Bip, bip, ¡BIP!
Una alarma estridente resonó en la pequeña sala mientras hojeaba distraídamente el periódico. Sin apartar la vista de las noticias, imité la voz robótica de cierto acompañante invisible que se encargaba de arruinarme la paz.
—MISIÓN: ¡AHORA ME VES, AHORA NO ME VES!
—...
Los ojos recorrieron el titular mientras la voz continuaba, cargada de entusiasmo mecánico.
—OBJETIVO: ¡PÍCALE LOS OJOS A 10 ADULTOS Y 10 ANCIANOS!
OBJETIVO SECUNDARIO: ¡PÍCALE LOS OJOS A 10 BEBÉS!
La mano tembló ligeramente al sostener el periódico. ¿Acaso había escuchado bien?
—RECOMPENSA: ¡HABILIDAD ÚNICA 100% FUNCIONAL!
RECOMPENSA ADICIONAL POR OBJETIVO SECUNDARIO: ¡GOTAS PARA LOS OJOS!
Un incómodo silencio se apoderó del lugar. Apenas me moví, manteniéndome expectante, como esperando que fuera una broma de mal gusto. Finalmente, la voz preguntó, curiosa:
—¿Quién te lo dijo?
Parpadeé varias veces, intentando procesarlo todo.
—Espera, ¿esa es la misión? ¡Pues saltemos esa cosa!
Con un rápido movimiento, arrugué el periódico y lo lancé hacia adelante, como si así pudiera deshacerme también de la absurda propuesta.
—¡Siguiente misión! ¡Ni idea!
La voz estalló en una carcajada digital mientras yo simplemente me recostaba en el sofá, resignado. Agité la mano con desdén como si hablara a una audiencia invisible.
—¡Sintonicen el próximo capítulo! ¡Gracias por leer!
El periódico, antes de caer, mostró fugazmente su encabezado en letras gruesas y sombrías:
¡HÉROES DERROTADOS!
LOS HÉROES VUELVEN A LA TIERRA PREPARANDO A LA HUMANIDAD PARA LO PEOR.
La alarma apenas había dejado de sonar cuando la voz robótica volvió a resonar, ignorando descaradamente mi rechazo anterior.
—MISIÓN: ¡AHORA ME VES, AHORA NO ME VES!
Suspiré pesadamente, ya imaginándome lo peor.
—OBJETIVO: ¡Pícale los ojos a 10 adultos y 10 ancianos!
OBJETIVO SECUNDARIO: ¡Pícale los ojos a 10 bebés!
El cuerpo me pesó solo de pensarlo.
—RECOMPENSA: ¡Habilidad única!
PENALIZACIÓN: ¡Irritación permanente! ¡Ojo demoníaco!
La última parte captó toda mi atención. Los ojos se abrieron de par en par y, sin pensarlo, levanté la mano al cielo, lleno de una súbita motivación.
—¡¿Ojo demoníaco?! ¡Eso suena increíble!
La emoción vibraba en cada fibra de mi ser... hasta que la siguiente aclaración cayó como un balde de agua helada.
—OJO DEMONÍACO = DERRAME OCULAR SIEMPRE QUE ABRAS LOS OJOS.
La mano que había alzado con tanto entusiasmo descendió lentamente, como una flor marchitándose.
—Yei... —murmuré con una mueca amarga, resignado a la cruda realidad.
Buscando desesperadamente una salida de aquella absurda situación, lancé una ráfaga de preguntas.
—¿Hay otra misión? ¿Qué tal revivir a los muertos? ¿Tal vez salvar a una princesa? Oye, ¿ya subimos de nivel?
La respuesta no tardó en llegar. Frente a mí, aparecieron varios carteles flotantes, uno tras otro, con mensajes burlonamente concisos:
1. NO.
2. NO.
3. ¿QUÉ PRINCESA SE TE ACERCARÍA?
4. ¿SUBIR DE NIVEL? ¿PARA QUÉ?
Cada respuesta era como un cuchillo directo a la autoestima. Inspiré hondo, conteniendo las ganas de llorar.
