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Capítulo 1: ¿Quién soy?
La habilidad Mente del Jugador se activó al instante, calmando la mente de Félix como si alguien hubiera encendido un interruptor en su interior. Toda ansiedad, miedo o confusión se desvaneció, reemplazados por una serenidad casi artificial, pero útil.
Respiró hondo —aunque no estaba seguro si realmente lo hacía—, y habló con una voz tranquila, casi robótica:
—Mi nombre es Félix… Félix Zerethul.
Había recuperado esa pieza fundamental de su identidad. Saber su nombre era como anclar su conciencia a la realidad —si es que podía llamarse así lo que estaba experimentando—. Lo siguiente que hizo fue enfocarse en el origen de todo: esa extraña voz mecánica que resonaba en su mente.
—¿Qué clase de sistema eres? —preguntó sin temor.
Ding — Anfitrión, este sistema se llama “Sistema de Evolución de Linaje”. Como parte del paquete de bienvenida, el anfitrión ha sido seleccionado para recibir un linaje aleatorio. ¿Le gustaría iniciar el sorteo?
—Inicia el sorteo —respondió con seguridad.
Ding — Iniciando sorteo...
Ding — Felicidades al anfitrión por obtener el linaje: Dragón Inferior.
Apenas escuchó esas palabras, el cuerpo de Félix fue invadido por una oleada de calor abrasador. Era como si su sangre se hubiera convertido en lava, y cada célula estuviera siendo reescrita. El dolor fue tan intenso que ni siquiera pudo gritar antes de perder el conocimiento.
…
Despertó lentamente, con la sensación de haber dormido durante siglos. Todavía no podía ver nada; la oscuridad seguía envolviéndolo como un abismo sin fin. Sin embargo, esta vez algo era distinto. Su cuerpo se sentía más… sólido. Más fuerte. Como si estuviera construido con otra materia. Podía percibir una energía pulsando dentro de su pecho, un poder misterioso anidado en su corazón.
—No sé qué es esto… pero es bueno —murmuró.
Ding — El anfitrión se encuentra actualmente en “La Nada”. ¿Desea ser enviado a un nuevo mundo?
Félix frunció el ceño.
—¿La Nada? ¿Qué es eso exactamente?
Ding — Respuesta al anfitrión: La Nada es literalmente la ausencia total de todo. No existe el tiempo, espacio, gravedad, luz, oscuridad, vida ni muerte. Es el estado más puro y verdadero antes del nacimiento del Caos.
Félix se quedó en silencio, asimilando esas palabras.
—¿Antes del Caos…? —repitió sorprendido.
Él sabía, gracias a cientos de novelas ligeras y manhwas, que el "Caos" solía representar el estado primordial del multiverso, donde las leyes de la existencia flotaban sin orden ni control. Pero la Nada… eso era un concepto más profundo, más aterrador. Y sin embargo, algo en él lo comprendía de forma instintiva.
—Sistema… si estoy en la Nada, donde no debería existir nada, ¿cómo es que tú y yo estamos aquí? —preguntó con genuina curiosidad.
Ding — Los sistemas, al igual que el anfitrión, estamos ligados a la Nada. Nacimos con ella y existimos fuera de las leyes del universo. Por eso podemos ignorarlas. En cuanto al motivo por el cual el anfitrión está aquí, no se encontró respuesta. El anfitrión es una anomalía.
—¿Una anomalía…? —repitió con cierta inquietud.
El hecho de que ni siquiera el sistema supiera por qué él estaba allí le provocó una mezcla de temor y fascinación. También llamó su atención algo más.
—Dijiste que hay más sistemas como tú. ¿Significa que puedo conectarme a otro?
Ding — Teóricamente, es posible.
Félix sonrió. La idea de poder obtener nuevas habilidades, nuevas conexiones o incluso acceder a otros sistemas lo motivó.
—Bien, sistema. ¿A qué mundo puedes enviarme?
Ding — Respuesta: el sistema no puede elegir el mundo de destino. Una vez que un sistema abandona la Nada, todos los demás lo seguirán, lo que dará inicio al Caos, que posteriormente originará el universo. Para que el anfitrión pueda ser enviado a un mundo, el proceso de creación debe completarse. Mientras tanto, el anfitrión permanecerá en letargo. No notará el paso del tiempo.
Félix asintió lentamente.
—Entonces, si me quedo aquí, ¿nunca nacerá el Caos?
Ding — Incorrecto. Eventualmente, algún sistema decidirá abandonar la Nada, obligando a los demás a seguirlo. Es inevitable.
—Ya veo… Entonces, si me quedo aquí por ahora… ¿puedo fortalecerme mientras espero?
Ding — Es posible, aunque será más lento que en un mundo con vida inteligente.
—Suficiente para mí. He decidido quedarme.
Ding — Como el anfitrión desee.
—Sistema… ¿puedo moverme por la Nada?
Ding — Sí. Al estar conectado al sistema, y formar parte de la Nada, el anfitrión puede vagar libremente.
Félix cerró los ojos, o al menos eso creyó hacer, ya que no podía ver ni su propio cuerpo. Aunque no había luz, sus sentidos parecían estar afinados. El linaje de dragón lo había transformado en algo más allá de humano.
Intentó concentrarse en esa energía latente en su pecho, esa llama que ardía dentro de su corazón. Trató de expandirla hacia el exterior, buscando sentir algo, lo que fuera.
Ding — Felicidades al anfitrión por desarrollar la habilidad pasiva: Radar de Maná.
—Radar de Maná… —susurró con interés.
Aunque la habilidad era inútil en un lugar donde literalmente no existía nada, era un paso adelante. Un comienzo.
—Sistema, ¿puedo ver mi estado?
Ding — Activando panel de estado…
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Estado del Anfitrión:
Nombre: Félix Zerethul
Raza: Humano con linaje de Dragón Inferior
Nivel: 1
Habilidades Innatas:
Corazón de Dragón Inferior: Contiene gran cantidad de maná y esencia dracónica.
Linaje de Dragón Inferior: Tus descendientes heredarán tus mejores cualidades.
Habilidades Desarrolladas:
Mente del Jugador: Proporciona calma constante, análisis lógico y resistencia mental.
Radar de Maná: Permite detectar fuentes de maná cercanas.
Fuerza Física: Nivel Camión
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—Solo nivel camión… —dijo con una mezcla de burla y resignación—. Pero bueno, apenas soy nivel 1… y tengo un linaje inferior. No puedo pedir mucho más.
—Sistema, ¿cómo puedo evolucionar mi linaje?
Ding — El anfitrión debe alcanzar el nivel 100. Una vez evolucionado el linaje, el nivel se reiniciará, pero el poder aumentará exponencialmente.
—¿Y cómo subo de nivel?
Ding — Completando misiones o luchando contra enemigos.
Félix suspiró, o pensó que lo hizo.
—No puedo subir de nivel en la Nada… —murmuró con tristeza.
Y sin embargo, una chispa de determinación brilló en su interior.
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