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Chapter 162 - Capítulo 6: Dentro de la Fortaleza Viviente

El comunicador cobró vida en la mano de Ryuusei. Una voz, tensa pero controlada, resonó.

—Ryuusei. Volkhov. La entrada está asegurada. La oposición... neutralizada.

El líder asintió, la confirmación era lo esperado. Estaba a punto de dar la orden de que el resto del equipo se dirigiera hacia allá, pero Volkhov continuó, y hubo algo en su tono que detuvo a Ryuusei. Una nota de asombro que rara vez se colaba en la voz del Tirador Perfecto.

—Hay... hay algo más —dijo Volkhov, y Ryuusei pudo oír el sonido del viento, el crujido de la tierra bajo presión—. La base... no es lo que esperábamos. Ha emergido. Ryuusei... es una criatura. Gigantesca. Una... una tortuga.

El silencio cayó en el comunicador mientras Ryuusei procesaba las palabras. Él sabía. Tenía el mapa, el conocimiento del robo en la base de los Heraldos. Pero escuchar a Volkhov, el pragmático, describir la base como una "criatura gigantesca"... eso le dio un nuevo peso a la información.

—Entendido, Volkhov —respondió Ryuusei, su voz volviendo a su calma habitual, a pesar de la revelación—. Manténganse en posición. Vamos para allá.

Ryuusei reunió al equipo que esperaba: Aiko, Arkadi, Amber Lee, Brad, Kaira, Chad y Ezequiel. Sus rostros mostraron la pregunta no formulada.

—Volkhov aseguró la entrada —anunció Ryuusei—. Pero la base... es algo inesperado. No es una estructura normal. Ha emergido del subsuelo. Es... una Tortuga Gigante. Una criatura.

Las reacciones fueron variadas y reveladoras.

Aiko, siempre leal, asimiló la información con los ojos muy abiertos, una mezcla de sorpresa y una emoción contenida por la magnitud de lo que Ryuusei describía. Estaba lista para lo que fuera.

Arkadi, palideció ligeramente, sus ojos antiguos reflejaron una mezcla de incredulidad y una profunda, profunda conmoción. Sus labios se movieron, murmurando palabras en una lengua arcana, nombres de leyendas y mitos olvidados.

Chad soltó una carcajada corta y oscura. —¿Una base tortuga? Vaya. Esto... esto es nuevo. ¿Puedo volarla por diversión si se porta mal?

Ezequiel ladeó la cabeza, su paranoia se agudizó. —Una criatura viviente como base... ¿Eso afecta el flujo del tiempo? ¿Es... consciente?

Kaira mantuvo su serenidad exterior, pero sus ojos se estrecharon analíticamente. Una base móvil orgánica con personal militar... Las implicaciones estratégicas eran fascinantes. Y perturbadoras.

Brad y Amber Lee intercambiaron miradas, la sorpresa pragmática en sus rostros. Una base segura era buena, pero ¿una viva? Eso añadía variables inesperadas.

—Nos dirigimos hacia allá —dijo Ryuusei, ignorando (por ahora) los comentarios y preguntas.

El viaje hacia la ubicación de Volkhov y su equipo fue relativamente corto, pero estuvo dominado por una creciente sensación de asombro. A medida que se acercaban al área donde Volkhov había reportado la emergencia, la silueta se hizo visible sobre las copas de los árboles. Al principio, parecía una extraña formación montañosa, pero a medida que la distancia se acortaba, la verdad se hizo innegable.

Era inmensa. Monumental. La Tortuga Gigante, parcialmente emergida, se cernía sobre el paisaje del bosque. Su cabeza, con sus ojos del tamaño de rocas, se alzaba lentamente, y su vasto caparazón, una meseta de tierra y roca de dos kilómetros de tamaño, se extendía a lo lejos, cubierto por una capa de vegetación que parecía un bosque diminuto sobre su lomo. La escala era abrumadora, haciendo que los árboles cercanos parecieran hierbas a su lado. Era una visión que detenía el aliento, una criatura salida de las leyendas, real y presente ante ellos.

Llegaron a la entrada asegurada. Volkhov, Bradley y Sylvan esperaban allí, sus propios rostros aún mostraban una mezcla de tensión y el eco del asombro que habían sentido al ser los primeros testigos. Algunos de los pocos guardias militares que Bradley y Sylvan habían neutralizado estaban inmovilizados pero vivos a un lado, mientras que otros yacían... menos afortunados, un recordatorio silencioso de la eficiencia brutal del equipo explorador.

