvimos lo de la ciudad.

—Pero… ¿y Ryan? ¿De verdad piensa dejarlo libre?

Dr. Fabián

—Mientras no se interponga en mi camino…

—No tengo razones para detenerlo.

JF26 asiente, aunque claramente incómodo con la decisión.

Dr. Fabián (pensando)

—Pero si lo hace…

—No dudaré.

Y mientras el sol se oculta lentamente tras las nubes contaminadas…

Una batalla interna, emocional y física, está por estallar.

La línea entre enemigos y aliados se vuelve más delgada con cada segundo.

Y la destrucción… ya no es una posibilidad.

Es una certeza.

Desde lo alto del edificio, Dr. Fabián y JF26 observan cómo Humbra y las 13 siluetas arrasan con los robots en la ciudad. El humo se eleva entre chispas y escombros, pero la escena está bajo control… al menos por ahora.

JF26

—Están siendo más eficientes de lo esperado, señor.

Dr. Fabián

—Sí… pero el verdadero problema no está aquí. Mira hacia el bosque. El fuego... esa tormenta... es Ryan.

Mientras tanto, el río arrastra a Moisés. Apenas consciente, su cuerpo herido por el impacto de Ryan se deja llevar. Pero el agua, como si respondiera a su esencia, empieza a rodearlo con una energía tenue, curativa. Su piel se regenera lentamente mientras la corriente lo transporta hacia Cresthaven.

En el bosque, frente al tornado creciente:

Lilian y Sofía están firmes. David, irritado y preocupado, se mantiene en posición defensiva.

Sofía

—¡Ese calor... es como si el suelo estuviera ardiendo desde dentro!

Lilian

—¡Aquí voy!

Lilian lanza una ráfaga de energía azul directo a Ryan, que esquiva con agilidad y responde con un contraataque. Lilian lo bloquea y contraataca con una patada que lo lanza hacia el suelo.

Sofía, sin perder tiempo, forma una mano gigante de tierra con la energía que la rodea y la hace descender violentamente sobre Ryan.

David (frunciendo el ceño, murmurando)

—¿Moisés? ¿Dónde estás? No debiste quedarte atrás...

Lilian (girándose)

—¿Qué dices? ¡¿No estabas buscándolo tú?!

David

—¡Pensé que regresaría solo! Iré a buscarlo. ¡Tengan cuidado!

Sofía

—¡Increíble... es más fuerte de lo que esperábamos!

Las grietas comienzan a expandirse por la gran estructura de tierra donde estaba Ryan atrapado.

Un viento feroz sopla de repente. En segundos, una columna de fuego y aire envuelve la zona. Un tornado ígneo se forma, desgarrando el suelo y quemando todo a su paso.

Lilian

—¡¿Qué demonios es esto?! —grita, mientras es jalada hacia el tornado.

Sofía

—¡Lilian, aléjate de ahí! ¡Esto se está saliendo de control!

El tornado crece en intensidad. Lanza llamaradas que parecen respirar fuego vivo, como si tuviera conciencia propia. La lava se desliza por el suelo en forma de olas, persiguiendo a las chicas que apenas logran esquivarlas.

Desde un claro más abajo, David al fin se detiene, observando el río y el reflejo de la tormenta que se alza como un monstruo ardiente.

David

—¿Qué rayos...? ¿Un tornado de fuego?

Mira hacia arriba y ve la escena en el cielo.

David

—Eso… eso no puede ser natural. ¡Ryan, ¿qué hiciste?! Moisés… por favor, dime que estás bien...

Desde el edificio en Redmire:

JF26

—Señor... el fuego está creciendo. Ese patrón de energía no puede ser otro más que él...

Dr. Fabián (cerrando el puño)

—Sí… es Ryan. Esto no es solo poder… es un grito de guerra.

Los restos de los robots aún chispeaban en el suelo mientras las 13 siluetas se agrupaban lentamente frente a Dr. Fabián y JF26. Las calles de Redmire estaban en ruinas, pero el aire ardía más por lo que se avecinaba que por lo que ya había pasado.

