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Chapter 30 - capitulo 30

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Capítulo 30 – 12 de octubre de 2012

El cielo de Valdebebas se teñía con los tonos suaves del amanecer cuando Luka bajó en silencio por las escaleras de la residencia. La mayoría aún dormía, pero él tenía la costumbre —ya adquirida en Split— de empezar el día antes que todos. Había algo en el silencio matutino que lo centraba.

En la sala común encendió el portátil sin auriculares, lo justo para no molestar. Vio unos minutos de un partido de la Sub-19 del Madrid del año anterior. Observaba movimientos, distancias entre líneas, la forma en que los extremos buscaban la diagonal. En un papel reciclado tomó algunas notas rápidas.

A las 8:00, el comedor empezó a llenarse. Álvaro y Mario llegaron juntos, medio dormidos.

—¿Tú ya estás activo? —gruñó Mario—. Si no llegamos a ganar mañana, va a ser culpa tuya por gafe.

—No hay excusas —respondió Luka, dándole una palmada en el hombro mientras se servía avena y fruta—. Mañana vamos a por todo.

El desayuno fue breve. A las 9:00 ya estaban todos en el campo 8. Ramis los esperó con cara seria y una pizarra cargada de ideas. A un costado, junto a otros técnicos del club, había un par de figuras vestidas con chaquetas del Real Madrid. No eran entrenadores. Observaban.

—Última sesión antes del partido —dijo Ramis, con voz firme—. Vamos a trabajar transiciones, bloques defensivos y balón parado. Y quiero que lo hagáis como si mañana ya fuese el partido.

Primero, ejercicios de activación. Luego, automatismos: salidas desde el portero, rotación de mediocentros, desplazamientos laterales rápidos. Luka se movía con naturalidad en su zona, más suelto que nunca, sin perder agresividad.

Ramis detuvo el juego en un momento.

—¡Luka, ese arrastre de marcas por dentro está bien, pero si el lateral se abre, dale la banda! Confía en el pase de regreso, no siempre quieras el protagonismo.

—¡Entendido! —gritó él, levantando el pulgar.

En la segunda mitad de la práctica, hicieron simulaciones reales de juego. El equipo titular fue definido, al menos tácitamente. Luka en la izquierda, Álvaro como referencia arriba. Ambos entendían que la confianza del técnico estaba ahí.

Durante una pausa para hidratación, mientras estiraban cerca del banco, Luka levantó la vista.

Cerca del vallado exterior, entre algunos empleados del club y periodistas autorizados, una figura femenina llamó su atención. Morena, gafas oscuras, con una carpeta en la mano y auriculares colgando del cuello.

Era ella.

Sara Carbonero.

No era la primera vez que la veía. En televisión ya conocía su rostro desde Croacia, pero ahora la presencia era distinta. No posaba para ninguna cámara, ni parecía estar allí por un reportaje. Solo miraba desde lejos, atenta, profesional. Estuvo apenas unos minutos y luego se alejó con paso firme, hablando por teléfono.

Luka no hizo ningún gesto. Solo la observó un instante, con esa mezcla de admiración y distancia. Volvió a concentrarse en el campo. No era momento de distracciones.

Tras la práctica, Ramis les dio una charla final.

—Mañana a las 9:15 aquí. Uniforme completo. Nada de móviles en el vestuario, nada de nervios. Vais a disfrutar. Confío en vosotros.

La tarde fue libre. Luka aprovechó para editar algunos clips de sus entrenamientos. Aún no tenía muchos seguidores en Instagram, pero quería empezar a crear una presencia. Pensaba en subir un reel con recortes de jugadas y una frase en español simple: "Preparado para debutar".

También revisó su armario. Tenía poca ropa, toda funcional. Pensó que, si marcaba o hacía un buen partido, necesitaría una imagen un poco más cuidada. No para aparentar, sino para estar a la altura de lo que vendría.

Por la noche, en la sala común, algunos veían una película. Otros hablaban de chicas, de partidos de LaLiga, o simplemente mataban el tiempo. Luka, sin embargo, estaba en su mundo. Revisaba mentalmente todo lo entrenado. Su mente se enfocaba en la banda izquierda, en los duelos individuales. En el gol que tenía que llegar.

Cuando subió a su habitación, abrió su libreta y escribió dos palabras:

"Mañana empieza".

Apagó la luz sin más. El sueño llegó lento, pero firme.

Y en él, Valdebebas no era un campo de entrenamiento.

Era una puerta.

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