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Chapter 11 - capitulo 11

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Capítulo 11: 10 de septiembre de 2012

Otra mañana, otro día para acercarme un poco más al objetivo. Me desperté antes del despertador, como ya era costumbre. Eran las 6:10 y todavía no salía el sol por completo. El cielo tenía ese tono azul oscuro que apenas comenzaba a aclararse por el este. Me sentía descansado. Y fuerte.

En el espejo del baño me detuve un momento. La piel lucía más limpia, el rostro menos infantil. Las ojeras habían disminuido desde que empecé a dormir mejor. Las piernas, aunque delgadas todavía, se notaban más tonificadas. Me costaba creer que solo habían pasado unas pocas semanas desde que llegué. El entrenamiento diario, la dieta (aunque limitada) y la convicción inquebrantable estaban haciendo efecto.

Tras la ducha, bajé a desayunar lo mismo de siempre. Esta vez le agregué una rebanada de pan con atún y medio tomate. No estaba tan mal. Mientras comía, revisé rápidamente el teléfono viejo que usaba solo para escuchar música o conectarme a Wi-Fi cuando había disponible. No tenía saldo, pero sí conexión.

Twitter estaba activo. Vi un clip de Cristina Pedroche como presentadora en Sé lo que hicisteis, en una repetición compartida por un canal de fans. Aún no era tan famosa como lo sería en años posteriores, pero ya tenía ese magnetismo natural. El tipo de presencia que destacaba, incluso cuando compartía plano con otros más veteranos. No pude evitar sonreír. "Otra más que vas a conquistar", pensé.

A las 7:15 ya estaba en el club. Fui uno de los primeros, como siempre. Marko llegó poco después. El cielo estaba despejado, y aunque corría una ligera brisa, el clima era ideal para entrenar.

El técnico llegó puntual. Nos hizo estirar en grupo y luego nos dividió en sectores. Hoy se trabajaría por líneas: defensas, mediocampistas y delanteros. Yo fui con los extremos y delanteros centro. Finalmente, el foco estaba donde debía estar.

Nos pusieron a practicar desmarques, diagonales, tiros cruzados, remates de primera. Una rutina que en la mayoría parecía repetitiva, pero para mí era una oportunidad de afinar cada mínimo detalle.

—Luka, más rápido ese cambio de ritmo —me gritó el entrenador en una jugada.

En la siguiente, le mostré exactamente eso: arranqué por fuera, frené, amagué hacia adentro y luego aceleré con fuerza, ganándole al lateral, recibiendo el pase filtrado y rematando con la zurda al segundo palo.

—¡Eso sí! —gritó él, esta vez con una sonrisa breve.

No era fácil ganarse una palabra positiva suya. Lo anoté mentalmente. Estaba progresando a ojos de todos.

Después vino el trabajo táctico en espacio reducido. Aquí me tocó jugar más retrasado, casi como interior izquierdo. Lo aproveché para demostrar visión de juego, pases al hueco y cómo moverme sin balón. Ya no me limitaba a correr por la banda. Empezaba a pensar como parte de un engranaje colectivo.

En el partido final del entrenamiento, marqué dos goles: uno tras una diagonal perfecta a pase de Marko, y otro tras robar un mal pase, conducir y definir con clase ante el portero. También di una asistencia. Algunos compañeros ya me buscaban primero cuando tenían el balón.

Cuando terminó la sesión, me senté en el borde del campo, sudado y respirando profundo. El entrenador pasó cerca y me dijo:

—Si seguís así, te vamos a tener que probar contra los mayores pronto.

Me limité a asentir, pero por dentro sonreí. Esa era la meta.

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De regreso al orfanato, me sentí ligero. Había algo especial en saber que estás creciendo. Que cada día vale. Almorcé con apetito. Pasta con salsa, una ensalada simple y yogur de postre. Luego subí a mi cuarto para revisar un poco de contenido online.

No entré a Twitter esta vez. Me fui directo a YouTube. Vi una presentación vieja de Mayichi en un evento escolar, aún como streamer principiante en canales chicos de la escena gamer española. Su energía era contagiosa, su humor espontáneo. Aún no era una estrella de Twitch, pero algo en ella ya prometía.

—Nos cruzaremos pronto —susurré.

Luego salté a una entrevista a Sara Carbonero en Informativos Telecinco. Ya la había visto antes, pero siempre valía la pena observar cómo se manejaba frente a cámara. Profesional, elegante, segura. Más que una periodista, era una figura. Y en el futuro, una socia.

Cerré la laptop después de un rato. Ya era suficiente por hoy. Había que moverse.

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A la tarde, salí con Marko a hacer trabajo extra en la playa. Él no era tan disciplinado como yo, pero aceptaba venir porque sabía que le servía. Corrimos media hora por la arena, hicimos sprints cortos, cambios de ritmo y luego ejercicios de salto y equilibrio.

Después nos tiramos en la arena a descansar, con las camisetas empapadas y el sol bajando al fondo del Adriático.

—No sé cómo tenés tanta energía —me dijo entre risas.

—Porque no me alcanza solo con ser bueno —respondí—. Quiero ser el mejor.

—Sos raro, Luka.

—Sí. Pero ya te acostumbrarás.

Al volver al orfanato, me di una ducha larga y me puse ropa cómoda. Cené sin prisa, y después bajé a la sala común. Encendí el televisor. Estaban pasando Operación Triunfo Croacia en repetición. Una de las participantes cantaba un tema pop. No lo conocía, pero lo hacía bien.

Después pusieron un viejo videoclip de Lana Jurčević. Esta vez no me sorprendió. Ya había escuchado su música varias veces, y la tenía bien presente. Sus movimientos eran seguros, su voz intensa, y el magnetismo que transmitía era de esos que no se fingían. Más que una estrella local, era una bomba de carisma. Y tarde o temprano, también sería parte de mi vida.

Subí a mi cuarto antes de las 10. El cansancio empezaba a pesar, pero era un buen tipo de agotamiento. Uno que decía "estás haciendo las cosas bien".

Me acosté con el MP3 puesto. Esta vez escuché un cover suave de Maya Kendrick, una versión acústica de "Fast Car". La canción me transportó. Cerré los ojos imaginando el camino que aún faltaba. Los partidos, las pruebas, Madrid. Y las mujeres. Todas esas mujeres increíbles que ya empezaban a orbitar en mi vida, aunque aún sin saberlo.

Pero lo sabrían. Eventualmente, lo sabrían.

Y yo estaría listo para recibirlas.

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