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Chapter 6 - Capítulo 6: "El Amanecer de las Sombras"

Berlín era una ciudad de contrastes, donde lo antiguo se entremezclaba con lo moderno y las sombras de su historia parecían palpitar en cada callejón. Para Akihiko, el viaje desde Yokohama había sido rápido pero cargado de pensamientos. La información de su informante había confirmado algo preocupante: los Herederos de las Sombras estaban activos, y el Árbol del Edén podría estar en el centro de su próximo movimiento.

Cuando salió de la estación principal, el aire frío le golpeó el rostro, y Akihiko ajustó su gabardina negra. En su bolsillo, un comunicador vibró con un mensaje de Kaede. "Cuidado. Los Herederos no se detendrán ante nada para proteger su causa."

Akihiko sonrió de lado. "Como si alguna vez me hubieran detenido a mí," murmuró, guardando el dispositivo.

Mientras caminaba por las calles empedradas, no podía evitar recordar las palabras de su madre sobre el Árbol del Edén: "Sus frutos pueden traer vida o destrucción. Es el corazón del equilibrio, pero también una tentación eterna." Ahora, más que nunca, esas palabras resonaban con fuerza.

Un Encuentro en las Sombras

El punto de reunión designado era una vieja biblioteca abandonada en el centro de la ciudad. Cuando Akihiko entró, el sonido de sus botas resonó en el suelo de madera desgastada. Los estantes, llenos de libros polvorientos, parecían susurrar secretos olvidados. Frente a él, un hombre encapuchado lo esperaba.

"Takeshi," dijo Akihiko, reconociendo a su informante.

"Llegas justo a tiempo," respondió Takeshi, apartándose de un escritorio donde había extendido varios mapas y documentos. "Los Herederos se están reuniendo en un lugar que llaman el Eje. Es un antiguo refugio subterráneo de la época de la guerra, pero lo han convertido en su cuartel general."

Akihiko se inclinó sobre los mapas. "¿Cuál es su objetivo?"

"Eso es lo preocupante," respondió Takeshi, señalando una anotación en uno de los documentos. "Están buscando algo llamado el Fruto de la Revelación. Si los registros son correctos, es una de las manzanas originales del Árbol del Edén, perdida durante siglos."

La mente de Akihiko comenzó a trabajar rápidamente. "Si consiguen esa manzana, podrían desbloquear el verdadero potencial del Árbol. O peor, destruir el equilibrio que mantiene al mundo en pie."

"Exacto," dijo Takeshi, con un destello de miedo en sus ojos. "Necesitamos detenerlos antes de que sea demasiado tarde."

La Infiltración

Esa misma noche, Akihiko y Takeshi llegaron al Eje. El lugar era imponente: una estructura de hormigón enterrada en las entrañas de la tierra, rodeada por una red de túneles vigilados por guardias armados. Akihiko observó desde las sombras, evaluando cada movimiento.

"Hay demasiados para enfrentarlos directamente," susurró Takeshi.

Akihiko asintió. "Entonces no los enfrentaremos. Solo necesitamos llegar al centro y destruir cualquier información que tengan sobre el Fruto."

Con movimientos calculados, se deslizaron entre los guardias, utilizando el poder del vacío de Akihiko para desvanecerse en las sombras cuando era necesario. A medida que avanzaban, el aire se volvía más denso, cargado de una energía que hacía que los sentidos de Akihiko se agudizaran.

"Sienten la presencia del Árbol," pensó. "Incluso aquí, su influencia es innegable."

Finalmente, llegaron a una amplia cámara iluminada por antorchas. En el centro, sobre un altar tallado con símbolos antiguos, descansaba un objeto que hizo que el corazón de Akihiko se detuviera por un instante: una manzana dorada, brillante y perfecta.

"El Fruto de la Revelación," susurró Takeshi, pero antes de que pudieran avanzar, un aplauso lento resonó en la sala.

"Impresionante," dijo una voz profunda. De las sombras emergió un hombre alto, vestido con un traje negro impecable y con un aire de autoridad que no dejaba dudas. "Akihiko Sora, el prodigio de Yokohama. Sabía que vendrías."

El Guardián del Fruto

Akihiko desenvainó su katana, el filo brillando con una luz tenue bajo las antorchas. "¿Y tú quién eres?"

"Me llaman Lucius," respondió el hombre, inclinando levemente la cabeza. "Soy el Guardián de este lugar, y el Fruto es parte de nuestra causa."

"Tu causa traerá caos al mundo," replicó Akihiko, avanzando lentamente. "No permitiré que uses ese poder para destruirlo."

Lucius sonrió, y con un gesto de su mano, las sombras de la sala comenzaron a retorcerse y cobrar vida. "Hablas de detener el caos, pero tú mismo eres un agente del vacío. El Fruto no es para ser protegido. Es para ser liberado."

Las sombras se abalanzaron sobre Akihiko, pero él reaccionó con una velocidad y precisión asombrosas, desatando su poder. El vacío envolvió su katana, permitiéndole cortar a través de las sombras como si fueran niebla. Takeshi, mientras tanto, trató de acercarse al altar, pero un muro de oscuridad lo detuvo.

La batalla entre Akihiko y Lucius fue feroz. Cada movimiento del Guardián parecía anticipar las acciones de Akihiko, pero el joven prodigio mantuvo la calma, buscando una apertura. Durante la pelea, Lucius reveló parte de su motivación: "El Árbol es mucho más que una reliquia. Es un arma, y nosotros somos sus elegidos para usarlo contra la corrupción del mundo."

Finalmente, utilizando un estallido de energía del vacío, Akihiko logró desarmar a Lucius, quien cayó de rodillas frente al altar.

"Esto no termina aquí," dijo Lucius, sonriendo con malicia. "El Fruto de la Revelación es solo el comienzo."

Antes de que Akihiko pudiera responder, un temblor sacudió la cámara. El Fruto comenzó a brillar con una luz cegadora, y Akihiko apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una explosión de energía los envolviera a todos.

Un Destino Incierto

Cuando Akihiko abrió los ojos, estaba fuera del Eje, con Takeshi a su lado, inconsciente pero vivo. El edificio se había derrumbado, dejando solo escombros. En su mano, Akihiko descubrió un pequeño fragmento del Fruto, brillante y pulsante con energía.

Por un instante, al sostenerlo, una visión fugaz atravesó su mente: el Árbol del Edén en su forma completa, rodeado de caos y destrucción, pero también de una luz cegadora que parecía ofrecer respuestas.

"Esto no ha terminado," pensó, guardándolo. "Lucius tenía razón en una cosa: esto es solo el comienzo."

Con su katana envainada y una determinación renovada, Akihiko se levantó, preparado para enfrentarse a las sombras que se avecinaban.

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