—Entonces... ¿cuál es la habilidad?
Hubo una breve pausa antes de que la respuesta final apareciera, acompañada de un leve resplandor dramático.
—Invisibilidad.
La energía me recorrió de golpe. Me levanté como un resorte, los ojos brillando con emoción ante la promesa de un verdadero poder.
—¡Rápido! ¡Ahora el mundo por fin conocerá a Yuzato Hyraga!
La voz del sistema no tardó en reaccionar, como si hubiera escuchado algo completamente diferente.
—¿Reino? ¿Alguien dijo reino? ¡Claro que estamos aquí!
En un parpadeo, el entorno cambió. La familiar sala desapareció, y en su lugar se alzaban las imponentes murallas de un reino bullicioso.
La voz volvió a resonar, curiosa:
—Me pregunto... ¿por qué nadie te arresta?
Sonreí con descaro, alzando los brazos y señalándome a mí mismo con orgullo.
—Porque soy increíble.
La voz, claramente preocupada, insistió:
—¿Qué estás haciendo?
Meneé los brazos, agitando las manos en mi dirección como si estuviera llamando a alguien.
—Llamando a los idiotas.
La respuesta llegó más rápido de lo que hubiera esperado.
—¡ALTO! —gritaron varios guardias al unísono— ¡Por múltiples delitos quedas arrestado! ¡Ahora te llevaremos de vuelta al rey!
Me encogí de hombros con total tranquilidad, comenzando a caminar hacia el castillo como si fuera una invitación a una fiesta.
—Sí, sí, como digan... —respondí con despreocupación— ¿Cómo va el trabajo?
Los guardias se miraron entre sí antes de soltar un largo suspiro sincronizado, casi coreografiado.
—Excelente —comenté con una sonrisa satisfecha.
Uno de ellos, ya resignado, terminó respondiendo.
—Desde la derrota de los héroes, el trabajo se duplicó...
Instintivamente, tanto la voz en mi cabeza como yo mismo soltamos la misma respuesta:
—Uy, qué pena.
El guardia, ignorando nuestro sarcasmo, continuó con voz baja y sombría.
—Regresaron del infierno con terror en la cara... Dijeron que se encontraron con el "Conquistador". Pero lo peor no fue él... fue esa cosa... su risa demoníaca, su control sobre la realidad... No tuvieron oportunidad...
Ignoré olímpicamente al guardia que seguía despotricando sobre portales infernales y demonios, centrando mi atención en el sistema. A decir verdad, en comparación con ellos, su compañía hasta me parecía... agradable.
Creo.
—¿Qué tan bien te cae el rey? —pregunté en voz baja, como si estuviéramos conspirando.
La respuesta llegó sin titubear, cargada de ese tono mecánico tan peculiar.
—Del uno al diez... Es una persona agradable. Tan agradable como un día caluroso.
Solté una risa seca. Perfecto, en otras palabras, insoportable.
—¿Y qué te parece la chica nerviosa? —insistí, curioso.
La respuesta fue inmediata, casi como un escudo.
—No es relevante.
Fruncí el ceño, negándome a soltar el tema.
—Vamos, dímelo claro.
Un nuevo silencio incómodo, hasta que la voz replicó con tono severo.
—No es relevante, Yuzato. No insistas en agregarla a la historia.
Mientras tanto, los guardias seguían hablando como si no existiéramos.
—De vez en cuando, las grietas del infierno se abren en un portal que clama por almas... Seguramente los demonios están intentando entrar a la Tierra...
Sin prestarles atención, me acerqué aún más al sistema, hablando en voz baja como quien comparte un gran secreto.
—Pero falta el interés romántico del prota... o sea, yo. Me chento cholito.
Una risa apenas perceptible escapó de la voz robótica, más parecida a un suspiro electrónico.
—Uy, qué pena. Tal vez en el siguiente capítulo.
Los ojos me brillaron de emoción.
—¿¡En serio!?
La respuesta cayó como una piedra.
—No. ¿Crees que hago milagros? Busca una chica o espera que te caiga del cielo. Por Dios, quieres todo a la mano.
