No era nada de lo que ella esperaba encontrar dentro de la montaña, había escuchado tantas historias y suposiciones de las personas que los acompañaban que sinceramente se sentía un poco defraudada, al menos hasta ahora. Toda la grandeza, la riqueza y lo magnifico de la arquitectura y diseño enano no podía ser divisado en sus primeros pasos en Erebor.
—Supongo que esperaba algo más princesa —susurró Balin con algo de pesar al ver el rostro decepcionado de Sigrid. Tilda por su parte estaba extasiada al ver a los enanos cargando piedras.
—Sigrid —Bard tuvo que llamar la atención de su hija nuevamente.
—Oh, yo, claro, quiero decir esperaba menos destrucción de la que veo —Balin sonrió ligeramente mientras los conducida por las escaleras hacia donde estaba la sala del trono, estaba seguro que tal vez eso si la impresionaría.
—Hay muchas zonas que el maldito dragón destruyó, pero sin embargo hay muchos lugares interesantes donde podrá apreciar el trabajo de los enanos —Balin dijo con orgullo mientras miraba a algunos de los enanos trabajar con empeño. Todo era un desastre, aparte del desastre que ellos mismo habían producido.
—Estoy segura que será interesante —respondió Sigrid cortésmente, era un poco incómodo ir por las escaleras diseñadas para enanos, eran ligeramente angostas y no había barandas en algunos lugares solo abismos peligrosos.
—Ya casi llegamos, al menos la sala del trono mantiene algo de su antigua gloria, pero pasará un tiempo antes que podamos dejar en condiciones aceptables —Balin les señalaba el camino y podía ver cualquier cantidad de telares en mal estado, armas llenas de telarañas, piedras preciosas incrustadas en las paredes, pero llenas de tanto polvo que era casi imposible distinguir que clase de piedra era.
—¿Vendrán vuestras familias? —preguntó Bard con el ceño fruncido, tal vez pensando en los peligroso que eso podría ser en este momento.
—Lamentablemente no, como sabes tenemos un cuidado especial de ellos y no queremos arriesgarles con un viaje largo y peligroso, esperaremos hasta el verano —el verano podía ser una buena época ya que había más luz para viajar y no tantas lluvias como en estas fechas. Bard asintió mientras se aproximaban a unas puertas enormes de madera con detalles de metal y labrados especiales y runas que no eran legibles para los hombres.
—Claro, suena razonable —susurró Sigrid, de pronto una ligera preocupación la invadió tal vez debió hacer esa pregunta en otro momento, pero simplemente no pudo evitarlo. —¿Están los príncipes bien? —Balin frunció el ceño y su mirada decayó notablemente. Sigrid supo entonces más de lo que la respuesta de Balin podría darle a entender y eso no le gusto para nada.
—¿Por cuál de los príncipes pregunta? —replicó Balin tratando de no llegar al punto del estado de Fili y Kili, además que tenía cierta curiosidad por el comportamiento nervioso de la hija de Bard.
—Pues es obvio que por… —Tilda estaba a punto de decir algo, pero Sigrid se adelantó y con algo de rudeza le tapó la boca ante la mirada divertida de Balin quien empezó a comprender que tal vez había un cierto interés particular de parte de la hija de Bard.
—Por nadie en particular, supe que fueron heridos en combate —la mirada de Bard se endureció ligeramente, pero tuvo que disimular su ligera incomodidad.
—Hemos llegado —dijo Balin señalando las puertas enormes de madera. Las abrió y entonces con satisfacción pudo sentir el jadeo de los hijos de Bard y de él mismo. Se le hincho el pecho de orgullo al ver como el trabajo enano provocaba estas reacciones en sus huéspedes.
—Rey Thorin, Bard rey de Dale y sus hijos asi como un grupo de ciudadanos vienen a presentar sus respetos —Thorin se levantó de su trono rápidamente al escuchar la voz de Balin y Dwalin le siguió el paso a medida que se aproximaba al nuevo rey de Dale.
—Bard —Thorin saludó severamente.