Los dos grupos se reunieron. Las preguntas rápidas se cruzaron, las respuestas de Volkhov fueron concisas. Pero la presencia de la Tortuga Gigante, Nora, eclipsaba todo lo demás.

Fue Arkadi quien se movió. Con una solemnidad que no le habían visto antes, se acercó a la base de la criatura inmensa. Había algo en sus ojos, una comprensión que trascendía el simple asombro. Esta era una raza de la que solo había leído en tomos arcanos polvorientos, seres vinculados a la tierra y quizás al tiempo mismo.

Se detuvo cerca de donde el cuello de la Tortuga emergía del suelo. Lentamente, con una reverencia instintiva, Arkadi extendió una mano temblorosa y puso su mano sobre la piel coriácea y escamosa de la Tortuga Gigante.

Una energía. Antigua, vasta y profunda. Fluyó a través del toque de Arkadi. No era solo vida; era existencia ancestral, memoria geológica, una consciencia lenta y poderosa. En su mente, Arkadi sintió una conexión momentánea con la inmensidad de la criatura, una resonancia con el lore que creía perdido. Una oleada de conocimiento antiguo y una certeza inquebrantable lo recorrió. Retiró la mano, sus ojos brillando con una comprensión recién adquirida que se sumaba al peso de sus propias profecías.

Se giró hacia Ryuusei, su rostro iluminado por la revelación.

—Ryuusei —dijo Arkadi, su voz rasposa ahora cargada de un nuevo significado—. Pon tu mano. Siente. Conecta.

Ryuusei, quizás movido por la intensidad en los ojos de Arkadi o por una intuición propia, se acercó a la Tortuga. Con un movimiento deliberado, puso su propia mano en el mismo lugar donde Arkadi había tocado.

Y la conexión fue... fabulosa.

No fue solo una oleada de energía o conocimiento. Para Ryuusei, fue una resonancia profunda que vibró a través de su pacto con la Muerte, a través de su propia naturaleza como un "marginado" que desafiaba el orden. Sintió la antigüedad de la criatura, pero también una extraña sensación de... propósito compartido. Una fortaleza inmensa y secreta, perfecta para él. Era un vínculo de líder a fortaleza, de marginado a refugio, de destino a vehículo. Una conexión que parecía confirmar que este lugar estaba destinado a ser suyo. Una sensación de pertenencia, irónicamente, en algo tan ajeno como una tortuga gigante.

Ryuusei mantuvo su mano allí por un momento, asimilando la magnitud de la conexión. Arkadi lo observaba con una sonrisa sabia y satisfecha.

—Este ser... ha esperado. Quizás... te esperaba a ti —dijo Arkadi—. Merece un nombre. Tú te has conectado de una manera... única. Tú debes dárselo.

Ryuusei retiró la mano, volviendo al presente. Miró a la criatura inmensa, a su caparazón que era una base, a sus ojos antiguos. Un nombre. Algo que reflejara su naturaleza, su propósito, o quizás algo más personal.

Pensó un instante, el peso de su conexión resonando en él.

—Se llamará... Nora —dijo Ryuusei.

El nombre resonó en el aire del bosque. Nora. La Tortuga Gigante. La Fortaleza Viviente. Ahora tenía un nombre, dado por el líder de los marginados, sellando un vínculo inusual y poderoso.

Con la entrada asegurada y la Tortuga Viviente, Nora, nombrada y conectada a su líder, el equipo finalmente procedió a entrar. La entrada secreta se abrió (quizás controlada por Volkhov o los guardias ahora leales), revelando un pasaje oscuro. La transición del aire fresco del bosque y la luz exterior al interior de Nora fue palpable.

Una vez dentro, el espacio se abrió. No era una cueva. Era una base, vasta y funcional, pero con paredes orgánicas y una sensación de masa viva a su alrededor. Ryuusei (quizás junto a Volkhov o un par de guardias militares que ahora se presentaron como personal de la base) comenzó a guiar al equipo, explicando la naturaleza de Nora como una base secreta, móvil y segura, y cómo la descubrió a través del mapa de la base de los Heraldos.

Les mostró algunas instalaciones clave: áreas de vivienda funcionales talladas en el caparazón, salas de mapas y estrategia donde se podía planificar una guerra global, quizás un arsenal discreto. La presencia de los guardias militares como personal de seguridad interna confirmaba que este lugar estaba operativo y bajo control.

El equipo recorrió las instalaciones, sus reacciones variadas: asombro ante la escala interna, evaluación pragmática de los recursos, quizás una ligera inquietud por estar dentro de una criatura viva. Pero la utilidad de la base, una fortaleza indetectable y móvil, era innegable.

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