Me crucé de brazos, sintiéndome levemente herido.
—Oye... estás siendo más agresivo que antes.
Una vibración ligera, casi como un ronroneo satisfecho, cruzó por la conexión.
—Me halagas.
Continuamos hablando un buen rato.
¿De qué?
¿Realmente quieres saber?
Meh, rellena los diálogos tú mismo: algo sobre galletas, conspiraciones absurdas y por qué los gatos serían los verdaderos gobernantes del mundo.
Lo importante es que, después de todo eso, finalmente llegamos ante el rey.
El salón del trono era exactamente como esperarías: exageradamente enorme, innecesariamente lujoso, y con demasiadas escaleras que parecían gritar "¡Mírame a los ojos! Pero desde abajo... ¡por favor!".
En lo alto del trono, el rey nos esperaba, sentado con una pose cargada de falsa superioridad. Su voz resonó con una autoridad bien ensayada.
—Bienvenido, héroe. ¿Qué te trae aquí?
Sin detenerme ni un segundo, avancé directo hacia él.
Subí las malditas escaleras.
¿Recuerdas que este castillo es tan grande como una montaña? Bueno, sus escaleras parecían diseñadas para recordarte tu inferioridad existencial.
Respondí sin darle demasiada importancia:
—Nada en particular.
El rey asintió, como si hubiera esperado exactamente esa respuesta.
—Ya veo... Quieres saber qué pasó en el infierno, ¿no es así? Bueno, te lo contaré. Estamos perdidos.
Apenas abrió la boca para explayarse en su gran discurso, lo interrumpí sin miramientos.
—Soy tu hijo.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Mi hijo?! —se atragantó, confundido— ¡Yo no tengo hi...!
Antes de que pudiera terminar, usé dos dedos para picarle directamente en los ojos.
—¡AAAAAAAAAA! ¡¡Hijo de pe...!!
Reía por dentro mientras el rey se retorcía de dolor.
Y cuando apenas logró volver a abrir los ojos, repetí mi ataque sin pensarlo.
—¡GUARDIAS! ¡EJECU—!!
Otra vez.
Con absoluta determinación, le piqué los ojos de nuevo.
Me empezaba a gustar esto.
Los guardias miraban la escena paralizados, esperando inútilmente que su jefe terminara de darles una orden que nunca llegaría.
—¡QUÉ ESPE—...!
Y una vez más, mis dedos cumplieron su misión.
Lo sabes.
Yo lo sé.
Todos lo sabemos: esto se iba a repetir hasta el infinito.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad de ataques oculares, los guardias por fin reaccionaron.
—¡Nos abalanzamos contra el traidor al reino! —gritaron al unísono.
Aunque, honestamente, parecía más un acto de desesperación que un intento real de arrestarme.
Sin pensarlo demasiado, tomé de los hombros a los guardias que se habían lanzado contra mí y los coloqué en fila como si fueran simples muebles.
No, no los derroté, no exageres.
Solo te ahorro una lucha innecesaria... otra vez.
—Uno, dos, tres... —conté en voz baja, acomodándolos ordenadamente.
El rey, todavía cubriéndose los ojos y medio ciego, gritó desesperado desde su trono:
—¡¿Qué esperan?! ¡¡¡¡¡Ataquenlo!!!!!
La voz del sistema resonó en mi cabeza, cargada de un desprecio casi tangible.
—¿Ese inútil está pegado a su silla o qué? Maldito inútil... seguramente alguien le mastica hasta el agua.
Me acerqué al trono de nuevo. No voy a explicar por qué. A estas alturas, ya deberías saberlo.
Esta vez, incluso el sistema me concedió su bendición.
—Te lo permito... Usa a tres guardias. El rey ya pagó por la mayoría.
—Gracias —respondí con una sonrisa ladina.
Como si fueran hojas de papel, tomé a uno de los guardias y, en el mismo movimiento, apareció su gemelo idéntico a su lado. Sin perder tiempo, hice lo mismo con el otro.
Uno de ellos me miró con ojos llorosos.