—Thorin —Bard no se quedó atrás, ambos aun conservaban los recuerdos de sus disputas y aunque todo había salido bien. Simplemente no era sencillo.
—Oh la amistad —susurro graciosamente Dwalin ganándose una mirada entrecerrada por parte de Thorin, pero claro que estaba acostumbrado a eso.
—Venimos en paz, por si lo preguntas, solo veníamos a traer algunos presentes para los príncipes, ya que supimos que su salud aun es delicada —Bard hablo con tranquilidad, pero Thorin no lo tomo tan deportivamente como él esperaba.
—¿Quién les dijo eso? —amenazo con sus palabras como si no quisiera que nadie supiera del delicado estado de sus sobrinos. Pensaba que verían su reino debilitado y empezarían a cuestionar su derecho legítimo para gobernar.
—Mi señor—Balin susurró recordándole que debía ser amables con los aliados de Dale, ya que ahora tendrían que renovar las relaciones diplomáticas y comerciales, no podían permanecer aislados, si algo había sacado Thorin de la guerra es que solo no hubiera podido, pero jamás diría eso en voz alta.
—Claro, gracias rey Bard, con gusto aceptamos vuestros presentes —Bard podía notar la tensión y la poca disposición que había en las palabras de Thorin, pero sinceramente no lo podía culpar, su reino estaba reconstruyéndose, Dale era prácticamente unánime en su elección de Bard como monarca, era más sencillo, pero aquí entre los enanos había varios clanes que no dudarían en reclamar el trono si veían que su líder natural era inestable.
—¿Les gustaría tener un paseo guiado? Seguramente tu padre querrá hablar de cosas aburridas para los niños —ofreció Bofur quien estaba presto a disipar cualquier tensión. Tanto Tilda y Bain sonrieron ante la propuesta.
—Eso sería genial —dijo Bain, Sigrid también se permitió sonreír al menos por un momento, porque pensó que podría optar por esa propuesta, pero sus esperanzas murieron cuando sintió el brazo de su padre sobre su hombro.
—Sigrid —susurró Bard con un poco de diversión, ella sabía que no podía reclamar ya que habían hablado de que tenía que acompañar a su padre en los eventos oficiales ya que de cierta forma ella cumplía labores oficiales como reina. El solo pensamiento la abrumó un poco, pero también sabía que tenía algunos beneficios que podía usar sabiamente para ayudar a la gente.
—Claro padre, lo siento Bofur, yo tendré que quedarme —suspiró pesadamente frunciendo los labios y viendo como Tilda y Bain disfrutaban de su frustración. Ya habría tiempo de devolverles el favor.
—Claro princesa —Bofur hizo una pequeña reverencia, que en cierta forma incomodó a Sigrid.
—Solo, solo Sigrid —dijo ella rápidamente y no pudo evitar sonreír al ver la cara de satisfacción del enano que había sido huésped en su casa.
—Vamos niños —gritó alegremente Bofur mientras Tilda se colgaba del cuello del enano y Sigrid solo podía refregarse la cara con algo de cansancio, toda la charla sobre buenos modales y comportamiento adecuado se fue por la cloaca. Bain solo sonreía de ver a su hermana.
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—Recuérdame no volver a acompañarte en algún viaje oficial —Sigrid se frotaba la sien con dedicación todo el tema de diplomacia, comercio, embajadas le traían una migraña que no podía soportar y necesitaba respirar aire puro. Pero claro estaban dentro de una montaña.
—Te acostumbraras con el tiempo —Bard le respondió también un poco cansado, para él no había opción asi que simplemente tenía que preparar a Sigrid para heredar el reinado de la mejor forma. En un primer instante había pensado en Bain, pero aún era demasiado pequeño como para acompañarlo, ya habría tiempo para prepáralo, tal vez no para rey, pero para ejercer cargos diplomáticos.
—No creo que pueda hacer eso pa… dre —Bard sonrió ligeramente al ver la frustración de su hija, se veía diferente en su nuevo atuendo, con el cabello recogido y con algunas joyas que habían sido de su madre, la nostalgia era inevitable.
