WebNovels

Chapter 10 - CAP 9

---

CAPÍTULO 9: Encuentro con el dragón (POV de Ciel)

Habíamos estado vagando por el bosque quién sabe cuánto tiempo… ya perdí la cuenta. Nosotros, los Elyari, no tenemos un hogar al que pertenecer. Desde que llegamos a este bosque, no hemos dejado de enfrentarnos a peligros. Trolls, lagartos gigantes, serpientes venenosas… el camino ha estado lleno de dificultades. Muchos han muerto. Otros se han vuelto locos.

Ahora solo quedamos ocho: una pareja con su hijo pequeño, un anciano, un tipo que siempre sonríe sin importar la situación, otro con una expresión tan fría como la piedra, una chica que parece tener mi misma edad… y yo.

Ninguno de nosotros tiene un nombre, no porque no queramos, sino porque aún no sabemos cuál nos pertenece de verdad. Elegir un nombre no es algo trivial para los Elyari; representa lo que somos, nuestro propósito… y ninguno de nosotros lo ha descubierto todavía.

Está cayendo la noche. Debemos encender un fuego para protegernos del frío. Este bosque es despiadado. Siempre hay que estar alerta.

Ya encendimos la fogata, pero está haciendo más humo de lo normal. Eso es problemático. ¿Y si algún monstruo nos localiza gracias al humo?

El destino, cruel y despiadado, pareció responder a mis pensamientos. Porque apenas terminé de pensar eso, vi que algo descendía del cielo, cayendo directamente hacia nosotros. Pero no se estrelló. No. Aterrizó con gracia.

La figura se acercó al fuego, y entonces pudimos verlo con claridad: un enorme lagarto de unos dos metros de altura, con cuernos en la cabeza, alas plegadas en su espalda, su cuerpo de un negro profundo como la noche y cubierto de manchas plateadas que brillaban a la luz del fuego. Era majestuoso… y espeluznante.

Rápidamente, agarramos palos y piedras para defendernos. Pero el dragón solo nos observó en silencio. Su mirada bastaba para hacernos sentir que podía matarnos con un solo pensamiento.

Después de una discusión breve y tensa, llegamos a una conclusión terrible: tal vez tenía hambre y se iría una vez que se saciara. Nos miramos, incómodos. Sabíamos que alguien tendría que ser el sacrificio.

Los ojos de todos cayeron sobre el anciano.

Él estaba asustado, claro… pero también comprendía. Era el mayor del grupo, el menos útil para sobrevivir. Al final, aceptó su destino con dignidad.

Lo empujamos hacia adelante, hacia el dragón. Pero este apenas le dedicó una mirada y luego se recostó junto al fuego, como si el anciano no le interesara.

Confundidos, repetimos el gesto. Volvimos a empujarlo, esperando que lo devorara. Sin embargo, el dragón solo lo miró por un segundo y luego siguió contemplando las llamas, tranquilo.

Nos acercamos cautelosos. Entonces el niño de la pareja corrió impulsivamente y se lanzó hacia la espalda del dragón.

Se nos hundió el corazón. Entramos en pánico. ¿Se enojaría el dragón? ¿Nos mataría a todos?

Pero no. El dragón no hizo nada. Dejó que el niño se subiera sobre su lomo. Incluso permitió que le tocara los cuernos. La madre, temblando de miedo, avanzó con cautela, recogió al niño y se volvió hacia nosotros.

Nos miramos en silencio. Todos sabíamos lo que queríamos. Decidimos seguir a ese dragón.

Nos arrodillamos como uno solo y juramos lealtad. Pero el dragón no reaccionó. Solo permaneció allí, mirando a la nada.

Entonces, sin previo aviso, una luz rojo y negro nos envolvió. Sentí cómo mi cuerpo se fortalecía, cómo mi magia se expandía. Me estaba transformando.

Después de la transformación, una extraña sensación de cercanía con el dragón se apoderó de mí. Me atreví a hablarle por primera vez.

—Gran ser...

Estaba aturdido, así que repetí:

—Grande ser...

Entonces, señaló hacia sí mismo y dijo con naturalidad:

—¿Te refieres a mí?

Me desconcertó su respuesta, pero asentí con la cabeza.

Y entonces, comenzó a reír a carcajadas. Una risa que retumbó en el bosque. Cuando se detuvo, me miró y dijo:

—Llámame Adam.

Me negué con firmeza. ¿Cómo podría, yo, un ser inferior, dirigirme tan directamente a un ser tan poderoso?

Entonces él sonrió con suavidad y me propuso algo diferente:

—Llámame Maestro Adam.

Acepté. Lo llamé maestro.

Y entonces, me lanzó una pregunta inesperada:

—¿Me podrías dar tu nombre?

Me llenó de felicidad. Este gran ser estaba siendo atento conmigo. Pero lamentablemente, no tenía un nombre. Así que negué con la cabeza y le expliqué la verdad.

Él me miró fijamente y me preguntó:

—¿Quieres un nombre?

Me quedé en silencio, atónita por un momento. Pero rápidamente respondí que sí. Con el corazón latiendo de emoción, esperé. Tener un nombre propio… algo tan sencillo, pero tan poderoso para nosotros.

Y entonces, llegaron las palabras que marcarían un antes y un después en mi vida:

—Te llamarás Ciel Drakensilver.

Mi cuerpo se estremeció. Me sentí eufórica y llena de alegría por tener un nombre. Pero algo me inquietó… ¿Drakensilver?

Sin entender, le pregunté qué significaba ese apellido.

Y entonces, con una naturalidad casi despreocupada, dijo:

—Es mi apellido.

Para mí, eso era grave. ¿Cómo podía yo atreverme a llevar el apellido de mi maestro?

Pero él me explicó su razón. Sus palabras me tranquilizaron. Acepté ese honor. Tener un nombre… y además uno otorgado por un ser tan noble como un dragón. Era algo que muchos envidiarían. Y yo… yo lo tenía todo.

Mi nuevo maestro resultó ser alguien curioso. Me preguntó muchas cosas, y respondí con gusto, como si de pronto, hubiera encontrado un propósito.

Más tarde, llamó a todos los demás y compartió con nosotros sus planes para el futuro. Una muestra de confianza que nos conmovió profundamente.

Por último, nombró a cada uno de los demás.

Cuando lo hizo, pude ver en sus rostros la felicidad… el anhelo de un futuro diferente. Un futuro lleno de gloria. Un futuro en el que podríamos tener un hogar.

Un futuro mejor.

---

More Chapters