—¡Brother! ¿Recuerdas nuestra conexión?!
Le respondí a mi manera: le piqué los ojos sin misericordia.
—Claro que sí, brother —susurré con dramatismo.
Miré a los otros dos. ¿O eran el mismo? ¿O solo uno? No lo sé. Todos se parecen, así que, para asegurarme, piqué todos los ojos que vi.
—¡Lis~to~! —canturreé con satisfacción.
El rey, recuperando un poco su compostura —o al menos intentándolo—, bramó:
—¿¡Crees que te irás así como así!?
En lugar de responderle, volví a retomar mi amena conversación con el sistema.
—¿Qué tal un dragón? —pregunté mientras me rascaba la cabeza.
La respuesta llegó igual de ácida que siempre:
—Primero derrota a la fruta.
Sin previo aviso, volvimos a aparecer en el reino, lejos del salón del trono.
Me dejé caer en una vieja banca de madera, exhausto pero satisfecho.
—No haré el objetivo secundario... —declaré mientras miraba el cielo.
—Con tu historial, eso es fácil de creer —se burló la voz mecánica.
Fruncí el ceño.
—Tengo límites. Solo lo haría si esos engendros destruyen el mundo.
Oh, sorpresa: son bebés.
—¿Y? No tuviste piedad con los niños...
La verdad me golpeó como un ladrillo. Me llevé una mano a la frente.
—¡Eso!... Es verdad.
Una pausa breve, y luego la voz volvió, más inquisitiva.
—¿Qué me ofreces?
Ofrecí mi mejor sonrisa al vacío mientras pensaba seriamente en mi oferta.
—Mi eterna gratitud... Bueno, momentánea gratitud... O tal vez un "gracias"... —reflexioné en voz alta—. Te doy la mano... ¿Qué tal... nada?
Si el system hubiera tenido ojos, seguramente me estaría asesinando con la mirada en ese momento.
La respuesta llegó cargada de un odio frío y metálico:
—Cambio de misión.
Chasqueé los dedos, satisfecho.
—Perfecto. Dame algo más fácil.
—Del siguiente capítulo —añadió el system con una paciencia que empezaba a sonar forzada.
—¡Acepto! —exclamé.
Sin perder el impulso, saqué una hoja de papel y escribí rápidamente una carta:
"Hola, guapo. Perdón, hoy por mí, mañana por ti."
Doblándola cuidadosamente, la guardé en mi bolsillo.
—Te lo encargo yo... del futuro. —sonreí para mí mismo—. Entonces...
—¿Entonces qué? —preguntó la voz del system.
—¿Acabamos la misión? —cuestioné, cruzando los brazos con dramatismo.
—¿Seguro que quieres hacerlo? —hubo una pequeña pausa, como si me evaluara.
—¡Me ofendes al preguntar!
—Bien.
Una notificación brillante apareció ante mis ojos.
MISIÓN CUMPLIDA!
RECOMPENSA OBTENIDA: HABILIDAD ÚNICA "AHORA ME VES, AHORA NO ME VES". ¡VUELVETE COMPLETAMENTE INVISIBLE!
Levanté la mano al cielo, como si pudiera atrapar el mismo sol con ella.
—¡Es la hora del héroe Yuzato!
El system no tardó en rematar la jugada:
—CONDICIÓN DE ACTIVACIÓN: VUELVETE INVISIBLE SOLO CUANDO LAS PERSONAS A TU ALREDEDOR CIERRAN LOS OJOS.
Mi sonrisa triunfal se congeló lentamente. Suspiré, derrotado.
—Ay... la historia de mi vida...
Frustrado, tomé una roca y se la lancé al system.
Bueno, más bien la lancé al aire, porque el system no tenía cuerpo.
Pero el gesto era lo que contaba.
—¡¡DAME ALGO BUENO POR UNA VEZ EN TU EXISTENCIA!!
La risa sarcástica resonó como un eco mecánico.
—¿Algo bueno? Ja... —la voz se tornó más traviesa—. Adelantemos parte del siguiente capítulo, ¿te parece?