JF26

—Misión completada. Todos los objetivos eliminados. No hay más señales mecánicas en la zona.

Dr. Fabián

(asintiendo con calma, mirando a las siluetas)

—Buen trabajo. Mantengan la formación. Aún hay otra batalla esperándonos…

Una figura se acercaba a pie entre los escombros, caminando como si flotara. Humbra, con la mirada fija al horizonte y el cabello negro agitado por el viento caliente.

Dr. Fabián

(mirándola de reojo)

—Estás de nuestro lado... ¿verdad, Humbra?

Humbra

(firme, sin detenerse del todo)

—Solo quiero eliminar esa nube. Y me largo.

Dr. Fabián entrecerró los ojos. No había lealtad en esa voz, pero sí una convicción que no podía negar. Y por ahora, eso bastaba.

En ese momento, Karla, Clarence y Stiven aterrizan con fuerza a unos metros. Sus rostros eran serios; sus pasos, decididos.

Karla

—Recibimos el mensaje.

Stiven

—Y si están en camino hacia Ryan, tendrán que pasar por nosotros primero.

Clarence

—No hay vuelta atrás.

Dr. Fabián

(alzando una mano)

—Lo sé… y no tengo tiempo para convencerlos.

Se gira hacia las siluetas y da la orden con un simple gesto.

Dr. Fabián

—Cinco de ustedes... quédense.

Cinco figuras dan un paso al frente. Las otras ocho se alinean tras él.

Dr. Fabián

—Los demás, conmigo. Nos dirigimos al vórtice... antes de que Redmire desaparezca bajo el fuego.

JF26 da un paso, pero se detiene.

JF26

—Yo me quedo aquí.

(se queda observando la tensión)

—Quiero ver cómo termina esto... con mis propios ojos.

Dr. Fabián

(lo mira un segundo)

—Muy bien… pero si algo se descontrola, actúa.

Y así, mientras el cielo se oscurecía aún más por las cenizas del tornado ardiente, dos frentes quedaban definidos.

Uno, decidido a avanzar contra Ryan.

El otro, preparado para detener al mismo Dr. Fabián.

La ciudad contenía la respiración.

La batalla, apenas estaba comenzando.

Mientras LILIAN busca soluciones contra RYAN

El tornado rugía como una bestia viva, avanzando desde el corazón del bosque con una furia que hacía temblar la tierra misma. En su centro, Ryan era apenas visible, envuelto por llamas giratorias y ráfagas de calor abrasador que derretían el suelo a su paso. Las ramas se reducían a cenizas antes de tocar el suelo, y la maleza ardía con cada bocanada de aire.

Las 13 siluetas, cumpliendo con la orden de Dr. Fabián, se lanzaron desde distintos puntos del bosque. Su formación era impecable: rodearon el tornado con la precisión de una operación milimétrica.

Pero Ryan no se movía por su cuenta; el propio vórtice lo impulsaba, girando con él como si fuera su núcleo vivo. No tenía que avanzar... el tornado lo hacía por él.

Una de las siluetas, la más veloz, cometió el primer error. Se adelantó demasiado, tratando de entrar por un ángulo sin calor aparente, pero pisó un suelo agrietado por la energía térmica. La superficie colapsó. Tropezó apenas un instante... lo suficiente para que Ryan lanzara una ola de fuego concentrado directo a su pecho. La silueta salió volando, envuelta en llamas, estrellándose contra un árbol que se partió en dos por el impacto.

—¡No! —gritó Lilian, desde una colina cercana, con Sofía a su lado.

Ambas estaban paralizadas. El calor era insoportable. El aire parecía vidrio derretido, y cada bocanada quemaba más que la anterior. Sus cuerpos comenzaban a brillar por inercia, queriendo activar su defensa... pero sabían que si se acercaban, serían arrastradas por el torbellino.

David, aún en la ribera del río, vio desde la distancia cómo el tornado devoraba parte del bosque y cómo, una a una, las siluetas comenzaban a caer.

—Moisés… —murmuró, pero ya no lo buscaba.

Ahora sus ojos estaban clavados en la tormenta ardiente que se abría paso... no hacia el bosque, sino rumbo a Cresthaven.

