El amanecer pintaba el horizonte con tonos dorados y rojizos mientras Akihiko se adentraba en lo desconocido. El mapa que Aria le había entregado marcaba un camino claro, pero lleno de advertencias. "El templo del conocimiento no está destinado para corazones indecisos," le había dicho Aria. Sus palabras resonaban en su mente mientras avanzaba, el peso de sus decisiones creciendo con cada paso.
Encuentro en las Ruinas
Tras horas de viaje, Akihiko llegó a unas ruinas antiguas ocultas entre una espesa selva. Las piedras, cubiertas de musgo, mostraban inscripciones casi borradas por el tiempo. Columnas caídas y estatuas quebradas contaban la historia de una civilización perdida. Al entrar, una sensación de alerta lo invadió. El aire era pesado, cargado de un silencio inquietante, interrumpido solo por el eco de sus pasos.
De pronto, una figura emergió de las sombras. Era un hombre de mediana edad, con una cicatriz que cruzaba su rostro y ojos que parecían analizar cada movimiento de Akihiko. Vestía un traje oscuro que contrastaba con el entorno ancestral, como si su presencia perteneciera a otro tiempo.
"¿Así que tú eres Akihiko Sora?" dijo el hombre, su voz profunda y cargada de intención.
Akihiko aferró su katana, su mirada fija en el hombre. "¿Quién eres y qué quieres?"
El hombre sonrió con frialdad. "Mi nombre es Dante, un emisario de la Cámara Oscura. Estoy aquí para evaluar si eres digno del Lux Aeterna."
Antes de que Akihiko pudiera responder, Dante se abalanzó sobre él con una velocidad sorprendente. Un combate feroz comenzó, donde cada golpe de Akihiko era contrarrestado con una precisión casi inhumana. Dante, lejos de buscar una victoria rápida, parecía probar cada habilidad de Akihiko, midiendo su determinación y su control del Vacío.
"Tu estilo es refinado, pero tu corazón aún duda," dijo Dante mientras esquivaba otro ataque. "El Vacío no obedece a los indecisos."
La Primera Prueba
Finalmente, Akihiko logró conectar un golpe que desarmó a Dante, su katana apuntando al cuello del hombre. Sin embargo, en lugar de miedo, Dante mostró satisfacción.
"Bien hecho," dijo mientras se incorporaba, su expresión calmada. "Esto fue solo una prueba. El verdadero reto está por delante."
Con un gesto, Dante activó un mecanismo oculto en las ruinas. Una puerta masiva se abrió, revelando un pasadizo que descendía hacia las profundidades. "Sigue este camino. Al final encontrarás el primer fragmento de la verdad que buscas. Pero ten cuidado, otros también están tras el mismo objetivo."
Antes de que Akihiko pudiera preguntar más, Dante desapareció en las sombras, dejando solo un eco de su risa en la cámara.
La Amenaza de las Sombras
Mientras Akihiko descendía, el aire se volvió más pesado. La oscuridad era casi tangible, y el olor a tierra y moho impregnaba el ambiente. Los muros del pasillo estaban cubiertos de runas brillantes que parecían pulsar al ritmo de su corazón. Finalmente, el pasadizo lo llevó a una cámara amplia, iluminada por un brillo etéreo que emanaba de un pedestal en el centro. Encima del pedestal, flotaba un fragmento de cristal que pulsaba con luz intermitente.
Sin embargo, no estaba solo. Dos figuras emergieron de las sombras: un hombre corpulento con una maza enorme, tatuajes tribales recorriendo sus brazos, y una mujer con dagas gemelas que parecían estar hechas de obsidiana pura. Ambos llevaban insignias que Akihiko reconoció de inmediato: eran agentes de la Alianza Negra.
"Llegas tarde, chico," dijo el hombre con una sonrisa sádica. "Ese fragmento es nuestro."
La mujer avanzó con elegancia, sus ojos fijos en Akihiko. "Aunque admiro tu valentía al venir hasta aquí solo, me temo que este es tu final."
Akihiko desenvainó su katana, el Vacío rodeándolo como una segunda piel. "Si quieren el fragmento, tendrán que pasar sobre mí."
La Batalla por el Fragmento
El enfrentamiento fue implacable. El hombre de la maza atacaba con fuerza bruta, sus golpes hacían temblar el suelo y levantaban escombros con cada impacto. La mujer, por otro lado, era un torbellino de velocidad, sus dagas buscando cada punto vulnerable. Akihiko tuvo que emplear todas sus habilidades y la energía del Vacío para mantenerse a la altura.
Con cada intercambio, Akihiko comenzó a entender algo más profundo sobre su poder. El Vacío no solo destruía; también podía crear. Manipulando la energía, formó barreras que bloquearon los golpes de la maza y desviaron los ataques de las dagas. Finalmente, con un movimiento calculado, desarmó al hombre y derribó a la mujer, dejándolos inconscientes.
Revelaciones del Fragmento
Cuando todo terminó, Akihiko avanzó hacia el pedestal. Al tomar el fragmento, una oleada de información invadió su mente. Visiones de una era antigua, de un árbol gigantesco que brillaba como un faro en la oscuridad, inundaron sus pensamientos. Voces antiguas susurraban advertencias y secretos sobre el Lux Aeterna.
Una voz más clara, profunda y autoritaria, resonó en su mente: "El camino hacia la verdad está lleno de sombras. Solo aquellos con voluntad inquebrantable pueden soportar la carga que conlleva."
Un Nuevo Enemigo
Mientras Akihiko salía de la cámara, sosteniendo el fragmento, sintió una presencia observándolo. Desde las sombras, una figura encapuchada se deslizó hacia adelante. Su rostro estaba oculto, pero una energía abrumadora emanaba de él.
"Impresionante," dijo la figura con voz calmada pero amenazante. "Pero esto es solo el principio. Nos veremos pronto, Akihiko Sora."
Antes de que pudiera responder, la figura desapareció en un destello de luz negra, dejando una sensación de inquietud y preguntas sin respuesta.
Hacia el Horizonte
De regreso al Santuario del Horizonte, Akihiko le entregó el fragmento a Aria, quien lo examinó con cuidado. "Estás avanzando rápido, pero cada paso atraerá más peligro," dijo, su tono serio.
Akihiko asintió, su mirada firme. "No importa cuántos enemigos aparezcan. Encontraré la verdad y pondré fin a este ciclo de ambición y destrucción."
Con esas palabras, preparó sus armas y su mente para el próximo desafío, sabiendo que cada victoria lo acercaba más a su destino.