—Yo tampoco, pero es lo que nos toca hacer ahora por nuestro pueblo—Bard tampoco era del todo feliz, pero era su nueva función e iba a realizarla lo mejor que pudiera.
—¿Entonces ya puedo ir con Balin? —en ese momento Balin giro la cabeza en dirección hacia Bard y su hija. Se había ofrecido a llevarla donde estaban los príncipes y luego un paseo guiado.
—Claro, pero primero asegúrate de entregar los presentes que trajimos —Sigrid asintió ligeramente y no le dio lugar a que su padre viera su cara, quería mantener sus reacciones para ella sola.
No pudo evitar que Balin se diera cuenta. Avanzaron por donde estaban algunos de los habitantes de Dale con los obsequios, los cuales Sigrid tomo bajo la atenta mirada de Balin.
Balin la dirigió por los pasadizos de Erebor hacia donde los príncipes se encontraban, cada vez era más difícil el descenso ya que todavía no estaba del todo alumbrado había que racionar ciertos insumos. Balin sentía un poco de pena de mostrar el reino de los enanos de una manera austera, pero sabía que a Sigrid no le importaría demasiado ya que ella conocía de cerca la austeridad.
Había algunos lugares donde rebosaba de piedras preciosas y oro como nunca antes Sigrid había visto, por un momento pensó que tal vez los enanos eran demasiados codicioso como los rumores decían, pero luego al ver todo el caos y la destrucción de la que había sido objeto su hogar sabía que usarían cada centavo para reconstruirla y devolverle su gloria.
—Gracias Balin —susurró Sigrid a medida que avanzaban en las profundidades de Erebor, Balin le había comentado que no había informado sobre la visita que estaban por hacer.
—Gracias a ti —le respondió Balin mientras le ofrecía la mano para bajar un escalón alto.
—¿Por qué? —preguntó Sigrid recuperando un poco el aliento luego de un camino un poco abrupto.
—Por acogerlos, me enteré lo que tu padre y tus hermanos hicieron por ellos luego que nos fuimos —Sigrid se sonrojó un poco, no estaba del todo acostumbrada a la caballerosidad y los agradecimientos.
—Ni lo menciones, fue un placer —respondió ella sonriendo ligeramente todo había pasado tan rápido que no se había puesto a pensar en lo cerca que estuvieron de ser parte de los que perecieron por el ataque de aquel dragón, tenía mucho que agradecer, sobre todo a aquella doncella elfo, Tauriel.
—Normalmente no deberíamos dejar entrar a nadie, pero supongo que si tu no le dices a nadie yo tampoco lo haré —Balin sonrió con complicidad y Sigrid asintió mientras apretaba contra su cuerpo los paquetes que traía para Fili y Kili.
—Solo quiero entregarles los presentes no molestaré —Balin negó rápidamente con la cabeza y las manos. No pretendía que su visita fuera presurosa ya que sería el momento para develar sus dudas sobre las intenciones de la dama de Dale —¿Que tan graves están? —su pregunta era como un mazo sobre el pecho, no sabía si debía ser sincero u optimista.
—Realmente no lo sé, Kili terminó demasiado grave como para sobrevivir, pero lleva más de una semana estable, pero inconsciente y Fili ha tenido muchos episodios nerviosos y pesadillas, aun no se recupera de sus lesiones, sinceramente creo que lo que más le atormenta es el estado de Kili —Sigrid ahogó un suspiro ruidoso de preocupación que no pasó desapercibido, en ese momento tenía temor de entrar porque temía que lo que viera le hiciera perder toda esperanza de recuperación.
—Tratare de ser breve —Sigrid se disculpó mientras abría la puerta. El olor a medicamentos era demasiado fuerte como para ignorarlo, pero sabía que no debían estar expuestos.
—Esperare aquí —susurró Balin para después cerrar la puerta dejando a Sigrid en el interior. Cuando Sigrid alzo la vista hacia la primera camilla dejo caer los paquetes que tenía y se tapó la boca para no gritar por la escena que tenía frente a sus ojos.
—Oh dioses Kili…