La formación de las siluetas comenzaba a romperse. Tres de ellas intentaron cubrir a su compañera caída, pero Ryan lanzó un anillo de fuego y magma fundida desde el vórtice. Una explosión circular los empujó hacia atrás. Algunos lograron cubrirse, otros no. Todos comenzaron a retroceder.

Lilian y Sofía, aún observando desde la colina, vieron caer a una segunda silueta. Luego una tercera. Luego una cuarta... El aire ardía. Las llamas subían por las laderas. Y el tornado seguía su marcha, rompiendo los árboles, arrancando los tejados de las casas en los bordes de Redmire... avanzando, sin freno, hacia Cresthaven.

David retrocedió, paso a paso, sin dejar de mirar. Ya no podía avanzar. Ya no podía ayudar.

Solo quedaba mirar... y esperar que alguien, en algún lugar, lograra detener a Ryan antes de que la ciudad entera ardiera.

Desde la cima del edificio más alto de Cresthaven, Dr. Fabián observaba en silencio el avance del tornado de fuego que lo consumía todo a su paso. A sus espaldas, ocho siluetas aguardaban en formación, firmes como estatuas, esperando su señal.

—Ya viene —dijo en voz baja—. Aquí termina su avance.

El cielo vibraba. El suelo temblaba. Las llamas del vórtice se reflejaban en las ventanas rotas de las casas destruidas por su paso.

Mientras tanto, Moisés comenzaba a recuperar la conciencia. Tosía agua mientras intentaba incorporarse entre las rocas húmedas del río que desembocaba en el mar.

Se miró las manos. El agua aún brillaba a su alrededor.

—¿Dónde... estoy? ¿Cómo llegué aquí? —susurró.

Al levantar la vista, vio el cielo teñido de rojo. Y a lo lejos, sobre la ciudad...

—¿Qué es eso...? ¿¡Ryan!?

En Velkan, Carlos, aún invisible, se escondía entre las sombras de una cornisa destruida. Veía todo. El caos. La batalla. Las ruinas. Y por primera vez en su vida... sentía un miedo verdadero.

—Tal vez mis padres tenían razón... No debí buscarlos...

Pero ya era tarde para esconderse del destino.

Cerca del cráter donde Humbra y las 13 siluetas habían derrotado a los robots, la tensión crecía.

Karla, Clarence y Stiven intercambiaban ataques contra cinco de las siluetas que Dr. Fabián había dejado atrás.

Pero no había odio. Ni sangre.

Solo órdenes... y un presentimiento.

Sabían que lo peor aún no había comenzado.

Por otra parte, Lilian, David y Sofía ya se habían retirado, aún atónitos por la fuerza del tornado. Llegaron al punto donde esperaban Dr. Fabián y las ocho siluetas. Todos miraban hacia el mismo lugar: el incendio giratorio que se acercaba sin detenerse.

Las 13 siluetas que habían sido abatidas inicialmente, comenzaban a levantarse, sus cuerpos aún humeantes, pero ya rodeados de nueva energía. Pronto volverían al campo de batalla.

Y ahora, al frente de todos, Dr. Fabián dio un paso adelante.

Sus ojos estaban fijos en el horizonte, donde la silueta de Ryan, flotando en el corazón del tornado, se hacía cada vez más clara.

—Es hora... de que esto termine —dijo, encendiendo la energía que dormía en su interior.

Pero JF26, en la cima del mismo edificio, observaba algo más.

Sus sensores detectaron una masa poderosa moviéndose... desde el mar.

—¿Otra fuerza...? No, no puede ser...

—¡Dr. Fabián! —gritó—. ¡Eso que viene desde el océano... no es una corriente normal!

Las olas comenzaron a elevarse, y una luz azulada emergía del fondo como si algo enorme y antiguo despertara...

Mientras tanto, Cresthaven, atrapada entre el tornado de fuego de Ryan por un lado, y la creciente marea del mar por el otro, estaba a punto de convertirse en el epicentro del destino final.

> FIN – Parte 1 / Capítulo 26: DESTRUCCIÓN A TODA COSTA

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