—¡Para nada! ¡TERMINAMOS HOY! —grité con toda la fuerza que pude reunir.
A lo lejos, los guardias, cumpliendo todavía con las órdenes del rey, no tardaron en aparecer.
—¡Alto ahí! —gritaron al unísono mientras corrían hacia mí.
Les dediqué una mirada llena de odio puro.
Se congelaron en el acto.
—¡CIERREN EL HOCICO! —les ladré, aprovechando el silencio para darme mi propio espacio—. ¡BUENAS NOCHES, PÚBLICO! ¡CONSÍGANSE OTRO PROTAGONISTA DEL CUAL BURLARSE, YO ME LARGO!
Me di la vuelta, dispuesto a abandonar esa escena ridícula.
Sin embargo, justo cuando creí que todo había terminado, una brisa invadió el lugar.
No era fría. No era refrescante.
Era... caliente. Caliente como nunca antes había sentido.
La voz del system resonó detrás de mí, melosa como una trampa.
—Yuzato ~ nuestro trato, ¿lo recuerdas?
—¡Es problema del Yuzato del futu...! —me quejé mientras giraba para ignorarlo, pero me congelé al ver lo que se había abierto frente a mí—. ¡NO MÁS FRUTA!
Un portal surgía, hirviendo como una herida abierta en el aire.
La risa del system se deslizó como un cuchillo afilado.
—Jaja... jajajaja... ¿De verdad creíste que podías cambiar mis reglas y salirte con la tuya? ¡Ahora entra!
—¡Corre! —gritó uno de los guardias.
Todos comenzaron a dispersarse a toda velocidad.
—¡LAS PUERTAS DEL INFIERNO HAN SIDO ABIERTAS NUEVAMENTE!
Intenté razonar, extendiendo las manos en señal de tregua.
—¡Espera! ¡Tiempo! ¿Podemos hablarlo?!
—Claro~ —murmuró el system, como una serpiente.
—Bien, hagámoslo en 800 capítulos más y con gusto... —ofrecí desesperadamente.
Pero fue inútil.
El portal se movió como un ser vivo, tragándome en un instante.
—¡BIENVENIDO AL INFIERNO! —canturreó el system con entusiasmo.
Intenté darme la vuelta.
Intenté atravesarlo.
¡Y lo logré!
Pero...
El paisaje que me recibió no era la Tierra.
Frente a mí se alzaba un castillo oscuro, rodeado de ríos de lava ardiente, picos negros que emergían de la tierra como garras, niebla espesa cubriéndolo todo.
Alzando la mirada, no había estrellas, no había sol, solo un vacío de desesperación infinita.
El system no tardó en recitar una nueva sentencia:
NUEVA MISIÓN: ¡INTERRUMPE LA BODA DEL INFIERNO!
OBJETIVO: IMPIDE EL MATRIMONIO!
OBJETIVO SECUNDARIO: ¡PÍDELE MATRIMONIO, MALDITA SEA!
PENALIZACIÓN: CASTRACIÓN!... puede ser útil en futuros episodios.
RECOMPENSA: AMOR PURO Y VERDADERO (sin trampas, es tu oportunidad!)
RECOMPENSA SECUNDARIA: ANILLO MALDITO! (Anillo vinculante que une ambas partes por toda la eternidad.)
Tardé varios segundos en poder hablar.
Balbuceé como un idiota hasta que las palabras finalmente salieron.
—System... ¿Hay... hay chicas demonio... sexis?
La respuesta fue inmediata.
—¡Claro que las hay!
Tomé aire profundamente, echándome el cabello hacia atrás como un héroe listo para enfrentar su destino.
—¡Hagámoslo! —rugí con la voz más imponente que logré reunir—. ¡Si la tierra me rechaza, el infierno pagará las consecuencias!
—No seas ridículo —bufó el system, sin un ápice de respeto.
La escena se congeló como si fuera el final de un episodio.
Siguiente capítulo: ¡VIAJE AL INFIERNO TODO PAGADO!
—¡Hasta título tenemos! —grité, más emocionado que nunca.